lunes, 24 de diciembre de 2012

Elección cuasi referendista

Aserto, 15 de abril de 2012 LUIS JAVIER VALERO FLORES Iniciadas las campañas electorales, de la que podría considerarse la tercera etapa de elecciones presidenciales referendistas, es el momento de reflexionar -y sobre todo la clase política- acerca del rumbo de los procesos electorales, de la conducción del país, del sistema de partidos, de la composición de los órganos ciudadanizados, es decir, de un conjunto de aspectos de la vida política, social y económica que claramente hablan del agotamiento del régimen político hasta ahora existente en México. No se trata solamente de la posibilidad de que regrese el PRI al gobierno nacional, o de que la izquierda acceda al poder, o la continuidad de los gobiernos panistas, cualquiera que sea el resultado de las elecciones lo cierto es que estamos frente a una crisis de las instituciones creadas a lo largo del siglo anterior, y de las que lo fueron a lo largo de los últimos veinte años y que rápidamente se subsumieron en esa misma crisis. Las elecciones del 2000 y 2006 fueron una especie de referéndum, en ambas, al final, se convirtieron en una especie de segunda vuelta electoral pues privó en ellas el voto útil. Así, en la primera de ellas la pregunta que se hicieron los electores fue la de si debería seguir gobernando el PRI. La mayoría llegó a la conclusión de que no y, por tanto, decidieron, incluso votantes típicamente de izquierda, hacerlo por el candidato que parecía estar en mejores condiciones de derrotar al tricolor, Vicente Fox, y abandonaron al de la izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas. En 2006, inmerso el país en una ríspida polarización, alentada sobre todo por Fox, se llegó hasta el extremo de imponer como pregunta referendista si debía llegar o no al gobierno un hombre de izquierda, Andrés Manuel López Obrador. El país se fracturó a la mitad. En tanto unos lo consideraron un peligro para México -haciéndose eco de la propaganda del PAN y de los más poderosos hombres de empresa de México- la otra mitad se volcó en su apoyo. En tal disyuntiva, la mayoría de los electores del PRI, que resolvieron no hacerlo por este partido ante el hecho real que su candidato no ganaría, lo hicieron por el candidato del PAN, Felipe Calderón. En ese sentido actuaron varios de los priístas más connotados, incluida la recientemente salida del PRI, Elba Esther Gordillo, que se convirtió en un factor determinante en el resultado final. Hoy, el electorado mexicano acude a una elección cuasi referendista, deberá decidir si regresa, o no, el PRI a Palacio Nacional. A tal cuestionamiento le han dedicado su mayor atención el partido del gobierno -el PAN- y Felipe Calderón y seguramente se convertirá en uno de los principales ejes de la candidata de este partido, Josefina Vázquez Mota. El problema de tal disyuntiva es que, vista desde la óptica del blanquiazul, significaría la continuidad, por tercer sexenio consecutivo, del panismo en el gobierno y sus resultados están muy lejos de ser las mejores prendas que convenzan al electoral de otorgarle nuevamente su confianza. Y, por el otro lado, por lo menos en las mediciones de las preferencias electorales más confiables, el candidato de la izquierda, nuevamente Andrés Manuel López Obrador, no se encuentra, al momento de iniciar la campaña, en números cercanos al puntero, Enrique Peña Nieto. Nada está dicho, las distancias entre ellos pueden cambiar a lo largo de la campaña, y de manera más drástica si sucedieran cosas que se les fueran del control a quienes hoy se encuentran a la cabeza. Además, y es una novedad del actual proceso electoral, será la primera ocasión que las redes sociales de internet actuarán con mayor influencia y ese es un espacio en el que aún no se puede determinar quien goza de las preferencias. No se trata solamente de quienes “navegan” en ellas, sino de la influencia que ejercen en el resto de la sociedad, y esa será una novedad. Lanzada la moneda al aire, el ganador no podrá gobernar como hasta ahora lo han hecho, estará obligado a cambiar las estructuras del actual Estado mexicano.

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