martes, 26 de enero de 2010

Federales al mando, mismo cuento

El Diario, 26 de enero de 2010
Luis Javier Valero Flores
De la manera más inopinada posible, sin saber si para esa decisión se tomó en cuenta la opinión de la autoridad estatal, a mediados de mes, el comisionado general de la Policía Federal, Facundo Rosas Rosas, anunció que en adelante la coordinación del hasta entonces Operativo Conjunto Chihuahua ya no recaería en el ejército sino en ese agrupamiento federal y para mostrar que era un real cambio de estrategia, informó que ahora cambiaba de nombre al de Operación Coordinada Chihuahua.
A los días dieron a conocer que quien sustituiría al Gral. Espitia sería Vidal Díaz Ochoa, nuevo coordinador de la Policía Federal (PF) en la entidad. Todo lo anterior sin que recordaran los integrantes de tales operativos que cuando le dieron origen, hasta la saciedad, dijeron que la coordinación sería de las autoridades locales y que la conducción operativa sería de los militares. Ahora sabemos que las decisiones son tomadas por el gobierno federal.
Pero no son buenas nuevas. Con el cambio de nombre y coordinador no se establecieron nuevas estrategias, ni respuestas, al clamor ciudadano de las verdaderas condiciones en las que se desenvuelve la seguridad pública en el estado. Vamos, hasta la salida de Díaz Rocha de Sonora, después de la matanza de 26 personas en aquella entidad, perpetrada por un comando armado que viajó desde, por lo menos, la ciudad de Monterrey hasta el norte de Sonora, sin que autoridad alguna se percatara de tan llamativo convoy (puros vehículos de lujo, camionetas del tipo suburbano, cuyos tripulantes fueron fotografiados en las numerosas casetas de peaje por las que pasaron). Por tal incidente fue trasladado de aquella entidad el ahora coordinador de la OCCh, aunque en boletín oficial de la PFP se negó tal hecho, a menos, claro está, que exista un homónimo del funcionario, y en la misma dependencia… Cosas veredes, Sancho.
El mismísimo Comisionado General de la PFP nos aclaró el alcance del cambio de estrategia: “El ajuste no implica la salida del Ejército Mexicano de las labores de patrullaje y apoyo policial que ha realizado hasta la fecha en esta ciudad”.
Es decir, seguirán las acciones del mismo modo que antes, pero ahora, los policías que tantas críticas recibieron por “la extensa infiltración que sufren”, según palabras de prácticamente todos los altos funcionarios federales, responsables de las tareas de seguridad pública, incluido el mismo Felipe Calderón, van a sustituir a quienes gozaban de las más altas estimas de la sociedad y que ahora son relevados en medio de un mar de críticas en el ámbito local, nacional e internacional a su desempeño en Juárez.
El cambio en la “guerra” del gobierno de Calderón en contra del narco en Chihuahua coincidió con la presentación del Secretario de Seguridad Pública Federal (SSPF), Genaro García Luna, ante la Comisión Permanente del Congreso de la Unión y las declaraciones e informaciones otorgadas ahí de ninguna manera lograron explicar ni el baño de sangre ocurrido en el país, ni en Chihuahua y mucho menos pudo explicar las razones del incremento de los índices delictivos, de todo tipo, en prácticamente todas las entidades en las que las fuerzas federales “combaten” al crimen organizado en su modalidad de tráfico de drogas.
En esa comparecencia ante los legisladores federales, en lugar de hacerse una autocrítica (que hacerla sin cambiar un ápice la estrategia empleada hasta hoy no tendría ningún efecto en la vida de los chihuahuenses) todo el tono de sus intervenciones fue en el sentido de achacarle a los gobiernos locales la mayor parte de las responsabilidades en el crecimiento de la ola delictiva, sin que se asomara, así fuera un poco, el conocimiento que el principal responsable de la seguridad pública en el país tiene sobre el narcotráfico y sus catastróficas consecuencias.
Y claro las respuestas de los funcionarios estatales no tardaron en darse y exponer lo que es conocimiento generalizado entre los chihuahuenses: La impunidad que rodea los crímenes de los cárteles desató una ola delictiva sin precedentes contra la cual sólo se atina a cambiarle de nombre al operativo.
¡Válgame dios, diría mi abuelita!
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