domingo, 30 de abril de 2023

Gobernantes inmortales



El Diario, 30 de abril de 2023

Luis Javier Valero Flores 

Además de todas las lecturas políticas originadas por el brevísimo episodio de COVID 19 del presidente, -apenas de 6 días, insólito por ello mismo- lo ocurrido en el entorno de Andrés Manuel López Obrador en las inmediatas y seguramente angustiantes horas para su equipo más cercano, han dejado atisbar un más que preocupante vacío legal en el caso de que el ocupante de la silla presidencial se vea impedido de ejercer sus funciones, caso contrario a lo que dice la Constitución cuando falte absolutamente.

Esta contempla, así sea de manera muy general, el mecanismo a seguir en caso de una falta temporal del presidente, que se transforme en absoluta.

Sin embargo, el colapso sufrido por el presidente el fin de semana anterior, mostró la ausencia de los necesarios protocolos de la conducta a seguir en caso como el ahora abordado.

Más aún, evidenció la falta de la obligada cadena de mando en los momentos de riesgo mayor para el presidente y, todavía peor, que incluso en esos momentos no hubo alguien cercano a López Obrador con la suficiente autoridad, no sólo jerárquica, sino médica, que tomara las decisiones que se deben adoptar.

Lo mismo ocurre en el ámbito estatal.

Dejemos de lado el inaudito marco de mentiras tejidas por el equipo presidencial acerca de su salud, precisamente alrededor del presidente que probablemente más simpatías y seguidores ha tenido en la época moderna del país y, sobre todo, el que con toda seguridad ha concentrado más poder en sus manos, sin tener, por lo menos a la vista, ni equipo, ni asesor que atempere el ánimo presidencial, o que lo contradiga y aún así permanezca en las cercanías presidenciales y con el poder otorgado por el tabasqueño a sus colaboradores.

En el episodio que comentamos hoy se presentaron por lo menos tres momentos en los que la falta de un jefe del equipo médico presidencial pudo haber desencadenado crisis mayores a la que sufrió el tabasqueño.

El primero cuando sufrió el colapso; el segundo, al momento de determinar si podía -y debía- salir caminando y, el tercero, decidir si lo conveniente era que viajara en esos momentos a la CdMx, o esperar hasta que se estabilizara.

Para cualquiera con un conocimiento estándar de la salud del presidente, siempre será necesario contar con la posibilidad de que, con el ritmo de las actividades presidenciales y el grado de estrés acompañante, que tendrá un mayor número de probabilidades de presentar una crisis hipertensiva y que ésta pueda ocasionar un accidente cerebro-vascular (ACV), los comúnmente conocidos como embolias.

De ahí que las especulaciones desatadas con motivo de ese episodio y ante la falta de información confiable le dieran suficiente sustento a los rumores del infarto al miocardio y/o una embolia.

Luego sería el presidente, en el video que difundió, quien mostró claramente, además de las mentiras, las deficiencias del equipo que lo rodea, en materia del cuidado de su salud.

Al aceptar que sufrió un desmayo (“pero sin perder el conocimiento”) -¿O sea, cómo, un desmayo en el que permanece consciente?- que respaldó las primeras informaciones del reportero de El Diario de Yucatán, quien reportó que se desmayó, aunque no descartaba un “posible infarto”, el cual no podía confirmarlo.

Eso solo lo podía diagnosticar un médico capaz de hacerlo pues lo mismo podría haber sido una crisis hipertensiva, una arritmia cardíaca, un infarto o, como dijo el presidente, un desvanecimiento provocado por el supuesto COVID.

Luego ¿Quién determinó que podía salir caminando del restaurante, luego del desmayo? Sí, el presidente, incluso pasando por encima de las órdenes del Gral. Secretario Cresencio Sandoval.

De ninguna manera; ni el presidente, ni el jefe militar, debían determinarlo, eso sólo lo debería decidir el jefe del equipo médico presidencial, que debe instituirse en las regulaciones jurídicas, tanto en su integración, las cadenas de mando y la supervisión de un grupo, de preferencia con origen en el Poder Legislativo y/o Judicial, que deberían tomar las decisiones que, por la condición de su salud, el presidente no estuviera en condiciones de tomarlas.

Pero tal episodio ya pasó. ¿Y si se presentara en el futuro, y no solo con el actual presidente? 

¿Quién, por ejemplo, podría determinar la incapacidad temporal y parcial del presidente para mantenerse en el cargo a consecuencia, por ejemplo, de una embolia?

¿Quién podría decirle al país que su presidente no está en condiciones, temporales, de ejercer su cargo, y determinarlo en una situación lo más ajena a las peripecias de la disputa por el poder?

No se desea que Andrés Manuel cayera en el siguiente supuesto, pero la probabilidad existe, la de que pudiera sufrir un ACV y éste generara una pérdida parcial de la consciencia, o presentara un cuadro de confusión mental.

Sólo para ejemplificar:

En noviembre del 2021, la vicepresidenta norteamericana, Kamala Harris, asumió la presidencia de EU durante 1 hora 25 minutos mientras el presidente Joe Biden era sometido a una cirugía “rutinaria”.

Acá pensamos que nuestros presidentes y gobernadores son inmortales, que no se pueden enfermar seriamente, o que  no pueden morir en el ejercicio de su encargo.

La carencia de la norma que regule tal contingencia ocurre también en el ámbito estatal.

En el pasado más o menos mediato, los chihuahuenses estuvimos ante la posibilidad de sufrir una situación semejante.

La primera ocurrió en el atentado sufrido por el entonces gobernador Patricio Martínez. Por fortuna el calibre del arma empleada para dispararle fue pequeño y no causó más complicaciones, a pesar de que sí penetró en la masa encefálica del gobernante.

No hubo mayor complicación, era más que evidente la falta temporal del gobernante, cuyo estado de salud no requería alguna discusión pues de inmediato fue sometido a cirugía y el entonces Secretario de Gobierno, Víctor Anchondo, asumió temporalmente la gubernatura.

Patricio regresaría al paso de unos meses y asumiría plenamente el cargo.

Años después, el gobernador José Reyes Baeza manejaba el vehículo en que se trasladaba a su casa -acompañado de sus escoltas a bordo de otros dos vehículos- cuando un comando se enfrentó a ellos. Su jefe de seguridad cayó abatido por las balas de los atacantes.

Reyes escapó al ataque gracias a la acción de los escoltas que le permitió llegar a un lugar seguro.

El gobernador, por su investidura, no debe tripular el vehículo en que se traslada, de ello debe encargarse un equipo especializado, y más en una entidad como la nuestra, sometida permanentemente desde hace más de 3 décadas al fuego criminal.

Al mismo tiempo, la reglamentación debe establecer la creación de un equipo médico bajo cuya responsabilidad debería estar la determinación si el gobernante está en condiciones de ejercer su cargo, cuando por sus condición médica así se requiriera, y que alejara cualquier posibilidad de caer en las disputas palaciegas.

Y es que la sola posibilidad de que el presidente no pudiera estar en condiciones de ejercer su cargo desataría una crisis política de dimensiones no conocidas por las últimas generaciones, tanto por la fuerza personal del presidente López Obrador, como por otro factor extremadamente grave: La inexistencia del partido gobernante.

Morena como partido no existe. Es, por desgracia para el país y sus militantes, solamente una franquicia electoral que le permite a López Obrador decidir dirigentes y candidatos.

Si llegase a faltar el presidente, al contrario de cuando el PRI era el partido hegemónico, no posee ni la estructura, ni la cultura y formación partidista que aquel llegó a alcanzar.

Ayer, como hoy, el presidente de la república es el cemento que une a los militantes de su partido, pero ahora sin la estructura político-electoral que impulse a sus candidatos, ahora van sobre las espaldas del presidente. De faltar éste, la disputa por el poder sería terrible, verdaderamente salvaje.

Por todo lo anterior, lo más conveniente para el país es que López Obrador cumpla con el período de su encargo.

Finalmente. Es no solo deplorable, sino extraordinariamente preocupante el lenguaje de odio existente, tanto para desearle la muerte al presidente, como para festinar tales expresiones, así como las manifestaciones de respaldo absolutamente acríticos de la mayoría de los seguidores del presidente e igualmente cargados de odio.

Cuidado, el abismo está muy cercano.

Más sorprendente que la mayoría de quienes emiten tales mensajes de odio se califican de creyentes y buenas personas.

El país no había presenciado tal lenguaje, tan salvaje, tan primitivo.

*Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017 y 2022

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com 

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jueves, 27 de abril de 2023

INM ¡No pasa nada!



El Diario, 27 de abril de 2023 

Luis Javier Valero Flores 

Es que, de veras, no pasa nada. Parafraseando al antiguo Secretario de Hacienda de Felipe Calderón -2006 a 2009-, Agustín Carstens, que lanzara esa frase en medio de la crisis económica del 2008, hoy estamos en una situación semejante, no en lo económico, sino en las posturas de los gobernantes, que ante los cataclismos que les caen encima, que nos caen, teatralmente nos expresan a diario que no pasa nada.

Así nos fue entonces. 

Igual estamos ahora, especialmente con los amigos del presidente.

Uno de ellos, de larguísima data, responsable directo de la aplicación de la política migratoria delineada por el presidente, está sometido a un proceso judicial en el que está siendo tratado con pinzas, a pesar de que existen las suficientes evidencias, no sólo para señalarlo como responsable de varios delitos, sino de las condiciones de los centros migratorios establecidos a lo largo del país, diseñados para aislar a los migrantes y a los refugiados.

Pero en lugar de designar a un sustituto, no sólo porque el juez pudiera fincarle responsabilidades, sino por otro aspecto aun más importante: Porque lo hecho hasta ahora en esta materia es un completo fracaso, que ha posibilitado de convertir al problema migratorio en una auténtica crisis humanitaria.

Si cuando el presidente López Obrador dirige las conferencias mañaneras, la conducta heredada por Carstens se replica casi integralmente, ahora, con el secretario de gobernación, adquirió niveles de escándalo.

Y es que ante la tragedia de los 40 migrantes fallecidos en el centro migratorio, ahora hasta se regodean y festejan la postura del juez en el caso del juicio seguido a Francisco Garduño, hasta ahora comisionado del Instituto Nacional de Migración, que se opuso a retirar del cargo al amigo del presidente.

¡No pasa nada!

Ni siquiera para dar pie a las investigaciones, para que no se vean sometidos a un conflicto de interés, ninguno de los funcionarios del organismo que regula la estancia de los migrantes en nuestro país, ha sido separado su cargo, ya no solamente por una decisión judicial, sino por la determinación de alguno de sus jefes, ya fuera el secretario de gobernación o el presidente de la República.

¡No pasa nada!

Todos los centros migratorios adolecen de las mismas fallas, están construidos o acondicionados para mantener encarcelados a detenidos, no migrantes; mucho menos para recibir a refugiados.

¿Que acaso no hay alguien que pueda poner un alto a la política migratoria qué ha seguido el gobierno de México hasta esta fecha, que es la verdadera responsable de esta tragedia y de las que han acontecido a lo largo de los últimos cuatro años, precisamente cuando el presidente electo López Obrador se aprestaba a tomar posesión de su cargo y ya transitaban por las carreteras del sur miles de migrantes centroamericanos y de otras nacionalidades?

Los grados de ineptitud mostrados por los actuales gobernantes en distintas materias son sorprendentes, ni siquiera al término de la reunión sostenida por Garduño con la gobernadora Maru Campos, se dieron a conocer las medidas que se adoptarían para enfrentar los actuales problemas en Juárez, con los migrantes y refugiados ya estacionados en esta ciudad, sino con los que llegarán, tanto con los emanados de los acuerdos “en los oscurito” con el gobierno de Biden, como con los que ahora mismo se encaminan, desde la frontera sur, a nuestra entidad.

No hay un anuncio de las instalaciones que se acondicionarán, del presupuesto que se gastará, de los empleados y guardias que necesitarán para atenderlo.

¡No pasa nada!

¡Híjole!

*Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017 y 2022

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domingo, 23 de abril de 2023

Politiquerías



El Diario, 23 de abril de 2023

Luis Javier Valero Flores 

¿Cómo acusar a los demás de hacer “politiquerías”, si todos los días, con todos los recursos de la presidencia de la república, López Obrador hace exactamente lo que tanto le critica a los demás?

¿Qué hacer con un presidente, si todo lo que hace gira alrededor de las elecciones presidenciales del ’24, en tanto el país se le desmorona con cualquier problema a pasos agigantados?

El problema migratorio no es cualquier problema, como todos, no es merecedor de que involucren en él los conflictos político-partidarios. Es extremadamente complejo y se deriva de la globalidad contemporánea. 

Resolverlo, atenuarlo, requiere de una exhaustiva discusión con los países vecinos y una extrema coordinación de los tres niveles de gobierno.

Nada existe de eso, sólo segmentos de la sociedad se hacen cargo, en la medida de lo posible, de tan descomunal reto.

Además, la improvisación, la dejadez y la irresponsabilidad han contribuido a que, por horas, crezca la xenofobia y cada vez, más ciudadanos mexicanos se suma a la tendencia xenófoba.

Mientras más días pasan, después de la tragedia del 27 de marzo en el centro de detención de migrantes en Juárez, crece el problema para el gobierno federal, ante lo cual el presidente sólo ha atinado a cometer equivocación sobre equivocaciones.

En ellas es acompañado acríticamente, no sólo por los funcionarios de su gobierno y de los órganos de gobierno a los que han accedido los morenistas, -lo cual es comprensible, pero no correcto- sino también por la absoluta mayoría de sus seguidores.

Flaco favor le hacen, no solamente al presidente, sino al país, en virtud de la magnitud del problema y de los problemas por los que atravesamos, en circunstancias en las que, quizá como nunca antes en su gobierno, está obligado a replantearse su política, en este caso la migratoria.

Y no hay duda: La principal responsabilidad de la política migratoria en el país es del presidente de la república y sus funcionarios.

Las demás autoridades coadyuvan, pero solamente eso, y nada más.

Por eso es lamentable el espectáculo que cotidianamente ofrece el presidente en la mañanera, cualquiera que sea el tema.

Ante la desafortunada y equivocada expresión de la gobernadora Maru Campos: “Le pido al gobierno federal: ¡Detengan el flujo migratorio ya!”, (Nota de Mayra Selene González, El Diario de Chihuahua 19/04/23) el presidente reaccionó con una de sus más frecuentes frases, para responder a los que considera adversarios, o enemigos de su “proyecto”; son “politiquerías,  pues, ya saben”, dijo, Maru es una de las aspirantes de la oposición para la elección presidencial.

 Si quien sostuviera tales afirmaciones estuviera exento de tal protagonismo, tendría razón de sobra para acusar a sus adversarios de ello; el problema estriba en que el presidente ha asumido la titularidad de la campaña electoral del partido fundado por él, a tal grado que ya trazó, desde la presidencia de la república, la estrategia para sus compañeros: Deberán ganar, no solamente la presidencia de la república, sino la mayoría calificada del Congreso de la Unión.

Nunca, un presidente mexicano, de la era moderna, había violado tanto y tan flagrantemente las leyes electorales.

Tal actitud prefigura un futuro inmediato, de aquí a la calificación de las elecciones presidenciales y probablemente hasta la toma de posesión del siguiente mandatario, de auténtica preocupación pues se acelerará la polarización conforme se acerque la fecha de las elecciones y se incrementen las acciones violatorias del marco legal-electoral, por parte del presidente y sus seguidores.

Pero, además, como lo han prefigurado diversos gobernantes y especialistas en el tema migratorio, este irá en crescendo en los próximos meses, en dimensiones hasta ahora inciertas en el número preciso, pero no así en comparación con lo que ahora existe.

El mismo día en que la gobernadora Campos le exigía al gobierno federal asumiera por completo su responsabilidad, daba a conocer otra cifra del número de migrantes en Juárez. La ubicó en el orden de los 35 mil, contrastante con la ofrecida por la prensa juarense en los días previos, de los 12 mil.

En ambos casos se aseguró que a ella habían llegado merced a los informes ofrecidos por los responsables de los albergues y centros migratorios, privados y públicos, existentes en el antiguo Paso del Norte.

“Lanzamos esta exigencia al Gobierno federal, para que atienda su responsabilidad y fije de una vez por todas las directrices de la política migratoria”, dijo la gobernadora. (Ibídem).

Y si ni en las expresiones pueden, los titulares del Poder Ejecutivo federal y estatal -además de sus subordinados-, disminuir su beligerancia, poca cosa podemos esperar en la siempre esperada y nunca lograda cooperación de ambos órdenes de gobierno, en todos los ámbitos, y mucho más en este problema en el que, además de las razones ajenas a ellos, se agregan los aportados por cada uno de los gobernantes.

Ante las frases de la gobernadora, ciertamente ríspidas, la hiperreacción del delegado federal, Juan Carlos Loera de la Rosa, no sorprende -lo contrario sí sería sorpresivo- y acusó a Maru, igual que el presidente, de cometer “un evidente dolo y oportunismo político”. (Ibídem).

Previamente, Maru había sostenido que en la reunión de seguridad, Loera había afirmado “delante de los aproximadamente 25 funcionarios, que no hay una definición de una política migratoria”. (Ibídem).

“No le gustó a la gobernadora que expusiera razones humanitarias en el tema de la migración, en el cual debemos estar unidos”, le respondió Loera a través de los medios. (Ibídem).

De veras que sorprende tal conducta de los funcionarios federales.

Ya es cosa por demás sabida que el gobierno de López Obrador aceptó tácitamente, sin obligar al gobierno norteamericano a firmar compromiso alguno, convertir a nuestro país en el “tercer país seguro”, es decir, el país que se comprometió a recibir a los solicitantes de asilo político en EU.

Y esa aceptación se convirtió en un agregado, ciertamente explosivo -y no es una frase- del problema de los migrantes, ahora incrementado en 30 mil personas mensuales que ingresarán a México en espera de que los norteamericanos resuelvan sobre su estatus.

Son, por tanto, refugiados, y si para los migrantes hay obligaciones  mexicanas que cumplir, en el caso de los refugiados son mayores.

Está -estamos- obligados a prestarles hospedaje, alimentación, seguridad, atención médica, educación, etc., dignas.

¿Cómo se atreve Juan Carlos Loera a afirmar que el gobierno por él representado ha adoptado una conducta “humanitaria” en este tema? ¿Acaso no ha visto los videos del incendio del centro de migración?

¿Acaso no sabe que a los migrantes/refugiados no se les puede mantener encarcelados y que las puertas del centro tenían candados, cuyos llaves estaban perdidas?

¿Cómo pueden catalogarse de humanitarias esas condiciones? Porque, además, son las prevalecientes en casi todos los centros migratorios a cargo del Instituto Nacional de Migración (INM).

 ¿Loera no ha accedido a los testimonios de los funcionarios y empleados del INM y de los sobrevivientes, que manifestaron que los empleados les gritaron que les vaya bien” en tanto las llamas, pero sobre todo, los gases, los aniquilaban?

¿Y que todos los altos funcionarios federales, especialmente los de migración y el delegado federal, estaban, están, obligados a vigilar que las condiciones de los centros de reclusión cumplieran irrestrictamente las normas de protección civil y de las normas internacionales en materia migratoria y que ese no hacerlo, con seguridad, deberán enfrentar en el futuro inmediato y mediato, graves, muy graves acusaciones por los delitos cometidos, que se pueden catalogar, desde ya, como de lesa humanidad?

No hay problema, son politiquerías.

¡Ajá!

*Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017 y 2022

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jueves, 20 de abril de 2023

Coludos



El Diario, 20 de abril de 2023 

Luis Javier Valero Flores 

No podían ser más coincidentes los hechos, aunque precisándolo mejor, tienen una explicación: Las elevadas temperaturas chihuahuenses de la primavera y el verano, y las no menores tarifas de la energía eléctrica en la entidad.

Por una parte, productores del sur de Chihuahua, usuarios de la CFE, ante la falta de acuerdos con la empresa gubernamental, en la que ha sido la historia recurrente a lo largo de por lo menos el presente siglo, a fin de que se les otorguen tarifas asequibles para la producción agropecuaria, acudieron a las acciones -también recurrentes- que, en su óptica, constituyen el único mecanismo mediante el cual las autoridades federales (desde el gobierno de Vicente Fox a la fecha) acceden a sentarse a las mesas de negociación.

Casi al mismo tiempo, diputados federales chihuahuenses de Morena (Daniel Murguía) y PAN (Patricia Terrazas y Daniela Álvarez),  presionaron en el órgano legislativo, ante las autoridades federales a fin de que nuestra entidad fuera incluida en el plan tarifario de verano.

No lo lograron. Por segundo año consecutivo Chihuahua quedó fuera.

Sorprende que ocurriera de esa manera. 

En ese plan se ubicaron entidades y ciudades que sufren temperaturas veraniegas menores a las alcanzadas en muchas regiones y ciudades chihuahuenses, como “Acapulco (Gro), Ciudad Acuña (Coah), Cancún (Roo), Coatzacoalcos (Ver), Tampico (Tamps), Tepic (Nay), Campeche (Cam), Torreón (Coah), Monterrey (NL), Mérida (Yuc) y Chetumal (QRoo)”. (Nota de César Lozano / El Diario de Chihuahua, 19/04/23).

La sorpresa tiene dos componentes: Uno, que aparentemente no hubo un criterio político que favoreciera solo a las entidades gobernadas por Morena, o en las que se celebrarán elecciones este año, aunque la inclusión de dos ciudades coahuilenses lleva a pensar, a querer y no, que algo hay de eso; segundo, que varias de esas ciudades no padecen las temperaturas extremas del semidesierto chihuahuense.

A su vez, en el conflicto agroproductor del sur del estado sorprende, además de la reiterada conducta gubernamental, su negativa a ni siquiera respetar los acuerdos alcanzados después de las tomas de las vía férreas efectuadas por cientos de ellos al fin de la semana anterior.

Peor, cosa que ningún otro gobierno federal había realizado, fue el de que elementos de la Guardia Nacional, no solo acompañaron al personal de la CFE a efectuar los cortes de electricidad a los pozos agrícolas, sino que, además, derribaron varios postes de la empresa, tanto de cemento como de madera, con la consecuente destrucción del tendido eléctrico que abastecía de energía, no solamente a los pozos agrícolas, sino también a los pequeños poblados de la zona cercana a Jiménez y sus pozos de agua potable.

La Comisión se compromete a resarcir daños, pero está descapitalizada, hizo los daños y ahora no tiene material, trozaron cables y postes, los dejaron inservibles, sí se comprometieron, pero ¿cuándo lo van a hacer?, simple y sencillamente no tienen el material”, informó Arturo Rentería. (Nota de Víctor Méndez, El Diario, 18/04/23).

Lo efectuado por los soldados de la Guardia Nacional y sus mandos se configura como la comisión de varios gravísimos delitos: Ataque a las vías generales de comunicación; daños al patrimonio nacional, abuso de autoridad, etc.

En cambio, poco antes de que el entonces gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, asumiera la Secretaría de Gobernación, “La Comisión Federal de Electricidad (CFE) y el gobierno local de Tabasco firmaron un acuerdo en el que se condonó el adeudo histórico de consumo doméstico a 607,165 usuarios (y se les benefició con la tarifa 1F, la más barata del país)”. (Nota de la redacción, Infobae, 2/02/21).

El adeudo se calculó en alrededor de 11 mil millones de pesos, poco más de tres veces del que los productores del sur de Chihuahua adeudan a la CFE, en condiciones muy desventajosas pues los productos de los chihuahuenses deben competir con los generados por los agroproductores norteamericanos, los que reciben distintos estímulos, entre ellos tarifas diferenciadas, a la baja, si sus productos se destinan a la exportación, cosa que, de ninguna manera podrían alcanzar los nuestros.

¿Porqué allá sí y acá no?

*Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017 y 2022

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