jueves, 25 de marzo de 2021

El reciclaje es total



El Diario, 25 de marzo de 2021

Luis Javier Valero Flores 


Hégira: Emigración o huida de Mahoma de La Meca a Medina, que tuvo lugar en el año 622 y se toma como punto de partida de la cronología musulmana. RAE

Apenas el fin de semana se presentaba una reflexión acerca del reciclaje de la clase política que el partido en el gobierno -Morena- realizaba, al proponer a destacados ex militantes del resto de los partidos como sus candidatos.

Nos quedamos cortos, el reciclaje abarca al total de los partidos. No hay una sola frontera política o ideológica que respeten los políticos chihuahuenses, al igual que el total de la clase política en el país.

El reciclaje es casi total. Paradójicamente, los partidos que menos episodios de este fenómeno presentan son el PRI y el PAN. 

Tampoco se escapan a ello, pero la hégira partidista es, quizá, uno de los rasgos más significativos del inicio de la presente campaña. 

Y aún faltan las designaciones definitivas de las candidaturas a las diputaciones federales y las de los candidatos a diputados locales plurinominales y uninominales.

En el municipio de Chihuahua, Marco Adán Quezada Martínez es el candidato a alcalde y su suplente es José de Jesús Fajardo Sandoval, mientras para la sindicatura fue registrada Martha Laguette Lardizábal (Ex regidora y ex diputada priista) y su suplente es la militante de Morena, Obdulia Becerra Ramírez.

En el municipio de Juárez, el candidato a alcalde es el senador de Morena, Cruz Pérez Cuéllar, y su suplente será el presidente estatal de Morena, Martín Chaparro Payán.

Como candidata a la sindicatura en Ciudad Juárez fue registrada la diputada federal de Morena, Esther Mejía Cruz, y su suplente será Mireya Torres.

Destaca, también, la preeminencia, en el Partido del Trabajo, del clan familiar que lo ha dirigido en Chihuahua desde su fundación -la familia de su fundador y único dirigente a lo largo de su historia, Rubén Aguilar-. Una de sus integrantes, Hanoi, aparece en el lugar 3 de la lista de regidores y se rumora que Lilia Aguilar sería la candidata al distrito número 3 federal, de Juárez.

Cara le resultará la alianza a Morena en la capital estatal, en caso de ganar la elección. Los lugares de la lista de regidores número 2, 5, 6, 8 se los cedieron a Nueva Alianza, y los 3, 4, 6 y 9 al PT.

Cosa semejante ocurrió en Juárez: El PT se quedó con los lugares 2, 5 y 8. A su vez, el PANAL con los lugares 3 y 6. Los restantes 6 candidatos a regidores pertenecen a Morena.

Además, el ex priista Fermín Ordóñez -propuesto por el PANAL- será candidato a diputado local en la capital.

Las sorpresas morenistas van más allá. Las ya mencionadas de las ex presidentas municipales priistas juarenses de la parte final del duartismo, Adriana Terrazas y Mayra Chávez, en posiciones aún no precisadas con claridad. 

Además, en los corrillos morenistas se mencionó la posibilidad de que Daniel Murguía, hermano de Héctor, el exalcalde priista del antiguo Paso del Norte, apareciera como candidato a diputado federal del distrito No. 1 federal.

Quizá la explicación que Morena cediera tantos espacios en la capital del estado se encuentre en que los números ubicaban al partido del presidente en desventaja frente al PAN, en la disputa por la alcaldía.

Sin embargo, una encuestadora criticada severamente por el morenaje -Mitofsky- publicó la más reciente y única de sus encuestas y mostró un empate técnico entre Marco Bonilla-PAN (29.4%) y Marco Adán Quezada-Morena (28.4%).

Por si fuera poco, al sorpresivo registro de Fernando Tiscareño, (ex candidato a la alcaldía chihuahuense morenista en 2018) a la candidatura a la diputación federal, en el distrito número 8, se sumó la mucho más sorpresiva noticia de que el expresidente municipal y ex candidato panista al gobierno de Chihuahua, Carlos Borruel, se había registrado al 6o distrito federal, ambos ubicados en la capital del estado.

A los anteriores, deberán sumarse las anotadas previamente: La de Armando Cabada, por Morena a la gubernatura, primero, y luego a una diputación federal; la de Alfredo Lozoya, como candidato a la gubernatura por Movimiento Ciudadano (MC); también la del diputado federal del PAN, Miguel Riggs, a MC, como candidato a la alcaldía de Chihuahua.

Lo mismo ocurrió con Rodolfo Martínez -presidente municipal suplente de Juárez (independiente)- hoy convertido en candidato al mismo puesto por el MC. A su vez, el secretario -Francisco Sánchez-  del alcalde parralense independiente, Alfredo Lozoya, es hoy el dirigente estatal de MC y candidato a diputado en el número de la lista plurinominal.

Y esto apenas inicia.

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domingo, 21 de marzo de 2021

¿Reciclamiento? ¿O abierta reconstrucción?



El Diario, 21 de marzo de 2021

 Luis Javier Valero Flores 

A mediados de mayo del 2017, invitado por el Consejo Estatal de Morena-Chihuahua, ofrecí una charla a sus integrantes. Faltaba un año para la memorable elección de 2018 y ya se anotaban un conjunto de protagonistas políticos en busca de alguna de las candidaturas del partido de la esperanza de México.

Las encuestas aún no mostraban a López Obrador como favorito.

En la parte final de la plática, esto se planteó:

“Frente a tal panorama ¿Qué debe hacer Morena en Chihuahua? Comprarse una manilla de cátcher pues le van a caer votos a raudales. No van a saber de dónde vendrán.

Pero tendrán una enorme responsabilidad: Designar buenos candidatos a todos los puestos de elección. En estas condiciones cualquiera de ellos puede ganar, en cualquier puesto.

Y donde quiera el clamor es el mismo. 

Voy a decirlo en el lenguaje coloquial chihuahuense: 

No reciclen políticos, Morena no tiene porqué cargar con el desprestigio de la clase política, tiene en sus filas hombres y mujeres de valía que pueden darle un cambio a la forma de hacer política en México. 

Ojalá que sean de izquierda, porque ese es el más importante de los retos de Morena, construir la hegemonía del pensamiento de izquierda en el país, y eso sólo se logrará con posturas de izquierda que permeen en la población; no basta estar en contra de la mafia del poder, se necesita contar con una ruta crítica para la transformación radical del país.

Está obligado a llevar a la función pública a mejores ciudadanos que los llegados al poder postulados por el resto de los partidos en los gobiernos del régimen anterior.

Por una razón, porque esgrime ser el partido de izquierda en México. 

De ese tamaño es su reto”. (Aserto.mx, 1/V/2017).

Cara saldrá la factura, al gobierno de AMLO y a Morena, de la meta de alcanzar la mayoría en la Cámara de Diputados. 

No solo eso está en el aire; hay, quizá, un asunto mayor y de más largo alcance, que impactará seriamente en el rumbo del país para las próximas décadas: La viabilidad de Morena como el partido de la izquierda mexicana.

La designación de sus candidatos en los dos procesos electorales federales anteriores, más los locales posteriores a 2018 y lo que ahora presenciamos a lo largo y ancho del país, va en el sentido contrario del aserto anterior: No se está construyendo la opción de izquierda democrática que necesita México.

Al contrario.

Es esquizofrenia política pura lo realizado por la dirigencia nacional de Morena en las designaciones de la mayoría de los cargos más importantes: Mientras su líder, el presidente López Obrador, despotrica todos los días en contra de los adversarios de la 4T, en esa misma proporción, todos los días, el partido fundado por él postula a decenas de integrantes de los partidos de la antigua mafia del poder, a todos los cargos.

Hasta en las regidurías de los municipios más pobres del país.

Es inconcebible.

Se trata del proceso más amplio y extendido del reciclaje de muchos integrantes de la clase política mexicana, particularmente de los dos partidos insignia del viejo régimen, PRI y PAN.

Pero no solo. En ese reciclaje van incluidos quienes proceden de otros partidos marginales del antiguo régimen de partidos en México. En el colmo, pacta alianzas con los partidos más desprestigiados (si los hubiera por encima de los partidos insignia) a los que les entrega porciones desmesuradas del poder público.

Las alianzas más que pragmáticas de Morena: Con la cúpula sindical magisterial; con el partido de los clanes familiares enmascarados de un  supuesto izquierdismo; con la derecha cristiana y con los verdes más antiecologistas del planeta.

Por momentos y regiones, ese reciclaje parece más bien una auténtica reconstrucción de los grupos políticos que dirigieron al país bajo las banderas y emblemas del tricolor y el blanquiazul.

Fruto de tal estrategia, por ejemplo, ningún militante de Morena encabeza las planillas municipales, por lo menos, de 6-7 de los municipios más poblados de Chihuahua: Juárez, Chihuahua, Cuauhtémoc, Delicias, Meoqui, Camargo, Jiménez, Guachochi.

Lo mismo ocurre en los municipios más pequeños y en muchas de las candidaturas a las diputaciones, tanto locales como federales.

Son verdaderos atropellos a una base militante que en las peores condiciones fueron capaces de construir una opción política que en cuestión de muy pocos años logró la presidencia de la república.

Es indudable la aportación de López Obrador, pero no bastaba, hoy ese bagaje político está siendo desechado de la peor manera. Ciertamente hay excepciones, pero eso son.

Llegan al colmo de que dos expresidentes estatales del PRI sean los candidatos en las alcaldías de Chihuahua y Cuauhtémoc (Marco Adán Quezada y Lupita Pérez, respectivamente); que uno del PAN sea el candidato a la alcaldía juarense (Cruz Pérez Cuéllar); que un ex candidato a gobernador del PAN sea el coordinador de las candidaturas a las diputaciones federales (Carlos Borruel); que una de las más conspicuas operadoras del exgobernador Duarte y del exalcalde Enrique Serrano ocupe el segundo lugar de la lista plurinominal, luego de ser la candidata del PRI a la presidencia municipal juarense en 2018 (Adriana Terrazas Porras); que un expresidente estatal de Morena, expulsado por no apoyar la candidatura de Morena al gobierno estatal en 2016, y luego destacado integrante del gabinete de Javier Corral, a pesar de los excesos represivos de este gobierno, sea el candidato a diputado (Víctor Quintana).

También, que la ex presidenta del PRI municipal de Juárez en el duartismo, Mayra Sánchez, exdiputada local priista y actual jefa de Jóvenes Construyendo el Futuro, haya quedado como candidata de MORENA a diputada por el cuarto distrito electoral local. (Para engrosar la ya muy gruesa cartera de la picaresca nacional, Chávez es quien fuera dirigente municipal priista y que, para elevar el número de afiliados a su partido recurrió al expediente de forzar a los cadetes de la policía municipal juarense a que se afiliaran, ellos y sus familias).

Además, fruto de las alianzas, uno de los operadores del gobierno duartista, Fermín Ordóñez, sea candidato a diputado local del PANAL y Morena en un distrito capitalino.

O la postulación de María Antonieta Pérez como candidata a diputada en Juárez, luego de ser la candidata a la presidencia municipal por el PAN en 2016.

No hay manera de encontrarle racionalidad a tal estrategia ¿Cómo pensar que el proyecto de la 4T pueda ser concretado por operadores del antiguo régimen? (Por supuesto que no pensamos que estemos en uno nuevo, se usa tal término solo de manera ilustrativa).

Más aún, faltaría esperar la respuesta de los votantes de Morena, que muchos respaldarían a los candidatos por ser del mismo partido que el mandatario pues estarán, en la boleta electoral, ante nombres que en el pasado eran de los partidos que se oponían a los proyectos, candidatos y emblemas de la izquierda mexicana.

Por supuesto que en tal conjunto de candidatos habrá quienes en el pasado tuvieron una buena actuación en su paso en la administración pública, de acuerdo con los límites que les imponía el viejo estado de cosas, pero aquí el problema es que el presidente y su partido le están presentando a la sociedad un proyecto de plena continuidad del régimen.

Ahora bien, a estrategia de tales características y dimensiones no puede ser ajeno al presidente, no lo es. López Obrador es un político que todo lo desea mantener bajo su control, obsesivamente. 

La designación de los candidatos a las gubernaturas, a las alcaldías de las capitales estatales y de las principales ciudades del país no podrían transitar sin su visto bueno. Fueron viles dedazos. Incluso designando candidatos que se habían inscrito en la búsqueda de otras posiciones.

Es un verdadero atropello a la base y postulados del morenaje.

Y se equivocan los morenistas que le achacan al delegado del Comité Nacional, José Ramón Enríquez, la autoría de las designaciones (sin descartar que en algunas fue determinante); su actuación obedece a una estrategia nacional que aplica Mario Delgado, el dirigente nacional, obedeciendo a una directriz presidencial, a la que, repetimos, no se le encuentra racionalidad alguna.

A estas responsabilidades no escapa el candidato al gobierno de Chihuahua, Juan Carlos Loera. 

Deberá asumir los costos de sus propios actos, como los de nombrar a Carlos Borruel como “enlace” de los candidatos a las diputaciones federales. 

Es un error, más allá de los juicios que se pudieran hacer del ex panista. Igual ocurre en el caso de la ex dirigente del PRI municipal juarense, Mayra Chávez, o de la postulación de Adriana Terrazas Porras, o la de apoyarse en su candidatura en la región de Delicias en los más representativos priistas del duartismo en la zona, hecho que quedó demostrado en aquel lamentable y criticable episodio en el que decenas de productores agropecuarios lo acosaron durante horas y le impidieron viajar.

Como lo dijo un “amlover” de cepa: “¿En esta mescolanza, habrá quien pueda tacharme de desleal a Andrés Manuel? ¿Habrá quién tenga autoridad moral para ello?”.

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jueves, 18 de marzo de 2021

Maru, candidata a pesar de Corral



Aserto.mx, 18 de marzo de 2021

Luis Javier Valero Flores 

Lo que parecía improbable meses atrás, tanto que en diversos momentos hizo dudar al equipo de la alcaldesa capitalina con licencia, de la posibilidad cierta de alcanzar la candidatura, se hizo realidad. 

Acompañada de los dirigentes nacionales del PAN y del PRD, Marko Cortés y Jesús Zambrano, respectivamente, Maru Campos se registró como candidata del PAN al gobierno de Chihuahua.

A esa posición llegó con el apoyo de la mayoría del panismo local y nacional y en abierta confrontación con el gobernador Javier Corral, quien, tercamente y, aparentemente sin sustento real, insistió hasta el último momento en poner tras las rejas a quien desde años atrás señaló como aliada del ex gobernador César Duarte.

Concediendo que hasta el mes de junio del 2018 Corral decidió no denunciar a Campos, porque la necesitaba para ganar las elecciones en la capital, tanto para las diputaciones, como para la presidencia municipal, pero, de tener en la mano las pruebas en contra de Maru ¿Porqué no la denunció inmediatamente, en el curso de su segundo período?

¿Porqué se esperó hasta tener encima los tiempos electorales de la disputa al gobierno del estado?

De haber tenido las pruebas documentales que incriminaran a Maru Campos se hubiera ahorrado los numerosos sinsabores que sin duda ha pasado, la mayoría de ellos a manos de los jueces que una y otra vez tuvieron que ceder ante las indudables fallas en las denuncias presentadas por la Fiscalía General del Estado y que, sensibles antes los nuevos tiempos políticos, actuaron con una mayor independencia, respecto a la conducta previa con la que actuaron muchos de ellos ante las exigencias del gobernador Corral, especialmente en lo referente a las denuncias que presentaron en contra de funcionarios del gobierno de Duarte.

Así, el fiscal Peniche le falló a su jefe en la tarea más importante -en la óptica del gobernante del nuevo amanecer- incluso por encima de la que la sociedad chihuahuense esperábamos cumpliera cabalmente, la de proporcionar la seguridad reclamada tan persistentemente por quienes han estado sometidos a los vaivenes del crimen organizado a lo largo de los últimos 13 años y que han colocado a Chihuahua en el top 5 de los homicidios, a nivel nacional, durante los últimos 15 años.

Javier Corral está a punto de culminar su mandato y lo hace de la manera que menos se imaginó, incluso de manera totalmente contraria a la que esperaba pues Corral se soñó con ser el gobernador que pusiera tras las rejas al ex gobernador Duarte y a los secuaces que él señaló, con lo que alcanzaría el calificativo de ser el gobernador que de manera ejemplar combatiera la corrupción y eso le sirviera como escaparate para acceder a la candidatura a la presidencia de la república en 2024.

En algún momento también se soñó en ser el gobernador que combatía la corrupción, incluso con sus compañeros de partido, hasta el grado de denunciar a quien aparecía lidereando las encuestas electorales y que pertenecía a su partido.

Hoy todo eso es historia, salvo las muy extrañas excepciones -las de Francisco Barrio, el ex gobernador que fue su guía, y la del ex candidato presidencial, Ricardo Anaya- el resto de las figuras panistas se han pronunciado en favor de Maru Campos, quien ha galvanizado las simpatías a su favor, tanto, que prácticamente todas las encuestas la señalan como favorita para alzarse como la triunfadora de las elecciones gubernamentales.

En buena medida ese lugar obedece a la torpe campaña de Corral en contra de Maru Campos pues la hicieron aparecer como víctima de los intentos del gobernador Corral por encarcelarla.

No lo logró y obtuvo el efecto contrario.

El balance para Corral no podía ser peor: Ni Duarte está en una cárcel chihuahuense, y Maru es la candidata del PAN al gobierno de Chihuahua, y puede ser la gobernadora.

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martes, 16 de marzo de 2021

Inaceptables exabruptos presidenciales



Aserto.mx, 16 de marzo de 2021

Luis Javier Valero Flores 

En el México de hoy, neoliberal, capitalista, republicano, con división de poderes, con la existencia de una poderosa clase empresarial; país en medio de la globalización y sujeto a los vaivenes de los EU y cuyo rumbo, de los últimos 70 años ha estado marcado por una continua tendencia hacia la cada vez mayor integración a la economía norteamericana, ha cobrado una mayor importancia el protagonismo y fuerza del Poder Judicial, a fuerza de estar en la obligación -cuando puede- de resolver los cada vez más frecuentes y multimillonarios litigios, con los cuales las empresas asentadas en México pretenden resolver los problemas derivados de la gestión económica.

Esa orientación le dieron a la reforma energética del peñanietismo y que fue plasmada en el nuevo tratado comercial de América del Norte -el TMEC- confirmado, además, por el equipo de López Obrador, justo unas semanas antes de tomar posesión como presidente de México.

Precisamente ese entramado -en lo interno, por la injerencia del Poder Judicial, en lo externo, por el peso de los intereses norteamericanos asentados aquí- es el que se encuentra en el fondo de la disputa eléctrica, exacerbada a partir de la aprobación de la reforma a la ley eléctrica propuesta por López Obrador, aprobada sin cambiarle una sola coma, como ordenó el tabasqueño.

El problema es que el Poder Judicial deberá resolver si las modificaciones no violan el marco constitucional de la reforma de Peña Nieto, que dieron pie a la firma de infinidad de contratos con las más poderosas empresas eléctricas del mundo.

Y eso es lo que empezaron a efectuar varios jueces federales, cuyas resoluciones se encuadran en el ejercicio de sus funciones, de acuerdo con el marco legal existente.

Mal hace el presidente si por hacer su trabajo pretende que sean investigados y enjuiciados, por el supuesto que arguye el presidente, de servir a los intereses de particulares, o del extranjero, o ser comparsa de los monopolios extranjeros de la industria eléctrica. 

Pero nada dijo del modo y los argumentos que opondrá para hacerlos valer en el juicio de amparo otorgado a los industriales. Nada por fuera de la ley, ha expresado reiteradamente, este es el momento, justamente cuando deba presentar una razón jurídica para que el Poder Judicial de la Federación le otorgue la razón -si es que la tiene- y, si no, ajustarse al marco jurídico que juró respetar.

La respuesta del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar, si bien aparentemente cortés, en realidad le marca distancia pues los jueces, le dijo, actúan con independencia y autonomía, además de señalarle, claramente, la ruta: “… los fallos pueden ser recurridos, pero siempre respetados bajo la óptica de la independencia judicial”.

El presidente, antes de pedir una investigación -en el ejercicio de una muy clara acción intimidatoria- a un juez ¡Sólo porque extendió una suspensión provisional, a fin de que posteriormente se estudie el fondo del problema, en lo que es una resolución que los jueces federales efectúan regularmente!, lo que debió hacer es ordenarle a su equipo jurídico que atienda el asunto y lo defienda en los tribunales.

Y sólo hasta entonces, luego de tener en la mano elementos que le hagan presumir una conducta ilegal del juez, entonces exigir la investigación referida, no antes, lo que da pie a que sus adversarios tengan a la mano más argumentos -otorgados por la conducta presidencial- de estar construyendo un gobierno autoritario, sin el respeto al estado de Derecho a que está obligado.

¿Y ahora qué va a hacer si otros jueces ya resolvieron del mismo modo que el primero, al grado de que en estos momentos se han emitido alrededor de ¡27 suspensiones otorgadas por jueces contra la reforma energética, publicada el pasado 9 de marzo!

¿Va a ordenar la investigación de todos los jueces que fallen en sentido contrario al de sus deseos?

Eso le pasa por exigir lealtad a ciegas pues le impide recibir las opiniones de quienes, estando de su lado, no coinciden con ellas. Ahí están los resultados, eso pasa por exigirle a los legisladores que no le “cambien ni una coma” a su propuesta de ley.

¡Qué bárbaro!

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domingo, 14 de marzo de 2021

¿El feminismo, contra AMLO?



El Diario, 14 de marzo de 2021

Luis Javier Valero Flores 

Nunca un presidente de México había tenido tanta fuerza política, por sí mismo, como el presidente López Obrador.

Los presidentes del régimen anterior lo poseyeron, pero por la fuerza misma del sistema; no provenía, ni de su personalidad, ni de su arraigo en la sociedad, -o por la influencia que tuviesen en el aparato de gobierno- aunque, por supuesto, alguno escapaba parcialmente a esto, por algún factor ajeno a él.

Así, Miguel Alemán llegó a la presidencia como fruto de la derechización y el enriquecimiento de la cúpula gobernante, y de la fuerza que aún ejercía el carrancismo en el gobierno, del cual había sido parte importante su padre del mismo nombre. Adolfo Ruiz Cortines abrevó de esos mismos privilegios. 

Ninguno de los dos había sido protagonista individual importante en los años anteriores a su ungimiento.

Adolfo López Mateos fue candidato -y presidente-porque nadie lo esperaba. Frente a la fiera disputa desencadenada entre varios integrantes del gabinete presidencial y porque, ante los ojos del presidente Ruiz Cortines, su papel desarticulador y represor de los poderosos movimientos ferrocarrileros, magisteriales y sindicales lo habían convertido en un hombre “de confianza” para la continuidad del régimen. 

Sería un hombre de ambivalencias y contradicciones; enfermo al final del mandato, optó por entregarle el poder a su amigo y compañero de toda la vida: Gustavo Díaz Ordaz. Y éste a quien le pareció el más confiable, merced a su salvaje manera de enfrentar los conflictos guerrilleros y los movimientos populares y campesinos, Luis Echeverría, quien había sido el leal y oscuro funcionario de la Secretaría de Gobernación desde los años del ruizcortinismo.

Echeverría le entregó la presidencia a su mejor amigo, José López Portillo, y éste, a su vez, a quien consideraba su hermano menor, Miguel del Madrid.

Por su parte, el gris de la Madrid le heredó la presidencia a su brillante discípulo, Carlos Salinas de la Madrid.

Ejemplo prototípico de que los presidentes del viejo régimen llegaban al poder sólo por la decisión de los presidentes, es el de Ernesto Zedillo. Arribó a la presidencia debido a que, como hasta la actualidad, en Palacio Nacional se piensa que los presidentes de México, ni se enferman, ni se mueren en el encargo.

Colosio aceptó que Zedillo fuera su coordinador de campaña -cosa en la que fue insistente el muy poderoso asesor de Salinas, José Córdoba Montoya- porque ideó que su campaña estuviera lejos de la dupla Zedillo-Córdoba. Nunca pensó que podía morir en la campaña.

Y Salinas decidió por quien le otorgaba más confianza: El más que gris Ernesto Zedillo.

¿Por qué podían hacer tales cosas los presidentes? 

Por varias razones, pero dos muy importantes: Porque el régimen, como tal, tenía un inmenso poder y funcionaba casi como los antiguos relojes suizos, a la perfección, y porque gobernaban en favor de los más poderosos empresarios del país.

¡Ah, y además, porque dentro de los límites, mantenían bajo control el país y a las minoritarias fuerzas de oposición, y porque el régimen aún podía mantener elevados índices de crecimiento que les facilitaron mantener las prebendas populistas, amén de la concreción de innegables avances sociales!

Todo eso se rompió con el hartazgo. 

La elección del 2000 fue una especie de referéndum acerca de la continuidad del régimen priista o no. Derrotado el priismo, en el 2006 la elección referendista fue acerca de a quien preferían los mexicanos en el poder, a la derecha o a la izquierda. De manera tramposa ascendió a la presidencia Felipe Calderón.

Peña Nieto no se escapa a la inicial definición. Arribó a Palacio Nacional gracias a los errores del panismo, que no intentaron desmantelar al viejo régimen, y a que los poderes fácticos y los más poderosos medios de comunicación lo construyeron como candidato. Hasta una esposa “ideal” le consiguieron.

El desastre fue total, para el país, y para el priismo. Peña Nieto jefaturó a la mayoría de los gobernadores, y en menor proporción a la oposición, en el robo al país.

La consecuencia fue lógica. El hartazgo llevó a que más de 10 millones de ciudadanos que no votaban por la izquierda ahora lo hicieran por el candidato que galvanizó el hartazgo y la esperanza de la mayoría de los mexicanos. Se sumaran a los más de 16 millones que ya votaban por la izquierda (o que habían votado previamente por López Obrador, Morena o sus antecedentes partidistas).

En el México moderno ningún político había acumulado tanta simpatía, lo que significa, además, una inmensa fuerza política.

El problema es que es el poder de una sola persona. López Obrador lo sabe, y lo ejerce consecuentemente. 

Y no siempre el hecho de gobernar casi unipersonalmente, sin la participación y la corresponsabilidad colectiva, generan buenas prácticas de gobierno y entonces el riesgo de que se magnifiquen -o se minusvalúen- los hechos, los fenómenos y los procesos crece exponencialmente.

Un ejemplo de ello, de manera central, es el actual proceso electoral. 

López Obrador sabe que su proyecto político está en el aire, que mantener la mayoría en la Cámara de Diputados es esencial, no sólo para la aprobación de los presupuestos federales de los tres próximos años, sino para la muy importante elección presidencial del 2024.

Morena y López Obrador saben que tener mayoría en la Cámara, y en las gubernaturas en disputa en 2021 y 2022, es casi garantizar la presidencia de la república de aquel año.

Por esa razón -creyéndolo realmente o no en su fuero interno- todos los conflictos sociales los ubica en el marco político electoral y las protestas, críticas o disidencias se los achaca a “los conservadores”, (cualquier cosa que esto signifique en el lenguaje presidencial) pues a la cúpula bancaria fue y les prometió que no habría cambios, lo que en buen castellano significa que México seguirá siendo el paraíso de la banca asentada en el país, cuyas integrantes son, sin duda, los mejores exponentes del neoliberalismo.

Precisamente por eso reaccionó con tanta enjundia ante las protestas feministas de la jornada del 8 de marzo y se lanzó con especial énfasis al minúsculo grupo que enfrentó a las fuerzas policíacas frente a Palacio Nacional, que escenificó las más llamativas escenas de ese día, sin que se valoraran las masivas concentraciones celebradas en algunas decenas de ciudades en todo el país y que representaron, de muy pálida manera, la profunda y extendida desgracia abatida sobre las mujeres en el país y las infinitas reacciones generadas a lo largo y ancho del país.

Todo el énfasis se le otorgó a los enfrentamientos presentados frente a Palacio Nacional. Prácticamente toda la prensa actuó de ese modo, pero también el presidente y la Jefa de Gobierno de la Cd. de México, Claudia Sheinbaum.

Tal énfasis ocultó lo principal: El peso, enraizamiento, extensión e indignación del movimiento feminista, no solo en el país, y frente al cual el presidente López Obrador ha actuado, no sólo torpemente, sino enfrentándose a él, equivocándose en la conceptualización de la magnitud del feminismo, al que llegó al extremo de calificar de ser manipulado, en lo que constituye el peor calificativo que gobernante alguno le puede achacar a los movimientos sociales.

El presidente López Obrador comete el error de verlo todo bajo la óptica electoral, además, por supuesto, de no asimilar lo que hoy sucede en la sociedad que dirige. Habrá perdido la oportunidad de señalar el rumbo de la denominada 4T en favor de las causas del feminismo, justamente cuando podría convertirse, por la fuerza política que posee, en uno de los factores cambiantes de la situación de las mujeres en México.

Preso, también, de sus propias obsesiones, insiste, una y otra vez, en aclarar que él no es feminista, que es humanista, y con ello puso una distancia que parece insalvable con el poderoso movimiento feminista, que va más allá de las siglas y agrupaciones y que se inscribe como el más poderoso movimiento transformador del país, a pesar de la 4T, Morena y López Obrador.

No, el feminismo no es en contra de López Obrador, pero sus posturas lo pueden llevar a convertirse en el presidente que sí puede ser el opositor a tan vasto movimiento.

El problema es que de su proceder se derivan, al igual que en el del manejo de la pandemia, miles de mujeres muertas.

¡Qué lástima!

Mientras, en el colmo de la frivolidad y la soberbia, López Gatell, el zar “anticovid” pasea por las calles de México, infectado y sin cubrebocas y Félix Salgado se convierte en el candidato del partido del gobierno “transformador”.

¿Para esto protagonizaron tantas luchas y sacrificios las decenas de miles de mexicanos de la izquierda mexicana?

Habrá que reiniciar el camino.

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jueves, 11 de marzo de 2021

Javier Corral: ¡Premiado por feminista!



El Diario, 11 de marzo de 2021

Luis Javier Valero Flores 

Hay ocasiones en que la autocensura es superada, a pesar de los afectos y consideraciones que nos merezcan quienes, en ejercicio de la función pública, cometen algún desaguisado.

Si hubiera un hecho que retratara de cuerpo entero al gobernador chihuahuense, Javier Corral -y vaya que ha habido decenas de ellos a lo largo de su gestión- es el de haber llegado a la exageración de aceptar un reconocimiento del Instituto Chihuahuense de la Mujer (Ichimu).

¡Exactamente en el Día Internacional de la Mujer!

… si alguien pregunta que por qué se entrega un reconocimiento a un hombre en el Día Internacional de las Mujeres, díganle que como escribimos en la placa: porque valoramos la integridad de un gobernante que se mantuvo fiel a su compromiso con las mujeres de Chihuahua”, señaló la Directora del Ichimu, Ema Saldaña. (Nota de El Diario de Chihuahua 2021-03-09).

A tales expresiones, nostálgico, Corral agradeció a quienes lo acompañaron en los distintos puestos, “gracias a las mujeres por venir conmigo a jugar los riesgos en el ejercicio público”.

Sin medida alguna, Corral aceptó que sus subordinadas le hicieran el reconocimiento, justamente en el peor día en que lo debían hacer.

¿En dónde está la materia para felicitar al mandatario de Chihuahua, justamente en el momento en el que la entidad se convirtió en la lideresa nacional en llamadas de violencia contra mujeres, aparte de ocupar, como ocurre desde hace más de 20 años, uno de los primeros lugares en feminicidios?

El veinte por ciento de esas llamadas en el país se hicieron en Chihuahua, además de que en su gobierno han asesinado a más de mil mujeres y “casi 300 mujeres que desaparecieron de octubre de 2016 al 31 de enero de 2021 siguen sin ser localizadas, mientras que más de 100 han sido víctimas de trata”. (Nota de El Diario de Juárez, 09/III/21).

Ahora bien, como generalmente lo hacen las instituciones, los reconocimientos se extienden hasta el momento en el que el galardonado ya no ejerce cargo alguno que pudiera presumir el uso -directo o indirecto- de la presión, por ocupar un lugar jerárquico superior al de las otorgantes de los reconocimientos, y menos aún cuando el nombramiento de las otorgantes es responsabilidad única del receptor de los reconocimientos.

No hay una sola valoración, sustentada en la realidad, que nos lleve a pensar que la gestión de Corral mejoró la situación de las mujeres en el estado; vamos, ni siquiera una ligera disminución en los índices de violencia ejercida contra ellas, a causa de algunas acciones y programas desarrollados en la gestión de quien empieza a dar evidencias de tener pleno conocimiento del término de su mandato, ubicado en uno de los últimos lugares en las calificaciones que los ciudadanos otorgan a los mandatarios estatales.

Nada de eso hace mella en quien, en el extremo de la egolatría, se hace querer por el grupo de mujeres que en el pasado lideraron, y bien, las causas de las chihuahuenses que enfrentaron alguna tragedia personal en el Chihuahua de fines del siglo pasado y principio del actual y que ahora ocuparon cargos esenciales, desde los cuales pudieron sentar las bases para la transformación de la realidad de las mujeres de nuestra entidad.

No hubo tal, a cambio, como ya es común en los discursos del gobernante, al momento de recibir el reconocimiento, mintió al decir que Lo que hemos hecho es trabajar duro para realizar las acciones, queremos salir juntos con mecanismos de alerta de género, esa es nuestra disposición y un consejo de expertas son las que están construyendo este mecanismo”.

Sí, llevan un año intentando poner en funcionamiento la alerta de género, precisamente por el aumento incesante de feminicidios y de la elevación de las agresiones a las mujeres.

Lo bueno es que ya se van….

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

domingo, 7 de marzo de 2021

El PRIAN, fuente de candidatos morenistas



El Diario, 7 de marzo de 2021

 Luis Javier Valero Flores

Más allá de las mil 063 diputaciones, las mil 923 alcaldías de 30 entidades y las diputaciones federales que los mexicanos elegirán el 6 de junio próximo, en el aire está algo acaso más importante para Morena que los triunfos por alcanzar en esa jornada electoral.

Y probablemente no sólo sea para Morena, sino para el conjunto de la izquierda mexicana.

No es una exageración, se juega la vigencia, ante la sociedad, de los pronunciamientos y postulados de la izquierda. 

Si los errores, si las posturas de hoy contradicen los dichos del ayer, lo que quedará desacreditado ante los ciudadanos serán las posturas de la izquierda.

De ahí la importancia de la designación de los candidatos de Morena para el presente proceso electoral: Hay un importante porcentaje de ellos con un antecedente inmediato de militancia reciente en alguno de los partidos que tanto critica el presidente López Obrador.

Hay, en muchos de los dichos del presidente, la creencia de que su sola llegada al poder hace que cambien mágicamente las cosas y, seguramente, por extensión, el hecho de que nuevos y viejos actores políticos del antiguo régimen, al sumarse a su causa, asume que también cambiaron.

Eso creyó también Francisco I. Madero. Le entregó a los viejos operadores del viejo régimen de Porfirio Díaz la mitad del gabinete y dejó en manos de los viejos jefes militares la conducción del ejército, no sin antes mandar a su casa a todos los que habían derrotado al viejo ejército porfirista y expulsado al viejo dictador.

Madero llegó al extremo de mandar a Victoriano Huerta a combatir a ¡Emiliano Zapata! El jefe militar porfirista se regodeó. Hizo realidad la consigna de solo dejar tierra quemada en las zonas zapatistas. Luego consumaría la traición.

La analogía puede extenderse a lo que ahora hace López Obrador con la mayoría de los cuadros medios del morenaje, con los dirigentes y activistas de la mayoría de movimientos sociales, de la academia, del mundo artístico y de las letras: Los ha licenciado y ha llamado, para que concreten las metas de la 4T, a las huestes y dirigentes del viejo orden político.

Por supuesto, hay excepciones, y seguramente en el conjunto de las candidaturas habrá un buen número de los antiguos activistas y fundadores de Morena. Serán los menos y, por desgracia, no los más influyentes.

Tal proceso no inició en estas semanas. A la chita callando, poco a poco, en casi todas las dependencias federales fueron nombrando a quienes, en los segundos y terceros niveles gubernamentales se convirtieron en los nuevos funcionarios de la 4T, luego de ser los funcionarios y/o los operadores políticos de los gobiernos anteriores.

Vaya problema que tiene Morena, y el país, porque si el proyecto de nación propuesto por López Obrador fracasa -y cada vez se aprecia que en muy poco se parece a lo que ahora hace desde el gobierno- desautorizará a las fuerzas de izquierda que pretendan, en el futuro, acceder al poder e instaurar un gobierno de esa orientación.

Si fracasa Morena, ocurrirá algo muy semejante a lo que aconteció en Brasil: Llegará la ultraderecha al poder.

El problema es que pareciera que todo se hace para que porciones importantes de la militancia y de su electorado se desencanten o se indignen ante las decisiones y políticas erróneas, ya sea de su dirigencia, o del mismo presidente.

El caso extremo es el de la candidatura de Félix Salgado Macedonio en Guerrero. 

Morena y el gobierno de la república le han dado la espalda, no solo al movimiento feminista que arde de indignación ante la terquedad de mantenerlo como candidato, sino a los millones de mujeres ultrajadas, asesinadas, secuestradas, hostigadas, golpeadas y que observan como una de ellas, que acusa al morenista de haberla violado, valientemente, superando sus propios miedos, su temor a la crítica y el señalamiento en su entorno más cercano, no es escuchada y desde la presidencia de la república se le ubica como parte de las protestas de los conservadores, de la oposición, o que se le descalifica por contribuir al crecimiento de ese movimiento “de importación” que es el feminismo.

¿Qué pierden el presidente y Morena si cambian a Félix Salgado y nombran otro candidato en su lugar?

Nada, al contrario, podrían revivir la esperanza en muchas mujeres de que en la 4T sí podrían tener eco sus demandas.

En lugar de ello, levantaron un verdadero muro alrededor de Palacio Nacional, semejante al de Trump en la frontera. 

Pero si este caso es ilustrativo del “licenciamiento de las tropas  y causas morenistas”, la designación de los candidatos a los gobiernos estatales es increíblemente más nítido.

Morena lleva la delantera en 10-11 entidades, de las 15 en las que habrá elección de gobernador, con las excepciones de Nuevo León, Chihuahua y Querétaro, en las que el PAN mantiene distintas ventajas, más señaladas en los casos de los dos últimos. 

Y en otros dos -Baja California Sur y Sonora- los candidatos de Morena tienen una ventaja muy apretada.

De los abanderados designados, seis son experredistas, dos expriistas, cinco expriistas y experredistas, y solo dos no tienen trayectoria en otra fuerza política. La minoría, hay que decirlo, aunque su origen es en alguno de los partidos del antiguo régimen, son fundadores de Morena.

Los candidatos impuestos, procedentes de los partidos del viejo régimen y el delegado del Comité Nacional de Morena en Chihuahua que, como los designados, apenas antier (figurativamente hablando) militaba en otros partidos, ejemplifican lo que le ha ocurrido al morenismo: Priista de origen partidario (llegó hasta el gabinete estatal en Durango y desde ahí aspiró a la candidatura del gobierno); frustrada su aspiración, emigró a Movimiento Ciudadano y luego al PAN, en donde logró ganar la alcaldía capitalina en 2016 y de ahí a Morena en 2018. Ahora es senador de la república.

Revivido el cargo de delegado del Comité Nacional, en la práctica sustituyen a las dirigencias estatales y se convirtien en el brazo ejecutor y en los definidores de muchas de las candidaturas.

Como se puede ver en el caso del enviado a Chihuahua, prácticamente no hay antecedentes que nos permitan otear el perfil político e ideológico de tales dirigentes.

Así, Morena se ha convertido en una franquicia electoral que le sirve -y le servirá al presidente López Obrador- a los fines que el mandatario resuelva, sin más guía que las opiniones y concepciones del tabasqueño, las que exige sean respetadas sin cambiarles “ni una sola coma”, y que exige una lealtad a ciegas.

Todo lo anterior va a contrapelo de lo realizado por la izquierda, no solo la mexicana, sino la de casi cualquier lugar del planeta, y estamos hablando de la izquierda democrática de nuestros días, compuesta de infinidad de nuevos parámetros, de nuevos perfiles, mucho más diversa y plural y que responde a los requerimientos de la sociedad moderna, en la que el debate ocupa un papel central.

Nada de eso posee -por desgracia- el partido que ocupa el lugar principal de la izquierda mexicana. No es de ahora. 

Casi desde su origen -algunos ubican el problema todavía más atrás, desde los tiempos en que López Obrador era el dirigente nacional del PRD- muchos integrantes del primer Consejo Nacional de Morena -y de su primer Comité Nacional- se quejaban de la ausencia de discusión en el seno de ambos organismos dirigentes nacionales, en los que solo se les repartían las tareas concretas que habrían de realizarse, con metas y ruta crítica a cumplir.

A tal característica se le suman otras deficiencias organizativas a cual más de graves -para cualquier partido, más para uno que se proclamó de izquierda- que iban desde la falta de definición de la dirigencia nacional, la ausencia de un padrón de militantes, aspectos que los llevaron a posponer una y otra vez la elección de sus dirigencias, razón por la cual las actuales llevan más de 6 años en los cargos.

Pero si los dirigentes nacionales y estatales casi se eternizaron en los puestos, en el nivel municipal sucede lo contrario, no hay comités municipales en Morena.

Así, no solo es la ausencia del debate, como signo característico, sino que tampoco existen los espacios partidarios que lo permitieran, que lo alentaran y menos existen los vínculos entre la base militante y los dirigentes, que hagan posible un mínimo de vida partidaria.

De ese modo, el único vínculo real existente, entre la “causa” y los miembros de la base del partido de la esperanza, es su líder máximo, el presidente López Obrador.

Así, lo ocurrido en las designaciones de candidatos a las  alcaldías de Juárez y Chihuahua no difiere mucho de lo hecho en muchos lugares. 

Morena se ha proveído, lo mismo de expriistas o de ex panistas, de viejo y reciente cuño, independientemente de sus historias personales, de sus gestiones, buenas o malas; lo importante, aparentemente, es que contribuyan con algún capital electoral. 

No siempre es así.

Pero, hay un dato que todas las encuestas muestran: Puntos más o menos, los aspirantes de Morena obtienen -independientemente del porcentaje de personas que los conozcan- casi las mismas preferencias electorales, lo que lleva a inferir que lo importante, para el electorado, es votar por el partido Morena, en clara expresión de respaldo al gobierno de López Obrador.

¿Si esto es así, en la abrumadora mayoría de los casos, porqué razón no postularon a los militantes morenistas de larga trayectoria, para que de esa manera se fuera construyendo una fuerza más identificada con la trayectoria y ruta de Morena, que pueda enfrentar el enorme reto que significa el 2024?

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