domingo, 24 de octubre de 2010

Imparable, ni Marisol podrá

El Diario, 24 de octubre de 2010
Luis Javier Valero Flores
Irrefrenable, la ola homicida todo lo avasalla a su paso. Apenas el estado empezaba a asimilar la aprobación de las reformas al Código Penal, que incluyen la creación de la prisión vitalicia (eufemismo para sustituir el caduco término –La ONU dixit– de cadena perpetua), el país iniciaba la discusión acerca de la pertinencia de tales modificaciones, cuando al mundo entero lo asombró el anuncio del alcalde de Praxedis G. Guerrero, al nombrar a la joven Marisol Valles como nueva jefa de la policía de ese municipio.

No nos reponíamos aún de la sorpresa cuando ya nos informaban de la desaparición del hermano de la ex procuradora, Patricia González, Mario, y los señalamientos en contra de los dos en sendas narcomantas colocadas en la capital del estado, y en eso nos estalló en la cara una masacre más. Ahora de 12 jovencitos y una madre de familia (al momento de escribir estas líneas aún se debatían entre la vida y la muerte tres o cuatro víctimas más) y por lo menos dos decenas de heridos.

Ese salvaje operativo constituyó la más tajante evidencia acerca de la irracionalidad y absoluto desprecio por la legalidad por parte de quienes integran las bandas criminales y que el agravamiento de las penas en muy poco les preocupan. Se pueden instituir las más severas penas que para ellos no significará prácticamente nada, que al fin y al cabo impera la más gigantesca impunidad.

Así sea tímidamente, quizá con una inimaginable dosis de ingenuidad, Marisol y el alcalde praxedisense, José Luis Guerrero de la Peña, quisieron aportar sus propias visiones de cómo afrontar a las bandas de narcotraficantes. En sus primeras declaraciones lo esboza bien Marisol, que no se dedicará a las labores propias de la policía, que se dedicará a imbuir en la población los valores de la prevención del delito, que el resto de las tareas deberán desempeñarlas las policías facultadas y preparadas para ello.

De tan sólo veinte años de edad y próxima a graduarse como Licenciada en Criminología en una escuela particular de Juárez afirma que no se meterá “con el crimen organizado. Voy a tocar puerta por puerta para hacer labor social en las familias y dar orientación preventiva”, que su meta son los programas para “recomponer el tejido social del poblado, para lo cual tendrá 13 policías bajo su cargo que visitarán a las familias para darles diversas pláticas” y que de los robos “y demás delitos comunes, el Alcalde deberá tomar las decisiones”.

Ni siquiera porta armas.

Quizá tuviese razón, pero lo que ha sucedido, y sucede en el municipio en el cual ya es la principal responsable de la seguridad pública es para ponerse a temblar.

El Valle de Juárez, donde se encuentran ubicados los municipios de Praxedis G. Guerrero y Guadalupe Distrito Bravo, es una de las zonas más importantes en el tráfico de drogas, mercancías y vehículos, y ocupa, por tanto, un lugar estratégico en la disputa de los cárteles pues ahí desembocan infinidad de veredas procedentes del sur de la entidad y desde ahí se envían no pocas cantidades de drogas a los Estados Unidos.

La ola criminal ahí desatada ha abarcado a por lo menos un presidente municipal, dos ex presidentes municipales, dos regidores, a una ex regidora y, en general, a no menos de 20 funcionarios municipales.

Cobijados bajo el manto de la violencia en Juárez, ambos municipios poseen, sin embargo, y por su escasa población los más elevados índices de violencia en el país, y puede afirmarse sin lugar a dudas, del planeta entero.

Por supuesto, la importancia de Juárez acapara la atención mundial, pero la tragedia del Valle de Juárez es inconmensurable. Si hubiese que comparar la migración sufrida por estos dos municipios con la sufrida por Juárez significaría que algo así como cerca del medio millón de personas hubiesen emigrado del antiguo Paso del Norte a causa de la violencia.

Los hechos violentos acaecidos en esa zona estremecen. En marzo mataron al comisariado ejidal de El Porvenir, del municipio de Praxedis G. Guerrero, Manuel Morales Lerma. La Procuraduría Estatal reportó que hasta el 20 de junio de este año la delincuencia organizada había matado a más de 80 personas levantado a una docena y había quemado 15 casas en las dos semanas más recientes a esa fecha. En enero, la activista y ex regidora del PRD Josefina Reyes fue ejecutada. El año anterior habían asesinado a una regidora del PAN en Praxedis y a otra del PRI en Guadalupe. El 28 de marzo, en Praxedis tuvieron un día de más horror, ese día fueron asesinadas varias personas y la comandancia de policía fue rafagueada.

En las elecciones de julio se requirieron elementos militares para abrir casillas en el Valle de Juárez. El 17 de octubre, nuevamente, Praxedis se convirtió en tema de las noticias nacionales, asesinaron al presidente seccional de El Porvenir, Rito Grado Serrano y en el curso del año los centros de salud debieron cerrar y el Valle de Juárez quedó excluido de los programas de impartición de pláticas sobre seguridad que aplicaba la Secretaría de Seguridad Pública Estatal.

La exigüidad de los recursos lo ilustra el hecho de que ambos municipios sólo cuentan con seis policías cada uno.

El 4 de abril, un grupo armado incendió el templo del Sagrado Corazón en la comunidad de El Porvenir, municipio de Praxedis G. Guerrero. “Arrojaron botellas llenas de gasolina, pero no se quemó todo porque hombres del pueblo corrieron a sofocar el fuego cuando los atacantes habían huido”, dijeron testigos. Ese día había sido señalado por las bandas criminales como el plazo máximo para que los habitantes de ambos municipios se retirasen. Hasta esa fecha se contabilizaban alrededor de 80 asesinatos en el año.

Por si fuera poco el tamaño de la tragedia y el desamparo de la población, diversos habitantes denunciaron que a pesar de que la iglesia en llamas se encontraba a cuatro cuadras del campamento militar, los mílites se tardaron ¡tres horas en llegar a resguardarla.

Tan salvaje, primitiva e irracional ola criminal, llevada a las frías estadísticas, pone los pelos de punta.

Ciudad Juárez, con una población de poco más de 1 millón de personas, se habían presentado, hasta la primera semana de octubre, incluidos los municipios del Valle de Juárez, 2 mil 364 asesinatos, que llevaría la tasa de homicidios a la increíble cifra de 214 por cada 100 mil habitantes.

Si tal cálculo se hiciese en el municipio de Praxedis G. Guerrero, con base en el recuento efectuado por el escribiente, a partir de las notas periodísticas publicadas (lo que conlleva a un respetable margen de error, por desgracia no a la baja, sino al alza) que concluyó en por lo menos 43 ejecuciones, hasta el 20 de octubre, resultaría que en el municipio cuya seguridad pública está a cargo de Marisol Valles, la tasa de homicidios sería de 537.5 por cada 100 mil habitantes, muy cercana a la alcanzada por Cali en la década de los 90’s, que ascendió a 720, (según datos otorgados por José Luis Jáquez) en el curso del año más violento, cifra que seguramente será rebasada en Praxedis en lo que resta del año, a juzgar porque el año anterior se presentaron, oficialmente, 50 homicidios por los 69 del vecino municipio de Guadalupe Distrito Bravos.

Sirva de comparación, también, que el municipio de Chihuahua contaba, según el censo del 2005, con una población de 758 mil 791 habitantes. Si esa cifra la cerráramos en 830 mil por el crecimiento poblacional y la suma de los otros municipios de esta zona, y con poco más de mil asesinatos, hasta lo que va del año, resultaría que la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes rebasaría los 130.

Más, sirva sólo como una referencia de la devastación sufrida por Juárez y sus zonas aledañas sirva la de que la sección amarilla del directorio telefónico “contiene apenas una tercera parte del volumen de hojas que tenía hace dos años”, pues, según los distribuidores de mismo, innumerables negocios –más de 10 mil, de acuerdo con fuentes empresariales– “cerraron sus puertas o decidieron no seguir promocionándose por la crisis delictiva y económica, así como a la migración de los pobladores”. (Nota de Rocío Gallegos, El Diario, 8/6/10).

Si la devastación en Juárez es de esas dimensiones, imaginémonos la de Praxedis, inconmensurablemente superior.

Tan siniestra realidad no parece que sea superada con acciones como la del nombramiento de Marisol y, por desgracia, tampoco con la elevación de las penas, pasa, y ese es requisito fundamental, por atacar, de raíz, a la impunidad.

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