jueves, 24 de noviembre de 2022

El “verdadero” partido de México



El Diario, 24 de noviembre de 2022

 Luis Javier Valero Flores 

En medio de una tremenda crisis de credibilidad, el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, luego de ceder ante la salvaje embestida mediática de la gobernadora campechana, Layda Sansores, que le hizo recular ante la postura presidencial de prolongar hasta el 2028 la presencia de las fuerzas armadas en las calles, asumiendo tareas de seguridad pública, con lo que casi se desploma la coalición opositora rumbo al 2024, se lanzó en una campaña propagandística verdaderamente lamentable.

Mediante spots radiofónicos y televisivos, el dirigente priista lanzó un mensaje que muy probablemente arrojará los resultados absolutamente contrarios a los que pensó.

Alejandro Moreno, con el viejo estilo de la oratoria, de la vieja clase política, nos espeta anuncio tras anuncio diciendo que el PRI “es el verdadero partido de México” y que los priistas son quienes “construimos este país”.

¿En qué país vive el presidente, aún, del Comité Nacional del PRI? ¿Acaso cuatro años después de la descomunal derrota sufrida por su partido, no se ha percatado de las razones que llevaron a un número muy grande de electores a abandonar sus siglas y sus candidatos?

En las vísperas de las muy importantes, esenciales para la existencia futura de su partido, elecciones en el Estado de México, en las que, sin la concreción de una alianza con el PAN y el PRD, perderán la gubernatura en la entidad en la que existen más de 11 millones de electores, antesala, sin duda, de la elección presidencial, “Alito” Moreno no se percata de la importancia de cambiar, personalmente, y de ese modo dar pie a la profunda transformación que deba emprender el partido que lo fue casi todo a lo largo de 70 años del siglo pasado.

Si no cambian en sus maneras de concebir, asumir y aplicar la política, estarán destinados, irremisiblemente, a la desaparición o, en el mejor de los casos, a la conversión de un minúsculo partido, inferior a la agrupación política que hoy recibe, todavía, entre el 8 y el 12% de las preferencias electorales, dependiendo de la elección y la zona en la que se levanten las encuestas, o se realizan elecciones.

Por los mensajes transmitidos, exhibidos, compartidos, por Alejandro Moreno, se advierte que la dirigencia nacional priista no entendió el mensaje enviado por la ciudadanía en las elecciones del 2018 (y las previas) en las que sufrió la peor de sus derrotas y que puede significar el tránsito de convertirse en un partido estrictamente “testimonial”, esto es en un partido sin posibilidad alguna, por lo menos en el corto plazo, de acceder al triunfo en las más importantes posiciones del poder público en el país.

O, acaso, como en el caso de Chihuahua, convertirse en el proveedor de algunos dirigentes y funcionarios a los gobiernos emanados del PAN, perdiendo, con ello, la posibilidad de intentar, por lo menos, convertirse en el partido político que nunca fueron, pues siempre -o casi siempre- fue la secretaría de asuntos electorales del gobernante en turno.

Y es que ante la más agresiva de las ofensivas políticas desplegadas en contra de los partidos del viejo régimen, montada por el presidente López Obrador a diario, centrada en demostrar que ese viejo estado de cosas se sustentaba en la corrupción -de lo cual dieron no pocos ejemplos, particularmente en el período 2010-2018- el dirigente nacional priista era denunciado nacionalmente como un gobernante con un amasijo de propiedades superiores a los 20 millones de pesos. 

¿Eso es el “verdadero” partido de México?

Y esa frase sintetiza el viejo esquema del priismo. El de asumirse como el único partido (algo en lo cual se asemejan con quien ocupa, ahora, Palacio Nacional) existente, o válido, en México, sin darse cuenta que el pluralismo y la modernidad se enseñoreó en el país, fenómenos a los cuales le dieron la espalda.

Por ello, y otras “pequeñas” cosas, López Obrador fue capaz de casi duplicar el voto histórico de la izquierda electoral mexicana en 2018.

Pero no terminan ahí los momentos de prueba para ese partido y su dirigencia. 

Morena y el presidente han resuelto presionar hasta el último momento en el intento de reformar las reglas electorales mediante una modificación constitucional.

¿Se mantendrán el PRI y Alito en la postura de oponerse a tal intento regresivo en materia electoral?

*Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017 y 2022

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF Facebook: https://www.facebook.com/ljvalero

Fuente de citas hemerográficas: Información Procesada (INPRO)

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domingo, 20 de noviembre de 2022

¿Berrinche presidencial?



 "El problema mayúsculo, el que nos ha traído aquí, el que nos obliga a salir a las calles, el que se encuentra en el centro de la atención pública, es que buena parte de lo edificado (el Instituto Electoral) se quiere destruir desde el gobierno”: José Woldenberg, 13/11/22, Plaza de la República, CdMx

El Diario, 20 de noviembre de 2022

Luis Javier Valero Flores 

  • Las marchas protestaron, sí contra el presidente, pero fundamentalmente en defensa de la institución electoral
  • Se equivocan los detractores de la marcha; los manifestantes no salieron a defender los privilegios de los funcionarios, o los partidos
  • Se pronunciaron por no regresarle al presidente el privilegio de controlar las elecciones
  • ¿Sólo es una berrinche la convocatoria presidencial a la marcha del 27 de noviembre?
  • Al presidente le molestó, sí, pero le preocupó hondamente
  • La favorita del presidente es la principal perdedora de la movilización opositora
  • La movilización en la CdMx alertó seriamente al presidente. Morena está adelante en el país, pero no en la zona metropolitana de la capital y tampoco en los municipios conurbados del Edo Mex
    • En la capital, la derrota de Morena en 2021 se puede repetir
  • Los retos: Para la 4T, hacer que el electorado identifique plenamente a los candidatos de MORENA con el presidente
  • Para la oposición, salir con un solo candidato a todos los cargos
  • Para la ciudadanía… encomendarse a todos los santos, vírgenes y demás símbolos religiosos y/o figuras emblemáticas para aquellos no creyentes
  • Equilibrio de fuerzas las obliga a no cometer errores


A lo largo de la semana el tema central de las discusiones públicas y privadas y eje de los comentarios en las redes sociales ha sido la milenaria movilización del domingo anterior y sus consecuencias.

En la mayoría de las opiniones priva la convicción de que el presidente López Obrador reaccionó visceralmente ante la magnitud de la celebrada en la CdMx (y debe saber, eso sí, de la cantidad de personas movilizadas en todo el país) y que, en un arranque pueril, convocó a la suya, porque eso será la que se realizará en la capital del país el próximo domingo 27 de noviembre.

Otra adelantada conclusión escuchada es que con esa movilización la oposición podrá ganar las elecciones presidenciales del ’24.

Nadie, creíblemente, podría sostener lo anterior.

Lo que sí se puede concluir es que la movilización del 13 de noviembre alcanzó su objetivo: Desarmó la intentona presidencial de cambiar las reglas electorales en su beneficio.

La propuesta de López Obrador tenía un objetivo concreto: Arrogarse la designación de los consejeros electorales que habrían de conducir la elección presidencial y el total de las elecciones estatales. Para eso pretendía desaparecer a los organismos electorales estatales.

Eso no lo podrá hacer.

López Obrador se olvidó de la memoria que una parte muy importante de la sociedad mexicana tiene de la larga historia de fraudes electorales -de los cuales tanto se queja, sin lograr la cicatrización personal moral, que tanto necesita- y que tenía como hilo conductor el hecho de que eran los mismos gobernantes los que nombraban a todos los funcionarios electorales, desde la más apartada de las casillas electorales, pasando por todos los órganos estatales, hasta el organismo electoral federal.

El presidente nombraba al funcionario más elevado de esta estructura electoral, era el Secretario de Gobernación, su secretario, y en las casillas los presidentes de los comités seccionales del PRI eran, al mismo tiempo, los presidentes de ellas.

Luego, al paso de varias décadas, los mexicanos -de todos los colores político partidarios- le arrancamos al presidente el control de las elecciones, (y en eso jugó un papel central el único orador del domingo anterior en México, José Woldenberg, presidente del desaparecido IFE).

Contra eso se alzaron las marchas del 13N y reflejaron lo que todas las encuestas, una tras otra, a lo largo de este tiempo, han mostrado, que es la institución civil más confiable para los mexicanos, más allá de los privilegios y prebendas de las que gozan los integrantes de la élite del INE.

Por una razón. 

Porque son millones los que han participado en las elecciones organizadas por el IFE-INE, ya sea votando, o actuando como funcionarios de casillas, recibiendo y contando los votos emitidos por sus vecinos.

De ese tamaño es la desmesura del presidente. Se le olvidó tremenda experiencia de todo un pueblo que transitó casi todo un siglo enfrentando los fraudes electorales

Por supuesto que a esa movilización concurrieron todos los que de alguna manera, o se sienten agraviados, o rechazan al gobierno de la 4T. Y no todos fueron, hubo organizaciones de la sociedad civil que no se sumaron, pero el resultado fue espectacular y cimbró hasta sus cimientos el Palacio Nacional.

Fue la primera ocasión en el sexenio en el que una concentración masiva se pronunció contraria a las políticas del régimen. 

El 27 de noviembre, Morena mostrará el músculo político para llenar el Zócalo ante el país, sí, pero, sobre todo, a los mexiquenses. No puede arriesgarse a perder la entidad con el mayor padrón electoral del país, pero lo hará repitiendo los peores instrumentos del viejo régimen priista, mediante el uso de los recursos públicos, y ahora de manera más descarnada que sus antecesores.

¡Qué cosas alcanzamos a presenciar!

Por ello, el 27 de noviembre está en en juego, no quien moviliza más personas, sino quién ganará las elecciones en la zona metropolitana en 2024.

Es una zona muy grande, incluye a todos los municipios mexiquenses al norte de la Cd Mx, y en la cual se efectuarán las muy importantes elecciones el próximo año.

La encuesta publicada por El Financiero a mediados de noviembre, con el reporte de las intenciones de voto en el Edomex, levantada antes de la marcha (28 al 30 de octubre), muestra una cerrada  competencia, en la que, si se conforman los dos bloques partidarios, existe un empate “técnico” pues la oposición alcanza el 46% de las preferencias, por el 43 del oficialismo.

Por ello se puede afirmar que el mayor perdedor de la movilización, sin duda, es el presidente López Obrador. Se reveló como el activista electoral que siempre ha sido y perdió, ante millones de mexicanos, la imagen del estadista que necesitábamos. 

Hoy es el matraqueo mayor de Morena, que en plena conferencia de prensa, en Palacio Nacional, usando recursos públicos, convoca a votar por los candidatos de Morena (dijo por la “transformación”), no solo por el candidato presidencial, sino también por los candidatos a diputados, mediante “una avalancha de votos”, solo para al día siguiente negar que hubiese dicho tal.

Para quienes, aún derrotada ya la propuesta presidencial, defienden el mecanismo propuesto por López Obrador para designar a los consejeros electorales, ahí va el cálculo de cuántos designaría el tabasqueño, de los 60 candidatos de los cuales saldrían los 7 consejeros del INE propuesto por el mandatario.

Propone que Lois consejos sean elegidos por voto universal, directo y secreto. Los candidatos serían propuestos, 20 por el presidente de la república (lleva 20); 10 por la Cámara de Diputados, 6 serían impuestos por Morena, es decir, AMLO, (lleva 26); otro tanto de la Cámara de Senadores (lleva 32); y 20 serían propuestos por la Suprema Corte de Justicia, en la cual AMLO podría tener el 45% de las candidaturas, lo que significaría entre 8 y 9 candidatos.

Así, AMLO podría designar a 40 o hasta 42 de los 60 candidatos a elegir en todo el país. ¿Cuál autonomía tendría el órgano electoral?

¿Es hipotética tal conducta presidencial? De ninguna manera, tenemos de antecedente los ministros de la Suprema Corte, propuestos por López Obrador, todos cercanísimos a él.

Bueno, hasta la esposa de su muy amigo, el constructor de cabecera, llegó a la Corte.

No son especulaciones, el mismo presidente llegó a reclamarles en determinado momento por decisiones que no le gustaron y afirmó, dolido, enojado, indignado, que le “habían fallado”!

Lo que sigue. 

Después de la marcha del domingo ¿Ya se salvó el INE? ¿Hay garantía de su autonomía e independencia para 2024? 

Nunca habrá certeza de ello, pero los 4 consejeros que serán elegidos en abril, deberán recibir el voto de las 2 terceras partes de los diputados federales presentes, esto significa que esos nombramientos deberán ser negociados por los partidos políticos.

Por tanto, el presidente deberá negociar con la oposición.

Además, contrariamente a lo que proponía, los candidatos a consejeros deberán transitar por distintas etapas en las que deberán demostrar, capacidad y conocimientos, mostrados ante un panel de expertos que los evaluarán, antes de pasar a la elección por los diputados.

Por otro lado, unos y otros, los oficialistas y los oposicionistas están obligados a no cometer errores en el desempeño de las funciones ejercidas en la actualidad, especialmente quienes aspiran a la candidatura presidencial, particularmente los del PAN, que tendrán el próximo domingo un evento más en el que intentarán colocar en la escena nacional a sus precandidatos, entre los que se encuentra la mandataria estatal, Maru Campos.

Deberán desempeñarse con eficacia, atentos a los requerimientos societarios y, sobre todo, no caer en los gastos suntuarios y/o presumibles de irregularidades en el ejercicio del gasto y, especialmente, con absoluta transparencia.

De la rendición de cuentas ante sus paisanos depende, en mucho, sus posibilidades, ya no de ganar la contienda presidencial, sino la de alcanzar la candidatura.

Puede alcanzar, la contienda del ’24, tal nivel de competencia que ni los aspirantes oficialistas estarán seguros de obtener el triunfo.

Al tiempo.

*Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017 y 2022

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF Facebook: https://www.facebook.com/ljvalero

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jueves, 17 de noviembre de 2022

Saldos de la marcha: Plan B de AMLO



El Diario, 17 de noviembre de 2022

 Luis Javier Valero Flores 

Ante la magnitud de la movilización del domingo anterior, el presidente López Obrador ha reculado.

Incapaz de actuar como el Jefe del Estado que es, el tabasqueño se ha asumido como dirigente de su partido y movimiento, pero ha debido reconocer que no se puede violar la Constitución con modificaciones legales-electorales que contravengan lo establecido en ese articulado, por lo que ahora ha anunciado que propondrá algunas modificaciones a las leyes electorales.

Tal conducta obedece, sí a la marcha, pero, sobre todo, a la postura adoptada por el PRI y su cuestionado dirigente nacional, Alejandro Moreno, quien ha sido obligado a enfatizar que su partido no aprobará reformas que vayan en sentido contrario a la autonomía del órgano electoral.

Así, sin el que podría ser su principal aliado (paradojas de la política mexicana), el presidente ha sido obligado a retractarse, pero quizá lo hace por otras razones, acaso más importantes para él que los reclamos ciudadanos, esto es, las preferencias electorales en el Estado de México, las que, sorprendentemente, el periódico Reforma había ubicado favorables a Morena y sus aliados en una proporción dos a uno frente a la alianza de la oposición.

Sin embargo, en una encuesta levantada en la misma entidad a fines de octubre, y publicada el martes por El Financiero, arrojó un empate técnico entre los bloques partidistas (46% de la oposición y 43% del bloque oficialista) lo que puede constituir una primera luz de alerta para el presidente, de que las cosas en materia electoral no son lo positivas que deseara para su partido y candidatos.

Y reaccionó como sabe hacerlo, ante la movilización opositora, ha convocado a sus seguidores a marchar con el pretexto de la presentación de otro informe, a propósito del 4o aniversario de su llegada al gobierno de la república, con el ánimo de crear la sensación de que su fuerza es mayor a la de la oposición.

Podrá alcanzar ese objetivo, pero lo que ya nadie puede negar es el hecho de que el país, políticamente hablando, está partido en dos y así se encamina a la contienda presidencial del 2024, de ahí el protagonismo político-electoral del presidente, que linda en la ilegalidad pues ya está llamando a los ciudadanos a votar, “por el presidente y los diputados de la transformación”, en las elecciones del 2024.

Ejemplo de tal polarización es el estado de Chihuahua. 

En tanto la marcha en defensa del INE alcanzó en la ciudad de Chihuahua cifras milenarias de asistentes, en Juárez, bastión de la 4T, la participación fue menor, pero tanto en las movilizaciones locales, como las realizadas en el resto del país, y particularmente en la capital del país, la asistencia mayoritaria no fue la convocada por los partidos, o las organizaciones sociales de las más identificadas con las élites empresariales, o las de las más alineadas a la derecha, sino que fue la asistencia ciudadana por motu propio la que integró los contingentes mayores de las movilizaciones ciudadanas del domingo anterior.

Lo ocurrido en la capital de Chihuahua, en la que se presentó una de las manifestaciones mayores en todo el país, después de las celebradas en las ciudades más pobladas, deberá ser uno de los rasgos centrales a tomar en cuenta para las elecciones del 2024.

Sin embargo, todos los actores políticos deberán tomar en cuenta que aún faltan largos casi dos años para las elecciones, y que los acontecimientos futuros podrán cambiar los cálculos políticos de ahora, por lo que desprender de la marcha del domingo anterior los posibles desenlaces del 2024 es, todavía, aventurado, máxime si se toma en cuenta que en el reservorio mayor de votos, que es el EdoMex, las fuerzas  están muy equilibradas, lo que puede, muy bien, trasladarse al resto del país.

Por lo pronto, igual que ocurrió en las elecciones estatales, aparentemente, el resultado en Chihuahua se definirá por el margen que obtengan las dos principales fuerzas políticas en el estado, Morena en Juárez y el PAN -quizá en 2024 ya como bloque del PRI, PAN y PRD- en la capital del estado.

*Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017 y 2022

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domingo, 13 de noviembre de 2022

AMLO: La rabia por mantener el poder



 “… Esa es una de las grandes tragedias de este país, que es la herencia corrupta, putrefacta del priismo, del nacionalismo revolucionario, que está en la oposición y en el poder al mismo tiempo. Ahora se han medio unido gracias a que los corruptos del PRI se aliaron al Presidente para impulsar la militarización”: Roger Bartra.

Luis Javier Valero Flores El Diario, 13 de noviembre de 2022

A lo largo de la semana que termina, el talante rencoroso, pugnaz, grosero e intolerante de López Obrador alcanzó su máxima expresión.

Andrés Manuel López Obrador es un presidente desquiciado a causa de una manifestación, quizá la más importante organizada en su contra, distinta a las de las mujeres, pues no se celebraron para oponerse al presidente, o a alguna de sus decisiones políticas.

La que hoy se realiza se aleja de aquellas porque en ésta  participan activamente los partidos de oposición que, seguramente, -con las excepciones de los lugares en donde gobiernan- aportarán el menor número de participantes en ellas pues la mayoría de éstos serán quienes se alejaron del presidente en los casi 4 años de su gobierno.

Lo más destacado de la marcha “El INE no se toca” (luego de la mayor o menor afluencia de personas a ella) será que develó en toda su magnitud el talante autoritario del presidente.

No es un estadista. 

Imposible imaginarse a Nelson Mandela desquiciado porque la oposición hubiese convocado a una marcha para oponerse a una reforma legal; tampoco se puede imaginar a Lula, o a Salvador Allende, a Michelle Bachelet, o a Pepe Mújica, desgañitándose lanzando improperio y medio en contra de sus opositores. 

De antemano les pido disculpas a los lectores. El tema de hoy me obliga a escribir en primera persona.

Hace bastante tiempo que ya no sigo las conferencias mañaneras, las monitoreo obligado por las exigencias profesionales; a ellas regreso cuando dudo de las numerosas versiones circulantes en las que  lo critican ásperamente. 

Con harta frecuencia encuentro que las críticas tienen sustento,  que muchas de las cosas son ciertas, que sí las dijo.

 Me alejé de ese ejercicio, el más apartado del oficio periodístico, debido a la incontrolable molestia despertada por el presidente (dicho así, con la frialdad exigida por el periodismo, y no como “Andrés Manuel”, la manera cálida de dirigirse a él durante muchos años) que me lleva a plantear una dolorosa pregunta: 

¿Para esto tantos luchamos, y tantos años, para que se instalara en Palacio Nacional la regresión autoritaria, la restauración del viejo dinosaurio priista, encarnado no sólo en quienes integran el grupo más cercano al presidente, sino que está anclado en toda la estructura gubernamental, en el mamotreto de partido que es Morena, en la absoluta perpetuación de los privilegios de la más poderosa élite empresarial del país y en el acelerado e irracional proceso de militarización, que jamás soñamos sería un presidente “de izquierda” quien lo encabezara?

Estoy como Juan Villoro, impactado por lo que hoy vemos, pero no arrepentido de haber impulsado las candidaturas de AMLO. 

No, no nos equivocamos. 

Que AMLO llegara a la presidencia era necesario para desarticular al viejo régimen. Eso pretendíamos. 

Pero el que hoy es presidente es muy distinto a aquel que encabezaba las protestas de los chontales en Tabasco; es totalmente diferente al que nos convocó a luchar en contra del Fobaproa y que ahora, como presidente, en cada Convención Nacional Bancaria, los que cobran tasas de interés bancarias de hasta el 70% anual y ganan miles de millones de pesos por el cobro de comisiones, le aplauden a rabiar.

Su desempeño es lo más alejado que jamás imaginamos muchos de quienes estuvieron -estuvimos- junto a él.

Muchos años atrás, acompañé a Alejandro Gascón Mercado en su candidatura al gobierno de Nayarit, luego de ser un popular y querido alcalde de Tepic, la capital.

El gobierno, como era lo usual entonces, se robó la elección. El Excélsior, dirigido por Julio Scherer, publicó al día siguiente, en primera plana, una enorme foto en la que un soldado intentaba llevarse la urna electoral, llenísima de votos a favor de Alejandro. Unas mujeres se colgaban de la urna y del soldado, rabiosas, desesperadas intentando evitar que se la llevara.

Días después, en una más que dolorosa reunión, en la que no eran pocos los nayaritas que se habían armado, Alejandro y el grupo dirigente propusieron que no se tomara la decisión de buscar por otras vías el respeto a la decisión ciudadana. Hubo decenas de hombres llorando, con la rabia en los ojos, en las manos. 

“Había que ir a todo el país para llevar las mismas ideas por las que los nayaritas nos apoyaron”, resumió Alejandro.

Pasaron más años. Un día, de repente, nos quedamos solos él y yo, para entonces se había desarrollado entre nosotros una relación paternofilial. 

Le propuse ir al cine. Exhibían “Antonieta”, una película sobre María Antonieta Rivas y José Vasconcelos, en la que se aborda, de manera central, el fraude electoral sufrido por éste cuando buscó la presidencia en 1929. 

Luego, Alejandro se quedó callado durante horas. Propuso tomáramos un trago “en un lugar bonito”. Fuimos al bar del Hotel Palace. Después de nosotros llegaron los mariachis y con ellos cantando Cuco Sánchez.

Alejandro nunca superó la herida política provocada por el fraude. 

En varias ocasiones discutimos acerca del peligro de caer en el sectarismo a causa de ese hecho. 

En esa línea, su ánimo aperturista lo llevó a plantearse, junto con Arnoldo Martínez Verdugo -dirigente del Partido Comunista de México- y Heberto Castillo -dirigente del Partido Mexicano de los Trabajadores-, en un primer momento, la unidad de la izquierda. 

Y en un segundo, con Roberto Jaramillo -líder del Partido Socialista Revolucionario-, Miguel Ángel Velasco y sus compañeros, todos estos líderes históricos de la izquierda socialista y comunista mexicana, agrupados en el Movimiento de Acción y Unidad Socialista; y los compañeros del Movimiento de Acción Popular, entre los que estaban Rolando Cordera, Carlos Pereyra, Antonio Gershenson y José Woldenberg, quien, en una acertada decisión, será el único orador de la marcha de hoy en la CdMx.

Fruto de esos afanes nació el Partido Socialista Unificado de México (PSUM). En el cierre de la campaña presidencial de Arnoldo Martínez, la izquierda regresó al Zócalo de la Ciudad de México. Alejandro lo denominó en él, “Zócalo rojo”.

Sin embargo, las diferencias políticas y en mucho las actitudes sectarias prevalecieron, se dió la ruptura y con Alejandro fundamos un pequeño partido -de la Revolución Socialista- sin registro electoral y sin el ánimo de buscarlo. 

Ya prevalecía en el grupo dirigente la animosidad en contra de todos los demás que se reclamaban “de izquierda”. Al proponer una alianza con el PRD -secuela del PSUM- y luchar al lado de los deudores caídos en cartera vencida, entendí que ya teníamos opiniones distintas. El sectarismo prevaleció y Alejandro se alejó del líder carismático y popular que había ganado sin duda alguna las lejanas elecciones nayaritas de 1975.

Años después, en una brevísima conversación con Andrés Manuel, en el curso de una gira que efectuó por Chihuahua en enero del 2007, le comenté mis preocupaciones de que le ocurriese lo mismo que a Alejandro, a quien él conoció poco, a partir de pláticas de su padre, Don Andrés López, que fue integrante del Partido Popular, fundado por Vicente Lombardo Toledano, de quien Alejandro Gascón fue su secretario muchos años.



-No te vayas a sectarizar, Andrés Manuel, le dije brevemente. Ya salte del PRD, llama a formar otro partido, de izquierda, ahora.

-Sí, otros compañeros me dicen lo mismo. Respondió.

No superó el trauma del fraude electoral que argumentó le practicaron en 2006, inexplicablemente, pues ahora es presidente.

Cada que se regresa a ese año y a Felipe Calderón, me recuerda la película de Antonieta Rivas y Vasconcelos. 

El López Obrador iracundo de la semana que termina lo confirmó.

De acuerdo con Leonel “Coco” Reyes Castro, López Obrador les endilgó a sus adversarios convocantes de la marcha de hoy, veintidós adjetivos: Rateros, corruptos, hipócritas, fifís, retrógradas, clasistas, racistas, matraqueros, achichincles, despistados, vulgares, sinvergüenzas, aspiracionistas, ambiciosos, farsantes, inmorales, saqueadores, ladinos, alcahuetes, ladrones, cretinos, mentirosos…

Tal actitud ha permeado a sus seguidores y a sus adversarios; el ánimo camorrero, beligerante y la pugnacidad es hoy lo predominante.

Eso explica la grosera, provocadora conducta del Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, en su visita a Chihuahua. 

Sus primeras frases al llegar ilustraron a que venía. Fueron la seguidilla de las lanzadas días atrás en Tabasco, cuando expresó que los tabasqueños eran más inteligentes “que los norteños”.

Al contestar una pregunta de la prensa acerca de la disminución de las partidas presupuestales a Chihuahua, denunciadas por la gobernadora Maru Campos, Adán respondió que traía “dos mil pesos, a ver si me alcanzan”.

¿Qué esperaba le dijeran en el Congreso? 

¿Su respuesta fue a la frase lanzada días atrás por la gobernadora, en un evento panista, cuando dijo, “aquí le vamos a romper el hocico a MORENA”?

¿Por qué tanta rabia del presidente?

Porque pretende convertirse en un presidente de los del pasado, porque quiere apoderarse del instituto electoral, para asegurar los triunfos de su partido y porque sabe que puede no aprobarse la reforma electoral, a menos que doble al PRI.

¡Qué país! ¡Hicimos quién sabe cuántas cosas, para terminar, otra vez, en manos de la decisión del viejo dinosaurio!

*Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017 y 2022

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jueves, 10 de noviembre de 2022

Militarización impuesta



El Diario, 10 de noviembre de 2022

 Luis Javier Valero Flores 

Coincidentemente, dos hechos ocurridos casi simultáneamente  vinieron a aportarle suficientes elementos a las enfrentadas posturas al uso indiscriminado de las fuerzas armadas en la seguridad pública que, nunca será ocioso enfatizarlo, es tarea reservada a los civiles.

Y lo es no sólo por la extendida convicción que en esa materia  las fuerzas armadas no aportan el ingrediente necesario para afrontar la complejidad de la preservación de la seguridad pública en el mundo contemporáneo en el que la fortaleza, de todo tipo, de las bandas delincuenciales, es frecuentemente de carácter internacional.

El otro aspecto es que, por su mismo carácter -militar- el uso de las fuerzas armadas en la seguridad pública conlleva un incremento en las violaciones a los derechos humanos, debido a que los soldados han sido entrenados para “eliminar” a sus adversarios, contrario al objetivo de las fuerzas policiales civiles que es la detención de ciudadanos, presuntamente responsables de ilícitos.

De ese modo, por un lado la presentación del Secretario de Gobernación en el Congreso del Estado y, por otro, el fallido secuestro de una jovencita de 16 años en la capital del estado, gracias a la actuación de las fuerzas policiales civiles -policía municipal, policía estatal y policías ministeriales- con la ausencia de la Guardia Nacional, no sabemos si ésta se debió a que no fue requerida por las autoridades estatales o municipales, o porque sus mandos decidieron no acudir, a pesar del amplio despliegue social denunciando el secuestro de una estudiante de secundaria, cuyo desenlace fue lo más positivo pues fue rescatada, luego de la acción concertada de las fuerzas policiales -civiles- y la sociedad civil que por medio de las redes sociales alertaron, tanto a las agrupaciones policiacas, como a la sociedad.

Por otro lado, el Secretario de Gobernación, en un esfuerzo por demás inútil -y oneroso- fue recibido en la sesión plenaria del Congreso de Chihuahua, a fin de promover el punto de vista del gobierno federal en la ampliación del período, en el que se permitiría la participación de las fuerzas armadas en la seguridad pública, a pesar de que la aprobación de esa reforma constitucional, no solo ya fue alcanzada, sino que ya fue publicada en el Diario Oficial de la Federación, por lo que ya es una reforma legal, lo que volvía inútil, tanto la discusión, como la promoción de la misma en el ámbito del Poder Legislativo de Chihuahua.

Sin embargo, la argumentación de Adán Augusto López Hernández, en su carácter de encargado de la seguridad interna, la relación con las fuerzas políticas y las de la sociedad civil, en lugar de abonar al amortiguamiento de la polarización política, fue todo lo contrario; lo que desató la especulación, justificada, sobre los verdaderos motivos de su visita.

Hasta ahora no ha habido una sola argumentación, con bases, con datos, que nos lleven a la conclusión de que solo con la participación de las fuerzas armadas se puede enfrentar el grave problema de inseguridad del país.

No han esgrimido la argumentación necesaria para sustentar el hecho de que las fuerzas armadas -como Guardia Nacional, o como ejército- asuman la seguridad pública del país con solvencia y prestancia. 

El episodio de la jovencita secuestrada -y rescatada- sin querer, ubica cuáles podrían ser las medidas para afrontar ese clima de inseguridad, que no puede ser otro que el de apostarle a la creación de una fuerza policial -civil-, capacitada, bien pagada, suficiente en número y prestaciones que le permita efectuar las acciones no realizadas, ya no tanto en las últimas décadas, sino en los últimos años, que permitiera la desactivación de las bandas criminales, la detención de sus principales jefes, la desarticulación de sus redes empresariales, etc.

Mientras no tengamos una agrupación con esas características seguiremos escuchando los discursos demagógicos de que están enfrentando al crimen, organizado o no, todo en espera de la siguiente elección.

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