lunes, 24 de diciembre de 2012

Final ominoso

Aserto, 15 de junio de 2012 LUIS JAVIER VALERO FLORES Conforme fueron apareciendo las evidencias de que la competencia presidencial se apretaba fueron apareciendo con mayor insistencia los hechos en los que la violencia era el signo característico. Ojalá no sea así y el día de los comicios podamos anochecernos con las noticias, independientemente de los resultados, de que la jornada transcurrió tranquilamente. El asesinato de dos personas, en hechos por separado, una en Chiapas y la otra en Guerrero y los varios incidentes en que fueron golpeados opositores al candidato priísta, Enrique Peña Nieto, o en los que algunos manifestantes -de características no precisadas- han agredido el vehículo del priísta, así como el incidente en que una persona armada estuvo junto a López Obrador, y las varias ocasiones en que se han presentado manifestantes en contra de la candidatura del mexiquense, son apenas muestras de lo riesgoso que puede convertirse la parte final de la contienda electoral. De ahí que los primeros en llamar a la mesura, y comportarse dentro de los parámetros de la civilidad política son los protagonistas políticos, especialmente candidatos y dirigentes partidarios. La agresión a la camioneta del candidato priísta en Tepeaca, Puebla, es un muy peligroso incidente, que puede convertirse en uno de los principales antecedentes de lo sostenido líneas arriba. Llama la atención la desprotección del candidato, precisamente porque venía de sufrir un incidente derivado del exceso de protección ofrecida en un acto previo al de la agresión. En tanto que los encargados de la seguridad del candidato en el mitin de la ciudad de Puebla, agredieron a simpatizantes de Peña Nieto porque rebasaron las vallas de una de las zonas reservadas para invitados especiales, en el lugar de la agresión sorprende la falta del operativo desplegado para protegerlo. Debemos decirlo claramente, las condiciones de violencia a que ha estado sometida la sociedad mexicana no pueden desestimarse a la ligera, seguramente que han incidido en el ánimo de muchas personas y la contienda electoral puede desatar muchas pasiones y hacer que puedan presentarse algunos hechos violentos. De ahí que quienes tienen mando sobre los órganos de seguridad del Estado son los que están más obligados a conservar la calma y no incurrir en excesos en las múltiples movilizaciones realizadas a lo largo y ancho del país por simpatizantes de todos los candidatos. Y dentro de tales recomendaciones se incluye, para la clase política, también, el evitar recurrir al linchamiento verbal y al uso de frases incendiarias. El exceso verbal del dirigente estatal del PRI en Chihuahua, Leonel de la Rosa, es el más claro ejemplo de lo que no debe hacerse. Sin más elementos que las simples notas informativas, de la Rosa afirmó que el PRD era el responsable de la agresión sufrida por Peña Nieto en Tepeaca, cuando ni siquiera la dirigencia nacional, o el candidato, hubieren expresado señalamientos semejantes. ¿Que estamos muy lejos del lugar de la agresión? No tiene importancia, dadas las condiciones de las comunicaciones hoy en día, lo importante es que tales conductas pueden convertirse en una especie de llamado a enfrentar con el uso de la violencia verbal, que puede derivar en la física, a los adversarios, habida cuenta que están por venir al estado los candidatos del PRI y de la izquierda y preparar un ambiente distensivo es primordial para evitar que se presenten hechos de tal naturaleza. Preservar el clima de tolerancia y respeto es primordial en las actuales condiciones, intentar prender el ánimo violento es lo que menos necesitamos, los más de 65 mil ejecutados a lo largo de los últimos cinco años es el mejor ejemplo de que la chispa puede encenderse fácilmente. Ojalá no.

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