lunes, 29 de junio de 2015

Rectificación y reforma electoral

Luis Javier Valero Flores
Mega Radio 860 (Cd. Juárez), 29 de junio de 2015
El día de hoy se presentará en el Congreso del Estado la iniciativa de reforma electoral, dentro de lo que la semana anterior denominaron pomposamente como “la reforma de Estado” que necesitaba Chihuahua.
Como todos los asuntos importantes que han aprobado, lo hacen sin la menor participación de la sociedad, no importan los chihuahuenses para los integrantes de la actual legislatura. No se distinguen mucho de sus antecesores.
Uno de los temas centrales de la discusión política, el de la minigubernatura, ha sido descartado por el Gobernador César Duarte. No podemos cantarlo aún como una respuesta sensible ante el reclamo de varios sectores de la sociedad chihuahuense, al parecer responde a otra motivación, por desgracia.
En el curso de la semana anterior aumentaron las informaciones en el sentido de que el Gobernador César Duarte solicitaría una licencia a fin de incorporarse al gobierno federal. Se dice que lo han propuesto un grupo de gobernadores para dirigir al PRI nacional. Según las informaciones, uno de los principales impulsores de Duarte es Eruviel Avila, mandatario del EdoMex.
Interrogado, Duarte dijo que no era el indicado para anunciar si se iría del gobierno, que eso le correspondía a “otras instancias”.
Si esto es así, nos explicaríamos, entonces, que las presiones contra la minigubernatura para quitarla de la discusión no provinieron de los chihuahuenses sino de las necesidades de la clase política.
Ahora bien, si Duarte no asume un cargo federal o partidista, entonces sí podrá valorársele haber quitado de la escena política un asunto extremadamente controversial, máxime que él había sido uno de los promotores de la reforma realizada en 2012 que dió origen a la gubernatura de 5 años.
Y eso, en el supuesto que la decisión proviniese de él, y no, como algunos pensamos, del gobierno de Peña Nieto.
La candidatura de Duarte al PRI nacional, con el apoyo de Emilio Gamboa  Patrón, líder de los senadores priistas, denotaría que se enfrentarían a Manlio Fabio Beltrones por la presidencia del PRI, teniendo como telón de fondo la disputa presidencial del 2018.
De ahí que si Duarte se va, será por indicación de Peña Nieto y entonces deberá cederle a éste toda la preeminencia en la designación del candidato de Chihuahua. Duarte no decidirá pero sí influirá.
Todo lo anterior es muy importante para la clase política, ¿Pero en qué beneficia a la entidad que su gobernador, elegido por una mayoría, abandone el cargo para ir a desempeñar tareas de su partido, que por muy importantes que sean no lo son respecto del mandato que la ciudadanía le otorgó?
¿Qué hará el sustituto? ¿Continuar los planes y programas en marcha o, simplemente, preparar la maquinaria gubernamental para afrontar la elección de gobernador?
Y todo lo anterior en medio de la discusión y aprobación de la reforma electoral, justamente cuando los tiempos y movimientos de los priistas se aceleran y que al llegar a la mitad del año pareciera que, si por Duarte fuera, el elegido sería el alcalde juarense, Enrique Serrano.
No todo está dicho, la sorpresiva inclusión de Héctor “Teto” Murguía en el gabinete, demuestra que deberá contarse con él al momento de la designación del PRI. 
Aparentemente, el gobernador Duarte emprendió el camino de la cicatrización al interior de su partido, está obligado, los resultados de la elección pasada arrojaron un retrato muy cercano a la realidad de las fuerzas priistas en Chihuahua. Los Baeza sacaron adelante el triunfo en Delicias con Tony Meléndez y los equipos de Teto Murguía en los distritos 2 y 3 de Juárez.

Sin acuerdo entre ellos difícilmente triunfará el candidato priista el próximo año, de ahí la pretensión de ponerle candados a los candidatos independientes y de bajarle el piso a los partidos menores, los necesitan como nunca.

domingo, 28 de junio de 2015

Las bodas gays y la licencia

El Diario, 28 de junio de 2015
Luis Javier Valero Flores
En ocasiones hacen falta domingos. Son tantos asuntos, todos de la mayor importancia.
Uno de ellos, de plano, no se puede soslayar, porque se trata de la violación de derechos a una parte de los ciudadanos -el de los matrimonios igualitarios-; los otros, igualmente importantes, y que serán los principales temas de discusión en la semana que inicia.
Por un lado, la pretendida “reforma de Estado” -que mañana será presentada en el Congreso del Estado- y, segundo, la probabilidad de que el Gobernador César Duarte solicite una licencia a fin de incorporarse al gobierno federal. La agencia de noticias Apro, perteneciente al grupo Proceso- informó el viernes (“Gobernador banquero al frente del PRI”. Nota de Jesusa Cervantes) que lo han propuesto un grupo de gobernadores para dirigir al PRI nacional, luego que días atrás el periódico Reforma diera información con las mismas características y que afirmara que uno de los principales impulsores de Duarte es Eruviel Avila, mandatario del EdoMex.
Por el principio. Imposible no deplorar los tiempos a los que nos pretenden regresar los ímpetus fundamentalistas, imposible dejar de criticar la ilegal intervención de varios sacerdotes católicos y ministros de otras religiones, al manifestarse públicamente exigiéndole al Poder Legislativo de Chihuahua que deje de acatar la ley, sólo porque ellos y sus seguidores quieren que una parte de la sociedad se comporte del modo que sus convicciones religiosas les mandan; imposible no deplorar que los legisladores (y el grupo gobernante, todo) sean tan extremadamente sensibles a las presiones de sus obispos. 
Son sus guías espirituales, pero no lo son del total de la población y los asuntos de ellos son los del cielo (o debieran serlo); aquí discutimos los de la sociedad y su entorno.
Todos ellos deberían entender que nos hemos dado un marco legal para normar las relaciones y comportamientos de todos: Católicos, protestantes, cristianos, musulmanes, judíos, librepensadores, ateos, mormones, etc.
Ese marco legal impide que las creencias religiosas de unos se impongan sobre la vida de los demás. 
Hace mucho tiempo que decretamos la creación del Estado laico, precisamente para hacer que asuntos como el del matrimonio de homosexuales -y otros muchos asuntos- fuera un asunto visto desde la óptica de los ciudadanos y no de los creyentes.
Ahora resulta, en esa concepción fundamentalista, que legalizar el matrimonio homosexual es un atentado “contra la familia”, pero, ¿Contra cuál?
No, de ninguna manera respetar los derechos de los demás es un retroceso. De ninguna manera se puede aceptar que en el nombre de Dios se permitan prácticas discriminatorias y hasta persecutorias.
Hipócritamente dicen, -sí los respeto, mucho ¡¡¡¡Pero que no le llamen a su unión matrimonio!!!! ¡¡¡Eso es antinatural!!!!, claman las voces del pasado que, por desgracia, no se han ido.
Es correcto, la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación no le ordena al Poder Legislativo de Chihuahua que legisle para decretar que el matrimonio es entre dos personas, pero al declarar inconstitucionales todos los códigos y artículos que impongan la unión entre un hombre y una mujer, o que señalen que el matrimonio es para la procreación, está señalando claramente que todos los funcionarios públicos están obligados a respetar tal ordenamiento, so pena de dar origen a demandas económicas y/o sanciones, hasta penales, a los funcionarios que se nieguen a casar a las personas que decidan hacerlo con otra del mismo sexo.
Pueden no legislar al respecto, pero llegará un momento en que deberán hacerlo, por más que la más alta jerarquía clerical se oponga y el gobierno estatal deberá matrimoniar a quienes se lo soliciten, o será denunciado por violar la ley.
Así, en la sociedad chihuahuense existirán -existen-, en la realidad y con todos sus derechos vigentes, prácticamente todos los tipos de familia que la ley permite y que forman parte de la vida moderna, la del siglo XXI.
¿Cuál será la instrucción que deje el Gobernador Duarte, de irse  al gobierno federal, sobre este asunto?
Parecía un nuevo episodio de los muchos que se generaron desde el equipo gobernante, prácticamente desde que Peña Nieto apareció como el triunfador de la elección presidencial.
Un día sí, y otro también, se decía que Duarte se iría al gabinete.
Todos dejaban de lado un hecho, extremadamente ilustrativo de la composición de las fuerzas internas del PRI al final del 2012.
Duarte ejerció de anfitrión a la reunión de los senadores electos del PRI, cuyo coordinador sería Emilio Gamboa Patrón, a todas luces no perteneciente al grupo de Atlacomulco que colmó todos los espacios de primer nivel del gabinete. Nadie que no fuera del grupo mexiquense y del grupo mandón en Hidalgo -hace más de 100 años- podía aspirar a ingresar ahí.
Pero pareciera que Duarte leyó bien ese episodio. Desde hace algunas semanas se exhiben en la autopista Cd. de México-Toluca varios anuncios espectaculares con la imagen del ballezano y la leyenda “César Duarte fortalece Chihuahua”.
Así dice la nota de Proceso: “Desde el jueves 12 pasado, gobernadores, dirigentes estatales del PRI y algunos miembros del gabinete presidencial empezaron a cabildear en favor de Duarte para ocupar la silla de su tocayo… Los gobernadores quieren a uno de ellos. Varios del gabinete, mandatarios y comités estatales están con César Duarte”.
De acuerdo con la reportera, la exhibición de los espectaculares sólo podría hacerse (y que lo hiciera un gobernador priista, dada la extrema disciplina existente entre ellos) con “la autorización del secretario de Gobierno José Manzur”. En otras palabras, con autorización, por lo menos, del gobernador mexiquense, Eruviel Avila, que no pertenece al grupo Atlacomulco… aunque a estas alturas ¿Quién sabe?
Pero estas informaciones circularon después de que Manlio Fabio Beltrones  declarara su pretensión de dirigir al PRI (anotemos que César Camacho dejará la dirigencia para enfilarse a la Cámara de Diputados). Así, la candidatura de Duarte, con el apoyo de Gamboa (recordemos que lo impulsó a la presidencia de la Cámara de Diputados y después a la gubernatura) denotaría que Beltrones y Gamboa se enfrentarán la presidencia del PRI, teniendo como telón de fondo la disputa presidencial del 2018.
Sin embargo, no todo está resuelto, falta la opinión de los mexiquenses porque quien asuma la dirigencia podrá influir decisivamente en la designación y campañas de doce candidatos a gobernadores, en 2016, más los pocos del ’17 y la designación de candidatos a diputados federales, locales, alcaldes, gobernadores, senadores y el presidente de la república del ‘18.
De ahí que si Duarte se va, será por indicación de Peña Nieto y entonces deberá cederle a éste toda la preeminencia en la designación del candidato de Chihuahua, pero su opinión será muy importante ante el mexiquense. No decidirá pero sí influirá.
La salida de Duarte destensará grandemente las relaciones entre los grupos priistas y le quitará a su partido el peso del enorme porcentaje de voto de rechazo; no desaparecerá del todo, pero la idea de que en las elecciones del próximo año una parte del electorado ejercería su voto de castigo al gobierno de Duarte, disminuirá grandemente y los aspirantes actuarán casi con plena “libertad política” unos cuantos meses, los suficientes para que se realicen las encuestas ordenadas por la Secretaría de Gobernación y el PRI nacional para decidir quien será el abanderado (a) de este partido.
Todo lo anterior es muy importante para la clase política, ¿En qué beneficia a la entidad que su gobernador, elegido por una mayoría, abandone el cargo para ir a desempeñar tareas de su partido, que por muy importantes que sean no lo son respecto del mandato que la ciudadanía le otorgó?
¿Qué hará el sustituto? ¿Continuar los planes y programas en marcha o, simplemente, preparar la maquinaria gubernamental para afrontar la elección de gobernador?
Y todo lo anterior en medio de la discusión (no’mbre, hasta crees?) y aprobación de la reforma electoral, justamente cuando los tiempos y movimientos de los priistas se aceleran y que al llegar a la mitad del año pareciera que, si por Duarte fuera, el elegido sería el alcalde juarense, Enrique Serrano, a quien se le “placea” por toda la entidad, de un modo apenas ligeramente superior al que se le otorga al alcalde capitalino, Javier Garfio.
Sin embargo, las responsabilidades políticas dadas por Duarte a Serrano en los últimos años parecieran consolidarlo. Fué el líder de los diputados locales, es el suplente del senador Romero Deschamps y fue el coordinador estatal de la campaña de Peña Nieto en 2012.
No todo está dicho, la sorpresiva inclusión de Héctor “Teto” Murguía en el gabinete, no porque apareciera ahí, sino por el cargo al que fue invitado, del cual salió Mario Tarango, y no una secretaría, demuestra que deberá contarse con él al momento de la designación. 
Se la deben. Recordemos que en 2010 se hizo a un lado ¿Lo recordará César Duarte cuando llegue el momento?
¿La salida de Mario Tarango -aunque se haya ido a la coordinación de asesores-, implica, por ello, la del grupo de los Baeza y se regresa al nivel previo de relaciones entre éste y Duarte? No parece ser así, mantienen sus diferencias pero los resultados de la elección pasada arrojaron un retrato muy cercano a la realidad de las fuerzas priistas en Chihuahua. Los Baeza sacaron adelante el triunfo en Delicias con Tony Meléndez y los equipos de Teto Murguía en los distritos 2 y 3 de Juárez.
La conclusión es más que obvia, sin acuerdo entre ellos difícilmente saldrá adelante el candidato priista el próximo año, de ahí la pretensión de ponerle candados a los candidatos independientes y de bajarle el piso a los partidos menores, los necesitan como nunca, sus escasos votos, rondando el 2-3% de la votación pudiera darles la diferencia que necesitarán.
Bueno, pues se nos quedó fuera la reforma electoral, a ella volveremos.

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

jueves, 25 de junio de 2015

Rectificación

El Diario, 25 de junio de 2015
Luis Javier Valero Flores
Inopinadamente, en medio de los suyos, luego de dar posesión a Héctor (Teto) Murguía como nuevo titular de la Coordinación de Políticas Públicas (sustituyendo a Mario Tarango, que emigró a la Coordinación de Asesores), el Gobernador César Duarte expresó que no había condiciones en Chihuahua para modificar el período del próximo gobierno estatal, que era conveniente mantenerlo en 5 años por lo que la elección de gobernador se empatará con la de los diputados federales en 2021.
Que no habría minigubernatura de dos años.
Luego de argumentar que en su opinión era mejor empatar los tiempos de la administración federal con los de la estatal, utilizó uno de los esgrimidos por quienes se opusieron al acortamiento del próximo período gubernamental.
Aseveró que el gobierno estatal se tarda ¡Un año! en funcionar a plenitud. Es decir, exactamente lo que un escribiente sostuvo desde el principio, que si se hubiese aprobado la minigubernatura, el gobernador estaría rindiendo su primer informe y ya estaría, en la práctica, entregando la administración estatal.
Que debe reconocérsele al Gobernador Duarte haber reconocido el entorno social y político adverso para aquella pretensión, sin duda alguna, pero deberemos esperar algunos días para reconocerlo plenamente pues un día después, por primera ocasión desde que los rumores lo ubicaban en el gobierno federal, Duarte dijo que no era el indicado en anunciar si se iría de la administración local, que eso le correspondía a “otras instancias”.
En el entorno más cercano a él se sostiene que el viernes anterior regresó de la ciudad de México muy sonriente y les anunció que no “iría la gubernatura de dos años”.
Además, que era cuestión de días el anuncio de su ubicación en otra responsabilidad, federal, o partidaria.
Esos son los rumores, la realidad es que la oposición a aquella medida había crecido y dado lugar a dos hechos inéditos en el actual gobierno: Por un lado, la mayor parte de los dirigentes empresariales habían manifestado su rechazo a la “mini” y, segundo, había generado, por primera ocasión en su gobierno, la aparición de serias discrepancias en el grupo parlamentario de su partido, cuando los diputados Teporaca Romero y Eloy García Tarín no secundaron la iniciativa presentada formalmente por la diputada perredista, Hortensia Aragón, cuando todo mundo -de la política local- sabía que en realidad era la pretensión del ocupante de la silla principal de Palacio.
Si bien esa oposición era previsible, probablemente (y no nos equivocaremos) la oposición más fuerte provino del gobierno federal. Ya en la respuesta del dirigente nacional del PRI, César Camacho, se vislumbraba que no había, hasta ese momento, la aprobación de esa dirigencia. Camacho aseveró que no era, en ese momento, tema del PRI, pero que habría de “considerarse” en su momento.
En el lenguaje críptico del priismo, tal respuesta significaba que aún no tomaban una resolución y que no tenía luz verde.
Sin embargo, -a juicio del escribiente- “subir” ese tema en el arranque de las campañas, pudo haber influido en una parte del electorado que lo apreció como un intento de prolongar el gobierno de Cesar Duarte.
Ahora bien, si el gobernador sabía el lunes -cuando hizo el anuncio- que se irá a la ciudad de México, entonces, desde el punto de vista estrictamente partidario y sin tomar en cuenta la opinión de los chihuahuenses, tendremos la certidumbre que era absolutamente inaceptable que tuviéramos tres gobernadores en tan breve lapso.
Sí, porque el Congreso debería nombrar un interino para el período 2015-2016; luego, el que se eligiera en 2016 y, finalmente, el que resultara electo en 2018. 
Inaceptable. Y quedará como el único argumento válido para ellos.
Ahora bien, si Duarte no asume un cargo federal o partidista, entonces sí podrá valorársele haber quitado de la escena política un asunto extremadamente controversial, máxime que él había sido uno de los promotores de la reforma realizada en 2012 que dió origen a la gubernatura de 5 años.
Y eso, en el supuesto que la decisión proviniese de él, y no, como algunos pensamos, del gobierno de Peña Nieto.
Deberá destacarse que el líder parlamentario del PAN, César Jáuregui, quien les había “apostado” a los priistas que la “mini” no saldría adelante, ahora afirmó que no Duarte no se iría a la administración federal.
Solo por no quedar más evidenciados como simples acompañantes de las decisiones del Gobernador Duarte, los legisladores del PRI dijeron que el asunto de la minigubernatura se mantendría en la discusión sobre la “Reforma de Estado” anunciada el lunes anterior por los titulares de los tres poderes de Chihuahua.
¿Quién les cree?
¡Ah, cómo falta el oficio político! Bastaba con que el Presidente de la Mesa Directiva actual, César Pacheco, o el coordinador de los diputados priistas, Rodrigo de la Rosa, dijeran que se hacían cargo del pronunciamiento del gobernador para que tal asunto quedara zanjado.
Ni eso hicieron, ahora deberán enfrentar uno de los asuntos más controversiales  (y vaya que los han tenido); el de los matrimonios homosexuales: O le hacen caso a las expresiones fundamentalistas que se han evidenciado en las últimas semanas en la entidad; ú obedecen las resoluciones de la Suprema Corte de Justicia.

Buen tema para reflexionar. Lo haremos.

lunes, 22 de junio de 2015

Crisis de representación

Editorial, Aserto 143, junio de 2015
Independientemente de los resultados de las elecciones para la Cámara de Diputados, el hartazgo de una parte importante de la sociedad hacia toda la clase política es más que evidente.
La alternancia política trajo sólo eso, la alternancia de los partidos en el usufructo del poder, pero nada más. La inauguración de la plena competencia electoral, en lugar de abrirle cauces al desarrollo democrático del país sólo trajo el acrecentamiento del número de individuos que gozan de los privilegios de los grupos en el poder.
Antes reservados solo para el priismo, sus beneficiarios abarcan a prácticamente la totalidad de los dirigentes de todos los partidos. Es de tal magnitud el acuerpamiento de quienes gobiernan que prácticamente han desaparecido las fronteras ideológicas. En ello tienen una elevada responsabilidad los dirigentes de los partidos considerados como de izquierda, en especial el PRD, pero no sólo.
A diferencia de la mayoría de los países de Sudamérica, en México las posiciones de izquierda, en la vida político-electoral, están desaparecidas, de ahí que otros segmentos, más cercanos a las posturas de la extrema izquierda son quienes han ocupado de manera importante ese lugar.
No menor es la responsabilidad del panismo. Los devaneos con el peñanietismo, sus frecuentes escándalos, pletóricos de corruptelas, sus profundas divisiones y su fracaso en la conducción del país a lo largo de una docena de años, amén de que todavía, ante la tragedia del sexenio anterior, se enorgullecen de que Felipe Calderón aún pueda salir a la calle a pedir el voto para el PAN, llevó a que un número importante de mexicanos se sintieron desilusionados de la política y de este partido.
No fueron capaces de iniciar, con audacia, el desmantelamiento del viejo aparato del partido de Estado que era el PRI.
Permitieron el regreso de éste, hoy sufrimos las gravísimas consecuencias de lo anterior. Ya se preparan, los poderes fácticos y el grupo gobernante, a endilgarles a los mexicanos el sucesor de Peña Nieto.
No puede ser coincidencia que las graves y numerosas ilegalidades cometidas por el Partido Verde (aliado al PRI) a todas las regulaciones electorales hayan sido tratadas con benevolencia por los órganos electorales.
Todavía un día antes de las elecciones, numerosísimos actores pertenecientes a las dos empresas televisivas -Televisa y Tv Azteca- se lanzaron a pedir el voto para el Verde, en consonancia con el hecho de que la mayor parte de los candidatos plurinominales, postulados por este partido, están ligados al duopolio televisivo.
Era evidente la estratagema electoral, evidente en todas las encuestas previas, en las que el PVEM obtenía entre el 6 y el 9% de las preferencias electorales. Había que colocar a este partido en las preferencias electorales de los mexicanos, para repetir la maniobra de las elecciones del 2012. Si el PRI hubiese participado solo, en estos momentos el presidente sería López Obrador, los 8 puntos obtenidos por el Verde convirtieron a Peña Nieto en presidente.
Pero en aras de obtener los triunfos a como dé lugar, utilizando todos los recovecos de la ley, los partidos mandones en el país nos han llevado a una profunda crisis de representación, o se cambia el régimen político, se libera la regulación para la participación de otras fuerzas y protagonistas o las consecuencias serán funestas.
El entorno en el que se desarrollaron las elecciones es pésimo y no parece mejorar a corto plazo. Contra el inmoderado optimismo del grupo gobernante, las reformas “estructurales” no resolverán, ni en el corto, ni el largo plazo, los graves problemas económicos del país.
Y el problema de la inseguridad, contra todo el discurso oficial, continúa, casi con la misma dinámica del sexenio anterior.

Se antoja sombrío el fin de este año, la clase política no parece tener las cualidades que se necesita para afrontarlo.

Rechazo generalizado

Aserto 143, junio de 2015
Apabulla el número. Sólo 3 de cada 10 electores fueron a votar en el estado de Chihuahua. A pesar del aparente descontento de una buena parte de la población con el gobierno de Cesar Duarte, el PRI, su partido, obtuvo siete contundentes triunfos, uno cercanamente y sólo perdió en el 06 ante su contrincante más serio los últimos 32 años, el PAN. Así, está preparado el escenario para la siguiente contienda, la que aparentemente le importa más a la sociedad, la elección de gobernador.
¿Se desarrollará como los últimos tiempos? ¿Sólo entre priistas y panistas, o habrá alguna sorpresa?

Luis Javier Valero Flores
Expresado de distintas maneras antes de las elecciones del 7 de junio, el rechazo a la clase política quedó evidenciado palmariamente con los índices de participación.
En las entidades en las que sólo se efectuaron elecciones de diputados federales los porcentajes de participación electoral se ubicaron en la franja del 30 al 40%, entre los que destacaron los presentados en Baja California con el 30% y Chihuahua con el 32.3%.
A su vez, en las entidades en las que se realizaron, de manera concurrente, elecciones de gobernadores, la participación fue muy cercana al 60%, sin aparente diferencia entre las entidades cruzadas por las olas violentas (Guerrero y Michoacán en el 54-55%)  y aquellas (Campeche 59%) con incidencia delictiva y homicida muy por debajo de los promedios nacionales.
Por otra parte, en las entidades en las que la concurrencia fue solamente de elección de diputados locales y/o alcaldías con la elección federal, los porcentajes de participación fueron del 41-42 al 47-48%.
El fenómeno abarcó hasta al DF, entidad que tradicionalmente había presentado altos niveles de participación. Ahora sólo 4 de 10 ciudadanos (41.4%) acudieron a votar, a pesar de que la elección incluía la de las delegaciones, la Asamblea Legislativa y la federal.
Con descensos marcados, como en el caso de Juárez, en el que solamente votaron 28 de cada 100. Es decir, el abstencionismo llegó al 72%, en contraparte con el total del estado de Chihuahua, que fue del 67.7%
Del mismo modo, aparentemente los entornos violentos o de marcada inseguridad no parecen afectar a los procesos electorales, la gente fue a votar en los mismos porcentajes que en otras entidades sin esa característica. Así la participación en Tamaulipas fue del 44.57%, en Veracruz del 45.26, porcentajes parecidos a los de entidades sin este problema, como Quintana Roo y Aguascalientes en los que el índice de participación fue del 34 y 36, respectivamente.
La excepción fue Yucatán, en el que la participación alcanzó el 70.25 ¡Increíble!
Porcentajes semejantes se presentaron en algunos municipios de Chiapas, en donde sorprendentemente el Partido Verde se llevó el carro completo de las diputaciones federales, como preámbulo de las elecciones locales de mitad de sexenio que se realizarán en julio.

Los saldos
En una jornada en la que los perdedores fueron los tres partidos que detentaban las primeras posiciones, fruto de los resultados electorales del 2012, PRI, PAN y PRD, incuestionablemente el mayor perdedor es el PRD, partido al que le costó enormemente haber perdido su perfil de izquierda.
No sólo pierde la mitad de las diputaciones, también 8 de las 14 delegaciones que mantenía en el DF, así como la mayoría en la Asamblea Legislativa, a manos de Morena, y la absoluta mayoría de las diputaciones federales de esa entidad.
Pierde Guerrero y recupera Michoacán y alcanza una sorpresiva elevada votación en la elección a gobernador de San Luis Potosí.
El voto duro del PRI es otro de los derrotados, el partido en el gobierno no logró movilizar a todo su aparato, por primera vez disminuye del 30% de los votos (Una vez que se calcule la Votación Válida, es decir, que se descuenten los votos por otros candidatos y los votos nulos, alcanzará, seguramente, poco más del 31%), mantendrá, incluso, mayoría en la Cámara de Diputados, pero lo será, como en 2012, basado en su aliado, casi compañero permanente, el Verde Ecologista, con lo que se consolida esta alianza, casi orgánica.
Ante los resultados del Verde se explican los elevados niveles de impunidad con los que actuó en la campaña. Violó todas las restricciones legales que garantizan la equidad en la contienda y gozó, además, de la connivencia del gobierno federal.
Lo sabían, necesitaban de una fuerza aparentemente ajena, pero en el fondo más cercana al grupo gobernante y al duopolio televisivo de lo que nos imaginábamos.
No sólo le permitieron de manera ilegal espacios en distintos medios de comunicación sino que postuló a funcionarios de las empresas televisoras y parientes de los propietarios de éstas, para intentar repetir el esquema que priva en la actual legislatura, que el duopolio cuente con sus propios legisladores.
Analizado de manera más detenida, los quebrantos del partido gobernante son varios. 
Pierde Michoacán y Querétaro y recupera Sonora, Guerrero y puede mantener (hasta esta hora) Colima pero cae estrepitosamente en Nuevo León, no sólo en la gubernatura ante el Bronco, sino que pierde casi todos los distritos locales ante el PAN, además de una derrota generalizada en Jalisco ante Movimiento Ciudadano y toda la península bajacaliforniana, pues en Baja California Sur el PAN gana el carro completo en la elección local, además de la federal. Cosa semejante ocurrió en Baja California, el PAN se llevó todos los diputados federales.
El PAN, a su vez, es un frustrado ganador. Ante un panorama tan desolador para el PRI y sus gobernantes, en medio de la peor ola de descrédito que presidente alguno haya alcanzado en la era moderna (Salinas lo obtuvo al final de su mandato ante la aparición de la guerrilla chiapaneca) el PAN no se alzó como el capitalizador del descontento. La oportunidad era de oro.
Se quedará con, prácticamente, el mismo número de diputados. La mayoría del electorado no lo consideró confiable para aparecer nítidamente como la fuerza de oposición necesaria frente al gobierno de Peña Nieto. 
En dos de las entidades que en el pasado fueron las joyas del panismo -Nuevo León y Jalisco- fueron lanzados a la tercera fuerza; pero obtienen mayoría absoluta en el Congreso en Nuevo León, y en Jalisco casi los desaparecen en las elecciones locales, en donde la mayoría de las diputaciones federales fueron ganadas por Movimiento Ciudadano.
El desplome de panistas y priistas en Jalisco es impresionante. De este modo, por lo menos a nivel de las alcaldías jaliscienses más importantes, se da una tercera etapa de la alternancia partidaria pues ya los han gobernado el PRI, el PAN y ahora uno de  los grandes triunfadores de la presente elección, Movimiento Ciudadano, quien obtiene la alcaldía de Guadalajara, además de varios de los municipios más importantes.
No todo es malo para el PRI, obtendrá, junto con el Verde más de los 250 diputados; el PAN pasará a los 105-110; el PRD rondará los 50, Morena los 36-39; Movimiento Ciudadano rondará los 30 y Panal, PES y PT oscilarán entre los 5 a los 8 legisladores.
Además de Movimiento Ciudadano, el otro gran triunfador fue Morena. Superó el 8% de la votación, gana 17 diputaciones federales en el DF, se convierte en la primera minoría de la Asamblea Legislativa, gana 5 delegaciones y su dirigente, López Obrador aparece, a tan temprana etapa política, como el más serio aspirante a la presidencia de la república. “La tercera es la vencida”, aseveró en su primer mensaje después de la elección.
El otro gran triunfador es la figura de la candidatura independiente. A pesar de que la mayoría de ellos perdieron, varios obtuvieron resonantes triunfos, descollantemente Jaime Rodríguez en la gubernatura de Nuevo León, Manuel Clouthier en una diputación federal, Alfonso Martínez en la alcaldía de Morelia y Pedro Kumamoto a una diputación local en Jalisco.

El “nuevo partido”
No todo es malo para el PRI, pero requerirá del concurso del Verde, la votación de éste es indispensable, ya no sólo para la conservación de ser, juntos, la primera minoría en la Cámara de Diputados de la actualidad, sino que ahora, muy probablemente, se alzarán como mayoría relativa con más de 250 diputados, a los que se sumarán los obtenidos por el PANAL.
De ese modo, Peña Nieto ya no necesitará, para ganar votaciones simples, al PRD, pero sí lo requerirá, a éste, o al PAN, dependiendo del tema, para sacar adelante modificaciones constitucionales pues en cualquier caso tendrá mayoría absoluta de por lo menos 300 diputados.
La novedad es que, a diferencia del pasado, desde que perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, ahora necesitará la participación de por lo menos otros dos partidos para ser mayoría calificada.
En ello consiste el triunfo del PRI, no obstante el creciente rechazo de porciones importantes de la sociedad mexicana al gobierno de Peña Nieto -los niveles más altos para un presidente en la era moderna- el elevado abstencionismo le permitió alzarse como el gran triunfador de la jornada, a pesar de haber sufrido derrotas importantes en Nuevo León, Jalisco, Michoacán y Querétaro y de obtener el más bajo porcentaje de votación de toda su historia, con la excepción de la elección presidencial del 2006.
Como atenuante podrán exhibir que recuperaron Guerrero y Sonora y mantuvieron su hegemonía total en más de 7 entidades y cuasi en otras tantas.

Las elecciones en Chihuahua
El fenómeno nacional también se presentó en la entidad, pero acá se recrudece un hecho: Una parte importante del llamado voto duro del PRI no salió a votar, la estructura gubernamental, de los tres niveles en el caso de Juárez y Chihuahua, y la estrictamente partidaria, no tuvieron la capacidad de movilizar a la mayoría de sus electores.
No es cualquier cosa. Sabemos que no se pueden comparar elecciones a distintos puestos de elección popular, pero las cifras de votantes sí se pueden considerar manteniendo como marco el total de los electores.
Si en 2010 se contó con un padrón aproximado de 2.2 o 2.3 millones de electores, ahora fueron, casi, 2.6 millones.
Bueno, con ese universo, que creció en 300 mil votantes, el PRI perdió ¡Más de 340 mil votos, del triunfo de César Duarte a los alcanzados ahora, que fueron, sin los del Verde, sólo 255 mil!
Con ese parámetro, el PAN sufrió un descalabro semejante, perdió la friolera de alrededor de 250 mil votos, pues de los 423 mil obtenidos por Carlos Borruel  en 2010 llega a 180 mil ahora.
Esa es una de las conclusiones, por infinidad de razones, que se irán develando con los meses, ante el electorado chihuahuense, el PAN no fue considerado suficientemente como para que se convirtiera en el receptor de la vasta inconformidad ciudadana, la que en los meses previos se había ido acumulando, a grado tal que se preveían escenarios muy distintos a los que arrojó la votación.
En el pasado lejano, de cuando en el país existía el régimen del partido “casi único, se decía que a menor votación crecía la certidumbre de los triunfos del partido gobernante; hoy asistimos a una especie de regreso al pasado, el voto duro, el que mayor porcentaje de miembros controlados tiene (y controlados por distintos mecanismos, no sólo el de la amenaza o la extorsión, sino el de la creencia que los empleos los otorga la militancia priista; o la de familias enteras que a lo largo de los años han recibido algún beneficio de este partido y sus gobiernos, etc.) ganaría las elecciones. Ese es el PRI.
Estamos frente a ese fenómeno, viejo conocido para los mexicanos de mayor edad, y que se repite pero en un entorno absolutamente distinto.
Según las últimas cifras del PREP, (Estas notas se escriben antes del cómputo de las juntas distritales) con el resultado de casi el 94% de las casillas instaladas, el PRI obtuvo 254,554 votos, equivalentes al 34.07% de la votación.
A su vez, el PAN llegó  al 25.14% de la votación, fruto de los 187,824 votos.
En tercer lugar, el PANAL, con 55,776 votos, 7.46%; en cuarto, Morena, con 48,700 votos, 7.46%; en quinto, el Verde, con 43,038, 5.76%; en sexto, Encuentro Social, con 25,438 votos, 3.4% de la votación; en séptimo, Movimiento Ciudadano, con 24,091, 3.33% de la votación; en octavo, el PRD, con 23,274 votos y un 3.11% de la votación.
Finalmente, abajo del 3% de la votación, en noveno, el PT, con 17,447, 2.33% y en décimo, Partido Humanista, con 15,231, equivalentes al 2.03% de la votación.
Además, los votos nulos fueron 46,845 votos, el 6.27% de la votación emitida.
Ante ese desplome de la votación, y porque la mayor parte de los votos del PAN, a lo largo de toda su historia, son de quienes sólo van y votan y que raramente se involucran en las actividades partidarias; esto es, que la estructura territorial de este partido es infinitamente menos fuerte que la de su principal oponente en Chihuahua, es que los pocos votos obtenidos por el PRI, fruto de esa estructura territorial, gremial, gubernamental o derivado del uso patrimonialista de los recursos públicos, le sirvieron para reponerse frente al vendaval de la crítica social recibido en los últimos meses y que no se tradujo en votos para el blanquiazul.
Explicaría, también, el desplome de la votación del PAN en la mayor parte de los distritos. En Juárez, salvo el 03 (que estará en la disputa, incluso después de la sesión distrital) en los otros 3, el PRI-Verde les pasó por encima. Así, esta coalición obtuvo, en los 4 distritos de Juárez, el 38.54% de los votos, por el escandaloso 18.62% del PAN.
En los distritos rurales, con la excepción del 05, los triunfos priistas son más que holgados; al dos a uno en el 01, 04 (ambos de Juárez) y en el 09; tres a uno en el 02 y en el resto con diferencias mayores a los 10 mil votos. Más aún, en la mayoría de los distritos, salvo el 03, el PRI obtiene ventajas insuperables sin el concurso de la votación por el Verde.

Triunfos del PRI, “falsos positivos”
Llama la atención la amplia diferencia obtenida por el PAN en el distrito 06. Todo le lanzaron en contra a su candidato, el ex alcalde Juan Blanco. Salió avante y hoy aparece como uno de los más serios aspirantes a la candidatura gubernamental, luego de la dolorosa derrota -para la dirigencia panista- de Mario Mata en el 05 ante Antonio Meléndez. Seguramente que para la aparición de ese resultado deberemos contar con la operación “cicatriz” realizada entre el Gobernador Cesar Duarte y el grupo de los Baeza.
Así que rindió frutos el desayuno realizado semanas atrás en la casa del ex gobernador Reyes Baeza con el Gobernador Duarte.
Pero lo que sí se pudo realizar en Delicias, en la capital del estado no. Los eventos en los que se pactó la presencia del ex alcalde Marco Adán Quezada se realizaron en las postrimerías de la campaña y fueron, casi, a puerta cerrada.
Cosa semejante a la de Delicias ocurrió en los distritos 02 y 03 de Juárez. Le fueron encomendados al grupo de Héctor “Teto” Murguía. Lo lograron con holgura en el primero y apretadamente en el 03, por lo menos hasta el momento de escribir estas notas, con una diferencia de 300 votos a su favor.
La obtención de 8 distritos, de los 9 existentes en la entidad, podría llevar al priismo que han pavimentado el camino para refrendar su triunfo en 2016 en la gubernatura del estado.
No pareciera ser así. El grupo gobernante metió todo al asador y se encontró con una nueva realidad, la de la apatía (en el mejor de los casos) de una buena parte de sus activistas, los promotores de la votación. Las indicaciones de la dirigencia partidaria o de la gubernamental no fueron acatadas por una buena cantidad los militantes en los que recae el peso mayor de la “movilización” de sus electores el día de los comicios.
En cambio, la fuerza que en estos momentos aparece como la única que podría capitalizar el descontento hacia el gobierno -Peña Nieto y César Duarte-, el PAN, puede convertirse, al calor de la contienda local, en una fuerza que podría enfrentar con éxito al partido en el gobierno.
Todo ello al influjo de la elección a gobernador pues si bien en los distritos de Juárez, la diferencia de votos entre esas dos fuerzas pareciera ser tan apabullante que no podría cambiar de aquí a la elección, podríamos llevarnos una sorpresa.
No ocurre igual en la capital del estado. El PRI-Verde obtuvo 65 mil 329 por 61 mil 675 del PAN, una diferencia menor a los 4 mil votos, en esta elección no pareciera ser la mejor noticia para el partido de gobierno.
A juzgar por el desarrollo de la actual contienda, de sus resultados, del abstencionismo, de los conflictos internos de los partidos y del hartazgo ciudadano, la contienda por el gobierno de Chihuahua será extremadamente cerrada y no exenta de sorpresas, independientemente del modo en que se resuelva la duración del período del próximo gobernador.
Del análisis de los resultados podría desprenderse que Juan Blanco, por el PAN, y Enrique Serrano, por el PRI, son los que salieron fortalecidos, en el rumbo a la candidatura por el gobierno de Chihuahua. Aparentemente.
De ninguna manera se podrán descartar Javier Corral, por el blanquiazul y Graciela Ortiz, Héctor Murguía y Marco Adán Quezada por el PRI; cada uno de ellos podrá argüir que en algo contribuyeron al 8-1, en el caso del PRI, obtenido por su partido, y la importancia de la participación de Corral en los asuntos de su partido y la presencia en la sociedad chihuahuense. 
Todos son de lo más destacado de sus partidos.
De los partidos “menores”, aparentemente sólo Morena podría emerger en el 2016 como una fuerza protagónica ¿Lo logrará?
La participación electoral, y los triunfos diferenciados en las elecciones estatales realizadas el 7 de junio, fortalecen la idea de que debemos mantener el empate de las elecciones a gobernador con las de diputados federales de mitad de sexenio, del modo que se realizarán a partir del 2021 en Chihuahua, y no con la de elección de presidente de la república, pues la elección de los diputados federales no ejerce la influencia que, contrariamente, sí efectúan las elecciones presidenciales que trastocan las evidentes diferencias regionales ya arrastran a las otras elecciones que se realizan concurrentemente con la presidencial.

Ese será el debate del próximo mes, lo atenderemos.

domingo, 21 de junio de 2015

Mini gubernatura ¿Habemus?

El Diario, 21 de junio de 2015
Luis Javier Valero Flores
Finalmente, por los preparativos, los rumores, los “trascendidos” de las diversas columnas políticas de varios medios de comunicación, por los “tips” que algunos actores políticos han compartido y porque mañana se realizará una muy urgente reunión -según confiaron algunas “fuentes” creíbles al escribiente- del Gobernador César Duarte y los legisladores locales, (no sabemos si todos, o sólo los coordinadores parlamentarios, y de estos solamente los de la coalición mayoritaria en el Congreso) pero de que se van a reunir, aparentemente, es cosa segura.
Son varios los temas que el mandatario local tiene como prioritarios en dicha reunión, sobresalen los referentes a la reforma política. Uno de ellos, por la extrema importancia que tiene es el de minigubernatura.
Se dice que está extremadamente interesado en imponerle un inverosímil candado a las candidaturas independientes: La de que sólo podrían acceder a ella quienes tuviesen, por lo menos, cinco años de no pertenecer a partido alguno.
De aprobarse tal especie, sería la primera respuesta del régimen a la aparición de los “independientes”. De ese tamaño es el terror a los “broncos”.
Además, también soltaron la especie de que ¡Bajarían el porcentaje mínimo  de votación alcanzada por los partidos para acceder a las diputaciones plurinominales y regidurías! Y de esa manera acallar las tibias e inesperadas resistencias de los partidos menores.
Si todo lo anterior es cierto, querrá decir que el Gobernador Duarte está preparando concienzudamente su relevo para lograr que uno de sus allegados sea el ungido como candidato a gobernador para la próxima elección.
En esa visión tiene especial importancia que el próximo período gubernamental sea de 2 años.
Digámoslo claramente, en estos momentos, de acuerdo con las modificaciones realizadas en 2012 las elecciones de gobernador en Chihuahua ESTAN EMPATADAS CON LAS FEDERALES A PARTIR DE 2021 (Perdonen el uso indiscriminado de las mayúsculas, cosa inusual, pero en un pasado evento de empresarios en Chihuahua, un porcentaje de ellos muy cercano al 30% no sabía lo anterior) por eso es que el próximo gobernador durará en su encargo, solamente por una única ocasión, 5 años.
Es decir, tendríamos elección de gobernador en 2016 y la siguiente sería en 2021, empatada con la elección de diputados federales.
De este modo, así está plasmado actualmente, habría elecciones en los siguientes años:
En 2016, gobernador, alcaldes y diputados locales; 
En 2018, presidente de la república, senadores, diputados federales, diputados locales y alcaldes;
En 2021, gobernador, diputados federales, diputados locales y alcaldes y el ciclo se reiniciaría nuevamente en 2024 con los mismos del 2018.
Lo que pretende el Gobernador Duarte es lo siguiente:
En 2016, gobernador, alcaldes y diputados locales; 
En 2018, gobernador, presidente de la república, senadores, diputados federales, diputados locales y alcaldes;
En 2021, diputados federales, diputados locales y alcaldes.
Y el ciclo volvería al de las elecciones del 2018.
En esencia, si dejamos de lado lo circunstancial, es que la elección de gobernador se empate con la de presidente de la república y no con la de diputados federales, como está ahora.
Es falso el argumento usado por los legisladores locales quienes, al momento de defender la modificación, esgrimen que es para ahorrarnos procesos electorales, eso ya está contemplado en las leyes actuales; también cuando dicen que es para empatar los procesos electorales, eso es lo que hicieron en la legislatura pasada.
Quizá el argumento más sólido, de ellos, sería el de que de ese modo iniciarían simultáneamente las administraciones federal y estatal y podrían empatar, así lo reconocen, el "aprendizaje" de los funcionarios.
Queda para la picaresca nacional el de que al implantar la minigubernatura un chihuahuense podría aspirar a la presidencia de la república.
Ahora bien, en términos de ventajas para los chihuahuenses ¿Cuáles obtendríamos en adelantar la elección del 2021 al 2018?
No parece haber alguna fuera de las ya mencionadas, a cambio tendríamos un mini período -a eso se refiere el término de minigubernatura, no porque se refiera a la administración estatal, o a la entidad, como chabacanamente se han referido a este término desde el gobierno- de solamente, en términos reales, de un año y algo más, habida cuenta que, si se aprueba tan desastrosa reforma, al cumplir un año la administración estatal 2016-2018, ya habría candidatos -o aspirantes muy involucrados en actividades previas a las designaciones de candidaturas- de los partidos a la gubernatura 2018-2024.
Los nuevos funcionarios -los del gobierno de 2016, elaborarían un Plan Estatal para escasos 15-16 meses, sin posibilidad alguna de influir en la administración federal para cambiar algunos programas o planes porque el gobierno de Peña Nieto (en la eventualidad que termine "tranquilamente") estaría inmerso en la campaña electoral del 2018 y preparando la salida.
Y en términos de funcionamiento del gobierno estatal, ya lo sabemos, el nombramiento de los nuevos funcionarios (los del 2016) de los 3os. y 4os. niveles apenas estaría dándose entre marzo y junio ¡De 2017! A solo unos meses de entregar el gobierno.
Para quienes se acuerdan, el gobierno de Chihuahua tiene una complejidad infinitamente mayor a la que tenía en 1985, cuando el régimen quitó a Oscar Ornelas y puso a Saúl González Herrera, no para mejorar la administración pública, sino para quitar al que juzgaron como responsable de la derrota del PRI en las alcaldías en 1983.
Don Saúl entró para prepararle el terreno al candidato del PRI, Fernando Baeza, ante la certidumbre de que Francisco Barrio sería el abanderado del PAN. Sobrevino el verano caliente del '86.
Hoy se revive el pasado. Fuera de las discusiones semánticas, el régimen se apresta a no perder las elecciones del año próximo.
Todo lo está preparando, habla de un gobierno de "transición", pero ¿Transición a qué? ¿Es un nuevo concepto usado sólo para enmascarar que se pretende un miniperíodo gubernamental?
Que se pueda postular un candidato de coalición y que pretendan establecer un gobierno de coalición, los partidos políticos que así lo acuerden, está bien, pero de ahí a que esa sea la ventaja para los chihuahuenses, hay un mar de diferencia. No borra el hecho de que lo harían, exclusivamente, para intentar mantenerse en el poder.
¿Depende del Gobernador Duarte la decisión de cambiar la Constitución de Chihuahua para establecer el miniperíodo? Si fuéramos un estado libre y soberano, sí.
Duarte pretende otras posiciones políticas (Reforma lo menciona a la dirigencia del PRI, tema que merece reflexión posterior), para ello requiere no distanciarse del grupo mandón en el país, deberá esperar la aprobación del Presidente Peña Nieto, así opera el priismo cuando está en el gobierno.
Conforme va apareciendo la información va creciendo la certidumbre de que se trata de una "simple" operación política. 
El grupo gobernante pretende, primero, bajarle el tope mínimo para mantener registro y prebendas a los partidos políticos (entiéndase PT, PRD, Movimiento Ciudadano -que a ciencia cierta no se sabe si éste participaría- PANAL, PES y Verde; segundo, ponerle un candado extremo a los candidatos independientes -no tener militancia partidaria en los 5 años previos al día de la elección- lo que tendría destinatarios específicos, la rumorología local habla de  Marco Adán Quezada y Héctor "Teto" Murguía.
Pero aún si no fueran estos, la operación política se adelanta a lo que podría ocurrir en varios municipios en los que los militantes que, sintiéndose merecedores de la candidatura, no la obtuviesen, podrían optar la independiente.
Pero la "jugada" mayor, por lo menos para el escribiente, es que Duarte pretende atribuirse la responsabilidad mayor en el triunfo del PRI en 8 de los nueve distritos y esgrimirlo como garantía para que le permitan operar, él solo, el proceso electoral del 2016, incluida la designación del candidato "que al cabo es sólo para un período de 2 años".
¿Le representaría ventajas? Indudablemente, una de ellas, fundamental en cualquier relevo, es que de ganar su candidato tendría mayores garantías de que la revisión de sus cuentas públicas pudiese transitar sin problemas y se mantendría su grupo en el poder, con la posibilidad de hacer lo mismo en 2018 ¡Nada!
Tiene argumentos ante la dirigencia nacional. Le permitieron -como a todos los gobernadores priistas- designar a los candidatos a diputados y obtuvo un saldo favorable en el número, no en el de los votos alcanzados.
Es decir, las ventajas son sólo de carácter político-partidario y solamente para una parte de las fuerzas políticas existentes en Chihuahua, en ello no van las inquietudes de la sociedad.

Como hace 30 años, pareciera que no pasan los años.

jueves, 18 de junio de 2015

Las encuestas y los resultados

El Diario, 18 de junio de 2015

Luis Javier Valero Flores

Vapuleadas al extremo, desnudadas por sospecharse de su participación en la operación electoral para favorecer al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, no como empresas encargadas de ofrecer sus servicios para conocer las preferencias electorales de los ciudadanos en el proceso presidencial del 2012, las empresas dedicadas al levantamiento de encuestas, quedaron en ese entonces sumamente desacreditadas.

Fue de tal magnitud que el Congreso de la Unión, al reformar la legislación electoral, incrementó el número de requisitos profesionales a satisfacer ante el Instituto Nacional Electoral (INE) por las empresas que decidieran hacerlo en la pasada contienda.

Así, muy pocas empresas se atrevieron a publicar las encuestas realizadas, con el concurso de algunos medios de comunicación. Televisa, El Universal, Reforma, Excélsior y El Financiero, en el ámbito nacional, lo hicieron.

Lo mismo ocurrió en el entorno local. El Diario de Juárez contrató a la empresa Confirme, para efectuar encuestas en los cuatro distritos con cabecera en Juárez; mientras que El Heraldo de Chihuahua, para el total de los distritos de la entidad, se hizo de los servicios de la empresa Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE), propiedad, entre otros, de Liébano Sáenz.

En la encuesta de El Diario, en el municipio de Juárez se le adjudicaba el 30% de la votación al PRI, por el 12.6 del PAN. Probablemente esa cifra se acerque a la realidad del municipio. En el conjunto de los cuatro distritos el PRI recibió alrededor del 38% y el PAN 18%. El margen de error de la encuesta fue del +/- 5 puntos.

Luego, en el Distrito 01, la encuesta arrojó, para el PRI, 45.6% de la votación, por el 6.9 del PAN.

El resultado electoral le dio el 40.91 al PRI-Verde, por el 14.93 del PAN.

En el Distrito 02, la encuesta dió al PRI 37.5, por un 7 al PAN.

El resultado fue de 43.92 para el PRI y 13.87 para el PAN.

En el Distrito 03 la encuesta le dió 29.1 al PRI-Verde por un 24.6 al PAN.

La realidad fue en ese sentido, pero casi inexistente la diferencia, el PRI-Verde obtuvo 29.54 por el 29.40 del PAN.

Por otra parte, en el distrito 04 la encuesta dijo que el PRI-Verde obtuvo el 33.9%, por el 11 del PAN.

Los votos serían del 37% para el PRI, por 17.17 del PAN.

Los resultados del Heraldo-GCE arrojarían diferencias muy grandes entre la encuesta y las votaciones.

En el 01 le daban al PRI una votación del 25%; en el 02, una votación del 27. En esos dos distritos las distancias fueron considerables, pero en el primero, por la friolera de ¡15 puntos y en el 02, por 17!

Y en el 03 le daban una ventaja al PRI de ¡7 puntos! 25.7 al PRI y 18.9 al PAN.

Lo más acertado sería en el distrito 04, sólo se equivocaron en el porcentaje del PAN por 7 puntos.

Igual ocurrió en el distrito 05 (Delicias), aciertan en la votación del PRI, pero fallan en 9 puntos con la del PAN. Y en el 06 (Chihuahua) daban como ganador al PRI, al que le adjudicaban 26.2, por 24.2 del PAN. Este obtendría ¡13 puntos más que la encuesta de El Heraldo-GCE y el PRI un 4% más!

Quizá el más acertado de sus pronósticos sería en el distrito 07 (Cuauhtémoc) Dio como triunfador al PRI, el error es el del margen de la encuesta, 4-5 puntos.

Y de nuevo, en el distrito 08 (Chihuahua), falló en el porcentaje que obtendría el PAN ¡En 10 puntos!

Lo mismo ocurrió en el distrito 09 (Parral), en tanto que la encuesta El Heraldo-GCE le adjudicaba el 37.8 al PRI-Verde, éste obtuvo el 53. Al PAN le pronosticó 14 puntos y obtendría 7 puntos más, el 21.

domingo, 14 de junio de 2015

Contundencia sorpresiva (y aparente)

     El Diario, 14 de junio de 2015
Luis Javier Valero Flores
Apabulla el número. Sólo 3 de cada 10 electores fueron a votar en el estado de Chihuahua. A pesar del aparente descontento de una buena parte de la población con los gobiernos de César Duarte y Enrique Peña Nieto, el PRI, su partido, obtuvo siete contundentes triunfos, uno de manera muy apretada (que aún deberá pasar por el tamiz de los tribunales electorales) y sólo perdió en el 06 ante su contrincante más serio los últimos 32 años, el PAN. 
Expresado de distintas maneras antes de las elecciones del 7 de junio, el rechazo a la clase política quedó evidenciado palmariamente con los índices de participación.
En las entidades en las que sólo se efectuaron elecciones de diputados federales los porcentajes de participación electoral se ubicaron en la franja del 30 al 40%.
A su vez, en las entidades en las que se realizaron, de manera concurrente, elecciones de gobernadores, la participación fue muy cercana al 60%, sin aparente diferencia entre las entidades cruzadas por las olas violentas (Guerrero y Michoacán en el 54-55%) y aquellas (Campeche 59%) con incidencia delictiva y homicida muy por debajo de los promedios nacionales.
Por otra parte, en las entidades en las que la concurrencia fue de elección de diputados locales y/o alcaldías con la elección federal, los porcentajes de participación fueron del 41-42 al 47-48%.
De eso no se salvó ni el DF. Ahora sólo 4 de 10 ciudadanos acudieron a votar.
En una jornada en la que los perdedores fueron los tres partidos que detentaban las primeras posiciones, incuestionablemente el mayor perdedor es el PRD, partido al que le costó enormemente haber perdido su perfil de izquierda, sobre todo a partir de la firma del Pacto por México, hecho que probablemente también le costó una enormidad electoral al PAN.
El voto duro del PRI es otro de los derrotados, el partido en el gobierno no logró movilizar a todo su aparato, por primera vez disminuye del 30% de los votos, sin el descuento de la "Votación Válida".
Ante estos resultados se explican los elevados niveles de impunidad con los que actuó en la campaña el Verde, con la connivencia del gobierno federal y el duopolio televisivo.
Analizado de manera más detenida, los quebrantos del partido gobernante son varios. 
Pierde Michoacán y Querétaro y recupera Sonora, Guerrero y mantiene (hasta ahora) Colima pero cae estrepitosamente en Nuevo León ante el "Bronco" y pierde casi todos los distritos locales ante el PAN, además de una derrota generalizada en Jalisco ante Movimiento Ciudadano y toda la península bajacaliforniana, las dos Bajas.
No obstante el creciente rechazo de porciones importantes de la sociedad mexicana al gobierno de Peña Nieto -los niveles más altos para un presidente en la era moderna- el elevado abstencionismo le permitió alzarse como el gran triunfador de la jornada, a pesar de haber sufrido derrotas importantes en Nuevo León, Jalisco, Michoacán y Querétaro.
Como atenuante podrán exhibir que recuperaron Guerrero y Sonora y mantuvieron su hegemonía total en más de 7 entidades y cuasi en otras tantas.
El PAN, a su vez, es un frustrado ganador. Ante un panorama tan desolador para el PRI y sus gobernantes, el PAN no se alzó como el capitalizador del descontento.
Se quedará con menos diputados.
No todo es malo para el PRI, obtendrá, junto con el Verde 250 diputados; el PAN quedará en 109; el PRD rondará los 55, Morena contará con un aguerrido grupo de 36; Movimiento Ciudadano rondará los 25 y Panal y PES oscilarán entre los 5 a los 10 legisladores.
El PT, probablemente, perderá su registro nacional.
Además de Movimiento Ciudadano, el otro gran triunfador fue Morena. Superó el 8% de la votación, gana 17 diputaciones federales en el DF, se convierte en la primera minoría de la Asamblea Legislativa, gana 5 delegaciones.
El mayor triunfador, aparentemente, es la figura de la candidatura independiente.
El quebranto priista también se presentó en Chihuahua, pero acá se recrudece un hecho: La estructura gubernamental, de los tres niveles en el caso de Juárez y Chihuahua, y la estrictamente partidaria, no tuvieron la capacidad de movilizar a la mayoría de sus electores.
No es cualquier cosa. No se pueden comparar elecciones a distintos puestos de elección popular, pero las cifras de votantes sí se pueden considerar, manteniendo como marco el total de electores.
Si en 2010 se contó con un padrón aproximado de 2.2 o 2.3 millones de electores, ahora fueron, casi, 2.6 millones.
Bueno, con ese universo, que creció en 300 mil votantes, el PRI perdió ¡Más de 300 mil votos, del triunfo de César Duarte a los alcanzados ahora, que fueron, sin los del Verde, sólo 290 mil!
Con ese parámetro, el PAN sufrió un descalabro semejante, perdió la friolera de alrededor de 210 mil votos, pues de los 423 mil, obtenidos por Carlos Borruel  en 2010, llega a 210 mil ahora.
Esa es una de las conclusiones, por infinidad de razones, que se irán develando con los meses, el electorado chihuahuense no consideró al PAN  suficientemente apto para ser el receptor de la vasta inconformidad ciudadana, la que en los meses previos se había ido acumulando, a grado tal que se preveían escenarios muy distintos a los que arrojó la votación.
Los salvó la estructura territorial y el control que ejerce sobre amplias capas de la población (sin descartar, que los hay, a una importante base de simpatizantes), le sirvieron para resistir el vendaval de la crítica social.
Explicaría, también, el desplome del PAN en Juárez. El PRI-Verde obtuvo, en los 4 distritos de Juárez, el 38% de los votos, por el escandaloso 18% del PAN.
En otros distritos, los triunfos priistas son más que holgados; al dos a uno en el 01, 04 (ambos de Juárez) y en el 09; tres a uno en el 02 y en el resto con diferencias mayores a los 10 mil votos ¡Y Tony Meléndez, en el 05 obtuvo más de 50 mil votos! ¡Inaudito!
Llama la atención la amplia diferencia obtenida por el PAN en el distrito 06. Su candidato, el ex alcalde Juan Blanco, aparece como el más serio aspirante a la candidatura gubernamental, -casi el único- luego de la dolorosa derrota -para la dirigencia panista- de Mario Mata en el 05 ante Antonio Meléndez. Seguramente que para la obtención de ese resultado contó la operación “cicatriz” realizada entre el Gobernador Cesar Duarte y el grupo de los Baeza.
Cosa semejante a la de Delicias ocurrió en los distritos 02 y 03 de Juárez. Le fueron encomendados al grupo de Héctor “Teto” Murguía. Lo lograron con holgura en el primero y apretadamente en el 03.
Los resultados podrían llevar al priismo a creer que está pavimentado el camino para refrendar su triunfo en 2016 en la gubernatura del estado.
No pareciera ser así. Podría ser un "falso positivo". El grupo gobernante metió todo al asador y se encontró con una nueva realidad, la de la apatía (en el mejor de los casos) de una buena parte de sus activistas, los promotores de la votación.
En cambio, la fuerza que en estos momentos aparece como la única que podría capitalizar localmente el descontento hacia el gobierno -Peña Nieto y César Duarte-, el PAN, puede convertirse, al calor de la contienda local, en una fuerza que podría enfrentar con éxito al partido en el gobierno, sin que se pueda descartar la irrupción de algún candidato independiente, o la de alguno postulado por Morena, si es que lo hace con un chihuahuense destacado.
No se antoja probable que lo hicieran PANAL o Movimiento Ciudadano.
La diferencia de votos entre PAN y PRI en Juárez pareciera ser tan apabullante que no podría cambiar de aquí a la elección. Podríamos llevarnos una sorpresa.
No ocurre igual en la capital del estado. El PRI-Verde obtuvo 75,018 por 72,428 del PAN, una diferencia menor a los 3 mil votos.
A juzgar por el desarrollo de la actual contienda, de sus resultados, del abstencionismo, de los conflictos internos de los partidos y del hartazgo ciudadano, la contienda por el gobierno de Chihuahua será extremadamente cerrada y no exenta de sorpresas, independientemente del modo en que se resuelva la duración del período del próximo gobernador.
Del análisis de los resultados podría desprenderse que Juan Blanco, por el PAN, y Enrique Serrano, por el PRI, son los que salieron fortalecidos, en el rumbo a la candidatura por el gobierno de Chihuahua. Aparentemente.

No se podrá descartar a los que más se les ha mencionado en ambos partidos; a ello volveremos, del mismo modo que al asunto de la gubernatura de 2 o de 5 años.

jueves, 11 de junio de 2015

¿De quién es la culpa?

El Diario, 11 de junio de 2015
Luis Javier Valero Flores
Ayer se realizaron las asambleas de las Juntas Distritales del INE en todo el país que realizarán los cómputos distritales. De ahí emergerá la mayoría, ya con certeza, de quienes integrarán la Cámara de Diputados, otros deberán esperar aún para recibir la constancia de mayoría.
Pero en tanto se resuelve eso, los sectores interesados en el desarrollo del proceso electoral y una buena parte de los medios de comunicación nos lamentamos de los elevados índices de abstencionismo.
De inmediato se señala al órgano electoral como el principal responsable de ello. Se le acusa de no haber difundido adecuadamente la fecha de las elecciones; de no haber realizado una buena selección de las personas que debieran desempeñarse como funcionarios de casilla; se le acusa de hartar a la ciudadanía con los innumerables spots radiofónicos y televisivos.
¿Por qué no acude la mayoría de la población a votar?
Digámoslo claramente, a riesgo de aparecer como ofensivo: Por el bajo nivel socio cultural de la mayoría de la población; por la escasa cultura democrática; porque la noción de ser ciudadano está lejana de la mayoría; por la pobreza en la que vive más de la mitad de los mexicanos; por la enorme influencia de la televisión en la formación de la población, medio de comunicación que es instrumento de sus propietarios, los más poderosos del país, etc.
Sí, por todo lo anterior, pero fundamentalmente por la incapacidad de la clase política para despertar el interés de la ciudadanía; porque a ojos de la gran mayoría no son una opción creíble.
El PRI se ufana de representar a “Chihuahua”, pero sólo obtuvo el voto del 10% de los ciudadanos empadronados, y con los peores mecanismos. Los otros partidos representan porcentajes todavía menores.
Porque los partidos no constituyen opciones políticas para los ciudadanos medianamente informados; porque, en aras de no perder posiciones de poder, todos los partidos mexicanos se acercaron -ideológica y políticamente- no al centro, sino a la derecha de las posiciones políticas, incluidos los partidos de izquierda.
Si se buscaran evidencias de la crisis de representación política que padecemos, ahí está la prueba mayor, la de la ausencia de los ciudadanos de las urnas.
Y eso ocurre con mayor severidad en Chihuahua. Sólo 3 de cada 10 ciudadanos votaron.
Sostener lo anterior toma en cuenta que en el ámbito nacional votó el 47% para elegir a los diputados federales, sólo la mitad del padrón; que en las entidades con elección de gobernador, 6 de cada 10 ciudadanos sí votaron; que en las que sólo realizaron elecciones de alcaldes y diputados locales, los rangos fueron del orden del 45%, por abajo de la media nacional de la elección federal; que en las entidades en las que sólo elegimos legisladores federales los rangos fueron del 30 (Baja California) al 36-38 en varias entidades.
Además, que los porcentajes de participación electoral fueron los mismos en entidades en que la incidencia criminal es alta (Guerrero, Michoacán, Sinaloa, Chihuahua, Baja California, etc.) que en las entidades en que se mantiene abajo del promedio nacional (Aguascalientes, Colima, Campeche), comparando, por supuesto, porcentajes de elecciones del mismo rango.
Vamos, el fenómeno abarcó hasta al DF, ahí votó el 41% del electorado, no obstante que eligieron jefes delegaciones, diputados locales y federales.
Otros le achacan el abstencionismo a la guerra “sucia” sostenida por los partidos, a los continuos enfrentamientos, “a la falta de propuestas” de partidos y candidatos. No es eso lo que cree la mayoría, se debe a la convicción de que sólo buscan, la casi totalidad de los políticos, su beneficio personal; a las corruptelas, a la impunidad para los gobernantes que, no obstante señalárseles como responsables de presuntos ilícitos, no se actúa.
¿Cómo desmentir tales señalamientos? ¿Cómo, si sus salarios son de los más elevados del mundo y las prebendas y escándalos generados por su enriquecimiento son noticia de cada elección?
¿Cambiarán por sí solos? Difícilmente.
Hasta antes de la era de la alternancia partidaria en el poder, la clase política solo tenía un partido. Hoy nos ha crecido geométricamente y, en lugar de que las cualidades de los partidos de oposición de antes permearan a los demás a su llegada al gobierno, ocurrió al revés.
En todo esto tienen la mayor responsabilidad el PAN y el PRD. Eran los partidos de oposición que podían empujar la transición democrática. Después de 12 años en la presidencia de la república, los panistas no fueron capaces, ni siquiera, de iniciar el desmantelamiento del viejo régimen, al contrario, se aliaron a su partido.
Por su parte, los perredistas se asimilaron a los círculos del poder. Y en las entidades (salvo el DF) en las que gobernaron, tampoco desmantelaron el entramado del poder construido bajo los gobiernos priistas. Por ello, no fue casualidad que se arrogaran la autoría intelectual del Pacto por México o que, por ejemplo, una de sus dirigentes nacionales, Rosario Robles, ingresara al selecto círculo del ex presidente Carlos Salinas de Gortari.
Por ello, los inconformes no le entregaron la mayoría parlamentaria al PAN en un momento en que las condiciones para hacerlo eran inmejorables y el PRD sufrió uno de sus peores descalabros, se le apareció Morena.
No debemos equivocarnos, los responsables del abstencionismo son los políticos que tenemos.

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

domingo, 7 de junio de 2015

¿Por qué ir a votar?

El Diario, 7 de junio de 2015
Luis Javier Valero Flores
Para los ciudadanos que no se sienten identificados con alguno de los partidos o de los candidatos ¿Existen razones de peso para votar el día de hoy?
Quienes no vayan ¿De verdad hicieron un análisis serio de los candidatos y ninguno les gustó? ¿O será que se parte -y seguramente esa será la razón para la mayoría de los abstencionistas- de la idea de que “todos son iguales”?
¿Lo son?
¿De veras nos creemos eso de que porque juega el equipo mexicano de futbol se desalienta la participación electoral?
Entonces no hagamos la reunión familiar, o la de los amigos; que los jugadores de fin de semana no vayan a sus partidos; que los creyentes no acudan a sus ritos religiosos, que las jefas de familia que sólo tienen este día para hacer sus compras no lo hagan; que….
Tradicionalmente esta es la elección que menos ciudadanos atrae. No será novedad el elevado abstencionismo, pero casi es imposible saber qué tanto de los ausentes de las urnas lo hacen por un móvil político, y qué tantos lo hacen, simplemente porque no son, o no se sienten, no les importa o no alcanzan a comprender la necesidad de formar parte de la “ciudadanía”, es decir, aquella que no sólo vota, sino que opina y participa en su entorno social, cualesquiera que éste sea.
Pero todo lo anterior priva, solamente, para las entidades como la nuestra, en la que sólo realizaremos la elección de diputados federales. En las entidades en las que se realizan elecciones de gobernador y alcaldes, y sobre todo en las primeras (9 estados) la participación electoral rondará el 60% y seguramente en alguna será superior; es lógico, en ellas definirán quien los gobernará.
Y eso es lo que está en el fondo; no sólo por los elevados niveles de desconocimiento en materia político-democrática (saber para qué sirven los diputados), sino por los rendimientos que nos han ofrecido históricamente la mayoría absoluta de quienes por ahí han transitado, es que a la mayoría de la población no le importa quienes ocupen esas posiciones de poder, que lo son sin ninguna duda.
Entonces campea la ignorancia, la ramplonería (no sirven para nada) o el desinterés (da lo mismo quienes lleguen, sólo buscan los sueldos estratosféricos y hacerse ricos) y una minoría -muy activa- determinará el rumbo del país  para la segunda mitad del gobierno peñanietista.
A eso aspiran los partidos mandones en el régimen político existente, y no sólo los dos más grandes PRI-PAN, también PRD, PVEM y PANAL. Le apuestan a su “voto duro”, el de las estructuras territoriales, el que se puede “movilizar”, no al que se convenció en el curso de la campaña y que no se desalienta ante las confrontaciones de los candidatos y partidos (a lo que le llaman “guerra sucia”) o ante las imágenes de sedes del INE o de los partidos “tomadas” e incendiadas por activistas de distintas agrupaciones.
Entonces la contienda se convierte en la competencia del voto duro, es decir, el de las minorías.
Y es que, además, no le falta razón (según el escribiente) a aquellos ciudadanos. Cada vez aparecen más evidencias de la extrema inutilidad de los legisladores de “tiempo completo”. 
La mayor parte del tiempo en que ejercen ese cargo lo utilizan para tareas partidarias, para sus empresas y negocios; para aparecer en los actos públicos del gobernador de su entidad; vamos, algunos hasta realizan sus estudios de maestría y doctorado. Muchos de ellos aprovechan para “conocer” mundo. Y todos simulan elaborar infinidad de iniciativas o aparecer de gestores de trámites y reclamos de grupos de ciudadanos, para que se aprecie “cuánto” trabajaron.
¿Realmente los necesitamos de tiempo completo? Sinceramente, no.
No necesitamos legisladores que vayan a inventar nuevas leyes absolutamente insustanciales, o reformas de ese tipo a las existentes.
La realidad es que necesitamos legisladores de medio tiempo, que sólo sesionen 2-3 meses al año, que acudan a los trabajos de sus comisiones y resuelvan las dos tareas centrales que no pueden eludir: La aprobación del presupuesto de la federación y la revisión de las cuentas públicas ¡Ah, y que sólo les paguemos la mitad o menos de lo que ahora perciben!
Se necesita una reforma a fondo del régimen político, las señales están a la mano. La extrema violencia en tres entidades, dirigida hacia las instancias electorales y los partidos políticos gobernantes en aquellos es una evidencia extrema, amén de la otra violencia, la que aparentemente no tiene en su mira a las instituciones “políticas”.
Más aún, el actual es un proceso enmarcado por la violencia desatada contra los candidatos. El mayor número de ellos asesinados, por lo menos en la era “moderna”.
No es un entorno cómodo el de la celebración de esta elección. Por primera ocasión un órgano electoral nacional será el encargado de todos los procesos electorales en medio del agotamiento de un modelo de representación, consecuencia lógica de la actuación de los partidos existentes, y de sus capas dirigentes.
Incapaces de entender que la “spotización” de la política como modelo de comunicación electoral es un completo fracaso, no por lo que arguyen los propietarios de los más poderosos medios de comunicación, que añoran los tiempos de los spots contratados libremente por los partidos y sus financieros, sino porque en nada contribuye a elevar la cultura democrática de los mexicanos. 
Ni se da a conocer el programa de los partidos, ni se llega a conocer a los candidatos y al final los spots hartan pues se convierten en mecanismos de ataque a los otros, en la que lo central no son los programas propuestos o los resultados de las gestiones, sino que son el vehículo para la simple denostación, y ésta la del más bajo nivel socio-cultural. 
¿Porqué ir a votar? Si usted no es de los simpatizantes de los partidos “mayoritarios”, (pues estos tienen razones suficientes para acudir a las urnas) vote para fortalecer la diversidad de la representación política en la Cámara de Diputados y que ello sirva para impulsar las reformas que necesita urgentemente el sistema político mexicano. 
Hace agua por todas partes, las imágenes de violencia, con motivaciones electorales o no, son un pálido reflejo de la profunda crisis en la que está sumido el proceso democrático del país.
Si los resultados de las elecciones son como lo predicen todas las empresas encuestadoras, entonces la Cámara de Diputados será prácticamente la misma que la de ahora. La tripleta PRI-Verde-PANAL rondará la mayoría, sin lograrlo; la diputación panista crecerá sensiblemente y los partidos de izquierda, fundamentalmente PRD y Morena, ostentarán casi el mismo número de diputados, probablemente a expensas de los partidos más pequeños.
Puede haber, eso sí, cambios en el número de gubernaturas detentadas por cada uno de los partidos que las tienen hoy: PRI, PAN y PRD y en alguna de las capitales estatales cambiarán de partido, con mucha seguridad la de Jalisco.
Pero esencialmente se mantendrá la composición de fuerzas (sí, porque a pesar de la irrupción de Morena, este partido ya contaba con un grupo de diputados, postulados por otros partidos, pero resultantes de la votación obtenida por López Obrador) y entonces nos faltarán elementos para poder decir que esta elección fue la evaluación ciudadana sobre el gobierno de Peña Nieto.
El problema que tenemos es que a falta de un mejor modelo de representación, el electorado se ve obligado a optar entre el partido gobernante y el que parezca que puede vencerlo. Nuestras elecciones son bipartidistas, sólo por excepción la contienda se desarrolla con tres opciones extremadamente competitivas.
Así, en la mayor parte del país, las elecciones se resolverán entre los candidatos del PRI y el PAN y en una marcada minoría entre PRI y PRD. El extremo lo será el DF, lugar en donde también será bipartidista la contienda, sólo que entre dos opciones de izquierda: PRD y Morena.
De ese modo, sin que se presentara una estructurada petición, ni que a la mayoría de la población se le ocurriera, la realidad nos va a imponer la necesidad de establecer la “segunda vuelta”, sólo de esa manera se podrían realizar varias reformas políticas de fondo y, quizá, hasta sacudir a las arcaicas e inútiles dirigencias partidarias.
Con distintas variantes en el mundo, pero esencialmente esta reforma consistiría en que si en una elección ninguno de los candidatos obtiene el 50% de los votos (en algunos países tienen un margen menor) o si el candidato triunfador obtiene una considerable ventaja frente al segundo lugar -en márgenes de 15% o más-, entonces los candidatos que hayan ocupado los dos primeros lugares irían a una nueva elección, pero ahora sólo entre ellos. El ganador de esta ronda, por supuesto, sería el candidato triunfador del distrito, la alcaldía, la gubernatura o la presidencia de la república.
Pero para ir a la segunda vuelta, los partidos podrían pactar alianzas a la luz pública, con acuerdos políticos programáticos y de posiciones gubernamentales, de cara a la sociedad y los electores.
Saldríamos ganando todos. Los gobernantes serían elegidos por un mayor porcentaje mayor de los electores y éstos no estarían obligados a emitir el voto “útil”, esto es, que en la primera ronda todos votarían con la ilusión de que sus candidatos y partidos ganaran y no tanto con el temor de que si no se apoya al candidato de otro partido opositor -el que puede ganar-, entonces el del gobierno ganaría.
Pero una vez superada esa primera etapa, en la segunda sí sería válido votar por otra opción si esta se comprometió a llevar al cabo algunas de las metas programáticas de sus aliados en la segunda vuelta.
Y eso privaría para el partido del gobierno, lo obligaría a asumir compromisos frente a sus aliados.
Por supuesto que el registro de los partidos se mantendría con la votación obtenida en la primera vuelta, lo que daría margen al electorado a determinar que agrupaciones políticas deben existir, o no.
Todo eso está en las definiciones que los electores tomen el día de hoy. Usted sabe si va a votar o no.

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jueves, 4 de junio de 2015

Guerra sucia

El Diario, 4 de junio de 2015
Luis Javier Valero Flores
Ayer culminaron las campañas electorales en su fase proselitista, y como suele suceder en las elecciones federales de mitad de sexenio, el interés de la población es menor que en el de otros procesos. La actual, por lo menos en el caso de Chihuahua, no fue la excepción, la contienda despertó poco interés en la mayoría de la población.
Sin embargo, uno de los aspectos, entre otros, que más intentaron endilgarse unos a otros, especialmente entre los dos partidos que han hegemonizado el poder en Chihuahua, PRI y PAN, fue el de ser los autores de la “guerra sucia”.
Por otra parte, y habrá tiempo de reflexionar sobre ello, aparentemente de nueva cuenta los triunfos en la entidad habrán de repartirse entre aquellos dos partidos. Es posible que en alguna región, cualquiera del resto de los siete restantes (porque el PVEM va en alianza con el PRI) pueda alcanzar una votación medianamente importante, pero no pondrá en riesgo la hegemonía partidaria que ha gobernado Chihuahua a lo largo de los últimos 32 años.
La novedad es que la clase política chihuahuense mostró en este proceso varias de sus facetas más desagradables. Reacios a sostener verdaderos debates fueron incapaces de generar condiciones para celebrar alguno que medianamente se le pudiera denominar de ese modo.
A lo más que llegamos fue a celebrar auténticas pasarelas en las que, como siempre, los temas ríspidos fueron abordados de manera tangencial, como si fueran bromas, a manera de chunga, con comentarios brevísimos y sin que se abordaran los aspectos controversiales.
Una de las facetas más deplorables es que ante los ataques de candidatos y partidos por sus contrapartes les denominaron parte de la “guerra sucia”, como si, por ejemplo, los señalamientos en contra de Juan Blanco, o de Tony Meléndez (candidato del PRI al VII distrito), o en contra de Carlos Hermosillo (candidato priista del IX distrito) pudieran denominarse de ese modo.
Y tampoco puede recibir tal denominación la intempestiva e inesperada participación de las instancias gubernamentales en las controversias electorales, eso tiene otro calificativo y está sujeta a distintas regulaciones, las que, de violarse, merecen un tratamiento judicial.
Más aún, en el caso de la detección de volantes con críticas a los candidatos del PRI, detectados en la capital del estado, supuestamente elaborados y distribuidos por órdenes de los candidatos y dirigentes del PAN, detectados el martes anterior, la autoridad tendría que valorar si ese material, primero, viola las regulaciones electorales y, segundo, demostrar fehacientemente que sus autores son los señalados anteriormente, pero aún en este caso difícilmente en otros países estas acciones podrían ser catalogadas como guerra sucia.
Ese es el meollo de la controversia con la que estas dos fuerzas cerraron sus actividades proselitistas: Obtener que el electorado ubicara a su adversario como el autor de la guerra sucia.
¿Quiénes son más sucios en la lucha por alcanzar la mayoría de votos?
Por desgracia, esta cuestión se convierte en un elemento más para reforzar los ánimos abstencionistas de la mayoría de la población: -¡Son iguales todos!
No, en cualquier otro país con un mediano desarrollo democrático estos aspectos, o no se presentan, o no forman parte de las estrategias electorales debido a los elevados niveles culturales en materia democrática de la población y, por ende, de sus dirigentes políticos.
Al crecimiento de la apatía ciudadana han contribuido como pocos, panistas y priistas, al resto de los partidos les toca parte de ello, pero su responsabilidad es menor, no así los vicios y defectos que adquirieron tan rápidamente al acceder a los escasos del poder político que han alcanzado, cosa que a los nuevos partidos habremos de evaluar.
¿Por qué asignar tan grande responsabilidad a priistas y panistas?
A los primeros, porque gobernaron -y aún lo hacen- de la peor manera. Para hacerlo se aliaron, o formaron parte de los beneficiarios de esa forma de gobernar; o produjeron -o ayudaron eficientemente- varios de los entes a los que no les importaba el desarrollo del país, tan solo la apropiación de las riquezas nacionales y las generadas por la sociedad.
Ejemplo descollante de tal forma de gobernar lo constituyen dos hechos, aparentemente sin relación entre ellos. La conductora estelar de Televisa, Laura Bozzo intentó hacer escarnio del asesinato del niño Christopher Márquez, que no lo hiciera no fue producto de la intransigencia del gobierno de Chihuahua, o de las comisiones Nacional o Estatal de Derechos Humanos, ni de la Fiscalía General del Estado; no, fue la decisión de la empresa televisora la que paró tales intentos.
El otro, es que el actor de Televisa, David Zepeda, se convirtió en la “llave” utilizada por los candidatos del PRI para convencer a los chihuahuenses de votar por ellos.
En otro sentido, los panistas, como si los gobiernos federales de Fox y Calderón no hubiesen emanado del PAN, criticaron el elevado precio de las gasolinas y prometieron ¡Bajarlos si se convierten en mayoría en la Cámara de Diputados!
Y no desmantelaron el viejo aparato de gobierno, mejor se sirvieron de él, de la manera más vergonzosa posible en el caso de la dirigencia sindical del magisterio, fallando estrepitosamente en la construcción de la alternancia democrática.
Y luego, unos a otros se acusan de practicar la “guerra sucia”.
¿Cómo les podemos creer?

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