jueves, 31 de diciembre de 2015

A la espera del dedazo…

(Versión extendida)
Aserto 149-Diciembre 2015
Luis Javier Valero Flores
Noviembre terminó en medio de la incertidumbre para los priistas, y con ellos  de una buena parte de la población, no tanto porque a la mayoría de los chihuahuenses les interese de manera directa quien podría ser el candidato del PRI al gobierno estatal, sino porque la carga mediática ejercida ha inundado todos los aspectos de la vida de quienes habitan en el Estado Grande con ese tema.
Ejercido el control sobre el PRI de manera férrea a lo largo de toda su gestión, al Gobernador César Duarte pareciera descomponérsele lo más preciado de la obra (por supuesto, en términos partidistas) de un gobernante, la sucesión.
Entre el jueves 3 y el viernes 4 de diciembre, 8 priistas presentaron sendas licencias o renuncias a sus cargos, sumándose de este modo a Marco Adán Quezada y Oscar Villalobos, como aspirantes a la candidatura del PRI al gobierno estatal.
Así, los alcaldes de Chihuahua y Juárez, Javier Garfio y Enrique Serrano, respectivamente, pidieron licencia a sus cargos de manera indefinida, al igual que las senadoras Lilia Merodio y Graciela Ortiz. A su vez, Héctor Murguía -representante del gobierno de Chihuahua ante la Conago, con sólo dos días en el cargo- y Marcelo González Tachiquín, Secretario de Educación, renunciaron a sus cargos, lo mismo que Víctor Valencia de los Santos, director administrativo del programa Prospera de la Secretaría de Desarrollo Social y Jorge Esteban Sandoval, delegado del Issste en la entidad.
La avalancha de licencias solicitadas, para los funcionarios de elección popular, y de renuncias para los funcionarios designados, además de inédito (por el número) evidencia la seria situación por la que atraviesa el priismo local.
El hecho de que el priismo chihuahuense cuente con 10 aspirantes, sólo puede tener una lectura: Su incapacidad para construir 2 o 3 precandidatos suficientemente fuertes como para que los militantes, o los dirigentes reales de este partido, pudieran optar para designar a su candidato.
Más allá de las obvias buenas o malas relaciones políticas existentes entre todos los aspirantes, se advierten claramente dos grupos entre ellos, y dos, las senadoras, a las que no se les podría encuadrar en alguno de esos acuerpamientos, o que, incluso, a la senadora Graciela Ortiz pudiera ubicársele en las cercanías del también senador Patricio Martínez, quien encabezara en su momento, a su vez, un serio distanciamiento con el ex gobernador Fernando Baeza. 
Así, los dos grupos de aspirantes representan a quienes han protagonizado un álgido enfrentamiento a lo largo del sexenio. Por una parte, el de los “delfines” de César Duarte y, por otra, los del ex gobernador José Reyes Baeza.
En el primer grupo se ubican los alcaldes con licencia Javier Garfio y Enrique Serrano y al ex secretario de Educación, Marcelo González Tachiquín. Además, muy recientemente, el ex alcalde juarense Héctor Murguía decidió jugársela con el gobernador Duarte. Se convirtió en el mejor de sus panegiristas.
Enfrente, el ex alcalde Marco Adán Quezada; el ex diputado federal y local, Víctor Valencia, el ex dirigente estatal, Oscar Villalobos y el ex delegado del Issste, Jorge Esteban Sandoval, a quien, por otra parte, no se le ubicaría tan estrechamente en ese grupo como a los otros tres.
A su vez, la senadora Lilia Merodio, si bien sus orígenes, en los primeros niveles de la política local, se encuentran al lado de Murguía, no tiene, aparentemente, un grupo local con la presencia política como la descrita para sus contrincantes.
Y esos son los vínculos locales más aparentes, encontrar la madeja de las relaciones que cada uno de ellos (o sus grupos) tiene en el ámbito nacional, es más complicado.
Los Baeza tienen una relación con el grupo Atlacomulco de mucho tiempo atrás, lo que les ha servido para las posiciones que detentan, la dirección del Issste y la embajada en Costa Rica, en lo que ha influido también, seguramente, la relación de Reyes Baeza con el Secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong.
A su vez, al calor de la Conago, Duarte ha construido su propia relación con los gobernadores y, de la mano con el senador Emilio Gamboa Patrón, coordinador de los senadores priistas, han constituido uno de los grupos políticos nacionales más importantes al interior del PRI.
Por otra parte, a la senadora Ortiz se le acredita una muy estrecha relación con el presidente Peña Nieto, en virtud de haber sido la Secretaria de Elecciones del Comité Nacional en 2012.
En tanto, la senadora Merodio es cercana al líder de la federación burócratas federales, también senador del PRI, Joel Ayala Almeida.

La fallida operación duartista
Durante los meses y años previos, prácticamente desde el momento en que Marco Adán Quezada se convirtió el alcalde de la capital, el Gobernador César Duarte delineó una estrategia consistente en obstaculizar a como diera lugar el ascenso político del presidente municipal capitalino y conducir a dos de sus más cercanos como las opciones de la continuidad de su mandato: Enrique Serrano y Javier Garfio, en ese orden, tal y como se podía inferir del tratamiento otorgado a cada uno de ellos.
Mientras por un lado, aprovechando el accidente del Aero Show en octubre de 2013, pretendió hasta encarcelar a Quezada, por otro, intentó imbuir en la sociedad, en las capas dirigentes de la sociedad y en los más altos niveles del gobierno federal, que les convenía la continuidad de su grupo en el gobierno.
El gobernante estatal paseó por todo el estado (literalmente), a sus precandidatos, lo hizo como si viviéramos en un gobierno federal panista, como se hicieron las cosas en el PRI en el período 2000-2012, en el que los gobernadores emanados de ese partido ejercieron casi totalmente el poder en sus entidades y en las estructuras locales priistas.
 Pretendió convencer a Peña Nieto que podía conducir el proceso y hasta designar al candidato.
Así, los alcaldes de Juárez y Chihuahua, Enrique Serrano y Javier Garfio, respectivamente, presidieron cuanto acto público era encabezado por el gobernador Duarte, independientemente del lugar en el que se celebrara, o del rubro que fuera, lo mismo en Juárez, que en Chihuahua, en Parral o en la sierra.
A tan selecto grupo, el Gobernador Duarte sumó al ex alcalde juarense, Héctor Murguía, después de nombrarlo Coordinador de Políticas Públicas, puesto que creara el ex gobernador Reyes Baeza para designar al profesor Mario Tarango, renuente a participar en el gabinete del deliciense, luego de terminar su período como diputado local.
Ratificado por el Gobernador Duarte, Tarango desempeñó ese cargo de bajo perfil. No ocurrió así con Murguía, éste le imprimió una exhibición mediática y un protagonismo desusados a grado tal que, en virtud de las secuelas del accidente que sufriera el gobernador Duarte, éste lo designó como su representante en el II Informe de Enrique Serrano. Se robó las cámaras y puso en entredicho la especie de que el actual alcalde juarense fuera el favorito de Duarte.
Luego, para ponerlo a salvo de las restricciones legales, lo designó representante del gobierno de Chihuahua en la Conferencia Nacional del Gobernadores (Conago).
En tanto, luego de múltiples querellas y vericuetos legales, Quezada logró librarse, primero, del intento de inhabilitarlo políticamente por el Congreso del Estado y, luego, de evitar el encarcelamiento, acciones en las que contó, sobre todo la última, la indudable injerencia de la dirigencia nacional del PRI.
A pesar de las preferencias del mandatario, debió aceptar la existencia real, políticamente hablando, de las senadoras Graciela Ortiz y Lilia Merodio como serias aspirantes a la candidatura, y las incluyó en el grupo que se reuniera en la Casa de Gobierno, a convocatoria del entonces delegado del Comité Nacional del PRI, Julián Luzanilla, para enviar el mensaje de que sólo eran esos cinco militantes los aspirantes a su cargo.
Pero eso ocurría en los círculos de confianza del mandatario, enfrente, el grupo político priista quizá más sólido, el de Delicias, encabezado por los Baeza, Fernando y José Reyes, alentaba, primero en su defensa, al ex alcalde Marco Adán Quezada, y luego a Víctor Valencia -alto funcionario de la Sedeso- y a Oscar Villalobos y probablemente a Jorge Esteban Sandoval, delegado del Issste en Chihuahua, quienes expresaron sus aspiraciones hasta muy recientemente.
Todo lo intentó el grupo gobernante, el mandatario ballezano por delante, para evitar a como diera lugar la posibilidad de que Quezada pudiera considerarse en los círculos dirigentes del PRI como un aspirante formal.
Los vencieron los tiempos, la fuerza del grupo Delicias y las ilegalidades con las que pretendieron cortar la carrera política del cuauhtemense. Todo cambió a la llegada de Manlio Fabio Beltrones a la dirigencia nacional priista. 
Se sabía de la necesidad de no presentar fracturas ni procesos que enturbiaran la continuidad en el gobierno de Chihuahua, la llegada del sonorense a la dirigencia y el consecuente nombramiento de otro delegado del Comité Nacional en Chihuahua, fueron los signos de que los vientos habían cambiado, de que el delegado anterior, tan obsecuente a la conducción de Duarte que terminó como representante del gobierno en el DF.
Pocas dudas puede haber acerca del mecanismo que utilizará este partido para designar a su candidato (a). 
Será el de siempre, el que más confianza le otorga a sus militantes, cuando han tenido la presidencia de la república, a quien la ocupe le dan poderes casi divinos (y, también casi, se los creen). 
Peña Nieto ejercerá, como ya lo ha hecho en el vecino Durango, a cabalidad la facultad extraestatutaria que los priistas le otorgan a su presidente de la república: El “dedazo”.
Sin embargo, el hecho de que 10 militantes hayan expresado públicamente sus aspiraciones de convertirse en el candidato del PRI al Gobierno de Chihuahua, es prueba fiel del enorme descontrol partidario con el que llega César Duarte al final de su gobierno.

Los aspirantes de la continuidad
Enrique Serrano y Javier Garfio fueron, desde el principio, partes fundamentales del engranaje del equipo que llegó a gobernar Chihuahua en 2010. En tanto, Serrano se convertía en líder del Congreso (para catapultarlo desde ahí a la alcaldía), Garfio era ungido todopoderoso Secretario de Obras Públicas, habida cuenta de la ambiciosa tarea propuesta de la construcción de obra pública. De ahí saltaría a la alcaldía, listo para asumir la candidatura a la gubernatura, en una especie de Plan B.
Serrano no pudo convertirse en el senador que deseaba Duarte -a causa de los “problemas” de género que obligaron al PRI a postular una mujer en las formulas senatoriales, así llegó Lilia Merodio a la candidatura- pero a cambio lo pudo nombrar suplente del líder petrolero, Carlos Romero Deschamps, y coordinador de la campaña presidencial en Chihuahua de Enrique Peña Nieto ¡Todo ello sin pedir licencia a su cargo de líder congresual!
Instalados como alcaldes, dos de los amigos más cercanos del gobernador, se les impulsó como el haz de precandidatos del grupo gobernante.
Representan, a no dudar, la plena continuidad del gobierno duartista, pero solamente por su origen; pueden no ser, en caso de que alguno lo obtuviera, los gobernantes de la segunda etapa del duartismo pues es muy probable que conformaran equipos gobernantes con muy pocas semejanzas al actual, sin embargo, en caso de que alguno fuera el candidato del PRI, sí cargaría en la campaña electoral con ese factor, el de representar el continuismo del gobierno de Duarte.
¿Qué tanto pesaría tal hecho en el número de votos? Algunos piensan que el rechazo al Gobernador Duarte los alcanzaría y podría ser un factor de riesgo para el PRI; otros, en cambio, le apuestan a que la fortaleza del PRI podría ser suficiente para obtener el triunfo.
Más aún, de ser cierta la información dada a conocer por Murguía, -se rompió el pacto, habíamos acordado no pedir licencias sino hasta la emisión de la convocatoria- le imprime más agravios al proceso, porque ¿Cómo podían dejar de pedir licencia, en virtud de la norma constitucional, para quienes es más que evidente, y más dudosa -concediendo que hubiese algunos resquicios legales que les permitiesen a los alcaldes no solicitar licencia- para otros, pero que evidentemente los que aspiraran deberían separarse de sus cargos?
¿O quiere decir que al Teto Murguía le dijeron que era el único que sería apartado de un cargo “con atribuciones de mando”, para ser ungido como candidato? Porque, de ser cierta esta especie, entonces Garfio y Serrano estarían descartados, desde la óptica y preferencias de César Duarte y éste se habría decantado por el juarense.
¿Resiste el análisis tal especulación? No, lo ocurrido en Durango abona a la idea que lo harán con la mejor de las ortodoxas del PRI. En cuanto el Comité Nacional emita la convocatoria para elegir a su candidato, a los pocos momentos,  el órgano dirigente informará que fulano o fulana ha recibido el “beneplácito” de los sectores y las estructuras del PRI para ser el abanderado en las próximas elecciones.
Eso hicieron en Durango y ahora el PRI goza de una “estrechísima” unidad, luego de que el ex gobernador Ismael Hernández Deras y el actual, Jorge Herrera Caldera, protagonizaran un enfrentamiento semejante al de sus compañeros de Chihuahua.
¿Quién será el candidato que le opondrán a sus adversarios? Seguramente el que cuente con dos características muy por encima de sus compañeros: Quien tenga las mejores relaciones con el Presidente Peña Nieto y, además, supere claramente a los demás en las encuestas realizadas por la presidencia de la república que, por supuesto, no son las efectuadas al gusto de los aspirantes, tal y como hemos sido abrumados en las últimas semanas.
En eso no se equivocan los dirigentes del priismo, para designar a sus candidatos lo hacen con base en encuestas realizadas que retratan fielmente las preferencias de los votantes.
Seguramente, y probablemente en mayor medida que en otras ocasiones, en esta contará especialmente el grado de rechazo de los aspirantes en el electorado, habida cuenta de la participación de los alcaldes de las dos principales urbes de la entidad, Serrano y Garfio, quienes tuvieron a lo largo de sus administraciones serios cuestionamientos, el primero, por las obras del Plan Municipal de Urbanización (PMU) que mantuvo, durante meses, en vilo la vialidad juarense, amén de otros conflictos menores y que en el caso del alcalde capitalino, Garfio, quizá la crítica central que se le achacará será la de no haber pagado la indemnización a las víctimas de los Aero Show.
Además de los anteriores, seguramente que a los dos ex alcaldes -Murguía y Quezada- se les medirá puntualmente este aspecto, el del grado de rechazo, al primero por varios hechos que motivaron serios cuestionamientos sociales y a Quezada fundamentalmente lo del accidente del Aero Show. Si los porcentajes de rechazo fueran menores crecerían seriamente sus posibilidades.
Sin embargo, un factor que aún no se mide fue el hecho de que al sufrir tal hostigamiento, las simpatías por Marco Adán Quezada crecieron y lo hicieron aparecer como una de las víctimas del Gobernador Duarte, hecho que molestó a no pocos priistas y le hizo crecer en las simpatías del electorado, durante algunas semanas apareció como el líder opositor al ballezano que muchos sectores de la población aspiraban a contar, qué tanto crecieron tales percepciones seguramente que será uno de los factores que contarán en la decisión final.
Por último, y no menos importante, es que a partir del anuncio de la visita del presidente nacional priista, Manlio Fabio Beltrones, ya ninguno de los aspirantes habló de la posibilidad de efectuar una consulta a la militancia y, por los antecedentes, seguramente será un mecanismo que el PRI del siglo XXI habrá enterrado, por lo menos en las elecciones de este año.

Será el mismo partido que tantas críticas despertó por su peculiar mecanismo de elección de sus candidatos: El "dedazo".

¿Igual que antes?

Aserto 149-Diciembre 2015
Editorial
El cierre del año 2015 nos deja un sinnúmero de contradicciones, especialmente para quienes menos protecciones o seguridades sociales tienen. Para el resto mayoritario de la población no son menores.
Recuperados dos de los aspectos que más inciden en la vida de los chihuahuenses, el de la seguridad pública y los niveles de empleo, nos arrojan, de frente, sin memoria, al pasado previo al de la masacre, de cuyas consecuencias aún no nos libramos.
Al decir recuperados esos dos aspectos nos remitimos al año 2007 y, quizá, mejor, al 2006. Es como si hubiéramos perdido casi una década, en todos los aspectos.
La actual administración estatal se ufana de haber contribuido decisivamente a ello. 
Probablemente sí tenga razón, no deberíamos quitarle méritos, pero resulta excesivo atribuirle todo lo bueno que ha ocurrido en la entidad y dejar de lado, como antes lo fue, en el agravamiento de esos dos aspectos de la vida estatal, los factores externos, es decir, que el mercado mundial de las drogas, la situación  económica mundial y la inmensa dependencia de la economía chihuahuenses a la de los Estados Unidos, influyeron grandemente, tanto en el agravamiento de la inseguridad pública y la crisis económica del 2008-2011, como ahora en la recuperación de algunos de los estándares del “Estado Grande”.
En el caso de la economía acaso es más evidente la dependencia de la economía chihuahuense respecto de la norteamericana, pero ocurre igual con la recuperación de los niveles de seguridad pública. No los perdimos a causa de fenómenos estrictamente locales, ni tampoco los estamos recuperando, exclusivamente, a partir de las políticas estatales de seguridad pública. Como en ninguna otra entidad del país, este aspecto está íntimamente ligado al mercado mundial de fármacos y estupefacientes, con la cauda delictiva y de violencia que traen aparejados.
El problema es que, en materia económica, nos hemos retrotraído al año 2006, a pesar del enorme volumen de empleos recuperados y de los niveles de inversión extranjera, en ambos casos en los primeros lugares nacionales. 
El número de empleos formales (alrededor de 790 mil) es el mayor número de empleos en la historia de Chihuahua, pero es inferior al número de jóvenes que ingresaron a la edad productiva, pues los empleos existentes en el año 2000 eran 710 mil, en década y media apenas se crearon 80 mil empleos nuevos, muy por debajo del número de jóvenes que ingresaron a la edad productiva.
Pero hay un problema mayor: Ocupamos el último lugar nacional por el monto de los salarios devengados, son los más bajos del país.
Del mismo modo, el número de homicidios cometidos en el año 2014, o en lo que va del 2015, superan al de 2007. Lo mismo ocurre con otras cifras delictivas.
En otras palabras, nos encontramos, en seguridad pública y materia económica, en condiciones semejantes a aquel período; incluso peor, pues ahora arrastramos la pérdida de más de 25 mil jóvenes y la degradación social es todavía mayor a la previa.
Más aún, y no son asuntos menores, ahora tenemos a una generación de chihuahuenses que crecieron en medio de la violencia, las balas, los secuestros y las desapariciones y, por otro lado, la guerra entre las bandas criminales y las ejecuciones extralegales acabaron con las cadenas de mando de los cárteles del narcotráfico y dejaron abierta la vía para que asumieran la dirección quienes hasta entonces sólo eran ejecutores de tareas y personas, de ahí lo salvaje de la confrontación.

Es decir, hoy tenemos las mismas circunstancias, o muy parecidas, a las de aquellos años: Salarios bajos, escasa atención institucional a la juventud y niñez, empleos prácticamente sólo en la industria maquiladora y aún están por verse las consecuencias, ojalá sean favorables, de la cobertura universal en educación media superior.

Propósitos

El Diario, 31 de diciembre de 2015
Luis Javier Valero Flores
Despedir el año viejo efectuando el recuento de las tristezas y las alegrías personales y familiares siempre será reconfortante. Es el momento para tratar de olvidar -o por lo menos atenuar- los ratos difíciles y recrearse en aquello que forma parte de las cosas agradables para recordar.
Y es la ocasión para intentar hacer, así sea brevemente, un balance de lo social, en el que la parte central lo constituye el análisis de la cosa pública y el comportamiento de quienes han recibido de la sociedad la encomienda de velar por el patrimonio de todos.
Nos salen debiendo, no obstante los recuentos optimistas de quienes han gobernado Chihuahua en los últimos años; nuestra sociedad es más injusta que en el pasado reciente. Más aún, el panorama para los sectores más sensibles de la sociedad -porque les resta la vida por vivir (y no es una barbaridad decirlo así)- los niños y los jóvenes, sigue siendo tan incierto como para los de los de la década anterior, en la que cayeron por miles jóvenes abatidos por las balas de la guerra de los cárteles de la droga.
Por supuesto que quienes murieron no eran la mayoría de los jóvenes chihuahuenses, pero sí representaban el extremo de la desigualdad e iniquidad de nuestra sociedad y su caída representa el fracaso de los gobernantes.
Llegado a este punto no faltan las voces de quienes, para descargar las responsabilidades de los políticos, enfatizan en que es el fracaso de la sociedad. No les falta razón, pero hay de responsabilidades a responsabilidades, y la de quienes tienen en sus manos la administración pública es infinitamente mayor. Hoy no se les ofrece, a la mayoría de los jóvenes, una perspectiva diametralmente distinta a la de hace unos lustros, si acaso peor debido a la salvaje política migratoria del primer presidente afroamericano de los Estados Unidos.
Ahora es más difícil, no sólo ingresar al vecino país, sino, incluso, permanecer allá de forma indocumentada. 
De ese modo, hasta la perspectiva de emigrar se ha convertido en un asunto de la mayor complejidad y se aleja de las posibilidades de las nuevas generaciones.
La industria maquiladora regresó y superó el número de empleos existente previamente a la oleada sangrienta, pero la absoluta mayoría otorga los más bajos niveles salariales existentes en el país.
Triste paradoja la nuestra, el gobierno de César Duarte le ofreció, a todos los jóvenes que lo solicitaran, la posibilidad de acceder a la educación media y media superior, pero los salarios son los mismos -y quizá aún más bajos- que los ofrecidos al cierre de la primera década del siglo XXI, porque los empleadores no han cambiado sus patrones salariales y no acaban de comprender (además de la carencia de políticas gubernamentales que los obligue) que insistir en ello es reproducir el estado de cosas que le posibilitó al crimen organizado contar con decenas de miles de jóvenes, no sólo para el consumo de drogas, sino para el tráfico y la preservación de las ganancias millonarias de los dueños de esta criminal empresa.
O se pone en práctica una nueva política económica en la entidad o enfrentaremos, en los próximos años, verdaderas situaciones críticas; creer que solamente con la generación de empleos, fundamentalmente con los de la industria maquiladora, independientemente de los niveles salariales, es suficiente, es una tremenda equivocación; la diversidad de las actividades económicas se está limitando seriamente y la concentración de la población es un reto mayor pues Juárez y Chihuahua son, ya, casi las dos terceras partes del total de la población.
En cambio, la actividad agropecuaria tiende la parálisis, salvo algunos de los rubros de la producción del campo que resiente la más absoluta carencia de apoyos gubernamentales. Allá todo decrece.
Vistas así las cosas, la renovación de los órganos de gobierno, no es la fiesta -no debería ser- que lo fue para una parte del priismo, los retos para quienes emerjan triunfadores de las elecciones son enormes.
Tendrán tiempo para demostrar que los pueden superar ¿Lo harán?

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

domingo, 27 de diciembre de 2015

Duarte, ganador absoluto

El Diario, 27 de diciembre de 2015
Luis Javier Valero Flores
La designación de Enrique Serrano como precandidato único a la gubernatura de Chihuahua por el PRI es un demoledor triunfo del Gobernador César Duarte en la lucha por el poder.
Representa, además, por el modo en que las distintas fuerzas internas del partido en el poder se repartieron las responsabilidades (y las posiciones políticas en caso de ganarlas) en la campaña electoral un enorme espaldarazo del gobierno de Peña Nieto a la administración de Duarte, al que le reconoció que su obra de gobierno le da grandes posibilidades de garantizar la continuidad del PRI en Chihuahua.
La forma en que realizaron la designación (que en términos reales son designaciones pues incluyeron las de las alcaldías de Juárez y Chihuahua, en un franco agravio al priismo de ambas ciudades) es una vívida representación del PRI de todas las épocas.
Las semanas previas, en las que la dirigencia real priista mantuvo a la clase política en extrema tensión y a las bases militantes a la expectativa, en la sumisa actitud en la que tradicionalmente asumen su participación en el PRI, arrojó como resultado un inescrupuloso reparto de posiciones (al que parecieran rechazar las senadoras Lilia Merodio y Graciela Ortiz, sobre todo ésta, cuando declaró que “soy senadora, he sido dirigente nacional y estatal del partido. Jamás he condicionado al partido. No pedí nada y vuelvo al Senado".) en el que finalmente obtiene los mejores dividendos el actual grupo gobernante, pues no solamente se queda con la candidatura al gobierno sino que, además, será suya la coordinación de la campaña, la candidatura a la alcaldía de Juárez (pues en la parte final del 2015 el ex alcalde  juarense, Héctor "Teto" Murguía, decidió subsumirse al grupo encabezado por el ballezano César Duarte) e intentaría quedarse con la coordinación del nuevo grupo de legisladores locales, de darse la posible postulación de Marcelo González Tachiquín y de obtener el triunfo en las urnas, o de la obtención de un lugar en las diputaciones plurinominales.
Además, saca de la escena política directa al aspirante que probablemente tuviera más simpatías, no sólo en el priismo, sino en el electorado en general, al ex alcalde capitalino, Marco Adán Quezada (cosa que fue refrendada en el mismísimo acto de registro de la precandidatura de Enrique Serrano, al recibir la más fuerte ovación, superior, incluso, que la recibida por el candidato) y le endilga la responsabilidad de ganar la alcaldía de Chihuahua en la persona de la esposa de éste, Lucía Chavira, con la idea de que pudiese captar las simpatías electorales de Quezada, en la que puede representar la más difícil de las contiendas electorales pues existe una percepción mayoritaria de que el panismo pudiese tener mayoría en las preferencias electorales en la capital chihuahuense, habida cuenta del rechazo de una parte importante de los chihuahuenses al gobierno de César Duarte.
Queda como antecedente -acerca de las decisiones políticas del gobernante- que en 2013, el Gobernador le proponía al grupo de Marco Quezada que fuera Lucy Chavira la candidata a la diputación local que por tradición el gobernante priista le concede a quien ocupa la alcaldía.
Ya entonces, previsores ambos, preveían que se iban a confrontar en la disputa por la candidatura al gobierno y entonces Chavira declinó, para no obstaculizar la posibilidad de su marido. Resolvieron que fuera el secretario del ayuntamiento, Eloy García Tarín.
Por supuesto que proponer a Chavira entonces, tenía la intención de evitar, como fue a lo largo de la gestión de Quezada, el crecimiento político de éste. El fatal accidente del Aeroshow le ofreció a Duarte una oportunidad de oro para concretar sus decisiones futuristas. Lo intentaría a lo largo de los más de los dos años transcurridos desde la tragedia.
Ahora concreta tal propósito, Lucy será la candidata y esperará que otros serán quienes tengan la oportunidad en 5 años, pero este grupo deberá ganar la capital para mantener vivas sus aspiraciones y empujar la candidatura del delfín preferido del Gobernador Duarte, Enrique Serrano. ¡Qué cosa tan cruel, hasta para la política!
Algo semejante realizaron en Juárez con la también adelantada designación de Teto Murguía por tercera ocasión, lo que abre la posibilidad, si ganara, de una cuarta, en virtud de que podría reelegirse.
Así, el "piso parejo" solicitado, sobre todo por Marco Adán Quezada (y en menor proporción por Lilia Merodio y Víctor Valencia) se convirtió en un encementado camino para Enrique Serrano, en sus aspiraciones de convertirse en el primer miembro del equipo del gobernador en funciones, que se convierte en candidato y luego, potencialmente, en gobernador.
De este modo, quienes se encuentran en los primeros lugares de las simpatías electorales (y sus equipos), en las ciudades que representan el 62% del padrón electoral, recibieron la responsabilidad de ganar la elección.
Valiente acuerdo, a Murguía y Quezada les dan la responsabilidad de ganar en Juárez y Chihuahua, enfrentar el rechazo de una parte importante del electorado a la actual administración estatal y arrostrar las críticas a los aspectos más controversiales de la obra de gobierno de César Duarte, el del monto y características de la deuda pública del gobierno estatal y la del municipio de Juárez, además de los señalamientos por la presunción de las corruptelas cometidas en la actual gestión estatal.
Y con el objetivo de impedir cualquier ánimo insubordinador de los aspirantes derrotados, la dirigencia nacional del PRI, al resolver las candidaturas a las alcaldías de Juárez y Chihuahua, le quitó al candidato Serrano y al Gobernador Duarte una de las canonjías que tradicionalmente se otorgaban mutuamente, candidato y gobernante saliente, -en una especie de pesos y contrapesos- el de designar al candidato de uno de los municipios.
Bueno, pues ahora ni uno ni otro y, Serrano, de triunfar en las elecciones, deberá enfrentar el hecho de que ninguno de los dos alcaldes (en caso de que ganaran Murguía y Chavira, además de González Tachiquín) de las dos principales urbes y el líder de los diputados priistas pertenecerían a su equipo de todas las confianzas y los tres buscarían la candidatura, dentro de cinco años, al gobierno estatal, con el agravante que el grupo de Quezada-Chavira podría contar con dos buenas opciones; ellos mismos.
Pero si por sus propias dinámicas al priismo le permite avizorar con optimismo las elecciones de junio próximo, la decisión de una parte del empresariado, el ligado al panismo (o por lo menos de una parte), de buscar diversas candidaturas candidaturas le abre la posibilidad cierta de ganar pues el voto que se disputan será el del blanquiazul.
Así, José Luis Barraza, ex director de AeroMéxico (hace algún tiempo dejó de serlo y nunca figuró como el principal accionista, hoy lo es el dueño de la poderosa empresa lechera, Lala, Eduardo Tricio, y el Presidente del Consejo de Administración es el ex director del Fobaproa, Javier Arrigunagua) se inscribió como aspirante a la candidatura independiente al gobierno del estado.
Sus filias y servicios son claramente al panismo que muy bien le retribuyó sus servicios en la campaña sucia contra Andrés Manuel López Obrador en las elecciones del 2006 al, primero, nombrarlo director general de Aeroméxico, luego privatizarla y enseguida quitarle a la empresa de su competencia en el mercado aéreo nacional, Mexicana de Aviación.
No es el único de ese ámbito empresarial que sueña con esa misma aspiración, Enrique Terrazas Seyfert, ex presidente de Coparmex Chihuahua, hijo de quien fuera uno de los dueños de Cementos de Chihuahua y poderoso e influyente panista local, ha declarado su intención de buscar la candidatura independiente a la alcaldía de Chihuahua, lo mismo que Javier Mesta, otro empresario capitalino.
Y está pendiente de resolver su candidatura el expanista José Antonio López, también en busca de la misma, aunque aún deberá resolver el modo de evitar uno de los principales candados de la ley que le impide acceder a tal figura, en virtud de no cumplir con el requisito de haber abandonado su militancia en el PAN, tres años antes de la elección.
De acceder a las candidaturas independientes y no llegar a acuerdo alguno con el PAN, se  convertirán en receptores de una porción del descontento popular, especialmente el del votante panista, el que podrá fragmentarse si se mantienen esas candidaturas, las del Frente impulsado por Gustavo Madero, Javier Corral, Jaime García Chávez y Víctor Quintana, las de Morena y la del PAN.
Frente a ellas, la del PRI podrá alzarse, fácilmente, con el triunfo.
A pesar de todo, Serrano no tendrá un camino fácil, arrostrará, por ejemplo, el desprestigio de llevar como aliado al PT, cuyo dirigente, Rubén Aguilar, le alzó el brazo a Serrano en el acto de registro y de ser señalado como la plena continuidad del gobierno de César Duarte, el que dijo cerrará su administración “a tambor batiente", además de dejar "una vara muy alta, difícil de saltar", tan alta que "deja el lugar para escribir una nueva historia de los chihuahuenses".
Y lanzó la primera de las pifias discursivas al afirmar que los priistas eran muchos y "machos también”. O sea ¿Cómo? ¿Fue una definición o sólo un lapsus discriminador? Otra fue cuando declaró, para desestimar las críticas al método usado por su partido para designarlo, que “No fue dedazo, éramos diez".
Finalmente, a pesar de las declaraciones de unidad a toda costa y de la aparición de los 9 aspirantes en el acto de registro, van a necesitar operar con eficiencia la cicatrización. Por supuesto que la necesitan, a pesar de los dichos de Serrano cuando afirmó, en el mismo discurso, que "no hay heridas”.
Pues esa es una de sus aspiraciones, sin duda, porque de las primeras declaraciones de Quezada se puede inferir que deberá trabajar en ese sentido pues el ex alcalde afirmó que sus simpatizantes lo fueron “a pesar de las amenazas y despidos”.
En el otro extremo de las posturas, Óscar Villalobos dijo sentirse "emocionado" con la candidatura de Serrano y anunció que se sumará al proyecto de éste.
Ese es el priismo de hoy en Chihuahua. Se apresta a continuar en el gobierno.

domingo, 20 de diciembre de 2015

A la espera del dedazo

El Diario, 20 de diciembre de 2015
Luis Javier Valero Flores
En tanto en el PRI la tensión crece minuto a minuto, en una recreación del viejo pasado, de cuando era el partido “casi único”, en el que no había posibilidad alguna que la oposición pudiera, siquiera, disputar los triunfos electorales, razón por la que las disputas reales por el poder eran al interior del PRI, de ahí la importancia del “tapado”, precisamente “destapado” por el “dedazo”, términos  acuñados por aquella realidad; en la oposición de izquierda y derecha se advirtieron algunos intentos de conformar un gran frente opositor, aparentemente tardíos.
En medio de una oleada incesante de rumores, de mensajes a través de la internet y sus numerosas aplicaciones -a lo que se sumó el desusado hecho de la aparición de la imagen, aparecida en la versión digital de El Diario de Chihuahua, al mediodía de ayer, del alcalde juarense con licencia, Enrique Serrano, con el título de “¿Será?”, sin más texto que aclarara tan desusada nota- la expectación crece al interior del priismo y abarca a una buena parte de los chihuahuenses más interesados en la cosa pública, pero que deja a los dirigentes, funcionarios públicos y militantes de este partido, otra vez, como súbditos frente a los “tlatoanis” asentados en la ciudad de México, que resolverán ante ellos y solo ante ellos quien defenderá los colores del PRI en la próxima contienda electoral.
Así, las especulaciones se convirtieron en el principal tema de esos chihuahuenses.
¿Quién será?
El escribiente se declara absolutamente incapaz de vaticinarlo, es imposible escudriñar el giro de los pensamientos del Presidente Peña Nieto, del Secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, y del presidente priista, Manlio Fabio Beltrones, de los numerosos intereses que deben cuidar, de los aspectos a privilegiar por cada uno de ellos, de las reacciones de los jefes de cada grupo a considerar, de los distintos escenarios generados a partir de la designación de uno, o del otro, o de aquella aspirante, menos en las actuales condiciones en las que la confrontación interna llegó a niveles de verdadero escándalo.
Desaparecido cualquier vestigio democrático al interior del priismo chihuahuense se encuentra en la peor de las situaciones, la de esperar lo que decidan “los jefes”, en una especie de “remake” de lo que sucedía en el país hace 30, 40 años, los tiempos del “tapado” y el “dedazo”.
Triunfalistas, los priistas sostienen que con cualquiera de los 10 aspirantes ganan la elección, como antes, de cuando las elecciones eran pura simulación.
Puede ser que sea así, pero nadie se los garantiza, y más si se toma en cuenta que no se encuentran con las mejores calificaciones sus gobernantes. Tanto Peña Nieto, como César Duarte, ofrecen una gran cantidad de flancos débiles que serán explotados por la oposición y que formarán parte central del discurso de los reales opositores en la contienda electoral
Más aún, crece la percepción de que el PAN tiene muy elevadas posibilidades de mantener las alcaldías de Cuauhtémoc y Delicias y de ganar la capital del estado. Además, se encuentra en buen momento como para intentar la recuperación de las presidencias municipales de Camargo, Jiménez y Parral, municipios que por largos períodos ha tenido en su poder.
De todas las ciudades mayores en el estado, sólo Juárez podría representarle un cierto respiro a los priistas y llevarlos a pensar que pueden mantener la alcaldía, pero tampoco pueden lanzar las campanas al vuelo. 
Y si la consideran el gran aportador de votos -por aquello de que cuenta con el 42% del padrón electoral del estado- para el priismo, faltan a la verdad pues en términos generales votan cantidades semejantes en Chihuahua y Juárez, a pesar de la disparidad en el número electores.
Tienen problemas, pues.
Enfrente, en la real oposición de izquierda y derecha, no las tienen todas consigo.
Las reivindicaciones de carácter político-democrático no pueden ir desligadas de las reivindicaciones de carácter económico. México ocupa uno de los primeros lugares en el desencanto popular o ciudadano acerca de la democracia electoral. El desarrollo democrático del país, o el arribo de la era de la plena competencia electoral, con elecciones creíbles, que trajo la posibilidad de que a través del voto llegara la alternancia electoral, no trajo consigo la mejoría de la mayoría de los mexicanos.
Votar perdió, rápidamente, ante los ojos de esa mayoría, la “magia” de que por ese medio se acabaran la mayoría de nuestros males. Paradójicamente, para muchos, estamos peor que antes, sólo que ahora con muchos partidos.
De ahí que no puede entenderse porqué una parte de la izquierda chihuahuense pueda aliarse, con demandas de carácter político-democrático con personajes como Gustavo Madero, uno de los forjadores y ejecutores del Pacto por México, que posibilitó la aprobación de las peores y más regresivas reformas de la historia nacional, entre ellas la energética, que traerá a nuestra entidad, de darse, uno de los peores desastres, de todo tipo, que hayan sufrido los chihuahuenses jamás, la posibilidad de la explotación del gas shale a través del fracking.
Ante el anuncio de la creación del Frente Político de la Unidad Democrática, con el objeto de impulsar un candidato a la gubernatura y un programa de gobierno contra la desigualdad social y la corrupción política, en el que participan, entre otros, Gustavo Madero, diputado federal del PAN y exlíder nacional de ese partido; el senador panista Javier Corral Jurado; Jaime García Chávez, exlíder del PRD; el exdirigente estatal de Morena, Víctor Quintana; así como los miembros de El Barzón, Alma Gómez y Gabino Gómez.
Mencionados todavía hasta hace muy poco como aspirantes del PAN a la candidatura al gobierno estatal, Madero y Corral, se pronunciaron en el sentido aquel cuando ya sólo restan 26 días para el cierre del registro de las convocatorias de los partidos a los procesos internos y de que su partido está inmerso en el difícil proceso de selección de su abanderado.
La sorpresa fue mayor al día siguiente, en un giro inesperado, el dirigente estatal del PAN, Mario Vázquez, respaldó la iniciativa del grupo plural y anunció la integración del blanquiazul, institucionalmente a dicha iniciativa: “Una alianza opositora sin el PAN, no se puede pensar, estamos dispuestos a estar presentes”.
Participante destacado del nuevo Frente, el ex dirigente estatal de Morena y principal animador en Chihuahua de esta agrupación, Víctor Quintana, fue descalificado por la dirigencia estatal del partido de Lopez Obrador, la que expresó que, de ninguna manera iremos a una alianza, ni con el PRI, ni con el PAN, deberá enfrentar duras críticas al interior de su partido pues recientemente fue designado Representante de la Soberanía Nacional, eufemismo usado en Morena para designar a quien ya nombraron, mediante un muy sui generis mecanismo, como el presunto candidato de Morena al Gobierno de Chihuahua.
Claramente desubicado acerca de las posibilidades reales, delimitadas por la regulación electoral local, Gustavo Madero expresó que las coaliciones electorales son veneno para los gobiernos autoritarios que tiene el país con el PRI, pero esa posibilidad ya no existe en Chihuahua, por lo menos en esta elección.
Sí, porque a nivel de coaliciones legales, el PAN no tiene con quién hacerlas. El PANAL de Chihuahua seguramente hará suyo al candidato priista, del mismo modo que el Verde Ecologista y el revivido Partido del Trabajo; a su vez, Movimiento Ciudadano promueve intensamente al ex dirigente estatal panista, Cruz Pérez Cuéllar, en el ánimo de restarle votos al PAN.
Sólo les quedaría el PRD, extraordinariamente disminuido pues Morena les arrebatará los votantes de izquierda, además de que las filias de la dirigencia estatal perredista son con el PRI y el Gobernador Duarte y, finalmente, la impedimenta de Morena a efectuar alianzas electorales.
No son halagüeñas las noticias para la conformación de tal frente, a menos que lograran encontrar la fórmula para desactivar el encontronazo a raíz de las distintas candidaturas.
¿Cómo podrían embonar concepciones tan distintas, en la conformación de un programa de gobierno, como las de Madero y las de Quintana? ¿Bastarán, para conformarlo, la coincidencia en la lucha contra la corrupción? ¿Cómo resolverían las indudables diferencias en el tratamiento a los conflictos laborales, hoy tan en la superficie, especialmente en Juárez? ¿O ante la explotación minera?  ¿Y cuándo llegaran los momentos de la definición sobre la explotación del gas shale?
De tal modo que no están fáciles las cosas para el panismo local, deberá sortear exitosamente la designación de su candidato, resolver adecuadamente su relación con el Frente Democrático y enfrentar la sangría, así sea menor, que le causarán los candidatos del Movimiento Ciudadano, casi todos ellos emergidos del PAN, encabezados por el ex dirigente estatal, Cruz Perez Cuéllar, probable candidato a gobernador del estado.

En todos esos frentes, la divisa es que se trata de agrupamientos que le disputarán al PAN los votos de los oposicionistas al actual gobierno estatal.

jueves, 17 de diciembre de 2015

Angustia agónica

El Diario, 17 de diciembre de 2015
Luis Javier Valero Flores
Nadie podría descartar que en el transcurso de hoy, de mañana, o de pasado mañana, el PRI dé a conocer el nombre de quien podrá inscribirse como candidato de “unidad”, culminando de esta forma uno de los procesos más tensos en la designación del candidato priista en la entidad.
El rasgo característico de éste es la incertidumbre, cruzado por la aguda confrontación de dos de los principales acuerpamientos a su interior, que refleja, sin duda, lo existente en la sociedad chihuahuense, en la que una parte, probablemente mayoritaria, califica mal la obra de gobierno de César Duarte, y la que lo considera un buen gobernante.
Es de tan hondo calado la disparidad de opiniones que llegó hasta al seno del Consejo Estatal del PRI, realizado el pasado fin de semana, en el que, ante el reconocimiento realizado por Doroteo  Zapata, sempiterno líder de la CTM en la entidad (más de 32 años), a la obra de gobierno de César Duarte, toda la concurrencia le aplaudió.
Sin dejar de aplaudir, pero sin levantarse de su asiento, alrededor del 40% de los asistentes no le concedieron al mandatario su pleno reconocimiento.
Imposible saber si esos asistentes forman parte de los simpatizantes del Grupo Delicias (liderado, de facto, por los ex gobernadores Fernando y Reyes Baeza), o fueran simpatizantes de alguno de los aspirantes que no forman parte del equipo de Duarte, pero lo que sí comentan una buena parte de los priistas es que la confrontación llegó hasta al Comité Nacional, razón por la que los comentarios acerca de quién será el candidato tienen como eje si será alguien de “los del gobernador” o si será del “otro equipo”.
La coincidencia de los comentarios es que el gobernador cuenta con 3 aspirantes -Enrique Serrano, Javier Garfio y Héctor Murguía-; y que, a su vez, el otro equipo está conformado por los aspirantes Marco Adán Quezada, Oscar Villalobos, Jorge Esteban Sandoval y Víctor Valencia.
Extrañamente, a Marcelo González Tachiquín no se le ubica como una de las cartas de Duarte y que se le concede la razón cuando aquel afirma que con todos los aspirantes ha colaborado en algún momento.
En ese pasado se anota el que fue secretario particular de Mario Tarango (reconocido integrante del grupo deliciense), cuando éste fue el coordinador de los diputados locales -2004 al 2007- y uno de esos legisladores era César Duarte.
Incluida la mencionada confrontación -o quizá como uno de los principales factores a tomar en cuenta por los grandes electores- su dilema es si le dan continuidad al grupo del gobernador Duarte o, si por el contrario, lo interrumpen con alguno de los baecistas y en el extremo, con alguna de las senadoras, Graciela Ortiz o Lilia Merodio o González Tachiquín.
Con cualquiera ganamos dicen los priistas, debido a la “debilidad”, sostienen, de los candidatos del PAN.
Esa certidumbre deriva de la reunión de los aspirantes, con el presidente nacional, Manlio Fabio Beltrones, de la semana anterior en la que, dicen, se firmó el pacto de unidad, cuyo texto es absolutamente desconocido.
¿Qué firmaron, si es que lo hicieron? ¿De veras es relevante la firma de ese supuesto pacto, o sólo fue la expresión, de todos, de respetar la decisión del presidente Peña, cualesquiera que fuera?
Es probable que así haya sido y que lo hayan ratificado, todos, incluidos Víctor Valencia y Marco Adán Quezada, los más críticos a los actos del gobernador Duarte en los últimos meses, especialmente el último, tanto, que hasta se llegó a pensar que al ballezano le había brotado finalmente el crítico más importante, con mayor presencia popular que cualquiera de sus detractores o de sus opositores, lo que se constituyó, al final, en uno de los elementos a tomar en cuenta, si es que deciden por la opción de la no continuidad del duartismo.
Estamos a unas horas de que lo resuelvan.
Enfrente, los esperan, con una encuesta para definir el abanderado, los aspirantes del PAN. Parece llevar ventaja Juan Blanco.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Sin división de poderes

El Diario, 13 de diciembre de 2015
Luis Javier Valero Flores
En medio de la parte más álgida de la definición priista al Gobierno de Chihuahua, acrecentada por la ausencia de Marco Adán Quezada y Víctor Valencia a la reunión del Consejo Estatal del PRI del día de ayer, algo a lo que Quezada no le concedió mayor importancia, el gobernador César Duarte efectuó uno de los cambios en su gabinete más polémicos.
Le pidió al hasta entonces Presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), José Miguel Salcido, se integrara a su equipo como Secretario de Educación.
No hay parangón reciente.
Pongámoslo como un hipotético caso, en el del súmmum del poder político realmente existente en la actualidad. Imaginemos, por un momento, que el Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de Estados Unidos pida licencia para separarse de su cargo durante medio año a fin de aceptar el cargo de secretario del gabinete del presidente Barack Obama, titular del Ejecutivo.
Inimaginable. 
Y menos aún que el ministro anuncie que al terminar ese encargo, de subordinado del titular del Poder Ejecutivo, va a regresar al Poder Judicial, que está obligado a mantenerle alejado de cualquier duda de subordinación a los otros poderes. 
Más allá, incluso, del resultado de la denuncia presentada por el juez de Garantías, Guillermo Gómez Cortez, en contra de Salcido, a quien acusa de haber puesto en riesgo la independencia y autonomía del Poder judicial, lo cierto es que al aceptar la invitación del mandatario, puso en entredicho la formal separación de poderes en Chihuahua.
Días atrás Duarte sostuvo que ante el alud de licencias y renuncias de aspirantes a la gubernatura no se alteraba la marcha del gobierno. 
Han puesto en grave entredicho la aplicación de justicia en Chihuahua. ¿Cómo pueden esperar la correcta impartición de justicia, por ejemplo, los ciudadanos que han acusado a policías ministeriales de la comisión de delitos, si éstos tienen como superior máximo al gobernador, el mismo que ahora tiene como subordinado (dicho sin ánimo peyorativo, sino descriptivo, de acuerdo con lo que dicen las leyes) a quien era el máximo representante del Poder Judicial?
No terminan ahí las razones para la crítica .
Para sustituir a Salcido, el Pleno del Tribunal Superior de Justicia, por unanimidad, eligió al magistrado Gabriel Sepúlveda Reyes como nuevo Presidente, quien a su vez había sido impugnado porque, antes de haber transcurrido un año del término de su gestión como diputado local en 2013, fue designado Secretario del entonces Supremo Tribunal de Justicia, cargo que requería los mismos requisitos que para ser magistrado, entre ellos, precisamente, el de no haber sido secretario o diputado con ese tiempo de antelación.
Y de que hay una plena sumisión ante las directrices del Gobernador Duarte ahí están las votaciones en el Congreso del Estado y el Tribunal Superior de Justicia, salvo los 4 votos (y sólo 4) de diputados panistas, nadie, del partido gubernamental y sus aliados, o de los magistrados, fue capaz de levantar la voz y llamar la atención sobre el grave riesgo en que se ponían las instituciones en Chihuahua.
De ahí que se deplore aún más la decisión de Salcido. Amigos de toda la vida, con una trayectoria finalmente propia, el ahora nuevo Secretario de Educación era de los pocos, en el grupo gobernante, que podía decirle que no al Gobernador Duarte; tiene la confianza, el reconocimiento y el afecto de éste para hacerlo, sorprende que no le hubiese hecho ver el enorme daño que le causaría al Gobierno de Chihuahua esta decisión, porque con ello se afecta, más allá del rumbo que tienen y de las metas que alcancen, el Poder Judicial y la Secretaría de Educación.
¿A poco no hay, en la última, un grupo de funcionarios del cual podía emerger quien se hiciera cargo del tramo de 10 meses restantes a la administración y preservar la continuidad en el Poder Judicial en momentos en que, no solamente por las nuevas instalaciones, sino fundamentalmente por la reciente integración, severamente cuestionada por la inclusión de varios ahora magistrados que, en opinión de muchos y del escribiente, no cumplían con los necesarios requisitos profesionales para llegar a esa posición, además de la puesta en vigor de las recientes reformas? 
Además, está el supuesto regreso de Salcido al TSJ. 
La licencia es por 6 meses, es decir, deberá regresar a principios de junio de 2016, pero se encontrará con un problema:
La denuncia del Juez Gómez pudiera no ser exitosa en la parte referente a la petición de licencia (aunque es altamente cuestionable), pero en la del regreso sí que pudiera concitar uno de los litigios más ilustrativos acerca de las medidas que se deben asumir para preservar la independencia del Poder Judicial, pues no contará con el año de separación del cargo de secretario del gabinete para asumir la magistratura en el TSJ.
Es decir, la futura carrera judicial de Salcido habrá, en los hechos, terminado con las decisiones que tomaron él y Duarte en el pasado fin de semana.
Así, el Poder Judicial terminará en el sexenio actual, al igual que el Poder Legislativo, prácticamente desaparecido como uno de los contrapesos legales, institucionales,  con los que debiera contar el Poder Ejecutivo, en lo que es una de las peores crisis institucionales por las que haya transcurrido la vida del Chihuahua contemporáneo.
No todo es miel con hojuelas, a la ceremonia de toma de posesión no acudió, como ha sucedido invariablemente a lo largo de la actual administración en cada relevo, el secretario saliente, Marcelo González Tachiquín, a lo que deberemos agregar la denuncia del Juez de Garantías de Guadalupe y Calvo, Guillermo Gómez Cortez quien acusó a Salcido  “por haber incurrido en faltas administrativas graves que a mi criterio ponen en grave serio riesgo la independencia y autonomía del Poder Judicial del Estado de Chihuahua, pues el mismo ha mostrado una total sumisión al Titular del Poder Ejecutivo del Estado, licenciado César Duarte Jáquez..."
El juez Gómez nombró como su representante al controversial abogado, Maclovio Murillo, quien ha sido el litigante que más procesos ha presentado y ganado en contra de diversas acciones del actual grupo gobernante.
Toda una bomba.
UNIDAD.- En tanto, en el PRI, todo es unidad, luego de la reunión a la que acudieron la totalidad de los aspirantes a la candidatura de este partido al gobierno local. Tal eufemismo significa que no habrá ningún proceso electivo.
Emitida la convocatoria, es probable que el PRI anuncie a su candidato "de unidad" entre martes y miércoles.
PUENTES.- El Secretario de Hacienda, Jaime Herrera, habló al escribiente para refutar la información ofrecida en la columna publicada el jueves anterior (“Nueva deuda, ahora fronteriza”) y expresarle que “no era cierta la información publicada" y que nos enviaría la que sí era precisa, en ella se ratifica la parte estructural del Fideicomiso, se precisa que son dos los representantes del gobierno municipal y dos de la sociedad civil juarense
Estos son parte de los textos enviados:
En cuanto al financiamiento, presentado por el escribiente como deuda, esto sostiene el Secretario de Hacienda:
"En lo que respecta a la solicitud de recursos al H. Congreso del Estado por $2,000 millones de pesos, cabe aclarar que es un esquema para traer a valor presente, ingresos futuros, sin embargo, como en el caso de las carreteras, existirán remanentes derivado del incremento en los cruces fronterizos, por lo que estos recursos de igual manera servirán para mejorar la infraestructura del Municipio de Juárez". 
Ustedes juzguen.
Con esta información, simplemente se refuerza mi opinión.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Nueva deuda, ahora fronteriza

El Diario, 10 de diciembre de 2015
Luis Javier Valero Flores
Durante décadas, los juarenses solicitaron en todos los tonos (hasta el extremo de un alcalde, Francisco Villarreal, en huelga de hambre) por hacer que los recursos ingresados a través del peaje en los puentes fronterizos fueran patrimonio de los habitantes de la frontera.
Se sabía que no eran pocos, al contrario, por las cuentas presentadas, ascendieron a alrededor de 250 millones de pesos el año anterior, lo que hace prever que no sólo se mantendrán, sino que aumentarán en el curso de los años, merced al crecimiento poblacional y económico.
Pues bien, el Gobernador César Duarte obtuvo del Presidente Peña Nieto que, ¡Por fin! le fueran entregados a Chihuahua, pero no a Juárez.
El fideicomiso creado para administrar esos recursos será controlado por el Gobierno del Estado, gracias a la composición de su órgano de gobierno, de tal manera que los recursos serán canalizados a donde decida, en la práctica, la administración estatal, los que, incluso cuando ésta y la municipal sean de la misma extracción partidista, no dejará de haber diferendos, ahora imaginémonos cuando procedan de partidos políticos distintos.
Bueno, pues esa es una discusión, más polémico resulta si, apenas aprobada por el gobierno federal la cesión de los derechos, el gobierno de Duarte ya obtuvo del Congreso del Estado (cuya mayoría, solícita, lo aprobó de inmediato) autorización para tramitar un préstamo de hasta 2 mil millones de pesos, que servirán para pagar el adeudo de uno de los puentes, por alrededor de 250 millones de pesos y el resto será destinado a “obras de infraestructura”, así dicho, de manera tan genérica, por medio de bonos que se pondrán a la venta en el mercado de valores, del mismo modo que los del fideicomiso carretero, y que terminarán de pagarse en su totalidad en 30 años, es decir, en el ¡2046!
¡Bonito negocio, el gobierno actual obtiene recursos para efectuar obra o “completar” su presupuesto anual, el último, a cambio de negarle el acceso a esos recursos a 10 administraciones municipales, sin que se sepa, bien a bien, cuáles serán las obras a construir, de las que la administración municipal sólo será testigo!
¿De qué sirve reiniciar el debate acerca de si es deuda o no este nuevo financiamiento?
Los hechos son más que contundentes: El Estado de Chihuahua recibió la concesión de los puentes, lo que implicaría un ingreso anual extra por más de 250 millones de pesos -¡Poco menos del 10% del presupuesto anual del municipio de Juárez!-, pero se negoció un financiamiento por 2 mil mdp y durante 30 años no se podrá acceder a ese ingreso anual y solamente a los excedentes de esos ingresos ¿Es deuda? ¿O no es deuda sólo porque no se afectan las participaciones federales?
La respuesta es más que obvia.
La discusión es de fondo. ¿Debe un gobierno adquirir un endeudamiento de tales dimensiones, de pago a tan largo plazo, cuando sólo le restan 10 meses? ¿Empieza a repetirse el esquema de otras entidades, como el de Colima quien, a sólo unas semanas del término de la gestión, solicitó un nuevo crédito por más de mil 500 mdp, lo que elevó la deuda en un 35-40%?
La respuesta no puede ser, no puede aceptarse, que, frente al monto total del presupuesto del gobierno de Chihuahua, cantidades como las aquí mencionadas no son importantes. 
No, no pueden ser significativas -aunque sea discutible- para las finanzas estatales, pero para el ayuntamiento serían, ciertamente, muy importantes.
¿Cómo puede ser negocio recibir 2 mil mdp, a cambio de dejar de recibir alrededor de 7 mil 500 mdp?

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

domingo, 6 de diciembre de 2015

Se les complicó el “dedazo”

El Diario, 6 de diciembre de 2015
Luis Javier Valero Flores
Al Gobernador César Duarte se le estropeó lo más preciado de la obra (por supuesto, en términos partidistas) de un gobernante, la sucesión.
La avalancha de licencias solicitadas, para los funcionarios de elección popular, y de renuncias para los funcionarios designados, además de inédito (por el número) evidencia la seria situación por la que atraviesa el priismo local.
El hecho de que el priismo chihuahuense cuente con 10 aspirantes, sólo puede tener una lectura: Su incapacidad para construir 2 o 3 precandidatos suficientemente fuertes como para que los militantes, o los dirigentes reales de este partido, pudieran optar para designar a su candidato (en adelante, el escribiente se atendrá a la ortodoxia en el lenguaje, ese término se usará para designar indistintamente a los aspirantes hombres y mujeres).
Más allá de las obvias buenas o malas relaciones políticas existentes entre todos los aspirantes, se advierten claramente dos grupos entre ellos, y dos, las senadoras, a las que no se les podría encuadrar en alguno de esos acuerpamientos, o que, incluso, a la senadora Graciela Ortiz pudiera ubicársele en las cercanías del también senador Patricio Martínez, quien encabezara, a su vez, un serio distanciamiento con el ex gobernador Fernando Baeza. 
Así, los dos grupos representan a quienes han protagonizado un álgido enfrentamiento a lo largo del sexenio. Por una parte, el de los “delfines” de César Duarte y, por otra, los del ex gobernador José Reyes Baeza.
En el primer grupo se ubican los alcaldes con licencia Javier Garfio y Enrique Serrano y al ex secretario de Educación, Marcelo González Tachiquín. Además, muy recientemente, el ex alcalde juarense Héctor Murguía decidió jugársela con el gobernador Duarte. Se convirtió en el mejor de sus panegiristas.
Enfrente, el ex alcalde Marco Adán Quezada; el ex diputado federal y local, Víctor Valencia, el ex dirigente estatal, Oscar Villalobos y el ex delegado del Issste, Jorge Esteban Sandoval, a quien, por otra parte, no se le ubicaría tan estrechamente en ese grupo como a los otros tres.
A su vez, la senadora Lilia Merodio, si bien sus orígenes, en los primeros niveles de la política local, se encuentran al lado de Murguía, no tiene, aparentemente, un grupo local con la presencia política como la descrita para sus contrincantes.
Y esos son los vínculos locales más aparentes, encontrar la madeja de las relaciones que cada uno de ellos (o sus grupos) tiene en el ámbito nacional, es más complicado.
Los Baeza tienen una relación con el grupo Atlacomulco de atrás, lo que les ha servido para las posiciones que detentan, la dirección del Issste y la embajada en Costa Rica, en lo que ha influido también, seguramente, la relación de Reyes Baeza con el Secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong.
A su vez, al calor de la Conago, Duarte ha construido su propia relación con los gobernadores y, de la mano con el senador Emilio Gamboa Patrón, coordinador de los senadores priistas, han constituido uno de los grupos políticos nacionales más importantes al interior del PRI.
Por otra parte, a la senadora Ortiz se le acredita una muy estrecha relación con el presidente Peña Nieto, en virtud de haber sido la Secretaria de Elecciones del Comité Nacional en 2012.
En tanto, la senadora Merodio es cercana al líder de la federación burócratas federales, también senador del PRI, Joel Ayala Almeida.
Durante los meses y años previos el mandatario estatal paseó por todo el estado (literalmente) a quienes, desde su óptica y preferencias, integraban el grupo del que debería emerger el candidato del PRI.
Lo hizo como si viviéramos en un gobierno federal panista. Pretendió convencer a Peña Nieto que podía conducir el proceso y hasta designar al candidato.
Así, los alcaldes de Juárez y Chihuahua, Enrique Serrano y Javier Garfio, respectivamente, presidieron cuanto acto público era encabezado por el gobernador Duarte, independientemente del lugar en el que se celebrara, o del rubro que fuera, lo mismo en Juárez, que en Chihuahua, en Parral o en la sierra.
A tan selecto grupo, el Gobernador Duarte sumó al ex alcalde juarense, Héctor Murguía, después de nombrarlo Coordinador de Políticas Públicas, puesto que creara el ex gobernador Reyes Baeza para designar al profesor Mario Tarango.
Ratificado por el Gobernador Duarte, Tarango desempeñó ese cargo con muy  bajo perfil. No ocurrió así con Murguía, éste le imprimió una exhibición mediática y un protagonismo desusados a grado tal que, en virtud de las secuelas del accidente que sufriera el gobernador Duarte, éste lo designó como su representante en el II Informe de Enrique Serrano. Se robó las cámaras y puso en entredicho la especie de que el actual alcalde juarense fuera el favorito de Duarte.
Luego, para ponerlo a salvo de las restricciones legales, lo designó representante del gobierno de Chihuahua en la Conferencia Nacional del Gobernadores (Conago).
A pesar de las preferencias del mandatario, éste aceptó la existencia real, políticamente hablando, de las senadoras Graciela Ortiz y Lilia Merodio como serias aspirantes a la candidatura, al incluirlas en el grupo que reuniera en la Casa de Gobierno, con la complacencia del entonces delegado del Comité Nacional del PRI, Julián Luzanilla.
Todo lo intentó el grupo gobernante, el mandatario ballezano por delante, para evitar a como diera lugar la posibilidad de que Marco Quezada pudiera considerarse en los círculos dirigentes del PRI como un aspirante formal.
Los vencieron los tiempos, la fuerza del grupo Delicias y las ilegalidades con las que pretendieron cortar la carrera política del cuauhtemense. Todo cambió a la llegada de Manlio Fabio Beltrones a la dirigencia nacional priista. 
Pocas dudas puede haber acerca del mecanismo que utilizará este partido para designar a su candidato. 
Será el de siempre, el que más confianza le otorga a sus militantes cuando han tenido la Presidencia de la República. A quien la ocupe le otorgan poderes casi divinos. 
Peña Nieto ejercerá, como ya lo ha hecho en el vecino Durango, a cabalidad la facultad extraestatutaria que los priistas le otorgan a su presidente: El “dedazo”.
Más aún, de ser cierta la información dada a conocer por Murguía, -se rompió el pacto, habíamos acordado no pedir licencias sino hasta la emisión de la convocatoria- le imprime más agravios al proceso, porque ¿Cómo podían dejar de pedir licencia, en virtud de la norma constitucional, para quienes es más que evidente, y más dudosa -concediendo que hubiese algunos resquicios legales que les permitiesen a los alcaldes no solicitar licencia- para otros, pero que evidentemente los que aspiraran deberían separarse de sus cargos?
¿O quiere decir que al Teto Murguía le dijeron que era el único que sería apartado de un cargo “con atribuciones de mando”, para ser ungido como candidato? Porque, de ser cierta esta especie, entonces Garfio y Serrano estarían descartados, desde la óptica y preferencias de César Duarte y éste se habría decantado por el juarense.
¿Resiste el análisis tal especulación? No, lo ocurrido en Durango abona a la idea que lo harán con la mejor de las ortodoxas del PRI. En cuanto el Comité Nacional emita la convocatoria para elegir a su candidato, a los pocos momentos,  el órgano dirigente informará que fulano o fulana ha recibido el “beneplácito” de los sectores y las estructuras del PRI para ser el abanderado en las próximas elecciones.
Eso hicieron en Durango y ahora el PRI goza de una “estrechísima” unidad, luego de que el ex gobernador Ismael Hernández Deras y el actual, Jorge Herrera Caldera, protagonizaran un enfrentamiento semejante al de sus compañeros de Chihuahua.
¿Quién será el candidato que le opondrán a sus adversarios? Seguramente el que cuente con dos características muy por encima de sus compañeros: Quien tenga las mejores relaciones con el Presidente Peña Nieto y, además, supere claramente a los demás en las encuestas realizadas por la presidencia de la república que, por supuesto, no son las efectuadas al gusto de los aspirantes, tal y como hemos sido abrumados en las últimas semanas.
En eso no se equivocan los dirigentes del priismo, para designar a sus candidatos lo hacen con base en encuestas realizadas que retratan fielmente las preferencias de los votantes.
De este modo, los “chapulinazos” se impusieron en los dos partidos que disputarán la gubernatura; nos llaman a votar y a los pocos meses, tal como lo han hecho, también, Juan Blanco y Jaime Beltrán del Río (alcalde de Delicias), abandonan el cargo para ir por el otro.
¿Se imaginan qué ocurrirá en 2017, cuando haya alcaldes de dos años que buscarán convertirse en diputados locales en 2018, luego de sólo un año de gestión?

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

jueves, 3 de diciembre de 2015

Licencias para chapulines

El Diario, 3 de diciembre de 2015
Luis Javier Valero Flores
Desatada la discusión pública acerca de la designación del candidato del PRI al gobierno estatal, en la que aparecen varios funcionarios públicos, entre ellos dos alcaldes, dos senadoras y un funcionario federal, la polémica se ha centrado en quienes y cuándo deban pedir licencia a sus cargos a fin de cumplir con los requerimientos legales de las candidaturas.
Ocupada la atención en ello, se ha dejado de lado uno de los aspectos que más se les ha criticado a los integrantes de la clase política, la de que no bien terminan un cargo y ya están buscando el otro.
Ahora están enfrascados, los aspirantes priistas en las licencias de los aspirantes alcaldes, porque las senadoras Graciela Ortiz y Lilia Merodio han anunciado que pedirán las licencias respectivas
¿Por qué discuten tanto tal asunto?
Porque no habrá elección interna; todos están esperando la señal para no equivocarse; de lo contrario, si existieran los mínimos márgenes de democracia interna, en virtud de sus aspiraciones, a pesar del “chapulinazo”, y de sus proyectos, pedirían las licencias y esperarían los términos de la convocatoria, sabedores de que habría una elección interna.
Y luego, como confirmación de que nos encontramos en plena regresión democrática, el mensaje que el dirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, les lanzó a los priistas chihuahuenses, nos regresó a varias décadas atrás, a los tiempos del eterno dirigente de la CTM, el aún presente entre nosotros, Fidel Velázquez. Beltrones la repitió: El que se mueve, se sale de la foto.
Y vino a decírselo a un partido en el cual los dos principales grupos políticos existentes en la entidad, -el gubernamental y el Delicias- están profundamente enemistados ¡Imagínense, al punto de querer meter a la cárcel a uno de ellos!
¡Coman, cenen y desayunen unidad, fueron los elevadísimos conceptos filosóficos de Beltrones!
Y lo logró. Ahí están las fotos en las que, a pesar de todo, los ex gobernadores Patricio Martínez y Reyes Baeza posan junto al gobernador César Duarte, en la inauguración del nuevo local del PRI, luego de meses y meses de no tan soterrados enfrentamientos entre los dos segundos y sus equipos.
Ciertamente, la legislación local es extremadamente confusa acerca de los alcaldes, pero el espíritu de la norma es que los servidores públicos, “con funciones de dirección y atribuciones de mando”, deban separarse de sus cargos.
En ese supuesto se encuentran los alcaldes, son los jefes de la policía municipal, más mando que ese no podría haber.
Seis años atrás, ante la posibilidad de que el entonces alcalde de la capital, el panista Carlos Borruel, participara como candidato al Gobierno del Estado, “el Instituto Estatal Electoral (IEE) informó que este precepto (la obligación de presentar licencia) se aplica también para los diputados, senadores o alcaldes que se encuentren en funciones y aspiren a ser gobernador. El órgano electoral indicó que aunque la Ley Electoral del Estado no lo precisa de esta manera, se aplica jurisprudencia de la Sala Superior del Tribunal del Poder Judicial de la Federación”. (Nota de Gabriela Minjáres, El Diario, 1/I/10).
Además, estableció que “con el hecho de que presenten la licencia o la renuncia en el tiempo establecido, independientemente de que sólo sea recibida o aprobada, pero siempre y cuando no cobren ninguna quincena subsecuente, se considera el retiro del cargo en tiempo y forma”. (Idem).
Por todo lo anterior, mañana viernes, a la media noche, quienes suspiren y tengan mando en el servicio público, deberán pedir licencia.
La novedad podría ser que los “mandos superiores” les indicaran a todos los involucrados que se separan de sus cargos, para así dejar en plena libertad al “voto secreto” priista, de designar al abanderado al Gobierno de Chihuahua.
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