jueves, 31 de mayo de 2018

El “mesías del trópico” rebasa el 50% de las preferencias


Aserto Multimedia
31 de mayo de 2018
Luis Javier Valero Flores
El influyente periódico norteamericano, quizá el más importante en el mundo de las finanzas mundiales, The Wall Street Journal (WSJ), editado en el centro de New York, ha parafraseado al escritor Enrique Krauze, quien denominó al puntero de las encuestas, Andrés Manuel López Obrador, como “mesías del trópico”, haciéndose eco de las protestas de varios empresarios, los más poderosos del país, que están anticipando una victoria del tabasqueño el primer domingo de julio.
El no menos influyente periódico capitalino, Reforma, publicó (30 de mayo) la más reciente de las encuestas presidenciales, en la que el candidato de Morena obtuvo el 52% de las preferencias, por el 26 del Ricardo Anaya, candidato de “Por México al frente” y un muy distante 19% de José Antonio Meade, del PRI.
Un día después, Parametría dio a conocer el resultado de la última de sus encuestas presidenciales, en la cual, en la práctica, repite los resultados del periódico pues le otorga al candidato de Morena una intención de voto del 54%, por un 24 por Ricardo Anaya y un muy lejano 17 del candidato del PRI, José Antonio Meade.
A su vez, el tracking diario de Massive Caller, arrojó, por vez primera en los últimos 15 días (31 de mayo), una diferencia a favor del tabasqueño del orden de los 11 puntos: AMLO, 41%; Anaya, 29.83 y Meade, 15.01%.
Más aún, en la encuesta de Reforma, en la elección de diputados federales, Morena va adelante con una preferencia del 42%, por 20 del PAN y 18% del PRI, lo que le daría, a los postulados por el partido de López Obrador, la mayoría relativa en esta Cámara, sin tomar en cuenta los resultados de la votación de sus aliados, el Partido del Trabajo y Encuentro Social.
Estos resultados, de cuyos indicios, sin duda, los más influyentes empresarios del país tuvieron, no previo conocimiento, sino los realizados, incluso, por ellos, desataron una nueva ofensiva en contra del candidato de izquierda, asunto que abordaremos el próximo domingo, pero que llevó a la dirección del WSJ a plantear que “Ahora el nacionalista de 64 años se encuentra a semanas de las elecciones en la cuales contiende por tercera ocasión por la Presidencia. Los sondeos lo colocan como el candidato a la cabeza, con indicios de una victoria aplastante. Dicha posibilidad ha dividido al país, aterrorizando a muchos de los principales empresarios de México y emocionado a numerosos mexicanos promedio que están hartos de la corrupción de la política regular, el lento crecimiento y la violencia por las nubes”.

A la luz de esta óptica, los redactores sostienen que “para Estados Unidos se halla en juego casi tanto como para México. Durante los últimos 25 años, México se ha convertido en un estrecho aliado político y un crucial socio económico. La relación se ha mantenido inclusive durante los recientes desacuerdos en torno a la inmigración y el Tratado de Libre Comercio provocados por la belicosa postura de la administración Trump”, en momentos en los que el mandatario norteamericano ha resuelto imponerle aranceles al acero y al aluminio.

lunes, 28 de mayo de 2018

Borrón y cuenta nueva pide el PRI en Juárez


- Si Juárez se convierte en estado, hasta canal de Tv tendrán, promete Adriana Terrazas
Mega Radio 860, Juárez
Luis Javier Valero Flores
Son las palabras del dirigente nacional emergente del PRI, René Juárez: “Sé que la gente está enojada, sé que hay mucha gente molesta, pero nada más hay que decirles que tienen razón, pero que antes de depositar su voto el 1 de julio platiquen con su familia y piensen si vale la pena que ese minuto de enojo se pueda convertir en seis años de pesadilla, arrepentimiento y frustración”.
Y como si el período por el que están terminando de pasar los mexicanos, que en los discursos del partido en el gobierno casi fue el paraíso, el ex gobernador guerrerense les reclamó a los asistentes al acto celebrado el domingo en el monumento a Juárez, que “No tenemos derecho de hipotecar el futuro de nuestros nietos, de nuestros hijos, ya que vamos a condenar a nuestras familias a la incertidumbre, al atraso y la oscuridad”.
¿Cómo viene a la frontera a expresar lo anterior el dirigente priista, si aquí es la viva imagen del desastre nacional creado por los gobiernos de la federación, y no solamente los emergidos del PRI, pero sí con una responsabilidad mayor?
Olvídense de lo ocurrido, no voten por otras opciones, el paraíso que hoy tenemos lo van a cambiar por sufrimiento, viene a predicar René Juárez al lugar en el que la ciudadanía se volcó, en las últimas elecciones, mayoritariamente en su contra, en abierto repudio, no solamente a un gobierno, tan claramente señalado como corrupto, sino al grupo de dirigentes y gobernantes que acompañaron a César Duarte en ese sexenio.
Incapaces de leer lo que el pueblo de Juárez le ha dicho a la clase política local dos de los protagonistas de aquel grupo hoy son los candidatos del PRI y de Morena, Adriana Terrazas y Javier González Mocken, respectivamente.
Ambos formaron parte esencial del grupo encabezado por el ex presidente municipal, ex coordinador estatal de la campaña de Enrique Peña Nieto, ex líder de los diputados priistas y candidato de su partido al gobierno de Chihuahua, todo bajo la sombra de César Duarte, Enrique Serrano.
Pero la hoy candidata a la alcaldía fue la de todas las confianzas de Serrano. 
Protagonista y beneficiaria del escándalo para ocupar la dirección de Atención Ciudadana, porque ahí la quería el alcalde Serrano, Adriana Terrazas fue ungida coordinadora de la campaña a la gubernatura y sin hacer deslindes del duartismo, como si no hubiese ocurrido nada, ni uno, ni otro, lograron de la dirigencia nacional y de la estatal que se le nombrara candidata a la alcaldía ahora.
Sabedores de su escasa -o disminuida presencia en la frontera- Terrazas ha lanzado la más conocida de las propuestas de todos los candidatos a las presidencias municipales de Chihuahua: Hacer de Juárez un nuevo estado.
Rabiosamente contrarios a las que, dicen, son propuestas populistas de López Obrador, lanzan las suyas. Adriana Terrazas dijo el domingo que “si un candidato promete que pavimentará las calles de Juárez, que va a acabar con la inseguridad, si les promete un tren y si promete lámparas, miente, porque no hay dinero”, pero hacer de “Juárez un estado libre y soberano, -dijo- es la propuesta que resolvería todos los problemas de esta ciudad… Cuando esto suceda habrá dinero hasta para comprarles a los otros candidatos su trenecito y hasta un canal de televisión le vamos a comprar a los juarenses”. (Nota de Salvador Castro, El Diario de Juárez, 27/V/18).
¡Órale! Y luego se quejan de las promesas populistas.
Por otra parte, acaso por no percibirse como un destacado integrante del duartismo, o probablemente por no sentirse parte del grupo más allegado a Serrano, Javier González Mocken, es el candidato de Morena, sin que hiciera un deslinde de su permanencia al lado de su grupo, ni que este partido diera una mayor explicación de las razones que lo llevaron a esa postulación.
Para una parte del electorado, no basta, como en otros casos, que los recién llegados a ese vasto movimiento popular, expresen estar de acuerdo “con el Proyecto de Nación de Morena”.
Puede reflejarse en las urnas tal diferenciación y podría aumentar ligeramente el voto cruzado.
En la noche del 1o. de julio lo sabremos, ya tarde.

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domingo, 27 de mayo de 2018

Continuidad o ruptura


El Diario, 27 de mayo de 2018
Luis Javier Valero Flores
A casi un mes del cierre de las campañas electorales (27 de junio), la contienda presidencial acapara la atención pública. 
Será muy difícil que las campañas locales puedan equipararla.
Es una elección referendista, en la que se trata de decidir si continúa o no el actual régimen. Hoy se percibe posible el triunfo del candidato “antisistema” y ha originado una intensa polarización.
Tienen razón los defensores del “sistema”, el posible triunfo de López Obrador puede convertirse en la última etapa de la larguísima transición democrática del país, que se daría en el peor de los escenarios posibles pues prácticamente todas las esferas de la vida social y económica del país muestran un gravísimo deterioro, tan grave que en algunos casos llevan a pensar en la imposibilidad de detenerlo.
Las finanzas públicas están al rojo vivo, la deuda pública es del orden del 45% del Producto Interno Bruto; la dependencia económica, respecto de la norteamericana, está en los máximos niveles; la reforma energética ha dejado tras de sí sólo mayores factores económicos deficitarios (disminuyeron los ingresos petroleros, que pretendieron sustituir con el incremento de impuestos a los combustibles); el presupuesto federal dejó de ser el instrumento impulsor de la economía nacional, no alcanza para las crecientes necesidades de un país inmerso en una ola permanente de sangre y violencia; la degradación de los cuerpos policíacos y de los organismos de seguridad pública, así como la administración de justicia, es inconmensurable; vastas zonas del país son territorio a merced del crimen organizado, o de la delincuencia común; la impunidad campea por todo el territorio nacional.
Los episodios de linchamientos son noticias cotidianas, a consecuencia de la incapacidad del Estado mexicano para contener la delincuencia, fruto, fundamentalmente, del agravamiento del empobrecimiento de vastas capas de la población y, también, a la posición geográfica de México, que lo hace paso obligado de las drogas, negocio al que acceden miles de personas, por una multitud de factores, entre los cuales descuellan la incertidumbre sobre su futuro, el escaso abanico de oportunidades, el deterioro del entramado social, etc.
En ese escenario, las corruptelas realizadas por un elevado número de gobernantes -casi todos ellos emergidos del PRI-, además de los casos de las casas de los funcionarios más cercanos al presidente Peña Nieto, así como la famosa Casablanca, originó lo que al parecer es una ola imposible de detener, el hartazgo hacia una clase política, que a base de mentiras, engaños y ardides mediáticos intenta impedir su derrota, a manos del que menos desean: Andrés Manuel López Obrador.
Todo lo anterior explica las multitudinarias concentraciones de los simpatizantes de su candidatura en todo el país, en un promedio de 3 actos diarios, todos compitiendo en número pero, sobre todo, en la emotividad aportada por los asistentes que se regodean en escuchar del candidato lo que ha repetido al cansancio durante años y que, ahora mismo, se escucha en los anuncios radiofónicos y televisivos.
Casi asemeja a las presentaciones de los cantantes, a las que acuden sus fans a escuchar la versión en vivo de los éxitos musicales de sus artistas favoritos.
Es de tal profundidad la oleada “antisistema” que puede llevar al PRI al peor de los escenarios que jamás haya padecido el partido del régimen político. En todos los casos aparece en el tercer lugar de las preferencias:
De acuerdo con la más reciente encuesta publicada por Massive Caller (24 de mayo) Morena va adelante en 20 estados a las senadurías; PAN en 8; PRI en 2; MC en uno y el independiente Kumamoto en Jalisco está en un empate técnico con el PAN.
A su vez, el partido de AMLO va en segundo lugar en 6 entidades, por 16 del PAN y 10 del PRI.
Si así fueran los resultados, Morena obtendría 46 senadores de mayoría o de primera minoría, más 20 senadores plurinominales, para un total de 66, con lo que tendría mayoría en esa Cámara.
En el ámbito local, las fórmulas del PAN y del PRI sostienen una cerrada competencia y los de Morena parecen quedarse muy atrás en las preferencias. PAN, 31.38%; PRI, 27.25 y Morena, 18.85%.
Y esta elección, la de los senadores, es la más representativa de la correlación de fuerzas en las entidades. No le irá bien al PRI. Además de que en las 9 elecciones a gobernador, aparentemente, no ganará ninguna.
Por si fuera poco, de acuerdo con la encuesta de Mitofsky del mes de mayo, la alianza PRI-PVEM-PANAL podría obtener entre 62 y 105 diputados federales, en un escenario en el que se prevé que, por lo menos, la alianza de Morena-PES-PT rondaría entre 236 y 298 de esa Cámara.
Ahora bien, el comentario más generalizado, al momento de usar los resultados de las encuestas como parámetro para medir las preferencias electorales y prever, de algún modo, los resultados de la elección, es que “siempre han fallado”, y más cuando se recuerdan las elecciones del 2012.
Cierto, pero la diferencia estriba en que las fallas -casi todas- fueron, o para favorecer al partido en el gobierno, o usadas como artimaña electoral en contra de quien hoy aparece como puntero en todas.
Pero, además, sin tomar en cuenta las encuestas, las concentraciones populares alrededor de la candidatura del tabasqueño rebasan, con mucho, las realizadas en las dos elecciones previas, además de las múltiples expresiones ciudadanas, populares, en su favor, para no mencionar la aparición de una las peores manifestaciones de la época del “partido casi único”, la “cargada”, de una parte de la clase política, de todos los partidos políticos, que corren a sumarse a la candidatura que prevén ganadora.
¿Qué subyace en todo ello? La noción de que el triunfo de López Obrador cambiará, de tajo, la actual situación, no la de la pobreza, la inseguridad y la incertidumbre económica -que eso lleva tiempo, en caso de iniciar ese camino- sino el de que los más emblemáticos políticos del régimen serán removidos.
En eso va contenida la noción mágica del electorado, y la del candidato, de que por el hecho de llegar a la presidencia cambiarán las cosas.
No es así, el país apenas entrará, de darse las condiciones, a un largo y doloroso proceso de reconversión y de construcción de un nuevo régimen, democrático, si quienes llegasen al poder así lo permitieran, impulsaran y lo alentaran.
No será fácil, por las expresiones de quienes dirigen ese poderoso movimiento popular, no hay un rumbo claro, no en las acciones gubernamentales inmediatas (que aparentemente sí hay certidumbre sobre ello) sino en las profundas transformaciones democráticas necesarias, que pasan por la realización de un inmenso caudal de reformas legales y sociales.
Sólo para poner dos ejemplos: Uno, el elevado porcentaje de los presupuestos de varias secretarías de Estado sujetos a la más pura discrecionalidad y, dos, las elevadas cifras de recursos sujetos a las reglas de la discrecionalidad de los funcionarios de Hacienda, mediante los convenios firmados con las entidades.
Lo anterior, sin abordar el necesario cambio del pacto fiscal de la federación, además de las profundas reformas fiscales, para hacer que los más poderosos empresarios -y sus empresas- paguen impuestos en proporciones semejantes a los de países en similitud de condiciones al nuestro.
Pero asuntos como estos no forman parte de la discusión electoral en este momento. 
Por su cuenta, los partidos hacedores de las regresivas reformas realizadas a partir del gobierno de Miguel de la Madrid -PRI y PAN- intentan, con mil estratagemas, evitar su derrota electoral, luego de haberla construido pacientemente, en aras, según ellos, de “modernizar” al país y acusando a AMLO de proponer “medidas viejas”, como si la “modernidad” traída por ellos hubiese mejorado las condiciones de vida de la mayoría.
Y se disputan hasta la autoría de las reformas -y no sólo las llamadas estructurales derivadas del “Pacto por México”, sino las efectuadas desde los tiempos del salinato-, tanto, que Gustavo Madero, expresidente nacional del PAN, acuñó la frase de que las reformas traían “el gen panista”.
Hoy, se las están cobrando y no alcanzan a asimilar que un hombre, mayor de edad para sus parámetros, repita tercamente su frase de que lucha contra el “PRIAN” y que una inmensa mayoría lo aclame a su paso, esperanzada en que cambie, para bien, su vida.
Y son tan insensibles, que gente tan emblemática de ese binomio, como lo es Javier Lozano (funcionario federal de primer nivel con los presidentes Salinas de Gortari, Fox y Calderón, y hoy vocero del candidato del PRI, José Antonio Meade) lanzara un anuncio, ultrajante para los ancianos, a los que consideró no aptos para dirigir los destinos nacionales, en momentos en los que ese sector de la población es uno de los que más resienten la tremenda desigualdad social.
Por eso no se explican el porqué el tabasqueño, todos los días, reúne a inmensas multitudes, como preludio de la jornada electoral y se enredan verdaderas trapacerías, como la de Javier Corral, al usar la desafortunada frase de la presidenta de Morena, Yeidckol Polevnsky, cuando ésta dijo que Alejandro Gutiérrez es un preso político. 
Corral afirmó que esa es una prueba de la “alianza de AMLO con Peña Nieto”.
¡Válgame!

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jueves, 24 de mayo de 2018

Verificando a Verificado


El Diario, 24 de mayo de 2018
Luis Javier Valero Flores
Como seguramente ocurrirá, debido a que en el debate de los presidenciables, realizado el pasado domingo no emergió un triunfador indiscutible, las encuestas post debate no se modificarán o, si lo hacen, será marginalmente.
Hay un aspecto que sí puede influir decisivamente en ellas, merced a la extensísima difusión lograda a través de las redes sociales: Las mentiras de los candidatos.
Es muy probable, dadas las condiciones de la actual campaña -con una extrema polarización, en la que los electores de unos y otros están totalmente decididos a votar por su candidato- que iniciativas novedosas y positivas, como la de “verificado.mx" incidan menos de lo esperado por sus autores, en un ejercicio que es letal para la clase política.
Este sitio es “un proyecto de periodismo colaborativo en el que participan más de 80 medios, universidades y organizaciones civiles”, que revisan las noticias falsas, manipuladas e imprecisas sobre el proceso electoral “y las desmentimos con información rigurosa y confirmada”.
Lo que hasta ahora han encontrado son verdaderas perlas, al estilo del inolvidable crítico “Nikito Nipongo”, que en otra época a eso se dedicaba, a develar las barbaridades expresadas por nuestros políticos y a quienes les endilgó que eran los principales contribuyentes de la picaresca nacional.
No son pocas, ni menores las mentiras e imprecisiones expresadas por los candidatos presidenciales. Entre ellos destaca Ricardo Anaya, el candidato de “Por México al frente”.
No solo intencionalmente mostró incompleta la portada de un ejemplar de la revista Proceso, sino que se justificó al achacarle a su equipo la responsabilidad de tal omisión pues el cintillo cortado de la revista no le era favorable. Con su explicación resulta peor pues, dijo, que “su intención nunca fue la de engañar a alguien, sino el de demostrar que existen revistas dedicadas a Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición ‘Juntos Haremos Historia’, y José Antonio Meade, de ‘Todos Por México”.
Mostró aspectos negativos de sus adversarios y ocultó los que le perjudicaban.
Más. Ricardo Anaya le pidió a Andrés Manuel López Obrador que “se actualizara”, porque en su último libro “2018 La Salida” no reconoce que México tiene un superávit comercial en alimentos.
“Actualízate”, le dijo, “usas cifras de hace 5 años”. Verificado.mx dictaminó que López Obrador mintió, que existe una balanza comercial positiva, sin embargo, no dijo que el libro fue publicado en febrero del 2017 y por las fechas de elaboración aún no existían las cifras del cierre de 2016, por ello debió usar las existentes en ese momento: Las del 2015.
AMLO no se refirió a esa cifra, sí dijo que no teníamos capacidad para producir nuestros alimentos y eso es cierto es cierto, el superávit en productos del campo fue positivo en 2016 y 2017 pero México sigue dependiendo de importaciones de productos básicos. Lo que crecieron fueron las exportaciones de productos agropecuarios accesorios o suntuarios.
En otro de los temas, en el que no se puede decir que haya mentido, pero expresado imprecisiones para impactar positivamente en el electorado fue en el caso de la migrante deportada.
Anaya lo dijo como si acabara de ocurrir: “Acabo de estar en el albergue de Santa María la Ribera (Colonia de la Ciudad de México)… La deportaron recientemente… no le permitieron ni siquiera hacer una llamada al consulado. Llegó aquí esposada de pies y manos, y lo que le dieron fue este costal para que metiera sus pertenencias”.
Ana Laura no fue deportada recientemente, no se reunieron en un albergue y no fue esposada de pies y manos. Además, en la Ciudad de México no existen albergues para personas deportadas.
Meade también aportó lo suyo a “verificado.mx". No sólo en el debate, también en spots afirma que Nestora Salgado, candidata de Morena al senado es una secuestradora y que fue liberada “por fallas de la policía”. 
Sin embargo, “Verificado” demostró que la dirigente de la policía comunitaria de Olinalá, Guerrero, fue liberada en 2016, debido a que los tres jueces que llevaban sus casos concluyeron que era inocente y emitieron sentencias absolutorias.
Durante su proceso penal, el Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) documentó que la autoridad mexicana incurrió en irregularidades al procesar a la dirigente comunitaria, cosa que fue ratificada por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
Al expresar tales infundios, los candidatos ni siquiera se inmutaron.
¿Qué tanto les pesará electoralmente lo anterior?

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miércoles, 23 de mayo de 2018

Sin cambios

Luis Javier Valero Flores
Mega Radio 860, Juárez
21 de mayo de 2018
Meade y Anaya cambiaron la estrategia.
Ya no se unieron para criticar a AMLO. En el debate de ayer espaciaron sus ataques al candidato de Morena, seguramente porque leyeron bien lo fallido de la estrategia del primer debate, en el que todos intentaron atacar al puntero de la contienda en la creencia que de ese modo lograrían “bajarlo”.
Les falló, a los días la distancia en las encuestas y en la percepción ciudadana se mantuvo y, a diferencia del anterior, ahora no se apreció que existiese un ganador indiscutible, aunque en nuestra percepción ahora sí hubo un claro perdedor, el candidato del gobierno, José Antonio Meade.
Cometió el peor de los errores de su campaña, salió a defender el gobierno de Peña Nieto, por largos lapsos de sus intervenciones, más que el candidato parecía el funcionario del gobierno federal exponiendo los logros alcanzados y se comprometió a hacer cosas no realizadas en el curso de su desempeño en los gobiernos de Calderón y Peña Nieto
Más aún, en la práctica avaló la política migratoria desarrollada en el actual sexenio al enfatizar en la preservación de la seguridad nacional, cosa que también evaluó positivamente Anaya que en dos ocasiones afirmó que por la frontera norte no ha entrado “un solo terrorista” a territorio norteamericano.
Dos aspectos son los centrales del debate de ayer, la andanada de insultos intercambiados entre los tres punteros y, dos, el muy diferente enfoque acerca de la política y comercio exterior entre Meade, Anaya, El Bronco y el del candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador.
Mientras aquellos tres desarrollaron una serie de propuestas, puntuales en algunos casos, pero en la misma lógica de lo realizado por los gobiernos de priistas y panistas, el tabasqueño insistió en el planteamiento inicial: “La mejor política exterior es la interior”.
A partir de ahí desarrolló el resto de sus pronunciamientos consistentes en desarrollar una política económica puesta en el desarrollo del mercado interno, lo que desató las críticas de los otros, en particular de Anaya, queriendo hacerlo ver como de “pensamientos atrasados”.
Así, se contrastaron las dos visiones propuestas en esta campaña: La de la continuidad, con mejoras, de la política económica y la otra, la de la ruptura con aspectos esenciales de aquella, como medio para enfrentar las enormes desigualdades existentes, además de la inseguridad prevaleciente.
Además, el tabasqueño planteó claramente que la discusión del debate sobre el Tlcan se hiciese después de las elecciones e incluir en él un tema marginado de todas las discusiones en este tratado, el de los salarios, además de la obtención de un símil de la antigua “Alianza para el progreso” (iniciativa lanzada en tiempos de John F. Kennedy)  que incluya a México, Estados Unidos, Canadá y las naciones de Centroamérica para mejorar las condiciones económicas y laborales de todos estos países, como el mejor mecanismo para evitar la multitudinaria migración hacia Estados Unidos.
Vuelto de espaldas al que es, quizá, el peor problema nacional, el de la inseguridad, Anaya dijo no creer que en este momento "legalizar una droga resuelva los problemas de violencia en el país", y en la práctica adoptó la misma postura que Peña Nieto.
Desbarrancado, el candidato presidencial independiente, Jaime Rodríguez Calderón, propuso una reforma a la Ley de Coordinación Fiscal y más recursos al norte del país y potenciar sus ciudades.
A la ruptura de las reglas, una de ellas consistente en que los candidatos no podrían acercarse a los otros -para evitar las intimidaciones físicas- cometida por Anaya, quien se acercó a AMLO para cuestionarlo por la supuesta caída de las inversiones en la ciudad de México, cuando López Obrador fue Jefe de Gobierno, éste le respondió con la frase de que cuidó su cartera y en el siguiente intercambio con el panista, le soltó las frases más ríspidas de la noche al decirle, luego de que en el primer debate Anaya presentó la carátula de un presunto libro del que todavía no se conocen ejemplares, al tiempo que le presentaba una tapa apócrifa: 

“Acabas de decir que escribiste un libro. ¿Sabes cómo se llama? Las mentiras de Anaya. Y aquí hay otro capítulo: mentiroso, farsante. Anayita Canallita”, en lo que fue, indudablemente, un exceso verbal.

domingo, 20 de mayo de 2018

Margarita fuera ¿Habrá voto útil?

El Diario, 20 de mayo de 2018
Luis Javier Valero Flores
Inopinadamente, para la mayoría de la población, Margarita Zavala se retiró de la contienda presidencial. Sorprendentemente, el candidato de Morena fue el único que había pronosticado que “para abril o mayo” varios renunciarían y que todos los candidatos se unirían en su contra.
También de manera sorpresiva para el equipo de campaña se encontró con una extraordinaria ayuda en su estrategia, reforzada seriamente desde las últimas dos semanas, la de incitar al “voto útil”, consistente en que se precipitaría a partir de que la contienda se cerrara entre dos de los aspirantes y que uno de ellos sería Ricardo Anaya, el candidato de la Coalición “Por México al frente”, dejando a José Antonio Meade, candidato del PRI, fuera de la competencia.
De acuerdo con prácticamente todas las encuestas, las simpatías por la candidata independiente no rebasaban el 5% del electorado. A esa porción de los votantes, Margarita los dejó “libres”, a fin de que pudieran optar por “cualquiera de los candidatos”, en una contienda, así lo dijo, “polarizada”.
Ese regalo, que el equipo de Anaya podría considerar como “caído del cielo”, en la lógica del voto útil, podría generarles algún crecimiento pues no es una novedad asentar que el perfil mayoritario de quienes simpatizaban con Zavala es muy cercano al del votante panista que al del priista, o al del morenista.
Pero tampoco ese traslado de simpatías será de manera automática pues muchos de ellos son militantes o electores panistas que simpatizaron con la decisión de Margarita de abandonar al PAN, en claro rechazo a las maniobras del ahora candidato, Ricardo Anaya, para imponerse como abanderado de su partido y se verán, seguramente, ante la disyuntiva de votar por Anaya o por López Obrador.
¿Cuál fobia será mayor para esos electores?
¿La de su compañero de partido al que repudiaron en los hechos, o la posibilidad de que un hombre de izquierda llegue a la presidencia?
De bote pronto, se podría concluir que, por sus concepciones ideológicas (que contrariamente a lo sostenido por muchos, existen) optarían por Anaya. Luego, ¿Cuántos decidirán no votar, en virtud de que no hay en la boleta candidato con el que se identifiquen? ¿Cuántos votarían por AMLO? ¿Cuántos por El Bronco?
Vistas así las cosas, es probable que la renuncia de Margarita no signifique, por tanto, un jalón importante a la campaña de Anaya
Pero hay un hecho, acaso más importante que esos 5 puntos del electorado, el de que la renuncia de Margarita potencie, ante otra parte del electorado, la tesis de López Obrador de que lucha contra “la mafia PRI-AN” y que le reditúe 1-2 puntos, frente a los 2-3 que Anaya capturara de los “zavalistas”.
Sin embargo, Vicente Licona, encuestador y director general de la agencia INDEMERC, en un mensaje por Twitter, compartió un muestreo cuyos resultados arrojaron que por cada 100 votantes de Margarita, cerca de 38 tienen como segunda opción a López Obrador, en tanto que 28 respaldarían a Ricardo Anaya y sólo 7 a José Antonio Meade, candidato de la coalición Todos por México
Todo lo anterior es con base de que Margarita no anuncie su apoyo a candidato alguno, pero si, por el contrario, en el súmmum de la especulación, anunciara un acuerdo con Anaya, en el que, por ejemplo, emitieran su acuerdo para que al terminar la campaña asumiera la dirigencia del PAN, sin sumarse formalmente a la campaña, pero sí con un claro pronunciamiento a favor del candidato blanquiazul, podría, en el mejor de los casos, ser, ese sí, un empujón a la campaña panista.
Ello reforzaría, ante el hecho real de la caída de la campaña de Meade, la presión a la dirigencia priista, además de la propia decisión de Peña Nieto y de  la que tomaran muchos de los más poderosos empresarios, a que, en la práctica, encaminaran a sus electores a efectuar un voto cruzado, es decir, dejarlos en “libertad” a que votaran por quien quieran a la presidencia -en abierta maniobra para favorecer a Anaya- y en el resto de los cargos de elección popular votar por los candidatos del PRI.
Con ello se conformaría el bloque, en los hechos, frente a nuestros ojos, de la conformación del PRI-AN en la búsqueda de evitar el triunfo del tabasqueño y ello le podría generar aun más simpatías entre los llamados indecisos, los verdaderos de este tipo, que debemos separar de quienes aparecen en los resultados de las encuestas como los “no sabe”, o “no respondió”, que engloban a quienes decidieron no informarle al encuestador sus preferencias.
¿Cuántos serán esos “indecisos”? Probablemente ronden el 10% y al momento de determinar su voto el resultado será la dispersión. Es muy difícil que pudiera darse una emisión masiva por candidato alguno, a menos que, como empieza a preverse por muchos analistas, incluido el escribiente, estemos frente a la posibilidad de una votación avasallante a favor de López Obrador, de acuerdo con las características de los actos masivos realizados en todo el territorio nacional, y a juzgar por las expresiones ciudadanas de los más diversos círculos sociales.
Ahora bien, en el supuesto que al final el PRI resolviera unir sus esfuerzos en contra de AMLO y favorecer a Ricardo Anaya, es muy probable que una decisión de ese tipo terminaría por sepultar a ese partido y llevaría a la mayoría de sus electores -para no hablar de sus operadores, activistas y dirigentes seccionales- a que les resultara más fácil votar por el candidato de Morena, que por el del PAN, lo que redundaría en más ventajas para El Peje.
¿Cuál es la razón que nos lleva a concluir de esa manera en el supuesto que se presentaran los diversos escenarios arriba descritos?
Que estamos frente a una elección referendista, en la que poco importan, a la mayoría de los electores, los programas y propuestas de los candidatos, que lo realmente cuenta es la postura frente al régimen, “frente al sistema”, y quien ocupa ese lugar, por muchos años.
Así lo perciben poco más de 40 de cada 100 electores, es el candidato de Morena, quien enarbola -¡Cómo cambian las cosas!- un programa de gobierno más mesurado que el de cualquiera de los presidentes sudamericanos del última década e, incluso, atrás, en algunos de los aspectos, de varias de las acciones del gobierno de López Mateos.
Y ya tomamos en cuenta que más de un simpatizante de Morena nos podría criticar por semejante aseveración. 
Ante esas críticas, y el linchamiento de los simpatizantes del PAN a Paco Ignacio Taibo II -porque en una reunión con 30 personas habló de la posibilidad de efectuar expropiaciones- debemos recordarles que López Mateos expropió la industria eléctrica, lo que abrió la posibilidad de crear la Comisión Federal de Electricidad, empresa del Estado mexicano que contribuyó decisivamente a la modernización y el desarrollo económico del país.
Además de llevarle electricidad a la más apartada comunidad de México, en lo que fue, del mismo modo que la expropiación petrolera, uno de los más importantes hitos en el desarrollo de nuestra nación.
No más, pero no menos.
Así, a 40 días del término de las campañas, y a pesar de que todo puede ocurrir en ellas, pareciera encaminarse a un triunfo del tabasqueño, quizá no con la ventaja que hoy tiene en la mayoría de las encuestas y de los análisis que efectúan, no los analistas de los medios de comunicación, sino la población.
Como nunca, es una elección que ha concitado un tremendo interés, de ahí que no sea descabellado esperar votaciones cercanas al 65% del electorado; si así ocurre, correspondería a la composición, calidad, emotividad y afluencia de los actos masivos del candidato de Morena.
Más de uno de los lectores podrá quejarse de parcialidad en el análisis realizado. No hay tal, los elementos con que contamos nos hace prever un escenario con tales características.
Además, la probabilidad de que se presente el voto cruzado en las elecciones federales es menor; lo más seguro es que en ellas haya un voto uniforme, tanto en el caso de la candidatura de Anaya, como en la de López Obrador, consecuencias de una elección “parejera”, pero es probable que este factor disminuya en algunos casos en las elecciones concurrentes que se realizarán en más de una decena de entidades, incluidas las 9 en las que habrá elección a gobernador.
¿Qué tanto influirá la candidatura de López Obrador en el ámbito local?
Es probable que dos elecciones de las realizadas en Chihuahua nos puedan servir de parámetro: La elección de senadores y las de las alcaldías de Juárez y Chihuahua.
Por lo menos en el primer caso, los resultados de la empresa Massive Caller (18/V/18) nos muestran que hay, al momento, una cerrada competencia entre los candidatos del PAN -29.74%- y los del PRI -26.85%- con los morenistas ligeramente rebasados (20.91%), en lo que es, a todas luces, un fenómeno local que obedece a varios factores, uno de ellos, sin duda, la calificación que los chihuahuenses están haciendo al gobierno de Javier Corral, de ahí la escasa ventaja de los panistas -menos de 3 puntos-, a pesar de la caída de las preferencias por el PRI.
Nos queda en el tintero el análisis de las candidaturas a los puestos de elección locales. La próxima, ya con las campañas estatales en marcha nos daremos el espacio para analizarlas.

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La marca, insuperable

El Diario, 17 de mayo de 2018
Luis Javier Valero Flores
Cuestionado en varias ocasiones, a lo largo de la entrevista otorgada a los analistas de Milenio Tv, el candidato del PRI, José Antonio Meade, desechó que la marca PRI” fuera un obstáculo para su eventual triunfo a la presidencia de la república.
En todos los casos respondió que él era el que estaría en la boleta, que su experiencia, trayectoria, capacidad y estudios efectuados, además de sus conocimientos serían los que estarían en el debate.
En ningún momento refutó que la marca” fuera la mala, sólo repetía que él sería el presidente y que por eso estaba en la boleta. Nadie más.
No solo eso. Garantizó que con la llegada de René Juárez a la presidencia del Comité Nacional del PRI estaba asegurado el relanzamiento de su campaña y que, sin duda, su candidatura sería la triunfadora.
Sin embargo, la campaña presidencial del PRI no prende; son numerosos los cuadros políticos que han abandonado, no el partido, pero sí las actividades político-electorales, además de que muchos de sus electores han optado por otras candidaturas. 
Se presume que la mayoría están migrando sus preferencias hacia el candidato de Morena y que un buen número, como ocurrió en 2006, votarán por Ricardo Anaya pues ideológica, y hasta políticamente, tienen más coincidencias con el partido de la derecha mexicana que con el de las izquierdas.
Pero no basta con postular un candidato ciudadano. Las formas de hacer política de un partido no pueden cambiar de la noche a la mañana. Cuando se trata de una agrupación política de más de 70 años, más difícil aún. Y menos posibilidades tiene si su práctica principal ha sido clientelar y patrimonialista.
Sorprende, además, que el equipo de campaña y la dirigencia misma no  se hayan percatado de lo equivocado de la estrategia de la campaña.
Es probable que se deba a la novatez del núcleo dirigente: 
El candidato nunca había participado en campaña alguna; no ha desempeñado cargos de elección popular, toda su vida profesional es como funcionario público; el presidente del partido, Enrique Ochoa, era otro novato en las lides políticas, tampoco había sido candidato a puesto alguno, menos iba a saber de la operación electoral y el coordinador de la campaña, Aurelio Nuño, impuesto por el presidente Peña Nieto, para asegurar el control de la campaña y el candidato, sólo había hecho campañas al calor del gobierno y la vastedad de recursos económicos en el Estado de México.
Al sobrevenir el cambio de dirigencia, pareciera que sólo saben hacer política electoral del mismo modo que antes. Llegaron ofreciendo la regularización de 5 millones de vehículos internados irregularmente -los chuecos- al país, pero, solo si Meade gana, en una operación que no es otra cosa que una artimaña para motivar” al electorado a votar por sus candidatos.
Así, no basta con que llegue el ex secretario de Hacienda a la presidencia si sus formas de hacer política y sus operadores estarán haciendo lo mismo que, ahora, en plena campaña, la mayoría de los electores están rechazando masivamente.
Los detractores de López Obrador afirman, para desacreditar sus elevados rangos de simpatía popular, que el 30 o el 40% del electorado no piensan como él. 
Pero el verdadero rechazo es al régimen.
Si damos por válidas el promedio de las encuestas realizadas hasta ahora, resulta que ¡Alrededor de 85 de cada 100 electores están rechazando la marca” PRI!
Estamos frente a una elección referendista: Votar o no por la continuación del régimen actual.
¿Qué sigue a eso, si fuera derrotado? 
No lo saben, ni siquiera, los candidatos de la oposición -leal o no, como Anaya, o abiertamente opuestos, como López Obrador- pues influirá determinantemente para ello el resultado de las elecciones de diputados y senadores.
De ahí lo equivocado de la estrategia de la campaña, tanto de Meade, como de Anaya, en centrarla en el ataque a López Obrador pues éste aparece como el candidato máantisistema. Ha provocado la reacción contraria, pues cada vez que lo atacan, dejan de lado que se está votando por la continuidad o no del régimen y su actual representante, Peña Nieto.
En tanto, el PRI hace lo mismo y solito cae en la trampa: Si Meade estuvo en Hacienda ¿Por qué no inició desde entonces esa legalización de chuecos? ¿Por qué no le pide al presidente Peña que lo haga ahora, en plena campaña electoral, a ver si les sirve para evitar la muy segura catastrófica derrota del 1o. de julio?
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