domingo, 16 de diciembre de 2012

¿Nueva estrategia? ¿Sin patrullaje militar?

El Diario, 16 de diciembre de 2012 Luis Javier Valero Flores Justamente a unas cuantas horas de la primera visita de Enrique Peña Nieto a Chihuahua, como presidente de la república, y en la que se dice se dará a conocer la estrategia del actual gobierno para combatir la inseguridad, nuevamente un jefe militar “da la nota” y da pie a la discusión acerca del uso del Ejército en tareas policiacas. A raíz de los atentados sufridos por la policía municipal juarense, en los que murieron dos de ellos, al salir de una reunión de seguridad, con la asistencia de autoridades civiles y militares, el general Salvador Gutiérrez Plasencia, jefe de la Guarnición Militar de Juárez, anunció “que elementos del Ejército Mexicano adscritos al Noveno Regimiento de Caballería Motorizado patrullarán las calles de colonias de la periferia”, en un operativo que no sería permanente, dijo, y en apoyo a las “labores de vigilancia de la Policía Municipal”. (Nota de la redacción, El Diario, 12/XII/12). Ante los medios de comunicación, el general Gutiérrez retomó la muletilla usada por los militares para efectuar patrullajes, montar retenes y en general, realizar tareas que constitucionalmente tienen vedadas, pues, afirmó, su participación se debía a la detección de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército y las Fuerzas Armadas, en poder de la delincuencia. Como si fueran otros tiempos, aquellos en los que el Ejército realizó tareas exclusivas del Ministerio Público, el general afirmó que irían “a fondo, (para) saber de dónde las sacaron y evitar el uso indebido del armamento que tienen los delincuentes”, como si las indagatorias fueran una función de los militares y no de los ministerios públicos federales, y dejando de lado que las tareas preventivas son facultad exclusiva de las policías municipales, asuntos, todos, que formaron parte de las controversias desatadas a raíz de la ola homicida desatada sobre el país, y que convirtió a Juárez, como ciudad, y a Chihuahua, como entidad, en las más azotadas por este flagelo. Como si fuera lo más natural del mundo, aseveró que harían “presencia para inhibir actos de la delincuencia”. Tales declaraciones fueron desmentidas tajantemente por el Gobernador del Estado, César Duarte, quien rechazó el regreso del Ejército a las calles, pues, dijo, la presencia de soldados sólo tensó a la sociedad del estado. Afirmó que no volverían los patrullajes del Ejército Mexicano. Al mismo tiempo que agradeció el trabajo del Ejército, rechazó su participación en el patrullaje y declaró algo que por todos los medios, muchos, insistieron, justamente en el clímax de la ola de violencia: “Hace dos años podíamos ver la excesiva presencia de armas, de elementos, era un sitio de guerra que generó tensión”. Agregó, además, que la forma de enfrentar “a la delincuencia no es con efectivos armados circulando por las calles, sino con una clara persecución del delito por parte de la autoridad estatal y las municipales”. De repente, todos los actores políticos, ante la postura del gobernante, recuperaron el conocimiento de las facultades del Ejército y las policías, en expresiones que no les oímos durante largos meses. Alejandro Pérez Cuéllar, diputado del PAN, se acordó que la solicitud de la participación militar es facultad del gobernador (aunque estrictamente hablando, es facultad del Congreso de la Unión, a solicitud de los poderes estatales), y Enrique Serrano, coordinador de los diputados del PRI, nos recordó, ahora, que “Los ejércitos están para hacer la guerra, para contener una invasión, para eso son en todo el mundo, incluido el nuestro: para atender situaciones estratégicas, no para hacer labores de policía que es lo que estuvieron haciendo, para eso son las corporaciones policiacas”. (Nota de Alejandro Salmón Aguilera, El Diario, 14/XII/12). Se repitió hasta el cansancio, a pesar de la participación de casi 10 mil efectivos federales en las calles de Juárez, la ola homicida no amainó, al contrario. No se puede pedir prueba más fehaciente de que sacar al Ejército de los cuarteles para combatir al crimen organizado no es la solución; quizá, la creación de una fuerza especial sí sea necesario, algo parecido a la DEA, en la que el componente principal no sea el uso de la fuerza, sino los instrumentos y recursos de lo que se le conoce como “inteligencia”, en lo que la investigación acerca de las redes financieras es parte esencial en ese combate, si es que se optó por la estrategia criminalizante, es decir, por la de la prohibición extrema del tráfico de drogas, que ha fracasado estrepitosamente. Y al apostarle a tal estrategia, el gobierno de Felipe Calderón expuso, a niveles extremadamente graves, al Ejército y a la sociedad; en niveles superiores a los que los sometió Vicente Fox. La respuesta se las dieron los mismos integrantes del Ejército. En el sexenio del guanajuatense más de 107 mil elementos desertaron, y en el de Calderón la cifra llegó a 43 mil 827 hasta agosto pasado. La decisión de utilizar al Ejército como eje de la lucha contra el narco, llegó a niveles del exceso pues los militares ocuparon, desde la Procuraduría General de la República, hasta los aparatos de seguridad pública estatales. Fue a tal grado la injerencia, que los nombramientos de los jefes policiacos, tanto a nivel municipal –de las urbes más importantes– como estatal, tenían que pasar por la aprobación de los mandos militares, de ahí las actitudes, hasta prepotentes de algunos jefes militares, que parecieran continuarse en el actual sexenio, y que dieron origen a la mayor cantidad de quejas por abusos de los mílites, algunas de las cuales llegaron a los organismos internacionales de Derechos Humanos, hasta llegar al señalamiento realizado por el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Raúl Plascencia Villanueva, que el incremento de las violaciones de los derechos humanos fue la “característica” del gobierno de Felipe Calderón, a tal grado, que se interpusieron 34 mil 385 quejas contra servidores federales del área de seguridad, muchas de ellas atribuidas a los integrantes de las Fuerzas Armadas, como nunca antes en la historia del país. Hacer algo diferente es lo reclamado por la sociedad ¿Lo anunciará Peña Nieto el martes próximo, cuando estará acompañado del gabinete de seguridad? VACACIONES FRUSTRADAS.- Las de los dirigentes sindicales del SNTE ¿Po’s que no ven el agua y no se agachan? Así que les nombran a Chuayffet como secretario de Educación, ubican a Elba Esther junto a los demás líderes sindicales en el primer acto de Peña Nieto en Palacio Nacional, lanzan la iniciativa para reformar el marco legal de la educación (independientemente del rumbo que vaya a tener, bueno, malo o más pior), los invitan de mala gana al acto, llegan tarde… y deciden irse de vacaciones como jeques árabes (como todos los años) La jugada cambió y ellos, los líderes sindicales del magisterio, no se dieron cuenta. Ojalá, que tales acciones sirvan, por lo menos, para atenuar los desfiguros millonarios de la casta que conduce la educación en México… hasta ahora. EL CAMBIO YA LLEGÓ.- Vientos de los cambios ocurridos en el país: Tumbaron el busto de Juan Camilo Mouriño. Estaba colocado en el Paseo de los Héroes de Campeche. ¡Ay nomás! Esos eran los héroes que pretendían imponernos. Nuevo Comentario Para comentar esta noticia Inicia sesión. Este es un espacio de opinión abierto, sin embargo, los comentarios no deberán contener lenguaje soez ni ataques personales, de lo contrario serán eliminados.

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