domingo, 28 de febrero de 2021

Choque de trenes ¿Inevitable?



El Diario, 28 de febrero de 2021

Luis Javier Valero Flores

Los tiempos de la 4T: Casi en cada controversia que se presenta  en el país va implícito el hecho de que, en realidad, en el fondo, se encuentra a discusión alguno de los temas centrales del régimen político establecido.

Con una característica, por desgracia presente en la mayor parte de ellos: La de que no necesariamente lo propuesto o realizado por el gobierno de López Obrador es en pro del desarrollo democrático del país.

Y los de enfrente de la 4T no desentonan. Al contrario, cantan igual de bien (o mal) las rancheras, y sus posturas tampoco abonan al sentido democrático del país.

En esas condiciones acuden al proceso electoral en el que, hasta hace unas horas, podría avizorarse un colosal choque de trenes, expresión que no refleja necesariamente la fuerza electoral de la oposición, pero cuya intensidad sí debiera concitar preocupación.

Aparentemente, a juzgar por algunas expresiones, la del presidente llamando a todos los gobernadores a firmar un acuerdo para respetar el proceso electoral y las respuestas emitidas por algunos mandatarios estatales pudieran ir en ese sentido, pero las experiencias previas de la relación de López Obrador con los gobernadores no parecieran dar mucha confianza que podrían transitar, sí con un intenso debate político, pero sin llegar a las confrontaciones mayores que pongan en riesgo el proceso electoral.

Y es que casi en cada tema, aparentemente trivial, en realidad subyace una discusión -y las respectivas posturas- sobre aspectos centrales de la vida institucional democrática del país…

Cualquiera, ya sea la petición del desafuero a Francisco García Cabeza de Vaca, la cancelación de la candidatura de Félix Salgado; el proceso en contra de la alcaldesa Maru Campos; la confrontación entre el gobernador Corral y el presidente López Obrador por la Mesa de Seguridad; la vacunación, la pandemia y la práctica inexistencia del Consejo Nacional de Salud; la reforma de la ley de la industria eléctrica; la resolución del Tribunal Electoral sobre las mañaneras; el informe del Auditor de la Federación, los programas sociales federales, etc.

La petición de desafuero, solicitada por la Fiscalía General de la república, en contra del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, y la confrontación con el gobernador Javier Corral -por el viejo motivo de las mutuas expulsiones de la Mesa de Seguridad de los respectivos representantes- a la que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha determinado que el gobierno federal deberá acatar lo señalado en las regulaciones existentes, son solamente dos expresiones de lo que puede ocurrir en el país en el proceso electoral si no hay una voluntad conciliatoria de los actores políticos más importantes, en especial del presidente López Obrador, de cambiar y aligerar el nivel de confrontaciones.

A ese clima no abonan, ni la petición de desafuero, ni la defensa acrítica de los gobernadores de la Alianza Federalista. 

Y como en el caso chihuahuense, los tiempos electorales y la evidente subordinación de las fiscalías a los titulares del Poder Ejecutivo impiden que se aprecie una procuración de justicia ajena a los apetitos electorales.

Y en ambos casos la pregunta de ¿Por qué hasta ahora? Es más que pertinente.

El mensaje de unidad pronunciado por el Presidente se registra luego de que los nueve integrantes de la Asociación de Gobernadores de Acción Nacional (GOAN) condenaron el uso político y electoral de los aparatos de justicia, en referencia clara, directa, a la solicitud de desafuero del gobernador tamaulipeco, quien no se ha cansado de acusar al presidente López Obrador de ser el autor de tal acción persecutoria.

"El uso político y electoral de los aparatos de justicia es la más grave señal del rompimiento democrático y del estado de derecho. Es contrario al llamado para un acuerdo en defensa de la democracia. Así no", reclamaron los mandatarios estatales opuestos al presidente.

Pero las expresiones conciliatorias del presidente -expresadas en el curso de la gira por Querétaro- luego de la conferencia de prensa mañanera en la que, ante los reclamos del gobernador chihuahuense, de que se deben establecer las mesas de seguridad y que éstas deben ser encabezadas por el mandatario estatal, y no por los mandos federales -pues así dicen las leyes respectivas- la respuesta del presidente fue la contraria.

"Nosotros tenemos discrepancias con el gobernador de Chihuahua, es de dominio público y si él no decide participar, está en su derecho y también está en su derecho de acudir a la instancia correspondiente del Poder Judicial” dijo López Obrador. (Nota de Gisela Parra/Corresponsal/El Diario de Juárez, 26 febrero 2021).

El problema estriba en que la determinación en el sentido señalado por Corral la hizo la SCJN, ante lo cual lo que debe hacer el presidente es acatarla.

Y es que la resolución de la Corte tiene un muy importante contenido: El de que, en tiempos de paz, son las autoridades civiles las responsables de la seguridad pública y que los mandos militares deberán someterse a la autoridad civil.

No es el único asunto de fondo discutido, casi en el cierre de la semana, el otro es el de la vacunación.

Lo ocurrido en la semana, con las escasas dosis de vacuna aplicadas, mostró las evidentes fallas logísticas de la aplicación, frente a la muy justificada desesperación de los adultos mayores por recibir la vacuna, que no fue solucionada adecuadamente y originó las enormes fallas, las largas horas de espera; la desaparición de las más elementales medidas de prevención del contagio y la ineptitud de las autoridades.

Tales errores mostraron, además, otra de las fallas: La falta de coordinación entre las diversas instancias de gobierno, que se concretaron en una exigencia de los gobernadores de la Alianza Federalista: La de sacar del operativo de vacunación a los “Servidores de la Nación” y la de que la federación deje en manos de los gobiernos estatales la logística.

Tales diferenciales se presentan en lo peor de la pandemia en México, lo que ha llevado al Ranking de Resiliencia Covid de Bloomberg News a declarar a México como el peor lugar (de un conjunto de 59 países) para pasar la COVID19 pues coloca a Nueva Zelanda en el primer lugar, con una puntuación de 77.2, y a México en el último, con 33 puntos. (Nota de la Agencia Reforma, 26/II/21).

Ahora bien, la dura respuesta de los gobernadores de la Alianza Federalista por la petición de desafuero, el que dijeron fue un linchamiento del Auditor Federal; el tema de las vacunas -del tratamiento de la pandemia en general- evidencian una cosa por demás lamentable: La ausencia absoluta de cooperación entre ambos niveles de gobierno.

Y así como gobiernan varios de los mandatarios estatales, lo hace el presidente. Ni el presidente norma su actuación con base en lo señalado por el Consejo Nacional de Vacunación, ni los gobernadores lo hacen con los consejos estatales.

Si acataran lo establecido en la norma constitucional, muchos de los lamentables episodios sufridos nos los habríamos ahorrado y, quizá, solo quizá, muchos mexicanos no habrían caído víctimas de la pandemia.

Y es que el discurso está muy lejos de los hechos. 

Trivial en la superficie la controversia, en realidad subyace  un asunto por demás trascendental, el de la preeminencia de la instancia federal sobre la estatal, olvidando que se trata de autoridades que son pares, es decir, que gozan de la misma categoría, por haber sido electas por los ciudadanos y cuyas atribuciones y responsabilidades están limitadas por las regulaciones jurídicas existentes, y a ellas deberán atenerse.

Pero el mandatario chihuahuense exige tal postura, la que desde el principio de su mandato violó en el trato otorgado a diversos gobiernos municipales, Lal atraer, más allá de sus atribuciones, la seguridad pública, sustituyendo indebidamente a las autoridades municipales en esta función, con resultados verdaderamente catastróficos.

En el otro gran tema de la semana, el de las acusaciones a Félix Salgado, el presidente se mantuvo en sus trece.

Además de criticar severamente al movimiento feminista, tramposamente adujo que el pueblo debería de resolver sobre el asunto y que si lo elegía debería respetarse, cuando, en realidad, el fondo del asunto no es el resultado electoral, sino uno más profundo, que va al centro del entramado social: La violencia ejercida en contra de las mujeres.

El asunto particular de Salgado Macedonio exhibió dos carencias del presidente: La de una indebida e inaudita improvisación en sus posturas sobre temas no programados en la mañanera y el absoluto desconocimiento sobre el tema de la violencia en contra de las mujeres y el trato que debe dárseles a las presuntas víctimas, de acuerdo con la legislación vigente y las jurisprudencias emitidas: Debe creérsele a la víctima que denuncia, a falta de testigos (por la naturaleza misma del delito), por una simple razón, la de atreverse a revelar un ultraje de la dimensión que tiene la agresión sexual.

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

jueves, 25 de febrero de 2021

Vacunación, desbarajuste total



El Diario, 25 de febrero de 2021

Luis Javier Valero Flores

Bastaron unos cuantos días y cantidades mínimas de vacunas -del total que recibirá el país- para evidenciar la incompetencia de las dependencias gubernamentales encargadas de la aplicación de las vacunas anti COVID 19.

Lo mismo ocurrió en uno de los centros urbanos más habitados del país -Ecatepec, Edomex.- que en una de las zonas mas agrestes del país, la Sierra Tarahumara.

Lo realizado por el gobierno de la 4T en la aplicación de las primeras vacunas a la población abierta -pues la aplicación al personal de salud permitía un mayor control y conocimiento del universo receptor de la vacuna- mostró las muy evidentes carencias en materia de planificación y operación de las dependencias encargadas de una tarea tan compleja y tan necesaria.

Durante las semanas previas millones de personas recibieron una llamada telefónica, efectuada por los servidores de la nación, según esto para tener un diagnóstico del número de adultos mayores que estaban dispuestos a recibir la vacuna, y los que podían acudir a que se las aplicaran.

Pero días después, anunciaron que había que registrarse en una aplicación especial por internet. Ante el volumen de personas que quisieron registrarse el sitio de internet se desplomó.

Finalmente se despejó y millones de adultos mayores se registraron, pero sólo un poco más de los 4 millones de los 15.4 millones de este rango de edad, lo que denotaba, entonces, un grave problema: Cerca de 3/4 cuartas partes de los senectos no tenían acceso a dicha aplicación.

No fue el único problema. 

Contra todas las opiniones científicas, médicas, de todo el mundo, y no solo los especialistas mexicanos, el gobierno federal resolvió iniciar la vacunación en las zonas rurales, allá en donde los niveles de contagio son los menores, y especialmente en las zonas indígenas.

Para todo ello habían anunciado la integración de las brigadas de vacunación, en las que participaban hasta dos elementos militares, las que acudirían a aplicar la vacuna en los lugares más apartados del país.

Pues ni una ni otra cosa, el sábado por la tarde en las redes sociales empezó a correr la información que en varias cabeceras municipales de la sierra Tarahumara estaban sobrando vacunas pues la afluencia de adultos mayores indígenas era muy escasa y entonces el personal que aplicaba la vacuna resolvió vacunar a las personas que cumplieran el perfil de la edad, independientemente del lugar de residencia.

Y es que de la existencia de las brigadas que irían a vacunar a los pueblitos y caseríos ya no se supo nada y lo más fácil -para ellos- fue establecer los centros de vacunación en las cabeceras municipales, lejos del conocimiento de la realidad geográfica de Chihuahua y de los habitantes de la Sierra Tarahumara.

¡Pues claro que les “sobrarían” vacunas! Si las brigadas no llegan a las casas de los adultos mayores indígenas, difícilmente serán vacunados. Eso les ocurrió por echar por tierra la larga experiencia de las instituciones de salud en la aplicación de vacunas.

La viruela fue extinguida gracias a que el personal de salud llegó a todos los rincones del país a vacunar; igual ocurrió con las vacunas del sarampión y poliomielitis.

Pero la estrategia está equivocada. A diferencia de aquellas enfermedades, ahora estamos en medio de una pandemia y lo que urge es aplicar la vacuna en los grandes centros urbanos, en los que se encuentran los más altos índices de contagio.

Pero ni ahí hacen bien cosas, vean lo ocurrido en Ecatepec y lo peor, con muy escasas cantidades de vacunas, lo que hace temer lo peor en cuanto lleguen las cantidades millonarias de vacunas que el gobierno ha anunciado, el caos puede ser infinitamente mayor a lo observado en los días recientes. De nada sirvieron, ni la llamada previa, ni del registro en internet.

Y luego, la velocidad de reacción. 

Las primeras informaciones de las vacunas “sobrantes” en la sierra llegaron el sábado. 

Solo hasta el mediodía del martes, cuando el escándalo era de dimensiones mayores y llegaban decenas de personas en camiones de empresas turísticas a tratar de aplicarse la vacuna, reaccionaron los gobernantes federales y estatales y llamaron a la población a no trasladarse de un municipio a otro para tratar de aplicarse la vacuna.

¿Estarán preparados para aplicar cientos de miles de vacunas diariamente?

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martes, 23 de febrero de 2021

Tablita de salvación de la 4T



La vacuna, único remedio ante el COVID

El Diario, 21 de febrero dude 2021

Luis Javier Valero Flores 

El gobierno de México está sometido a muy grandes presiones, muchas de ellas generadas por él mismo, ya sea por sus acciones o por sus pronunciamientos; y otras, como es natural, por las circunstancias, inesperadas la mayoría de ellas, pero, todas, en conjunto, le agregan un número no bajo de tensiones al grupo gobernante en el país.

Además, súmele la pandemia, los apagones, la crisis financiera y el proceso electoral, por ello, no es sorprendente que el presidente López Obrador tenga respuestas hiperreactivas al intentar dar respuestas a las muy escasas preguntas críticas que se le plantean en las conferencias mañaneras, o que, por su cuenta, dé respuesta a las críticas que de manera natural despierta su protagonismo y su ánimo beligerante.

En oposición al mensaje enviado a su regreso del COVID, en el que dijo ya era el momento de inaugurar una nueva era de amor, y que deberíamos abrazarnos, casi cada mañana se lanza contra uno o varios de sus receptores favoritos.

Así lo hizo en la semana que concluye. 

No tiene por que hacerlo, las dimensiones de los problemas por los que cursa el país debería llevarlo a emplear su tiempo y esfuerzos a enfrentarlos.

Sería bueno que siguiera el ejemplo del nuevo presidente norteamericano, Joe Biden, quien apenas tomó posesión y ya estaba firmando infinidad de decrétalos con medidas urgentes para enfrentar la pandemia, la migración y la economía y declaró que ya no tenía tiempo para hablar del expresidente Trump.

¿Eso significa decretar la impunidad y el olvido para las corruptelas del pasado? De ningún modo. Ojalá el presidente hablara menos de los corruptos de los gobiernos anteriores y en cambio más ex gobernantes fueran puestos ante las autoridades judiciales.

El martes, para explicar las razones de los apagones del lunes y los que aún se presentaban ese día, antes de ofrecer una explicación, le achacó a la prensa que se magnificara el incidente.

En ese escenario, difícil para el gobierno, deberá enfrentar el inmenso reto de la vacunación.

No es una novedad asentar que de este problema depende el resultado electoral -en lo general, que, por supuesto, tendrá variables particulares- y no es una exageración, el rumbo de la denominada 4T.

Llegaremos al final de febrero con aproximadamente 190 mil fallecimientos por COVID. 

Si esta cifra es ya, de por sí, extremadamente dolorosa e indignante, más lo es la de que 8 de cada 10 muertos por esta enfermedad no fallecieron en un hospital.

Es decir, el moridero de pobres que veíamos asombrados, hace poco menos de un año, en Ecuador y en Nueva York, es el que se da entre nosotros.

Para enfrentar la pandemia casi se acusa a la sociedad de ser la que está fallando en hacerlo, y en muchos sentidos así lo es, sobre todo en los sectores que dudan (todavía a estas alturas) de la existencia de la enfermedad, o de su gravedad, pero lo cierto es que los gobiernos no están haciendo lo que debieron; están, casi -fuera de lo que es lógico, la conducción del sistema de salud- dedicados a hacer el cómputo de personas contagiadas, hospitalizadas, intubadas y muertas.

Ah! Y, además, tarea central, la de señalar el color del semáforo, que, finalmente, es el mecanismo mediante el cual gradúan la apertura de las actividades de los sectores y la población, como mecanismo alterno al del programa de apoyos y subsidios que debieron otorgar: 

No te apoyé como lo dictaba la severidad de la enfermedad, pero en cambio te dejo salir a la calle para que allá, si te va bien, no te contagies, o si ocurre eso, curses la enfermedad de la mejor manera, y si te enfermas, me avisas, te recluyes, tomas medicinas y solo, si te agravas, busca un hospital, y si no hay lugares, po’s ni modo, muérete en casa al lado de los tuyos que, con suerte, no se contagien, o se alivien.

Lo anterior es lo realizado por casi todos los gobiernos estatales -con alguna variante-.

Para ejemplificar el hecho de que no se está aplicando una estrategia de real contención de la pandemia, usemos la declaración de la doctora Leticia Ruiz González, directora de Prevención y Control de Enfermedades de Chihuahua, quien  llamó a la población a esforzarse “por disminuir el número de contagios”, al tiempo que pidió a la gente que “si tienes un dato o síntoma, lo mejor es aislarte, hacerte la prueba y acudir a tu sistema de salud”.

¿Dónde están las brigadas detectoras de los probables contagios de esta persona? ¿Dónde las pruebas efectuadas -no por la gente, sino por el sistema de salud- a todos los contactos del sospechoso, a fin de detectar a los enfermos?

No existen.

Así, estaremos sujetos a imponderables aún mayores que los aportados por la enfermedad, es decir, a los derivados de la ausencia de una estrategia para enfrentarla y por ello lanzan frases, las autoridades sanitarias encargadas de informar, que la curva epidémica “ahorita se ha estabilizado, es difícil que vaya más a la baja, pero puede hacerlo, podemos hacerlo. Recuerden que primero se estabiliza…”.

Y la peor, motivada por el hecho de que estamos a “la buena de dios”: “En cualquier momento puede subir o bajar (la curva epidémica)”.

Si no hay combate a la epidemia, entonces la vacunación es la herramienta para hacerlo y si esta tarda, las curvas que ahora van con una ligera tendencia a la baja, en cualquier momento lo harán en sentido contrario, máxime si se ordena una mayor apertura económica, lo que traería aparejada una mayor confianza de la gente en que ya está dominada la situación y sobrevendrá el relajamiento de las medidas.

Por ello, las noticias provenientes, sobre todo de Israel y EU, países en los que ya se ha aplicado masivamente la vacuna, en porcentajes de más del 70% y del 16%, respectivamente, consistentes en la presentación de un muy importante descenso en el número de contagios, hospitalizaciones y fallecimientos, despiertan un muy explicable optimismo sobre la aplicación de la vacuna.

La evidencia hasta ahora sugiere que una dosis completa de la vacuna, con el período de espera apropiado después de la segunda inyección, elimina efectivamente el riesgo de muerte por Covid-19, casi elimina el riesgo de hospitalización y reduce drásticamente la capacidad de una persona de infectar a otra persona.  Todo eso también es cierto sobre las nuevas variantes del virus.

El problema es el acceso a la vacuna. 

Y sí, está generado por los países más ricos: “Los países ricos se encaminan a tener mil millones de dosis de vacunas contra el Covid-19 más de las que necesitan, dejando a las naciones más pobres con los suministros sobrantes mientras el mundo trata de frenar la pandemia de coronavirus, según un informe elaborado por activistas contra la pobreza”. (Nota de Reuters, Londres, Inglaterra,19/II/21).

A tal conducta no escapa el país, enfrentado al hecho de que Trump ordenó -en una de sus últimas decisiones- que no hubiese exportación de vacunas hasta en tanto no se vacunase a los nacionales, orden que Biden ha respetado irrestrictamente, lo que imposibilitó que las empresas Pfizer-Bntech y Moderna surtieran a otros países. 

Igual ocurre con la vacuna Astra Zeneca producida en Inglaterra, cuya postura es la misma que EU y que ha originado una áspera disputa entre el Reino Unido y Europa pues la Unión Europea está a punto de ordenar la misma medida sobre todas las vacunas fabricadas en territorio europeo.

Ante ese panorama, destacan acciones como las emprendidas por países como Chile y Brasil que optaron por cerrar contratos con China, y en menor escala con el gobierno ruso -cosa que también Argentina efectuó- para permitir en sus territorios la celebración de la fase 3 de las vacunas de esa nacionalidad. 

Así, Chile ha accedido a la vacuna Coronavac, que tiene una efectividad del 50%, pero eficaz en el 100% para prevenir la modalidad severa de la enfermedad.

En ese escenario han tenido que incursionar los gobernantes mexicanos, con algún éxito relativo -así lo vemos en la cantidad y fechas de llegada de las vacunas-, aunque a mediano plazo se advierten señales esperanzadoras, como lo que acontecerá en EU: El presidente Biden ha impulsado la política de aumentar a 3 millones de aplicaciones de vacunas diariamente y están a punto de alcanzar esa meta.

Es probable que a mediados de marzo las fábricas de vacunas asentadas en EU fabriquen esa cantidad -en este momento están aplicando un promedio de 1.7 millones diarios- y hasta por simple conveniencia el gobierno norteamericano va a optar por favorecer a México en la dotación de vacunas, con tal de impedir que la enfermedad le llegue del sur.

En cambio, el gobierno mexicano está sufriendo un no muy velado ataque mediático a causa de la falta de vacunas -en parte   por su responsabilidad- por no prever a tiempo la compra de vacunas y no haberse involucrado tempranamente en los procesos de investigación de las vacunas.

Hay, además, un faltante por demás importante: La ausencia   del proceso de elaboración de la vacuna propia. 

Podrán argüir que han iniciado el proceso, que por eso hizo el presidente el anuncio del nombre, pero la realidad es que no existe tal elaboración.

Así, víctima del acaparamiento internacional de las vacunas, en medio de lo peor de la pandemia y al inicio del proceso electoral que es vital para el grupo gobernante, su mejor apuesta será la oportuna llegada y consecuente aplicación de la vacuna y lograr cifras importantes de vacunados a mediados de mayo, de lo contrario, podrá llevarse una verdadera sorpresa en los comicios del 6 de junio.

Para ello, el presidente deberá olvidarse de la estrategia de ir a vacunar a los mayores de 60 años en las comunidades rurales más marginadas y concentrar los esfuerzos y las vacunas en los grandes centros urbanos, y de ahí escalar a las poblaciones medianas, porque es ahí en donde están las cifras mayores de contagios.

Parece de perogrullo: Si aplicas muchas vacunas desaceleras la velocidad del contagio. 

Y si te pones el cubrebocas podrás evitarte adquirir la enfermedad.

¿Porqué no lo entienden los gobernantes mexicanos, entiéndase el Gral. Sandoval, el médico López Gatell, el Director del IMSS Zoé Robledo y el presidente López Obrador?

Una cosa más, por demás inexplicable:

¿Qué caso tiene la presencia de elementos militares, armados hasta los dientes, en los consultorios y sitios en qué se aplican las vacunas ¿Qué caso tiene?

¿O se trata de naturalizar la presencia militar hasta en la sopa?

Y, además, sin sana distancia, se vuelven ejemplo de lo que no se debe hacer.

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

jueves, 18 de febrero de 2021

Faltos de prospectiva



El Diario, 18 de febrero de 2021

Luis Javier Valero Flores

Prospectiva: Ciencia que se dedica al estudio de las causas técnicas, científicas, económicas y sociales que aceleran la evolución del mundo moderno, y la previsión de las situaciones que podrían derivarse de sus influencias conjugadas.

Claramente, los apagones sufridos por una buena parte de los mexicanos en los días que corren, deberán ser explicados desde la más variada diversidad de enfoques. 

El gobierno federal debería estar muy atento a lo que desde la más variopinto conjunto de actores están opinando sobre las causas que llevaron a la CFE a programar diversos cortes “rotativos” en más de 16 entidades, luego de los “apagones” sufridas al inicio de la semana en las entidades del norte y noreste del país.

No podía ser de otra manera, la discusión está centrada entre los críticos y los seguidores de López Obrador, en la mayor parte de los casos de manera absolutamente acrítica.

Podrán haber mil explicaciones -desde la óptica gubernamental- para justificar lo que ahora es conocimiento extendido: No tenemos, ni reservas suficientes de gas; ni una infraestructura que nos permita afrontar con éxito los increíbles retos del desarrollo del país.

¿Porqué estos problemas no los tuvimos en el pasado? Ah, porque nos alcanzó el futuro. La demanda ha superado a la oferta de energía eléctrica, en todo el mundo, y solucionar tal problema es uno de los retos mayores de los gobiernos.

¿La culpa la tiene el gobierno de la 4T?

Pues sí, pero no solamente por las razones que los sectores conservadores de la sociedad están achacándole, los mismos que festinaron la reforma energética de Peña Nieto, cuyos autores fuimos nosotros, dijo el chihuahuense Gustavo Madero, al explicar que los priistas, cuando el PAN gobernaba, se opusieron a esa misma reforma, sólo que propuesta por Felipe Calderón.

Los firmantes del Pacto por México le apostaron a un modelo energético claramente favorecedor de los grandes monopolios financieros y energéticos del mundo para impulsar el desarrollo y crecimiento de esa industria, nunca creyeron que pudiera cambiar la correlación de fuerzas políticas en el país y que alguno de esos partidos no gobernara México.

En esa lógica, en el sentido más general, poco importaba quien tomara el poder al fin y al cabo que esencialmente coincidían en el modelo energético.

Además, las condiciones del mercado mundial favorecían el desarrollo de la extracción de gas y petróleo a partir del fracking.

Pero el precio del petróleo bajó e hizo incosteable ese procedimiento y López Obrador ganó las elecciones.

En tanto, habían lanzado una u mil convocatorias para la construcción de los gasoductos que surtirían de gas a la industria en general y en particular a las plantas generadoras de electricidad, además de sacar de la jugada a la CFE en la generación de electricidad “limpia”, mediante la obtención de energía eólica y solar y le adjudicaron la tarea de la conducción y transmisión de la energía, además de la obligación de privilegiar la compra de su electricidad a la de la producción de las plantas propiedad de CFE.

Los resultados de tal política los tenemos a la vista y no parece haber solución de fondo a la vista, prontamente, al contrario.

¿Y la responsabilidad de López Obrador en dónde está, son culpables los gobernantes del pasado y ya?

No, el ahora presidente supo, desde muchos años atrás, las dimensiones de la catástrofe en materia energética que podrían presentarse, en el supuesto de emprender cambios significativos a la política en vigor, su responsabilidad estriba, como en otros aspectos esenciales de la economía, en no contar con la prospectiva necesaria para hacerlo.

Al tomar posesión de su cargo, sabía de las escasas reservas estratégicas de gas existentes (en el mejor de los casos para día y medio sin gas natural) y no puso en marcha programa alguno para enfrentar una emergencia como la de ahora.

Y con la crisis encima, como en otros casos, se resuelve del modo como sea, comprando gas -en buques- y acelerando la generación de electricidad en las plantas que lo hacen con combustóleo y carbón mineral.

Mal.

Alguien debiera aportar, en ese gabinete, el pensamiento prospectivo necesario.

Y no se crea que los que se fueron eran mejores, esa es nuestra desgracia, en muchos aspectos eran peores, en uno sí, de manera incontrastable, eran muy corruptos.

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domingo, 14 de febrero de 2021

O cambia la estrategia, o morirá un millón



El Diario, 14 de febrero de 2021

Luis Javier Valero Flores 

El regreso del presidente López Obrador, luego de padecer el COVID 19, ha estado marcado por varios hechos; uno de ellos, el de que reafirmó la estrategia para combatir la pandemia.

Lo hizo, a pesar de que, oficialmente, de acuerdo con los datos que diariamente ofrece la Secretaría de Salud, el número de mexicanos muertos por ella rebasa los 172 mil y que, seguramente, al terminar el mes de febrero México estará rondando los 200 mil muertos por la pandemia.

Por desgracia, la imagen que más ilustra sobre la conducta presidencial es la del presidente negándose a usar el cubrebocas, y que, para hacerlo, arguyera un hecho que nadie, en el mundo, avala: El de que ya no puede contagiar.

No solo eso, alegó haberse contagiado porque le tocaba, “ni modo que me quedara todo el tiempo encerrado, no se puede vivir encerrado, me cuidé, guardé mi sana distancia, pero me tocó”. 

No, se enfermó porque no respetó las restricciones sanitarias, entre ellas, la del uso del cubrebocas, lo que defendió con el rupestre argumento de que se debería defender la libertad.

Detenerse en esos hechos es importante, que el presidente recomiende, o no, determinada conducta, tiene un peso radical en la sociedad, pero convendría detenerse en el asunto mayor, el del combate al COVID 19.

¿Realmente el gobierno de México -y no solo el gobierno federal, por supuesto que los gobiernos estatales han incurrido en la misma responsabilidad- está haciendo lo correcto para combatirla?

No se está hablando de enfrentar las consecuencias de la misma, sino de las estrategias aplicadas para impedir la propagación del virus.

El gobierno de México se preparó para enfrentar el hecho de que habría un número equis de personas que se contagiarían y que, de ellas, un porcentaje elevado requeriría un tratamiento altamente especializado.

En la medida de lo posible, con un sistema de salud destrozado y en medio de la transición del modelo que López Obrador impulsó -con una cantidad increíble de actos improvisados, los que produjeron una crisis sanitaria, previa a la de la pandemia- el gobierno federal se preparó y elevó sustancialmente el número de camas hospitalarias y de las necesarias para enfrentar las fases críticas de los enfermos de COVID.

Pero para impedir la propagación de la pandemia sólo atinó a decretar restricciones a la movilidad y a la actividad económica. Nada más.

Al tiempo, cuando la enfermedad hacía trizas los pronósticos del equipo de López Gatell, crearon la figura de los semáforos y sus gradaciones.

¿Qué debió hacer el gobierno mexicano?

Lo que hicieron los gobiernos que mejor contuvieron el contagio: Detectar los casos nuevos, darle seguimiento a todos los contactos y confinarlos a todos ellos durante dos semanas, amén de otorgarles el tratamiento médico oportuno y necesario que se necesitaba en ese momento; para la detección, aplicar millones de pruebas; la clausura de fronteras, tamizajes para todo aquel que entrara al país en cuestión, restringir la migración interna y decretar una drástica inmovilización de todas las actividades.

Además de lo anterior, la entrega millonaria de apoyos económicos a toda la población a fin de evitar que saliesen de sus domicilios.

Probablemente suene fantástica e increíble la exposición -y la inversión requerida- de adoptar esas medidas, pero el costo pagado por la sociedad mexicana ante una errática estrategia contra el COVID 19 es descomunalmente más cara que aquella estrategia.

Se pueden medir económicamente las consecuencias, pero ¿Cómo medir el dolor de los familiares de alrededor de 400 mil muertos? ¿Cómo medir el sufrimiento de cientos de miles que debieron cursar la enfermedad en condiciones verdaderamente dramáticas?

No hay cómo.

El gobierno mexicano lo dijo en contadas ocasiones, pero lo dijo: Su intención era alcanzar la “inmunidad comunitaria”, que es más conocida como “inmunidad de rebaño”.

Es decir, pretendía que un muy alto porcentaje de personas se contagiaran y que al lograr eso se disminuyera la velocidad del contagio, con todas las consecuencias de hacer que un número muy grande de personas adquirieran la enfermedad.

El 30 de junio de 2020, José Luis Alomía, Director General de Epidemiología, dijo que quienes se enfermaran “… podrán entonces contribuir más adelante con los que se sigan incrementando a esta inmunidad de rebaño que se quiere lograr en un futuro próximo». (Un daño irreparable: La criminal gestión de la pandemia en México, Dra. Laurie Ann Ximénez Fyvie).

Pero para llegar a la inmunidad “de rebaño”, deberían entrar en contacto con el virus, y enfermarse o transitar asintomáticamente, alrededor del 60-70% de la población.

El problema es que, del total de las personas que se contagian, el 80% no se enferman, el 15% padecen la enfermedad con distintos grados de severidad y el 5% severamente. De este último porcentaje 2/3 partes mueren, lo que llevaría a que, en nuestro caso, muriesen alrededor de 2 millones 500 mil personas.

¿Qué ha hecho el gobierno mexicano y, con él, todos los gobernantes estatales?

Nada para detener el contagio colectivo, sólo medidas económicas y de atenuación de la velocidad del contagio y prepararse para enfrentar a las multitudes de enfermos y fallecimientos que sobrevendrían.

¿Cuándo se tuvo control sobre la velocidad del contagio? Nunca.

¿Cuándo se tuvo conocimiento sobre esa velocidad? Igualmente, nunca.

Tan no lo supieron, no lo calcularon, o creyeron que la inmunidad comunitaria aparecería con porcentajes bajos de personas infectadas que el peor escenario esperado por el gobierno federal, descrito por Hugo López Gatell, fue el de 60 mil decesos.

Dolorosa descalificación para el conjunto de los gobernantes mexicanos de la presente hora que, salvo la llegada millonaria de vacunas y su aplicación, no podrán impedir que México pudiera ser la nación con la segunda cifra más alta de decesos en el mundo.

Y es que tanto en Israel, como en EU, en los que la aplicación de las vacunas ha abarcado a porcentajes elevados de la población, se ha observado un descenso importante de contagios, de hospitalizaciones y de decesos. “En EU, desde que alcanzó un pico el 8 de enero, relacionado con las reuniones navideñas, el número de nuevos casos diarios confirmados se ha reducido en casi un 60%”. (Nota de David Leonhart,  NYT, 11 de febrero de 2021).

Pero la dimensión de la tragedia sufrida por los mexicanos no podrá ser encubierta por la llegada de las vacunas y será develada en los próximos meses, cuando el INEGI dé a conocer el número de fallecimientos por el COVID 19. Será del orden, a fines de febrero, de más de 400 mil.

Todo, porque quienes gobiernan se equivocaron de cabo a rabo, debieron aplicar un ambicioso y costoso plan de apoyos económicos a trabajadores formales e informales, a las empresas -desde las micro a las medianas- a fin de evitar que la población se movilizara en busca del sustento; destinar inmensas cantidades de dinero para que los servidores de la nación, y los elementos de las fuerzas necesarios se dedicaran al seguimiento de contagios y contactos.

Si no ¿Cómo evitar que esa parte de la población -la mayoritaria- saliera a la circulación en busca del sustento?

Ah, po’s manipulando el color del semáforo sanitario, que en palabras de López Gatell se volvió “irrelevante” cuando el presidente, a fin de no obstaculizar las ventas del fin de año, se opuso a la propuesta de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, de decretar el rojo y ordenar una drástica paralización de las actividades en diciembre.

Resolvieron lo contrario y durante el mes de enero, sólo en la capital mexicana, murieron más de 11 mil personas.

Así es como se pueden medir los errores. Hasta el presidente se convirtió en una de los enfermos de ese mes.

Sobran los ejemplos de lo que hoy sufrimos. 

Al anterior, agréguese los del estado de Guerrero y Mazatlán.

Guerrero es uno de los estados que transitó al rojo en la semana que inicia mañana, a consecuencia de la apertura de Acapulco para el fin de año.

Lo mismo ocurrió con Mazatlán. Durante semanas lo mantuvieron en amarillo, vino el torneo beisbolero de la Serie del Caribe, el estadio se vio repleto de aficionados, los mismos que ahora, desde los hospitales refieren -casi todos los nuevos casos- que asistieron a la fiesta beisbolera.

Y para quienes sostienen que llevar al cabo esa estrategia para impedir el crecimiento de la epidemia, baste decir que Viet Nam, un país con 95 millones de habitantes y con una economía inferior a la nuestra solo tiene 2 mil 395 casos y 35 defunciones (Reporte de la U. John Hopkins, 13/II/21). 

Pero ellos aplicaron estrictamente las medidas aquí enfatizadas y llegaron a efectuar hasta 40 mil pruebas por cada nueva persona contagiada. 

Compárese esa cifra con una terrorífica: El 79% de los pacientes muertos por COVID-19 en México no llegó a terapia intensiva. (Pp149, ibídem).

Mueren en sus casas.

¿Cuántos más?

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jueves, 11 de febrero de 2021

No me lo pongo ¿Y qué?



Aserto.mx, 9 de febrero de 2021

Luis Javier Valero Flores 

Del NYT: 

“Las personas vacunadas que tienen una alta carga viral pero no tienen síntomas “serían en realidad, de alguna manera, aún peores propagadores porque podrían estar bajo un falso sentido de seguridad”, dijo Maldonado”. (NYT, 8/XII/20).


El regreso del presidente López Obrador a sus actividades no podía ser más polémico: Rechazó usar el cubrebocas y descalificó, en el mismo acto, a su operador en la manejo de la pandemia. Hugo López Gatell.

Como si fuera cualquier ciudadano que irracionalmente protagonizara uno de los numerosos incidentes en los que la autoridad les exige que porten su cubrebocas, para evitar el contagio, el mandatario defendió su libertad para no portarlo y, además, argüir que ya le habían informado que una vez contagiado dejaba de ser contagioso.

Todas las evidencias científicas y las investigaciones médicas en curso lo contradicen. No hay una sola autoridad médica en el planeta que garantice, tanto a quienes hubiesen padecido el COVID 19, o que los hayan vacunado, que ya dejaron de ser contagiosos, por esa razón, todas las autoridades, de todos los países, aconsejan el uso del cubrebocas de manera permanente, del modo como lo han venido aconsejando a lo largo de la pandemia.

Y es que, del mismo modo que la aplicación de la vacuna -incluso, del modo como se comporta el virus y las variantes que se están presentando-  no hay un conocimiento del comportamiento de este virus, por lo que todas las medidas tendientes a prevenir el contagio deberán ser bienvenidas, por una razón esencial: No ha transcurrido el tiempo necesario para saber de todo lo anterior.

De una cosa sí hay certeza, las personas que padecieron el COVID19, lo pueden volver a padecer.

Hay más. Diversos estudios en curso están mostrando que incluso los vacunados pueden no caer enfermos -esto es, la efectividad de cada una de las vacunas es distinta- pero SÍ SER CONTAGIOSOS.

A principios de diciembre, un reportaje publicado por The New York Times daba a conocer las razones, expuestas por un conjunto de expertos. (En esta misma edición reproducimos el texto)

La liga: https://www.nytimes.com/es/2020/12/08/espanol/ciencia-y-tecnologia/vacuna-contagio-covid.html

Otra cosa también es cierta, el presidente se enfermó por las mismas razones que las autoridades sanitarias, las que dependen de él, han sostenido a lo largo de la pandemia, que las personas no respetan las disposiciones sanitarias, por eso no queda más sorprenderse de las frases del presidente para explicar porqué se enfermó: “Me tocó”.

¡Increíble!

En la misma sesión del regreso, López Obrador argumentó el porqué no se vacunó, no quise pecar de influyente, los mandatarios, dijo, deben dar el ejemplo.

¿Porqué no se pone el cubrebocas y da ese ejemplo, que puede salvar miles de vidas?

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Primero mis dientes que mis parientes




El Diario, 11 de febrero de 2021

Luis Javier Valero Flores 

No hay posibilidad alguna de librarse de ello, los tiempos electorales están encima de nosotros y los actores políticos habrán de aprovecharse, en mayor o menor medida, de las coyunturas que se les presenten, a fin de sacar la mejor de las tajadas.

Lo harán -lo hacen- todos los partidos, sin excepción alguna, incluido, por supuesto, el presidente López Obrador.

Le darán un uso electoral a todas las acciones emprendidas por cada una de las fuerzas políticas y sociales. 

Tema central, de todos, será la vacunación.

En los días más recientes, ante la incertidumbre de la llegada de las vacunas, prácticamente todos los medios de comunicación se dieron a la “alegre” tarea de comparar las cifras de las personas vacunadas en México con las del resto del mundo. El propósito era diáfano: Mostrar la tremenda ineficacia del gobierno federal en allegarse de las vacunas suficientes para enfrentar la pandemia.

El gobierno de López Obrador ha evidenciado ineficiencias y descomunales errores en variados y diversos rubros gubernamentales, pero que no llegue la cantidad necesaria de vacunas no es su responsabilidad.

No lo es, porque el mundo más allá de un puñado de naciones, de las más poderosas del planeta, decidieron aprovecharse de sus condiciones y del hecho de albergar las fábricas de farmacéuticas y vacunas más importantes.

No es una coincidencia que los porcentajes de vacunación más altos se ubiquen en los países más ricos del planeta, que EU estén rebasando los 40 millones de personas vacunadas; casi del mismo modo que Inglaterra, Israel, China y Rusia.

No es, tampoco, una coincidencia que la Unión Europea, como tal, haya aprobado, (sin que exista un acuerdo firmado como tal, porque no se atreven a ponerlo en un documento, por aquello de que se ostentan con los más férreos defensores de los derechos humanos, del medio ambiente y de la discriminación) que se prohibirá la exportación de vacunas, de todos los países integrantes de esa comunidad, hasta en tanto no se cumplan algunas medidas de aplicación de vacuna en sus territorios.

Así que no es una coincidencia que EU no haya permitido la exportación de una sola vacuna y, por el contrario, ha exigido a las distintas farmacéuticas que les vendan -con etiqueta de prioridad- diversas cantidades de vacuna para aplicarla al total de la población de EU.

Eso les ha permitido vacunar a más de 43 millones de personas y poner a disposición de toda la población la vacuna, hasta la adquisición particular en farmacias y otro tipo de establecimientos.

Del mismo modo, Rusia, que inició en principios de diciembre la vacunación, había informado que al 1 de enero había vacunado a 800 mil personas y sólo 10 días después a 1 millón 500 mil. Luego, ya no habría más información estadística, pero las noticias dan cuenta que ha proseguido la vacunación.

Así, hasta el 7 de febrero, de acuerdo con diversas fuentes informativas, en el mundo se habría vacuna a alrededor de 130 millones de personas (con datos de Reuter y Efe). 

De ellas, aproximadamente 119 millones son habitantes de solo 13 países, que acaparan el 90% de las vacunas disponibles ¡Para el mundo!

Aplicaron el muy mexicano dicho: “Primero mis dientes que mis parientes”.

Esta es la lista:

País

Vacunas aplicadas

Vacunas aplicadas por cada 100 personas

Estados Unidos

43,140,599

13.13

China

31,200,000

2.23

Reino Unido

12,806,587

19.17

India

5,812,362

0.43

Israel

5,646,894

62.39

Emiratos Árabes

4,413,649

41.06

Brasil

3,707,296

1.76

Alemania

3,277,135

3.94

Turquía

2,694,361

3.24

Italia

2,619,005

4.34

Francia

2,120,218

3.27

España

2,105,033

4.53

Polonia

1,656,708

4.36

Canadá

1,097,013

2.91


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