martes, 5 de octubre de 2010

¡Cuántas ganas de creer!

El Diario, 5 de octubre de 2010
Luis Javier Valero Flores
Probablemente no lo quiso hacer así, y si optó por lo contrario no lo podremos saber, pero el primer discurso de César Duarte, el de la toma de posesión, se convirtió en una formidable crítica a su antecesor, pero no solo, sin nombrarlos, englobándolos en el concepto genérico de –gobierno– sus primeros pronunciamientos fueron cáusticos hasta el grado de desear que ojalá fuera recordado como el gobernador que “puso orden en Chihuahua”.

Y ese fue el eje central de su discurso, llamó a los chihuahuenses a rescatar el orgullo y dignidad de nuestro estado. De pasada defendió su decisión de celebrar el evento de ayer en un espacio público –para que los recupere la sociedad, dijo– y convocó a apoyar, defender y asumir su programa “Chihuahua vive”.

Porque, al igual que le sucedió en la campaña electoral, el tema de la seguridad pública acaparó la mayor de sus atenciones –y las de los miles de asistentes–, tanto, que opacó, igual que el resto de la obra pública del gobierno de Reyes Baeza, al resto de sus propuestas de carácter económico.

Hoy, sin afanes desmedidos, debemos reconocer que la suerte de la Patria se juega en Ciudad Juárez… Repito, señoras y señores, la suerte de la Patria se juega en Ciudad Juárez.

A la frontera le dedicó sendos pasajes, ambos de máxima importancia: “Con Chihuahua Vive recibirá el trato que merece del Gobierno del Estado y de la Federación”, y anunció que ha entablado “pláticas” con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para anunciar la creación de “un régimen fiscal de excepción para que nuestra frontera recupere la competitividad, el empleo, las oportunidades y la calidad de vida para todas sus familias”.

Cobijado por la élite del priísmo nacional –hasta por Gustavo Carvajal Moreno, ex líder nacional de su partido, ex de todos los cargos públicos en la década de los 70’s y 80’s– César Duarte elaboró un muy ambicioso programa de gobierno y una más que elevada lista de promesas ante la violencia que, dijo, se vive en el país y envuelve, también, a Chihuahua en lo que fue un velado deslinde de las críticas realizadas al gobierno de Reyes Baeza por el panismo, no sólo local sino nacional y ahí incurrió en lo que puede ser un asunto conceptual al decirle a los chihuahuenses que “su –nuestra– solidaridad me compromete aún más”.

No, la mayoría de los electores del primer domingo de julio no le entregaron su solidaridad sino su mandato para que atacara los gravísimos problemas por los que atravesamos y para que administre bien los recursos públicos estatales. Ahora él devolvió la pelota y planteó la conformación de un “pacto social” a fin de combatir a la inseguridad bajo el nombre de Chihuahua vive, frase con la que se culminó su discurso de ayer.

Lo prometido por Duarte es enorme, quizá superior a sus propias capacidades y a los retos presentes. Probablemente fuera lo que la mayoría de la sociedad quiso –quiere– escuchar pero se antoja mayor a las fuerzas, estructuras e inercias presentes en la sociedad chihuahuense de hoy.

Bueno, dijo que habría “cero impunidad, cero corrupción, cero contrabando, cero tráfico ilegal de armas y cero circulación ilegal de vehículos en Chihuahua”.

Del mismo modo, anunció que antes de un año la policía única funcionaría, ante una “autoridad incapaz de defender a la sociedad” y ante las evidentes fallas del sistema de justicia penal.

Más aún, al insistir en que habría de proponer cadena perpetua para los autores de los homicidios múltiples, secuestradores y extorsionadores pareciera un exceso, no sólo en el discurso, sino en la concepción de cómo atacar al crimen. Lo que padecemos no es un problema de falta de severidad de las penas –cerca del 95 por ciento de los delitos cometidos no son, ni siquiera, investigados–sino de la ineficacia en la procuración y aplicación de justicia. ¡Ah, pero cómo se obtienen consensos en ese tipo de discursos

La parte final del discurso merece un análisis más detallado, contiene una serie de propuestas de carácter social. El fin de semana habrá tiempo de comentarlas.

Por lo pronto, demos espacio a la esperanza, algo en lo que fue insistente el nuevo gobernador. Desafortunadamente, la desgracia abatida sobre Chihuahua es mayor, inconmensurablemente mayor; padecemos una crisis estructural y en ella va de todas las instituciones creadas bajo el viejo régimen.

Ese, quizá sea el reto verdadero, más que la administración de la crisis.

A ese tema volveremos.

PD.- ¿Por qué no mencionó entre los hombres importantes de Chihuahua a David Alfaro Siqueiros? ¿No será la hora de que le otorguemos el lugar que merece tan notable chihuahuense?

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