jueves, 28 de octubre de 2010

Mentiras y linchamientos mediáticos

El Diario, 28 de octubre de 2010
Luis Javier Valero Flores
No se pueden descalificar a bote pronto las reacciones de una sociedad tan agraviada como la chihuahuense, y especialmente la juarense, pero deberá llamarse al atemperamiento, a la cordura, al uso de las mejores herramientas de la razón. Y si tales llamados se deben hacer al seno de la sociedad, se hacen extensivos –y más obligados están– a los integrantes de la clase política.

Los efectos de la exhibición del video, transmitido por YouTube, y que consternó a los chihuahuenses, muestran palmariamente la necesidad de hacer esos llamados.

¿Cómo estaremos, que infinidad de ciudadanos, al ver el video de las declaraciones del hermano de la ex procuradora Patricia González, efectuadas en las peores condiciones para otorgarle algún grado de credibilidad, creyeron todo a pie juntillas y se lanzaron en acres críticas a la ex procuradora y la señalaron como la responsable de todos los males ocurridos en la entidad en los últimos seis años? Más aún, en los programas radiofónicos a los que tuvieron acceso algunos ciudadanos en la capital del estado, ayer, en la práctica, efectuaron un linchamiento mediático.

En tal episodio mostramos, como sociedad, los efectos de toda una vida –bueno, por lo menos en los últimos 40 años– sometidos a la formación –y deseducación– a través de la televisión, lo que ha generado escasas capacidades para razonar, para reflexionar y para acopiar una elevada ausencia de cultura política (y de la otra también).

Lo primero que se debe hacer en episodios como el ahora abordado será plantearse si lo que vemos en la pantalla tiene dosis de credibilidad, si la persona que “confiesa” lo hace por su propia voluntad, si tiene condiciones adecuadas para efectuar tales aseveraciones, si no está coaccionada física, moral o sicológicamente.

Luego, preguntarse si las declaraciones arrancadas del modo que lo hicieron con Mario González Rodríguez tienen visos de verdad, o si coinciden con la realidad, por lo menos hasta la que podemos tener al alcance.

Pues bien, El Diario-Juárez confrontó rápidamente, con la información a la mano, la “realidad” mostrada por las declaraciones de Mario González Rodríguez.

En su ‘declaración’, contenida en el video González Rodríguez, secuestrado desde el jueves, aseguró que a los periodistas Armando Rodríguez y Enrique Perea los mató ‘‘el comandante Chacón por instrucciones de la procuradora”. Sin embargo, según los ‘‘archivos periodísticos, la persona que González Rodríguez identifica como ‘‘el comandante Chacón’’ fue asesinado en febrero de 2008, nueve meses antes que el periodista Armando Rodríguez’’.

Luego, en el video, Mario González aseguró que a Julio Porras, ‘‘presunto narcotraficante, lo mandó matar su hermana Patricia González, operativo en el que participaron Pedro Sánchez y Gonzalo González’’.

Información que es desmentida por el hecho de que esta persona, de acuerdo con el archivo periodístico, en octubre de 2008 ‘‘fue detenido en Estados Unidos, está vivo y se encuentra en calidad de testigo protegido’’.

Más errores, mentiras e incongruencias. En el video, González afirma que a los integrantes de la comunidad de LeBaron los asesinó el Rickyn “Chavira”, cuando en realidad al que se le vincula a esos hechos es a Rickyn Escajeda.

Finalmente, al abogado Miguel Étzel Maldonado no lo asesinó un ‘‘comando de ministeriales” ordenado por la ex procuradora, como dice Mario González, sino una sola persona, que obedeció las órdenes, según las pesquisas hasta ahora efectuadas, por una persona relacionada ‘‘con La Línea’’. (Nota del Staff, Diario, 26/X/10).

Y esos son los casos más evidentes de mentiras incontrastables, seguramente, como lo es en toda guerra mediática, habrá cosas ciertas, porque los videos exhibidos de este modo no son más que meros instrumentos, de eso, de una guerra y la sociedad, y sobre todo los gobernantes, deberán asumir tal hecho.

Lo contrario significará sumirnos, aún más, en esta vorágine de sangre y encarnizada lucha por el poder y por el control de la sociedad. Eso es lo que está en juego.

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