martes, 18 de diciembre de 2012

Sanciones blanquiazules

El Diario, 18 de diciembre de 2012 Luis Javier Valero Flores El proceso de aplicación de sanciones a los ex candidatos panistas a las senadurías Carlos Borruel, Cruz Pérez Cuéllar y Javier Corral quedará como la muestra vívida del cómo las estructuras partidarias en México procesan las irregularidades cometidas por sus militantes, todo para que al final las sanciones sean mínimas, contrariamente a lo que podría esperarse, dada la gravedad de las presuntas irregularidades. En las pasadas elecciones federales los tres mencionados buscaron ser nominados como titulares de la primera fórmula de candidatos al Senado de la República. Las razones de lo áspero de la disputa son simples de entender. Quien ganara se convertiría en senador de “primera minoría”. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación determinó que la elección interna había sido fraudulenta y la anuló. La denuncia había partido del ahora senador Javier Corral. A su vez, Borruel y Pérez Cuéllar lo denunciaron por haber dirimido “en público” las acusaciones. El órgano interno, en esa óptica, debería aplicarle sanciones a Corral. Por su parte, éste y otros militantes han insistido que se deberían aplicar sanciones “ejemplares” a quienes cometieron fraude. Bueno, pues circuló la información extraoficial que el sábado anterior, el Comité Estatal del PAN discutió ambos casos (uno, por el fraude, y el otro por andar sacando a la luz pública el “cochinero”). La decisión fue muy controvertida y cerrada, más aún, la votación. Por apenas la diferencia de un voto (14-13) resolvieron que ¡sí deberían sancionar a los presuntos! Quienes argüían que no deberían aplicarse sanciones, decían que era suficiente con el hecho de no haber obtenido la candidatura y que todo debería irse a borrón y cuenta nueva. La calidad de las irregularidades cometidas es bien distinta. ¿Cuál creen que es la opinión mayoritaria? ¿A quién castigar más? ¿A quien comete el peor de los delitos que puede realizar un político, el fraude; o a quien dio a conocer a la sociedad el titipuchal de maniobras para hacerse del triunfo, calificado por los magistrados electorales como el peor que hubiesen conocido? ¡Ah, po’s ta’ fácil la respuesta! Pues sí, las opiniones mayoritarias se inclinan por el retiro de sus derechos de militantes, por tres meses, a Borruel y Pérez Cuéllar, y ¡3 años a Corral por andar divulgando que existía ropa sucia al interior del PAN! en lo que es el súmmum de la doble moral, peca, pero que no se sepa, y si se sabe, desgárrate las vestiduras. La argumentación para aplicar tales sanciones tan diferenciadas fue que, sí, quedaron plenamente acreditados “los acarreos y pago de favores a cambio del voto favorable a ellos, pero no se probó que directamente ellos (Borruel y Pérez Cuéllar) lo hayan operado”. (De Los Reporteros, El Diario, 17/XII/12). En cambio, al ventilar Corral los diferendos internos, argumentaron los defensores de esta postura, le afectaba al partido porque se divulgaban asuntos que lastimaban la imagen del PAN y ahí sí quedaba plenamente acreditada su autoría. Tal episodio los muestra de cuerpo entero. Con tal de ganar una posición recurren a todos los instrumentos a la mano, lícitos o no, y si a alguien se le ocurre levantar la voz, informarlo a la opinión pública ¡Que caiga sobre él todo el peso de la institución partidaria! ¿Acaso olvidaron, o simplemente no les importa el contenido de la ley, cuando establece que los partidos políticos son entes de interés público, no tan solo porque son financiados por el erario, sino porque de ahí surgen los gobernantes? Y si son entes públicos, entonces todos sus actos forman parte de la “cosa” pública, por tanto, accesibles a todos los ciudadanos. ¿Cómo va a ser del ámbito privado el fraude en una elección partidaria si de ella “conoce” –en términos jurídicos– el máximo órgano jurisdiccional en materia electoral? Los panistas han iniciado, por lo menos en las declaraciones públicas, una retrospección a fin de encontrar las fallas cometidas y reemprender el camino; lo aquí relatado formaría parte de las conductas a cambiar. Lo sucedido en las elecciones internas de febrero pasado es sólo parte de las triquiñuelas realizadas para mantenerse, o hacerse, del poder; la otra evidencia, aparecida en estos días, de tal fenómeno, es el hecho de que más de la mitad de los afiliados al PAN no refrendaron su militancia. ¡Cuán raro es que los militantes adherentes causen baja en tan descomunales cifras, más del 50 por ciento! ¡Ah, es que ya no estamos en el gobierno!

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