lunes, 24 de diciembre de 2012

Debate boicoteado

Aserto, 15 de mayo de 2012 LUIS JAVIER VALERO FLORES En un entorno marcado por el escepticismo ciudadano y la sospecha acerca de la manipulación televisiva -y en general de los más grandes medios de comunicación del país-, además de una intensa ofensiva de los empresarios de la radio y la televisión en contra del IFE y con el objetivo de presionar a los próximos integrantes del Poder Ejecutivo y Legislativo, se celebró el primer debate presidencial de la presente campaña electoral. Con un formato rígido, y con una serie de candados aprobados por los partidos, en lo referente al movimiento de las cámaras televisivas, a la falta de acercamientos, a los tiempos de intervención de los candidatos, la nota sobresaliente en el post debate, especialmente en las redes sociales de la internet, fue la brevísima aparición de la modelo Julia Orayén, con una vestimenta inapropiada para el evento, contratada para que los candidatos tomaran el turno que por sorteo les tocaría. Y si tal detalle ha levantado marejadas de preocupación, más originaron las descontroladas respuestas de los consejeros ciudadanos del IFE, en especial las del consejero presidente, Leonardo Valdés, quien, inquirido acerca del responsable de tal falla, la ubicó en la empresa “contratada”, como si tal asunto fuera ajeno a la responsabilidad de quien conduce el proceso electoral, parte esencial del cual lo constituyen los debates de los candidatos presidenciales. En los días inmediatamente previos el tema central fue -quien lo diría- la negativa de las dos cadenas televisivas a darle la mayor difusión al debate. Por una parte, Ricardo Salinas Pliego, propietario de Tv Azteca, de plano se opuso a transmitirlo y Emilio Azcárraga decidió hacerlo a través del canal 5, que sólo tiene una cobertura de poco más del 40% de los canales de Televisa. Finalmente Salinas Pliego decidió transmitirlo a través del canal 40, el de una ínfima audiencia. Si alguien hubiese planteado que se darían tal serie de coincidencias, podríamos haber dicho que eran imposibles. En primer lugar, el formato y fechas de los debates fueron consensados por los representantes de los candidatos y ahí se ubicó el primer error, los programaron en domingo, a la hora de la mayor audiencia televisiva. Era claro que los dueños de las concesiones televisivas no cambiarían sus programaciones a un debate en el que no ganan absolutamente nada, al contrario de las pasadas campañas electorales. Una vez fijada las fechas, la Federación Mexicana de Futbol resolvió, a petición de la directiva del equipo Monarcas de Morelia -propiedad de Salinas Pliego- realizar el segundo partido contra el Tigres de la UANL a la misma hora del debate -cosa desusada en el caso del Morelia- y luego, de manera hasta cínica el beneficiario de la colecta efectuada por Raúl Salinas de Gortari, de millones de dólares sin recibos de por medio, que sirvieron para que Salinas Pliego adquiriera Inversión, para transformarla en Tv Azteca, se mofó del IFE y de los partidos políticos. Desde luego podemos equivocarnos, pero resulta altamente sospechoso que nadie se hubiese planteado, en los minutos inmediatamente previos al debate, la pertinencia de una vestimenta como la portada por la modelo y que podría generar una serie de comentarios como los que han abarrotado a todos los medios de comunicación. Es muy probable que alguien haya pensado en la necesidad -por supuesto para quienes encabezan las encuestas- de lanzar un distractor para las redes sociales de internet y de ese modo prevenir que se generase una avalancha de comentarios adversos, dados los antecedentes en los que, tanto al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, como a la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, no les había ido bien. Más aún, y como lo vimos en la mismísima noche del debate, ambos partidos se habían preparado para festejar el triunfo de su respectivo candidato. ¿Por qué no pensar que una variante como la ahora señalada la hubiesen previsto también? Pero al paso de los días, han aparecido más inquietantes coincidencias, ahora resulta que la empresa contratada para aportar todos los aspectos técnicos del debate había solicitado a Tv Azteca la renta del equipo televisivo para transmitirlo y en el colmo de las coincidencias ¡Hasta el maquillista contratado pertenecía a esa empresa televisora! ¿Quién ganó el debate? Esa es la pregunta y la conclusión a la que se ha lanzado a la sociedad entera, decretar un ganador de la confrontación que ahora alcanzó momentos de verdadero debate, interrumpidos por la rigidez del formato, pero que es imposible, de manera imparcial, declarar triunfador a alguno de ellos pues, necesariamente, para hacerlo, es imposible desligarse de las filias y fobias personales, incluidos aquellos reporteros -si acaso existiesen- que no las tuvieren. Y ahí radica el problema. No se puede decretar un ganador del mismo porque la inmensa mayoría de quienes lo vieron lo van a calificar de acuerdo con su estructura mental, sus concepciones y sus filias. No se trata de un partido de fútbol -o de cualquier otro deporte- en el que la manera de calificar es objetiva -cuántas veces entró el balón a la meta de cada equipo-. Seguramente que la mejor manera de medir quienes resultaron triunfadores es a través de las mediciones de las preferencias electorales (las verdaderas, las que se realizan para hacer esa medición y no las efectuadas para usarlas como instrumento de campaña) en las que se podrán apreciar las variaciones motivadas, sobre todo, por el debate. Con esa concepción, es probable que la perdedora sea la abanderada del PAN, si se confirma, en las encuestas, lo que mostraron los primeros sondeos en los que perdía el segundo lugar y era rebasada por el candidato de las izquierdas, -el Movimiento Progresista- Andrés Manuel López Obrador, y éste obtenía -y seguramente más que en los sondeos, en la percepción ciudadana- un ligero incremento en las preferencias electorales. A su vez, el candidato priísta logró mostrarse ante el país que no era el político sin tantas incapacidades que había permeado en la sociedad, merced a sus desaciertos anteriores y su persistente rechazo a participar en eventos no organizados por su partido. Tales afanes por encontrar un ganador tienen un solo propósito, como se ha hecho con las encuestas dadas a conocer de manera interesada por todos los protagonistas político-electorales, convertir tal hecho en instrumento electoral. Y ahora resulta que el triunfador, a ojos de muchos, fue el candidato del Partido Nueva Alianza, Gabriel Quadri. Pero al contrario de la percepción de una buena parte de los televidentes, Quadri fue el candidato que reforzó la tarea del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto y presentó las propuestas más regresivas de la noche del domingo anterior. ¿Se imaginan que desaparezca el subsidio gubernamental al precio de la gasolina? ¿Soportaremos que se dispare a niveles de 20 pesos por litro? ¿Se imaginará el impacto inflacionario de tal medida? ¿O que desaparezcan los apoyos a los productores del campo, a través de Procampo y otros semejantes? ¿Sabrá Quadri que Japón y Estados Unidos, solo por mencionar a dos países desarrollados, subsidian a sus productores rurales, y no con migajas como aquí? Además se dijo partidario de cobrar peaje en los segundos pisos (por supuesto que cuando expresó lo anterior, AMLO se había ufanado de hacerlo gratuito en el DF, al contrario de lo construido por Peña Nieto en el Edomex) y de desaparecer el Procampo. Pero más allá de la participación del candidato del Panal, la inmensa mayoría de los medios de comunicación y algunos de los principales conductores de ellos, se han lanzado a la tarea de hacerle ver a los mexicanos que el debate fue ganado por Quadri y Peña Nieto, que López Obrador no dijo nada nuevo, que Josefina Vázquez no levanta y que el debate se convirtió en un ejercicio desechable. Sin embargo, las posturas expresadas por los principales candidatos, especialmente Peña Nieto y Vázquez Mota sí que son para preocuparse en extremo. Entre ellos destacan el financiamiento a los medios de comunicación, el petróleo, la corrupción gubernamental, el gasto corriente del gobierno, que implica fundamentalmente los salarios de los funcionarios de la administración federal, el número de diputados plurinominales, las inversiones en obra pública y los cobros en ella, las redes de comunicaciones, en especial las televisivas. En uno de los más ríspidos intercambios entre el priísta y el perredista, el del financiamiento a los medios de comunicación, Peña Nieto lanzó un obús que al paso de los días se le revertirá y que constituye el eje central de las acusaciones en contra de Peña Nieto, el de ser producto de las empresas televisivas, porque gastó inmensas fortunas en esa construcción de su imagen. Peña Nieto afirmó que el gobierno de López Obrador había gastado el doble que el suyo en comunicación social, mil millones de pesos, dijo. Por lo que, en su versión, la suma empleada por el mexiquense fue de 500 millones de pesos. López Obrador contestó y aseveró que Peña Nieto tan solo en dos años habían empleado 591 en un solo medio, Televisa. Y el viernes, el periódico Reforma publicó una información más preocupante y que echa por tierra las afirmaciones de Peña Nieto. El periódico, con documentos oficiales proporcionados a través de Transparencia del Estado de México, afirma que el ex gobernador pagó 52 millones de pesos en el sexenio tan solo para se efectuaran comentarios favorables a su gobierno y persona en distintos noticieros televisivos y radiales. (Nota de Enrique I. Gómez y Arturo Espinosa, Reforma, 11/V/12). El pago de tal cantidad era por el concepto de "apoyos informativos" que no eran, ni se contrataron así, spots formalmente contratados, sino “comentarios o entrevistas con conductores radiofónicos”, en un monto, en el que, por lo menos lo informado por el periódico, el 62% de ese dinero fue para pagar “menciones” en noticieros, entre los que se encuentra el de la estrella de Televisa, Joaquín López Dóriga, a través de “la razón social Astron Publicidad (que) cobró 9.2 millones de pesos al Gobierno del Edomex por el concepto comentarios... transmitidos dentro de su noticiero 'Joaquín López-Dóriga' y en el noticiero de Oscar Mario Beteta". De acuerdo con esta información “En total, el Gobierno del Edomex gastó 990.6 millones de pesos entre 2005 y 2011 en el rubro del programa de Comunicación Pública y Fortalecimiento Informativo”. Antes se les llamaba “chayotes” a dichas maniobras corruptas. Más. Una investigación del reportero Jenaro Villamil, contenida en el libro “Si yo fuera presidente”, publicado en 2009, demostró que en 2005, Peña Nieto pactó el pago de 691 millones de pesos a publicidad televisiva (solo en Televisa), 327 de los cuales se destinarían a spots y 364 millones de pesos distribuidos en 180 notas informativas en los noticieros (305 mdp), pago de reportajes en la serie “Los Reporteros” de canal 2 de Televisa, seis entrevistas en varios noticieros y 10 millones de pesos para tres programas de “Zona abierta” conducido por Héctor Aguilar Camín. Además, el paquete de ese año incluía el pago de 37 publirreportajes en los impresos de Televisa. Con un costo de 10 millones 781 mil pesos el flamante gobernador que pretendía deslindarse de su tío, Arturo Montiel (así se lo aconsejaron mediante el pago de 47 millones de pesos pagados a otra empresa de Televisa) y encaminarse a la presidencia de la república, apareció en las páginas de Eres, Furia Musical, Cosmopolitan, Vanidades, Muy Interesante, Teleguía, y Tv Novelas. ¡Nomás! El reportero Villamil asegura que este plan se cumplió en todos los años del gobierno del mexiquense, de ahí que los señalamientos del tabasqueño se quedaran cortos y los efectos de ellos se verán en el curso de los próximos días. Pero ese tema le permitió a López Obrador realizar una de los más recordados señalamientos al priísta pues éste recordó el tema del dinero entregado por Carlos Ahumada a René Bejarano, lo que motivó una muy ágil respuesta del tabasqueño: “Le faltó mencionar a Ponce, que fue secretario de Finanzas de mi gobierno, pero él está en la cárcel y Bejarano estuvo también en la cárcel y usted está ahora aquí de candidato”, en una directísima acusación pues el puesto ocupado por Ponce era el similar al que Peña Nieto tuvo en la administración de su tío, Arturo Montiel, al que hasta su propia ex esposa (ahora en litigio por la custodia de sus hijos) ha denunciado que cuenta con una fortuna muy por encima de sus ingresos económicos, obtenidos de manera legal. Pero si en el pasado nos quejamos de las numerosas promesas de campaña, generalmente incumplidas, el debate fue pródigo. Vázquez Mota propuso la desaparición de las cuotas obrero-patronales, sin abundar en esa propuesta a todas luces imposible de cumplir, a menos que se proponga la desaparición del Imss y del ISSSTE pues éstos no podrían subsistir sin ese esquema de financiamiento. Luego, propuso la creación de una policía militarizada, ¿Única, en lugar de las policías estatales y las municipales, o solamente para sustituir a la federal? Quién sabe. Además, y para hacerse grata a los ojos de quienes, sin razonar acerca de una propuesta tan absurda como la de desaparecer a los diputados plurinominales, la abanderada del PAN la hizo suya. Peña Nieto, más moderado, pero en el mismo sentido, propuso la desaparición de 100 diputados “pluris”, y ninguno de ellos abundó en la necesidad de la reforma política que nos lleve al establecimiento de un régimen parlamentario, o semi parlamentario. Pero en cualquiera de las posturas, ninguno abordó el principal argumento de quienes impulsan tal propuesta que es el del ahorro presupuestario, sin que se sopese el inmenso gasto representado por la burocracia federal de los primeros niveles, que abarca hasta los delegados estatales de las dependencias federales, que en muchos de los casos cuentan con salarios por encima de los gobernantes estatales. Luego, Peña Nieto prometió que en su gobierno se crearía el seguro popular para toda la población y solo mencionaba, como todos en los últimos diez años, que se deberían aprobar las reformas estructurales, en especial la hacendaria, y que en éste sentido deberían “pagar más quienes tuvieran más”, en una réplica de la propuesta que el perredista ha hecho suya desde los lejanos tiempos de la campaña del año 2000. Y en tanto pasaba todo eso y Josefina insistía en acusar a Peña Nieto de no cumplir con sus compromisos en el Estado de México y de encabezar un gobierno corrupto en el EdoMex y éste le restregaba sus numerosas ausencias en las votaciones de asuntos trascendentales en la Cámara de Diputados, López Obrador insistía en la repetición de su principal argumento, la existencia de un grupo “que domina, que manda, pues los políticos son parapetos”, decía, sin apartarse de esa postura que le ha merecido el reclamo y el rechazo de numerosos ciudadanos de las capas medias, sobre todo las altas, pero que los primeros sondeos muestran que está calando en segmentos de todas las capas, según lo dejan ver, además de tales mediciones, el respaldo recibido por el tabasqueño en la Universidad Ibero Americana y en el Tecnológico de Monterrey, campus Monterrey, y en los actos celebrados en la capital regiomontana, al contrario de lo sucedido alrededor de Peña Nieto, especialmente en la primera institución educativa, en la que fue objeto de un masivo rechazo, del cual la cadena periodística Organización Editorial Mexicana (OEM), y a la cual pertenece el matutino local El Heraldo de Chihuahua, no se percató. Y si se necesitara ubicar un tema en cual se apreciara mejor la existencia de dos posturas encontradas, entre las de izquierda y derecha, ese fue el del petróleo. Ahí coincidieron Peña Nieto, Vázquez Mota y Quadri. Los tres, con distinto matiz, expresaron su acuerdo en impulsar la privatización de Pemex, en las áreas que ahora está prohibido y justamente cuando hace unas cuantas semanas se ha destapado la inmensa corrupción alrededor de la empresa española Repsol a raíz de la nacionalización que de sus empresas ha hecho el gobierno argentino de Cristina Fernández. Pero Peña Nieto reculó en la postura que ha presentado, sobre todo en el extranjero, pues afirmó que no era una privatización lo propuesto por él, sino una “modernización”. Ajá. La panista insistió en la vieja propuesta de Felipe Calderón, en la de hacernos dueños, a todos, dijo, de Pemex a través de la creación de los bonos petroleros. Propuesta rechazada masivamente en el debate nacional del 2007 y 2008. Más astuto, o menos comprometido, Quadri aludió al ejemplo de la empresa brasileña Petrobras, sin tomar en cuenta que incluso esta empresa estatal ha echado atrás los procesos de privatización iniciados por el gobierno de Luis Enrique Cardoso, y no por el de Luis Inacio Silva, Lula. Quienes impulsan tal privatización dejan de lado un argumento que es irrebatible (planteado en numerosos escenarios por el periodista Alejandro Salmón, en el entorno local) consistente en que parece de locos proponer la venta de un negocio que permite muy elevadas utilidades, pues la extracción de un barril de petróleo cuesta en México alrededor de 7 dólares y se vende por encima de los 80, dependiendo de la fluctuación del mercado mundial. Todos abordaron el tema del nuevo sistema de justicia penal, pero ninguno mencionó que tal sistema funcionará si se le otorga autonomía al ministerio público, verdadero cuello de botella de tal reforma. Queda, para la reflexión y la preocupación, la actitud de las empresas televisoras (que debemos recordar, no son empresas ajenas a los hombres más poderosos de México, al contrario, forman parte de las propiedades de éstos, incluida la refresquera más importante del mundo, Coca Cola) pues la transmisión del debate solo incluyó al canal 5 de Televisa (que sólo llega al 40% de los usuarios) y el canal 40 de Tv Azteca, de una escasísima audiencia, al contrario del canal 2 de Televisa, que llega a más del 90% de los mexicanos y de canal 13, de Tv Azteca, con una cobertura cercana al 70% de las localidades en el país. De ese modo, por ejemplo, solo los habitantes de las ciudades de Juárez y Chihuahua, en nuestra entidad, pudieron verlo a través de la señal abierta, es decir, dejaron fuera de tal evento al 39% de la población. ¡Nomás! Y en tal conducta, las televisoras fueron avaladas vergonzosamente por la mayoría de los consejeros electorales del IFE, que se negaron a ¡Solicitar! el establecimiento de la cadena nacional para la transmisión del debate. Sólo tenían que aprobar la solicitud, sabedores de que el gobierno de Calderón ya había manifestado que si lo hacían serían respaldados en tal resolución. Ganaron, nuevamente, los poderes fácticos. Todo, con tal de impedir que se vieran en cadena nacional los argumentos de sus candidatos. asertodechihuahua@yahoo.com.mx Blog: http://luisjaviervalero.blogspot.com

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