viernes, 28 de diciembre de 2012

Stress post traumático

El Diario, 27 de diciembre de 2012 Luis Javier Valero Flores Pasan los días, crece el número de incidentes, una buena parte de ellos mortales, causados por elementos policiacos y nadie, desde el gobierno, anuncia nada, ni parece preocuparse por algo que puede llegarnos cualquier día, las masacres, como las ocurridas recientemente en Estados Unidos, ¿La razón? el agudo stress al que se han visto sometidos miles de elementos policiacos y militares en la pasada guerra de Calderón. Plenamente documentada la afección mental causada en los participantes de los hechos militares, por el agudo stress a que se han visto sometidos, ya sea como víctima o como victimarios, o como integrantes de los distintos agrupamientos que concurren a los hechos de violencia, como los de los equipos de auxilio médico, de los equipos de prensa o de los servicios funerarios, el stress post traumático es un problema que puede ya estar presente, sobre todo, entre las agrupaciones policiacas existentes, particularmente las de Juárez y Chihuahua. Los distintos eventos mortales (si bien no son muchos, dan pie a pensar que el número de incidentes no mortales, la mayor parte de ellos reportados como hechos de violencia intrafamiliar) de los últimos días, con la participación de elementos de la policía municipal juarense y de la ministerial, ya sea con armas de fuego o en accidentes viales debieran prender los focos de alerta. El incidente más reciente -en el que, según la versión periodística de El Diario, la esposa de un policía lo asesinó con su arma de cargo, ante la presencia de un hermano, policía también, en la Nochebuena- es claro reflejo de los crecientes casos de violencia intrafamiliar, protagonizados por policías. A su vez, los accidentes viales mortales causados por dos policías ministeriales, en hechos separados, uno en la capital y el otro en Juárez, dan cuenta de muchos fenómenos, a saber, que aún y siendo parte de la estructura encargada de prevenir los accidentes viales causados por la ingesta de alcohol, caigan en tales situaciones, con el agravante de que, probablemente, su cargo les hacía sentir que no podrían ser sancionados, ni siquiera levemente. Más allá de las circunstancias particulares de cada caso, hay un antecedente que debiera llevar a la toma de medidas preventivas de largo plazo. Los policías municipales de Juárez y Chihuahua han estado sometidas a situaciones de grave tensión, tanto, que han llevado a que en diversos momentos, en Juárez, el alcalde Héctor Murguía ha intentado mantenerlos apartados de sus domicilios y familias para evitar el riesgo de la ejecución. Igual ha ocurrido en la capital, aunque en menor grado, pero también han atravesado por distintas etapas en las que los objetivos homicidas han sido precisamente los integrantes de la policía municipal. Esas situaciones no pueden ocurrir sin causar perjuicios mentales y sicológicos, no tan solo entre los elementos policiacos, también en sus familias y mandos superiores; atenderlos es, por tanto, un asunto de políticas públicas porque en la medida que preservemos la salud mental de los miembros de las fuerzas de seguridad, de lo contrario ¿Cómo asegurarnos que se encuentran en plenitud de facultades físicas y mentales para afrontar las distintas situaciones de tensión y actual, siempre, dentro de los márgenes de la ley? Sirva como referencia que por lo menos mil militares padecen males psiquiátricos y algunos de ellos, en el nivel de mandos, aún desempeñan tareas de conducción de elementos y operaciones, como recientemente reportó la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en un caso de tortura de un grupo de militares a un civil, comandados por un oficial con un padecimiento psiquiátrico “que influye en su grado de agresividad” y por el que era catalogado por la propia Secretaría de la Defensa Nacional con “pronóstico reservado ”. (Nota de El Universal, 25/XII/12). A raíz de lo anterior, la CNDH recomendó a la Sedena el mejoramiento de sus procedimientos de admisión, capacitación y evaluación de las tropas. Algo semejante deberá hacerse en las policías locales, e ir más allá, deberían aplicarse un conjunto de medidas como el de las revisiones psiquiátricas periódicas a los policías y a sus familias, el relevo alternado de tareas de menor y mayor riesgo (patrullajes diferenciados, por ejemplo) períodos vacacionales más frecuentes y prolongados, años sabáticos, etc., con el fin de garantizar la plenitud de facultades mentales y emocionales, con ello nos podríamos ahorrar, seguramente, tragedias como las anotadas y, probablemente, una mejoría en el otorgamiento del servicio.

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