sábado, 29 de abril de 2017

La toma de Palacio

El Diario, 30 de abril de 2017
Luis Javier Valero Flores
Puede haber polémica jurídica acerca de uno de los temas más controversiales, no sólo del gobierno de Javier Corral, sino del total de las administraciones públicas, pero es un hecho irrebatible: Todos los equipos gobernantes actúan con la misma lógica, favorecer con su nuevo encargo a los suyos, sean familiares propios o los de los amigos y compañeros de partido y/o de campaña electoral.
Por desgracia, los argumentos usados para justificar tal hecho no tienen color partidario, prácticamente son los mismos: 
-Aquí no se trata de preferencias sino de capacidades, los que aquí están es porque hemos comprobado su eficiencia y preparación para el cargo que ocupa. 
-El nombramiento (de mi hermano, primo, cuñado, sobrina, pariente de mi esposa, etc.) no lo hice yo.
-Los nombramientos no fueron realizados por los funcionarios, parientes de los señalados, los hice yo y no hay nepotismo.
-Quienes llegaron a puestos públicos en la actual administración “lo hicieron por su talento”.
Búsquese en la hemeroteca y encontraremos que las expresiones usadas para justificar lo anterior son casi las mismas.
Del mismo modo, las acusaciones de quienes hoy ocupan los cargos públicos, en contra de sus antecesores, cuando eran parte de la oposición, son las mismas que ahora reciben… por las mismas razones.
A manera de broma, en el sexenio de César Duarte, se dolían los chihuahuenses, en tono festivo, del enorme número de los familiares del ex gobernador. Aparecían en prácticamente todas las dependencias, y si no eran, tan solo por los apellidos se infería que sí.
Claro, en los primeros años cayó como una mala novedad, luego, ese ánimo cambió hasta casi identificarse como sinónimo de corrupción.
El PAN, con distintos tonos y en muy variados niveles de crítica, en ese sexenio, deploró que se usara la nómina estatal para dar cabida a una buena cantidad de familiares, tanto del mandatario, como de sus funcionarios más cercanos.
Hoy, los gobiernos del PAN, y no sólo el de Javier Corral, han caído -y los reportajes de El Diario así lo ha evidenciado- en aquella situación. En vano nos intentan convencer que no violan la ley, sabedores de que aún siendo así, la falta es mayor, su actuación los hace ver como el nuevo grupo político que ha tomado por asalto el Palacio de Gobierno.
Ese es el rasgo que comparten, también, en el caso de la Auditoría, aunque ahí es peor pues quieren a uno de casa, a una persona con la que mantienen lazos de amistad y compañerismo laboral y político de muchos años para que les revisen las cuentas públicas, es decir, los dineros y el modo en que los están gastando.
Entre esta conducta y la del presidente Peña Nieto con el ex Secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade, al que le encargó investigara si él, su jefe, había incurrido en alguna corruptela en el caso de la Casa Blanca, no hay diferencia alguna.
Tampoco en esta execrable postura de invadir con familiares la nómina estatal. De ello sólo se salvan algunos cuantos. 
Es una lástima que el equipo gobernante haya incurrido en conductas tan criticables, se deplora -el escribiente lo hace, pues- porque se esperaba una conducta diferente, dados los antecedentes de la administración anterior.
Sorprende, además, que personas a las que la fama pública les reconocía ser hombres con conductas honorables cayeran, probablemente no en corruptelas, pero sí en acciones irregulares y definitivamente lejos de la ética necesaria para actuar de manera distinta a los de sus antecesores en la administración pública.
Por supuesto que nada tenemos en contra de Estefany Olmos, Miguel Riggs, Ignacio Rodríguez, Armando Valenzuela y Ernesto Avila, pero aceptar que el esposo de la primera buscara ser consejero del instituto de transparencia (primero, y luego secretario técnico) a pesar del evidente conflicto de interés con la Secretaría de la Función Pública; o que la hermana del segundo creara una empresa y ésta se beneficiara de compras por adjudicación directa, a pesar de superar los límites legales; o que el contador Rodríguez no se diera cuenta que no cumplía con el requisito de no haber sido candidato en la elección inmediata anterior y, a pesar de ello, inscribirse y luego protagonizar uno de los peores escándalos del grupo gobernante; o el caso del contador Valenzuela, integrante del grupo más cercano al actual gobernador y aceptar convertirse en el fiscalizador de su amigo Javier Corral.
O el caso del Dr. Avila, a quien “convencieron” de aceptar un bono al que, evidentemente, no tenía derecho, aceptado en el momento que declaraba, junto con su amigo, el gobernador, que no había dinero ni para comprar gasas en los hospitales.
¿Qué les pasó a todos ellos, a quienes sus allegados les reconocen probidad?
¿Qué les pasa a los integrantes del actual grupo gobernante, que han debido emplear una parte importante de su tiempo para justificar las capacidades de los parientes de sus compañeros de gabinete, igual que hacía César Duarte en el sexenio pasado?
Por desgracia para nosotros, se han convertido en el mejor ejemplo de que no podemos confiar en las apreciaciones subjetivas de quienes llegan al poder; que no podemos dejar a la discreción de los gobernantes cosas que debiesen estar plenamente reguladas, como es el caso de la llegada de nuevos funcionarios públicos y no estar a merced de la calificación que haga el gobernante, sólo porque éste nos intenta convencer que esos nombramientos están bien hechos… sólo porque los hizo el nuevo grupo hegemónico en Chihuahua.
La lista de quienes llegaron al gobierno abruma, desilusiona, enerva, indigna y más el modo en que se intenta justificar: Que la Secretaria Olmos investigue si violamos la ley o no.
¿Dónde quedaron las propuestas de ciudadanizar la función pública y someterse al arbitrio ciudadano? ¿Porqué no llamar a ciudadanos probos, ajenos a las filias partidistas y que sean ellos quienes determinen si los nombramientos realizados -hasta el tercer y cuarto nivel- están lejos de los afectos de los funcionarios del primer nivel?
Porque no se trata solamente, y es un asunto que no han asimilado los integrantes del gobierno del nuevo amanecer, que más allá de la ley están obligados a que su actuación se ciña a lo contrario que hizo el anterior grupo gobernante.
Porque, incluso con la ambigüedad de la legislación en el ámbito estatal, sí incurren en alguno de los supuestos señalados por la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos del Estado de Chihuahua. Juzguen ustedes:
“CAPITULO II 
DE LAS OBLIGACIONES DE LOS SERVIDORES PUBLICOS
ARTICULO 23. Todo servidor público, para salvaguardar la legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficiencia que debe observar en el desempeño de su empleo, cargo o comisión, con independencia de sus deberes y derechos laborales, tendrá las siguientes obligaciones: 
XII.- Abstenerse de intervenir o participar en la selección, nombramiento, designación, contratación, promoción, suspensión, cese o sanción de cualquier servidor público, cuando tenga interés personal, familiar o de negocios en su caso;
XIII.- Excusarse de intervenir, en cualquier forma, en asuntos en los que tenga interés personal, familiar o de negocios”.

¿De veras podemos creer que cualquiera de los funcionarios del primer nivel del gobierno de Corral, interrogados al respecto, no hubiesen opinado a favor del nombramiento de su esposa, hermana, cuñado, sobrino, primo, etc., como ahora vemos fueron designados?
La lista es grande. De ella se salvan algunos cuantos, sólo por una razón, la de que ya eran servidores públicos a la llegada del amanecer a Chihuahua, entre ellos, por ejemplo, los hermanos de Carlos Borruel, quienes ya eran agentes de tránsito en la ciudad de Chihuahua, o la hermana de Víctor Quintana, funcionaria de la Secretaría de Educación de hace tiempo.
Más preciso el Código Municipal, para prevenir el nepotismo. Asombra que el grupo gobernante no rija su actuación por ese espíritu:
ARTÍCULO 61. Para ser funcionario municipal se requiere:
IV. No ser cónyuge, pariente consanguíneo o afín, en línea recta, sin limitación de grado o colateral por consanguinidad, dentro del cuarto grado o por afinidad dentro del segundo, del Presidente Municipal, del Presidente Seccional, de los Regidores o del Síndico. Se exceptúa de lo anterior a quienes estén ocupando un cargo con anterioridad a la toma de posesión de los funcionarios públicos mencionados en el párrafo anterior”.

Podrán argumentar mil y una cosas. No tienen justificación, la llegada de los parientes de los panistas, militantes ellos mismos -la mayoría- al gobierno de Chihuahua es uno más de los inconcebibles errores de quienes llegaron con tan altas expectativas a la administración pública estatal.
Esas eran las que tenía la mayoría de los chihuahuenses en la noche del 5 de junio pasado. 

Hoy es, simplemente, historia.

jueves, 27 de abril de 2017

Un escándalo tras otro

Un escándalo tras otro
Sin Retorno, MegaRadio 860, Juárez
24 de abril de 2017
Luis Javier Valero Flores
Jamás había llegado al poder en Chihuahua -en la época moderna- un grupo político con tantas esperanzas tras de sí. Ni siquiera Francisco Barrio despertó esas  expectativas populares, se percibía que era posible su ascenso al poder, pero no se esperaba que llegara a cumplir tantos reclamos de la sociedad.
Al de Corral sí, tanto porque éste despertó de tal manera el entusiasmo popular, en relación directa con el elevado encono ciudadano en contra de César Duarte.
Entre otros problemas, este es uno de los del grupo encabezado por Javier Corral. Sembró tanta esperanza en encarcelar al “vulgar ladrón” que en el imaginario popular se creyó que podría ejercer un gobierno que combatiera, no solo la corrupción, sino también el doble lenguaje, la hipocresía, las sordas y ciegas luchas por el poder, el respeto irrestricto al marco legal y, sobre todo, que guardara en su actuación un estricto apego a la ética de un nuevo grupo en el poder en Chihuahua.
La oportunidad es de oro.
Además, enfrentar en desventaja la creciente inseguridad, era un enorme reto; en desventaja por la indudable inexperiencia de los nuevos gobernantes, por el hecho de mantener en buena medida la estructura de los mandos del gobierno duartista y por la sorda lucha sostenida por los cárteles de la droga en Chihuahua, ecos de la degradación que en esta materia sufre el país entero, agravada por la posición geográfica de la entidad, lo que la hace aún más vulnerable, amén de los innumerables y costosos errores cometidos al inicio del gobierno en esta materia.
Semana a semana crecen los motivos, no solamente del escándalo, sino de la más severa de las críticas al nuevo grupo gobernante de Chihuahua.
No pueden argumentar que se ha desatado una ofensiva de los medios de comunicación en su contra.
Si no hubiera motivos, simplemente no habría escándalos, ni motivos de crítica. 
El último de ellos compete a uno de los ejes centrales del gobierno de Javier Corral, el de la ética en la función pública. Tan importante es que la fotografía oficial del gobernante en las oficinas públicas fue sustituida por el Código de Ética promovido por Corral ¿Cómo compaginarlo con los bonos que se aprobaron entregar los altos mandos de la Secretaría de Salud, empezando por su Secretario, Ernesto Avila Valdez, exactamente en la peor crisis financiera de ese sector?
La falta es mayor debido a que los ahorros efectuados en las dependencias no se pueden destinar al gasto corriente, es decir, a los salarios y compensaciones de los funcionarios, en una falta que incide exactamente en la línea de flotación política del grupo gobernante: Su credibilidad.
Imaginemos que una noticia cómo ésta se diera en cualquier país con una mediana democracia desarrollada. Sería suficiente para que las fuerzas políticas, el partido gobernante incluido, exigieran la renuncia inmediata, o la destitución, del funcionario.
Vamos, lo lógico, lo normal sería que el mismo funcionario presentara su renuncia por el descrédito aportado al equipo gobernante del cual forma parte.
Ese es el fondo del asunto. La asunción de Javier Corral y sus compañeros al gobierno de Chihuahua significaba, en el imaginario popular, que las cosas se harían exactamente al revés que en el sexenio de César Duarte.
Pero lo anterior es solamente lo ocurrido en la semana previa, antes, el escándalo lo protagonizaron los grupos internos del panismo, cada uno pretendió imponer a su candidato en la Auditoría Superior del Estado. 
El Congreso eligió a uno inelegible, Ignacio Rodríguez, vetado legalmente por el gobernador Corral y antes había elegido a un "interino", figura que no existe en la legislación local, ahora los dos despachan en las lujosas oficinas de la dependencia, uno en el despacho del titular de la Auditoría -que dicen tuvo un costo de 1 millón de pesos- y el otro en la sala de Juntas de la misma dependencia, también increíblemente lujosa.
Peor, el inelegible lo es porque en la última elección fue candidato a diputado plurinominal y no haber sido candidato en la elección previa es un requisito constitucional ¿Cómo creer que haría bien su tarea si en el camino a convertirse en auditor del estado viola flagrantemente la ley?
¡Válgame!
asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF


Fiscalía, el hoyo negro

Fiscalía, el hoyo negro
El Diario, 27 de abril de 2017
Luis Javier Valero Flores
No obstante la inmediata aprehensión y aplicación de la prisión preventiva a dos de los supuestos responsables del secuestro y homicidio de la maestra Matilde Gil Herrera, esposa del dirigente del Partido del Trabajo y actual diputado local, Rubén Aguilar Jiménez, las declaraciones y textos de los hijos de la pareja concitan, una vez más, la preocupación acerca de las actuaciones de los funcionarios y mandos de la Fiscalía General del Estado.
Es un auténtico hoyo negro en la procuración de justicia en Chihuahua. Probablemente no toda la culpa se le pueda achacar al titular, pero lo ocurrido en el presente caso, denunciado por Rubén Aguilar y sus hijos en una publicación difundida ayer en la prensa de la ciudad de Chihuahua, concita una honda preocupación.
La principal de las quejas de una de ellas -Lilia- es la de “soportar constantes maltratos por parte de la Unidad Antisecuestros (UECS) de Chihuahua” y deplorar que a pesar de que “Hicimos todo lo que una familia podía hacer, buscar, aportar pruebas sin descanso, buscarla en toda la medida de nuestras posibilidades; y al ver la ineficacia de la UECS de chihuahua, (intentar) lograr que la PGR y la PF la buscaran y nos trajeran de vuelta a casa, a quien la sostenía, a mi ¡jefa!”.
Más descriptivas de este aspecto de la procuración de  justicia son las expresiones de América, quien afirma que “Fueron 19 días de angustia, desesperación, impotencia, saber que la vida de mi madre y toda la familia estábamos en manos de un grupo de personas insensibles, incompetentes, irresponsables, de políticos, poco serios y comprometidos con el dolor de estos ciudadanos, nosotros, víctimas de la pérdida de uno de los miembros más importantes de la familia. Una y otra vez llevamos evidencias a la fiscalía, una y otra vez, les pedimos que se pusieran a trabajar para encontrar a mi jefa, una y otra vez, nos insultaron, minimizaron el secuestro de mi madre, una y otra vez nos revictimizaron, nos ignoraron.
Y el día 24 de abril del 2017 al final, cerraron con broche de oro, nos dieron la peor noticia que he recibido en mi vida: Habían encontrado a mi jefa muerta, enterrada en el despoblado, con un balazo en el cuerpo”.
No menos preocupantes son las expresiones de Rubén Aguilar Jiménez: “Investigamos, informamos a la autoridad y logramos que detuvieran al principal promotor de la traición que conjuntamente con otras 10 personas aproximadamente ejecutaron acciones para el secuestro y el asesinato de mi esposa. 
Pero el gobierno desairadamente, seguramente con mala voluntad, dejó investigaciones de lado, dejó sin actos elementales de persecución del delito, soltó a dos o tres principales delincuentes de esta banda, y después nos dijo que ‘se les pelaron’. Ahora nos queda decir cuando desenterraron 19 días después, a mi esposa, a mi compañera, que se les pelaron como testigos pero que eran realmente implicados en el crimen. ¡Exigimos justicia para Matilde! y llamamos a la sociedad a que siga exigiendo justicia con tanto crimen que lesiona a las personas en los tiempos actuales”.
A ello, la Fiscalía General del Estado respondió que el presunto autor intelectual, cuando fue detenido, “no era sospechoso en el secuestro y homicidio”, a pesar de, según lo refieren hoy las autoridades, incurrió en varias contradicciones en sus declaraciones y de que, otra vez presumiblemente, lo dejaron ir para que los “llevara” hasta el lugar en el que se encontrara la maestra, pero se les escapó.
¡Qué casualidad!
¿Se acuerdan de la “discreta” vigilancia que la Fiscalía ejercía en su momento sobre Marisela Escobedo? Tan discreta fue que la mataron a las puertas de Palacio de Gobierno.
Así ahora, dejan ir a un presunto homicida y secuestrador “para seguirlo” y éste desaparece.
Bueno, pues todo lo relatado no le aconteció a una familia cualquiera, se trata de una en la que 5 de sus integrantes han sido, o son, legisladores locales y dos de ellos, federales, es decir, miembros de la clase política local y ese trato recibieron ¿Cuál podrían recibir los chihuahuenses que no tienen las relaciones de la familia Aguilar Gil.
De ahí la preocupación, además de la indignación por los hechos y la forma de encarar, por las autoridades prejudiciales, el secuestro de una persona, cualquiera que fueran los títulos de esta.
Tenemos graves, muy graves problemas en esa dependencia, afrontarlos de inmediato no debería ser tarea postergable.
Reciba la familia Aguilar Gil nuestro más sentido pésame.
asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

domingo, 23 de abril de 2017

El batidero de la Auditoría

El Diario, 20 de abril de 2017
Luis Javier Valero Flores
A Miroslava Breach Velducea, con la permanente exigencia al gobierno de Chihuahua del esclarecimiento de su salvaje asesinato. Con Miroslava murió una parte del periodismo crítico de Chihuahua.

Es increíble lo que ocurre con el nuevo grupo gobernante. Prácticamente cada semana ofrece a los chihuahuenses un nuevo tema qué discutir, un nuevo escándalo, una nueva confrontación entre los grupos internos del panismo. Siempre que tal cosa sucede, está presente un abundante número de pifias, de todo tipo.

Lo efectuado en la designación del auditor superior del estado (ASE) es el colmo de todo lo anterior. Sólo para plantear situaciones hipotéticas que pueden darse si alguno de los protagonistas decide iniciar el procedimiento jurídico necesario: ¿qué pasaría si Armando Valenzuela impugnara el carácter “interino” de su nombramiento como auditor, ya que en la legislación no existe esa figura? O hay auditor, o no lo hay.

La Junta de Coordinación Política del Congreso argumenta que a falta de legislación precisa, decidieron suplirla pues, dicen, la Auditoría no puede quedar sin titular.

Cometida la primera pifia, sobrevino la segunda, eligieron a otro auditor que no cumplía los requisitos constitucionales —Ignacio Rodríguez—, a pesar de todos los documentos emitidos por el Instituto Estatal Electoral —falsos o verdaderos— y su “fe de erratas”, que no era tal, sino el desmentido de la primera constancia emitida en la que ¡el órgano electoral asentaba que los candidatos a diputados de representación proporcional no son candidatos a un puesto de elección popular!.

¿Qué entienden por esa denominación, de “elección popular”? ¡Válgame!.

Luego, aparece el Poder Ejecutivo y decide hacer la “observación” —término jurídico que equivale a lo comúnmente conocido como el “veto” del gobernador— de la inelegibilidad de Ignacio Rodríguez, sin que esté bien sustentada la base jurídica que le permita al gobernante aplicar el veto sobre las designaciones de funcionarios realizados por el Congreso, en lugar de haber usado otro procedimiento jurídico, el de apelar al Poder Judicial de la Federación para que declare inconstitucional dicho nombramiento.

No es todo, el líder de los legisladores del blanquiazul, Miguel La Torre, informó que analizarán el veto del gobernador y resolverán si procede echar abajo el nombramiento.

¿Y qué tal si Armando Valenzuela decide ampararse ante su destitución como interino, en virtud de la inexistencia, tanto de esa figura, como de la facultad del Congreso para destituir a un auditor por esa vía?.

¿Y si Ignacio Rodríguez decidiera hacer lo mismo, independientemente de que el Ejecutivo y el Legislativo se pusieran de acuerdo y lo destituyeran?.

Todo por no ceñirse a las normas jurídicas, porque las autoridades no pueden hacer más allá de lo que la ley les establece; si alguna facultad no les está contemplada, no pueden efectuarla.

¿Porqué la ley estableció los candados para que el auditor no hubiese sido candidato a un puesto de elección popular, en la elección inmediata anterior; o formar parte de la dirigencia de algún partido?.

Cualquier ciudadano lo entiende: para que el designado no haya sido parte de los que aspiraban a integrar el nuevo equipo gobernante y, por tanto, ser uno de ellos, ya fuera como candidato o como dirigente.

Del mismo modo lo otro, lo del veto. ¿Por qué el Ejecutivo no tiene esa facultad? Simple, para evitar su intromisión en las designaciones que haga el Legislativo.

Más aún. En los días posteriores a la designación de Rodríguez la discusión se ha centrado en el diferendo entre los dos poderes, entre el equipo de Palacio de Gobierno y el del Congreso, en lugar de ubicarla en el cumplimiento, o no, de los requisitos establecidos en la ley para acceder a determinado cargo público.

Ignacio Rodríguez es inelegible, lo sabe él, lo saben sus compañeros de partido, sus compañeros que fueron candidatos a los puestos de elección popular, los diputados del PAN, que contendieron en la misma elección; lo sabe la dirigencia del PAN, su compañero de formula, el exdirigente estatal, Mario Vázquez.

Vamos, lo sabría cualquier ciudadano que acceda al sitio del IEE. Ahí encontraría su nombre como aspirante a diputado “plurinominal” en las elecciones del 2016, “las inmediatas anteriores”.

¡Qué batidero!.

asertodechihuahua@yahoo.com.mx

"Me dejé llevar"

El Diario, 23 de abril de 2017
Luis Javier Valero Flores
¿Es un asunto que se puede resolver con la devolución de los más de 100 mil pesos del bono que el Secretario de Salud, Ernesto Avila Valdez, aceptó a fines del año anterior?
Es probable que hayan cometido, Avila y los más de 10 funcionarios que están en las mismas circunstancias, alguna falta administrativa o, incluso, penal, y que la simple devolución les sirviera de atenuante, pero la verdadera trascendencia de ese acto se ubica en la calificación ciudadana sobre el gobierno de Javier Corral.
Y más si, como sostiene el coordinador de los diputados panistas, Miguel La Torre, los ahorros no pueden utilizarse para gasto corriente, pues tal fue la justificación de los funcionarios para acceder al bono de marras.
Ya sabemos que los más leales seguidores -tanto de Corral, como del PAN- justificarán a como dé lugar lo que para muchos pudiera ser una falta leve -escandalosos que somos los periodistas, o los críticos del grupo gobernante o, peor aún, los priistas, "ardidos como están"- pero se engañan solos, lo realizado por el Dr. Avila incide exactamente en la línea de flotación política del grupo gobernante: Su credibilidad.
¿Cómo compaginar este hecho, cometido por uno de los integrantes del gabinete que mayor solvencia moral tenía, con la imposición del código de ética que sustituyó en los edificios públicos a la tradicional imagen del gobernante en turno?
¿Cómo justificarlo a la luz de las concepciones de Javier Corral -las previas a su llegada al gobierno de Chihuahua- acerca del régimen democrático que debe instalarse en México? 
Imaginemos que una noticia cómo esta se diera en cualquier país con una mediana democracia desarrollada. Sería suficiente para que las fuerzas políticas, el partido gobernante incluido, exigieran la renuncia inmediata, o la destitución, del funcionario.
Vamos, lo lógico, lo normal sería que el mismo funcionario presentara su renuncia por el descrédito aportado al equipo gobernante del cual forma parte.
Ese es el fondo del asunto. La asunción de Javier Corral y sus compañeros al gobierno de Chihuahua significaba, en el imaginario popular, que las cosas se harían exactamente al revés que en el sexenio de César Duarte; que este tipo de excesos no podrían, no deberían,  presentarse y que, en caso de darse, habría una conducta diametralmente distinta a la de aquel gobierno.
Y es que la falta es de una gravedad extrema (insistimos, no estrictamente desde el punto de vista legal), sino el de la ética del equipo gobernante: ¿Qué no fue, acaso, uno de los temas más sensibles del fin de año anterior la escasez de recursos económicos en el sector salud? No había ni para gasas; no había medicamentos, se decía a voz en cuello desde las oficinas de gobierno; se llevaron todo, hicieron mil y un negocios con la salud nos dijeron en todos los tonos...
Y cuando más fuertes eran las expresiones críticas de los nuevos gobernantes de esa área a sus antecesores, ¡Vóytelas que les cae un bono milenario!
¿Qué hicieron los angelitos? ¡Ah po's discutieron si lo tomaban o no y "convencieron" al titular de la Secretaría que lo tomaran!
¿Cómo saber si hubo premeditación en esa acción?
Sencillo, con la frase del doctor con la que intentó explicar, o justificar, su decisión -me dejé llevar- que ya se ganó el lugar de privilegio, como la del ex gobernador -a lo macho que no me fijé- y que, a querer y no, los iguala: La obtención de privilegios y prebendas de la función pública.
Preocupan esas acciones, pero más la conducta de quienes debieron ser los primeros en descalificarlas y sancionarlas, además de explicárselas a los chihuahuenses. El gobernador Corral debió hacerlo en primer lugar, la acción de sus funcionarios del sector salud es una enorme burla al código de ética que el mandatario mostró a la sociedad como el eje rector de la actuación de los integrantes del gobierno del amanecer.
No hay peor descalificación que lo ahora comentado; no proviene de sus adversarios políticos, tampoco de los medios de comunicación hostiles a su gobierno, o de quienes, simplemente, hacen -hacemos- su trabajo periodístico que es, por definición, crítico de la administración pública. 
La descalificación procede de su equipo y el silencio abona a la desconfianza y desilusión ciudadana sobre el gobierno que apenas rebasa el medio año de ejercicio.
Vamos, cuestionado al respecto, el coordinador del gabinete, Gustavo Madero, "aconsejó"  a los reporteros le preguntaran al Dr. Avila, que éste debía responder por tal hecho, en lugar de descalificar la acción y anunciar, como debía ser, una investigación a fin de determinar si habían cometido una falta, del carácter que fuera.
No, como si fueran del colegio Montessori -perdón por el uso de la figura, sabemos que tal técnica pedagógica tiene derroteros- en el cual cada quien hace lo que quiere.
Sabemos de la dificultad de la clase política para gobernar con personas lejanas a sus afectos, pero incluso en este aspecto deberían ser distintos -algo que parece, ya, como una simple aspiración ciudadana en el presente gobierno- y actuar con severidad extrema, o si se quiere, con el mayor de los rigores posibles con quienes están más cercanos a los afectos del gobernante y usar -en la mejor de las acepciones- circunstancias como las de ahora para ejemplificar con el resto de los servidores públicos, para sentar precedentes y prevenir futuras conductas, tan alejadas de la ética que soñamos fuera la que presidiera la actuación de los gobernantes.
Y no solo de los actuales, sino de todos. 
Eso podría ser uno de los mejores legados del gobierno de Javier Corral, vistas las condiciones económicas de la administración estatal. 
Para hacerlo sólo se requiere de voluntad política.
Efectuar tal reconversión es extremadamente urgente, no por las consecuencias político-electorales, que le interesan a muchos de sus compañeros, sino por la necesidad, para la sociedad chihuahuense, de contar con un buen gobierno, algo que se aprecia lejos de lo realizado hasta la fecha, en que cada semana se da pie a un nuevo asunto, no solo escandaloso, sino perjudicial para la sociedad chihuahuense.
No culmina aún el tema del Auditor del Estado -para los anales de la picaresca nacional, los dos que se dicen serlo, Armando Valenzuela e Ignacio Rodríguez, despachan ¡en el mismo edificio, el de la Auditoría!- y el tema de los bonos clandestinos o confidenciales ocupó, no solamente la atención, sino la indignación, de los chihuahuenses.

jueves, 13 de abril de 2017

Auditoría: ¡Que papelón!

El Diario, 13 de abril de 2017
Luis Javier Valero Flores
El nuevo grupo gobernante está inmerso en un verdadero pantano: O actúa de acuerdo con las normas vigentes y la más elemental de las éticas públicas, siguiendo, por lo menos, el código de ética promulgado por el gobernador Javier Corral, o actúa con el pragmatismo típico de la clase política mexicana.
Al referirnos al grupo gobernante no podemos ceñirnos, por supuesto, al equipo del gobernador Corral; va más allá, abarca a quienes conforman la primera minoría en el Congreso de Chihuahua y a quienes encabezan a los grupos hegemónicos en los municipios, especialmente en los más poblados.
Bueno, pues todos ellos están en un verdadero problema. Están llevando a los chihuahuenses a elevar los niveles de escepticismo y desconfianza hacia el total de la clase política, confirmando en los hechos que la crisis de ésta es extraordinariamente severa.
¿Cómo puede alguien, que pretende convertirse en Auditor Superior del Estado, argüir que ser candidato a diputado suplente, por la vía de representación proporcional (los popularmente denominados plurinominales) es no ser candidato a un puesto de elección popular?
¿Cómo puede presentarse a un proceso de designación a un puesto público, que requiere la mayor de las probidades, si omite sus antecedentes electorales inmediatos y sus cargos en los órganos de dirección partidistas?
¿Qué confianza puede generar un organismo electoral si emite constancias que no reflejan la realidad, y luego difundir una “fé de erratas”? ¡Válgame!
¿Cómo pueden los diputados de la nueva mayoría del Congreso alegar que ellos recibieron una constancia del IEE que asentaba datos falsos y darlos por buenos?
¿Cómo pueden los diputados de esa mayoría ser garantes de la probidad de la designación de los funcionarios que deban hacer, si no son capaces de vigilar que los aspirantes a la Auditoría cumplan con los requisitos de la ley?
Es inconcebible que todo eso nos esté pasando. 
Peor que ocurra luego de haber sufrido un sexenio en el que las corruptelas y las componendas, además de las ilegalidades, fueran la moneda corriente en la designación de funcionarios de todos los órganos en los que el Congreso y el gobernante debían acatar una serie de normas para las designaciones.
Fuimos escándalo nacional en la designación de jueces, magistrados, comisionados de todo tipo y en juicios de amparo para echarlos abajo ¿Cómo puede, la nueva mayoría gobernante, repetir esos errores, esas conductas deleznables? Increíble.
No es lo único. Enfrentados los equipos del Poder Ejecutivo y el del Poder Legislativo en la designación del Auditor no atinan a comprender que ambos pretenden hacer lo mismo que antes efectuó César Duarte, José Reyes Baeza, Patricio Martínez, Francisco Barrio, etc.: Colocar en esa posición a uno de los suyos, al de confianza para que les revise las cuentas públicas.
Lo hacen con un objetivo, y pueden alegar mil cosas, pero se reduce a una sola: Que no se descubran tantas cosas mal hechas en su administración, si las hubiere, y si no, po’s también.
“Hay que ser más honestos en la política” le espetó el gobernador Javier Corral al designado Ignacio Rodríguez, a quien le preguntó en la conferencia de prensa celebrada ayer, si mentir en la presentación de los documentos necesarios para su nombramiento “¿Prestigia al PAN, a Nacho, nos prestigia hacer un fraude a la ley? ¿Para esto nos tardamos 18 años en regresar al gobierno de Chihuahua?”.
Y puso como ejemplo de la “normalidad democrática” el diferendo que ahora comentamos.
De ninguna manera, estamos en medio de una crisis generada por la sempiterna conducta del grupo gobernante en turno para imponer en la revisión de las cuentas públicas a alguien de los de “adentro”, independientemente de sus capacidades y su ética personal.
Porque, incluso la tercera opción, la representada por Manuel Siqueiros (amigo personal del escribiente desde mi llegada a Chihuahua, más de dos décadas atrás y uno de los hombres más capaces en esta materia) se inscribe en aquellos parámetros, pues fue un impulsor decidido de la candidatura del actual gobernador, y su participación en el equipo del Secretario de Desarrollo Social, Víctor Quintana, lo haría inelegible desde el punto de vista aq uí planteado, el de que una nueva forma de gobernar, apegada a la ética, sería la que presidiera los trabajos del gobierno del nuevo amanecer en Chihuahua.

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

domingo, 9 de abril de 2017

El PAN gobierna Chihuahua

El Diario, 9 de Abril de 2017
Luis Javier Valero Flores
Pareciera una perogrullada, no lo es. El triunfo de Javier Corral en la elección de gobernador de Chihuahua no se puede explicar sin la decisión de miles de electores que optaron por su candidatura, ante el riesgo de que prevaleciera la continuidad del gobierno de César Duarte en la persona de Enrique Serrano.
Ciertamente la derrota del PRI no se podría explicar sin la existencia de una amplia capa de electores panistas, plenamente convencidos de la ideología y la práctica política del PAN, pero cuyo número no les alcanzaba para ganar.
Y menos, como en el caso de Chihuahua el año pasado, con la irrupción de una tercera opción, la de José Luis “Chacho” Barraza, que alcanzó el 18% de la votación, en plena competencia con el panismo pues, tanto el voto blanquiazul, como el opositor al PRI, tuvieron a la mano dos opciones, la del empresario y la del senador Corral.
¿Cuál fue la diferencia? Los priistas que votaron por el que apareció como el líder opositor -por lo menos en la boleta electoral-, más los ciudadanos no identificados con partido alguno y los llevados por la aparición de destacados dirigentes sociales y políticos de la izquierda chihuahuense.
Hay otro factor, no valorado suficientemente: El de que muchos chihuahuenses no apreciaron que Jaime García Chávez no apoyó la candidatura de Corral. Para ello influyó el hecho de que no hizo mayor esfuerzo en deslindarse de ella. Así, para muchos, el abogado, auténtico líder opositor a Duarte, formaba parte de las fuerzas nucleadas alrededor de Corral.
Todo ello conformaba, entonces, una oferta política extraordinariamente atractiva; muchos pensaron que no se trataba de otra candidatura panista más, sino la de un hombre que lidereaba a un conjunto de fuerzas democráticas y de izquierda, además de las progresistas al interior de su partido.
No era menor el reto, el PAN chihuahuense de mediados del 2015 no atravesaba precisamente por uno de sus mejores momentos, es probable que si la candidatura hubiese recaído en otro de sus miembros, no pudiera haber alcanzado el triunfo y menos con la aparición, en la escena chihuahuense, del ex presidente nacional panista, Gustavo Madero, a quien se le llegó a mencionar frecuentemente como el candidato de la nueva concertacesión, en pago a los servicios prestados en la elaboración y firma del “Pacto por México” . 
Corral ofrecía aquella plusvalía.
Pero no solo, su amistad y cercanía con las posturas de las fuerzas democráticas en variados temas, en especial con las de los medios de comunicación y la reforma energética, lo que le había valido el establecimiento de estrechos vínculos con varios liderazgos de la izquierda nacional, hacía esperar un gobierno comprometido con el restablecimiento del Estado de Derecho, del pleno respeto a la división de poderes, del alejamiento de las prácticas patrimonialistas, de la no aceptación a las cuotas partidistas, de la desaparición del nepotismo en las esferas de gobierno, de la no subordinación a los poderes fácticos y en la más escrupulosa de las laicidades.
No era -no es- fácil la tarea, menos, si a los factores externos se le suman los internos del PAN, en los que los distintos grupos existentes buscan aprovechar la correlación de fuerzas para la reelección inmediata y la posterior búsqueda de la candidatura en 2021, para lo cual requieren ubicar al mayor número de los suyos en las candidaturas del próximo año que, recordemos, se celebrarán todas, con la excepción de la gubernatura.
Para afrontar todo lo anterior era necesario, por tanto, irrumpir como un candidato no tan identificado con el PAN (evidentemente sin romper con él), pero que arrostrara el hecho de que sus resultados como gobernante no tenían como objetivo beneficiar electoralmente a su partido, como lo ha dicho repetidamente en los eventos partidistas.
Diversos acontecimientos y toma de decisiones y posturas nos llevan a la conclusión que ha decidido -o las fuerzas internas lo han orillado- a optar por las posiciones de su partido. 
Los escándalos generados por el Secretario de Educación, Pablo Cuarón, (las propuestas son del corazón, no de la razón); los contratos de los familiares del síndico Miguel Riggs; las contrataciones de empresas intermediarias para la compra de espacios en los medios de comunicación, las adjudicaciones de contratos en Comunicación Social por encima de lo marcado por la ley; los señalamientos de las sanciones administrativas en contra del Fiscal Peniche y la Secretaria Stefany Olmos; las defenestraciones de los presidentes del Tribunal Superior de Justicia, Gabriel Sepúlveda (ampliamente comentada por el escribiente, que era ilegal hacerlo por esa vía, pero necesaria llevarla al cabo), y del Instituto Chihuahuense de Transparencia, Rodolfo Leyva, las denuncias públicas sobre la masiva incorporación de familiares de los funcionarios a la nómina pública, hasta el nombramiento de Ignacio Rodríguez como nuevo Auditor Superior del Estado (ASE).
No sin antes recordar su actitud frente al gasolinazo y las fuertes y masivas manifestaciones de los chihuahuenses en contra de esa medida. En lugar del acompañamiento, como cabía esperar, las medidas represivas lo marcaron y lo alejaron de una parte importante de los activistas sociales de Chihuahua, los que tuvieron a la mano, además, las varias medidas recaudatorias elaboradas por el gobierno de Corral y aprobadas por el Congreso del Estado.
Sin olvidar, finalmente, la decisión de regresar los nombres de padre y madre a las actas de nacimiento y la de orillar a los contrayentes homosexuales a recurrir al amparo para casarse, algo que el ex gobernador César Duarte ya había superado, ante el “peligro” de que causaran jurisprudencia y entonces sí, a pesar de los dichos del coordinador de los diputados locales, Miguel La Torre, obligarían al Congreso del Estado a legislar sobre los matrimonios igualitarios.
Pero la última designación es, sin duda, fiel reflejo del modo con el que el panismo pretende gobernar Chihuahua.
Los chihuahuenses del campo de la democracia esperábamos que la designación del profesionista encargado de auditar las finanzas públicas, siguiendo el tono y fondo de los discursos de los panistas hechos gobierno en Chihuahua, no fuera alguien de las cercanías y filias del PAN.
Finalmente, los grupos del PAN presentaron dos opciones, la del hombre identificado con Palacio de Gobierno, antiguo integrante del grupo gobernante de Francisco Barrio, Armando Valenzuela, y la de los grupos opositores a Corral, Ignacio Rodríguez. En la definición final, resolvieron dejar de lado a quien había obtenido la mayoría de votos en la Junta de Coordinación Política, Manuel Siqueiros, integrante de Morena, identificado con el Secretario de Desarrollo Social, Víctor Quintana, y quien fuera Sub Contralor del gobierno del DF en tiempos de López Obrador.
Pero, en las prisas por salir avantes en la confrontación política, o por soberbia, los diputados panistas “insurrectos”, aliados con los priistas y los asociados de éstos, designaron a Rodríguez.
Se les olvidó, o no tomaron en cuenta, un “pequeñísimo” detalle: La observancia de la ley.
Es inelegible para el cargo de auditor pues fue candidato a diputado plurinominal suplente en las elecciones del 2016, en la formula que encabezaba el ex dirigente estatal, Mario Vázquez Robles.
 La ley es tajante: 
“ARTÍCULO 9. El nombramiento del Auditor Superior recaerá sobre la persona que cumpla los requisitos siguientes:
VIII. No haber sido dirigente de algún partido político, ni haber sido postulado para cargo de elección popular en los comicios, ya sea federal o estatal, inmediato anterior a la designación; y”.
Es de tal magnitud la confrontación interna, que fue el mismísimo diputado panista, Jorge Soto, Presidente de la Comisión de Fiscalización, quien dio a conocer la gravísima violación a la ley cometida por la nueva mayoría legislativa del Congreso.
¿Y en lo de las actas de nacimiento y los matrimonios igualitarios?
Fue una decisión encubierta para oponerse a la adopción de niños por los matrimonios homosexuales, tema que fue, quizá, el más aplaudido por la selecta (por lo seleccionado de la invitación y por el escaso número de asistentes) concurrencia al acto del balance de los seis meses, lo que denotó la composición de la asistencia, al igual que en el acto de toma de posesión, en el que el más ovacionado fue Diego Fernández de Cevallos.
Ni duda cabe, es una concesión a las fuerzas regresivas y una muy grave violación a los derechos humanos a una minoría de la población; dicho así, con tintes provocadores: Los derechos de las minorías no están sujetos a la decisión de las mayorías, son derechos solamente y se deben respetar, así, sin más.
Un gobierno democrático lo haría, no solamente porque está obligado, sino porque forma parte de sus propias convicciones. En sus obligaciones incluye el de contribuir al fortalecimiento de la cultura democrática y la tolerancia.

¿Dónde están las fuerzas de la “Alianza Ciudadana”, los hombres y mujeres de izquierda, participantes del gobierno, precisando sus posiciones frente a tan importantes y tan preocupantes acontecimientos?
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