martes, 19 de enero de 2010

Elecciones internas, retroceso político

Perspectiva pública
Aserto No. 78, Enero de 2010
Luis Javier Valero Flores
Probablemente para cuando la presente edición esté circulando, el grupo gobernante en Chihuahua ya haya resuelto la designación de su candidato a través de la inscripción de un solo precandidato entre el 10 y el 13 de enero, y el PAN esté inmerso en un complicado proceso para celebrar elecciones abiertas (aún no se resolvía si a toda la sociedad o sólo a sus miembros en toda la entidad) a fin de encontrar a su candidato.
A su vez, probablemente, el PANAL y el Verde habrán decidido ir en alianza con el PRI y el PT, Convergencia y el PRD habrán postulado a un candidato, bajo la nueva denominación de su alianza –DIA-. En cualquiera de los partidos menores de Chihuahua, los procesos habrán sido acuerdos de sus dirigencias estatales y el concurso de las nacionales y atrás quedarán los comicios en los que participaban la mayoría de los miembros de las agrupaciones políticas y en el caso del PRI y el PRD, hasta la población abierta que se inscribía formalmente en esos partidos sólo para votar.
Ahora, inversos en sus roles, el PRI y el PAN repiten el esquema de 1998, sólo que al revés. En aquel año, el PAN, gobernante, decidió acudir a una elección de poco más de seis mil miembros y el PRI, por primera ocasión en su historia, experimentó una elección abierta. Así ahora, el PAN aprobó la elección abierta y el PRI optó por una convención de delegados en la que el control político se ejerce sin mayores riesgos de una sorpresa.
Quien crea que la convención priista dejará a sus integrantes en plena libertad de elección se llevará una sorpresa pues pasaron los años y los mecanismos del poder, en manos de los priistas, permanecen casi intactos. Probablemente ahora las consultas efectuadas por los grandes electores se hagan más extensivas y acaso más participativas, ero en la época del presidencialismo panista, los gobernadores se convirtieron en los grandes electores y cada vez toma mayor visos de naturalidad en ese partido tal tendencia.
El PRI optó por el método seguro, el que le permitiría un mejor control de daños en caso de disensiones, las que podrían darse sobre todo por el lado de Héctor Murguía, y el PAN decidió irse por el método más productivo para los partidos de oposición, la elección abierta. Se entiende, el blanquiazul sufrió una estrepitosa derrota en las elecciones federales del 2009, al grado de perder uno de sus bastiones, el distrito 06 y obtener menos votos que el PRI en casi todos los municipios más poblados. La percepción generalizada, confirmada por las encuestas efectuadas hasta ahora, particularmente la de Mitofsky, arrojan una derrota del PAN, hasta por más de 20 puntos de diferencia.
Vistas así las cosas, el panismo no tenía opción, debía buscar un proceso abierto y unir a todos los grupos para lo que puede ser el objetivo más asequible para ellos, la conservación de Las consecuencias, los probables escenarios, la desventaja evidente del panismo en la entidad y particularmente en la capital del estado la que, aseguran muchos priistas, será recuperada para el tricolor.
Los problemas de ambos partidos para construir su proceso interno y la candidatura.
La presión ejercida por Murguía a través de las comidas convocadas por De la Vega y Vallina. La ejercida por Villalobos proponiendo la elección abierta; Cano dejándose querer a partir del resultado victorioso en la capital y su sorpresiva aparición en el segundo lugar de la encuesta de Mitofsky y la zorruna conducta de Duarte de aparecer como el más institucional y el que trae el arrastre.
Rodríguez Moreno y Reyes Ferriz cubrieron otras facetas. El primero para colocarlo como una posible carta de desfogue en caso de una muy ríspida confrontación y el segundo para colocarle un contrapeso a la actividad de Murguía y fuerza de éste. La reacción no se hizo esperar, los discursos de los empresarios convocadores a comidas fueron pletóricos de críticas al alcalde juarense que bien puede exigir la candidatura a la alcaldía juarense para su grupo con lo que pondría en aprietos al Secretario de Seguridad Pública, Víctor Valencia –y por supuesto a Reyes Baeza- pues a aquel se le ve como el más adelantado de los aspirantes a la silla principal de la urbe mayor de Chihuahua.
Y en la capital tendrán otro problema, probablemente menor pues los dos más fuertes aspirantes, Rodríguez Moreno y el líder estatal, Marco Adán Quezada, son del equipo más cercano a Reyes Baeza y ambos han externado a propios y extraños que se someterán a los requerimientos de su grupo, en el que, obviamente, el mandón es el gobernante.
En las últimas semanas inició gradualmente una discreta actividad el Secretario de Desarrollo Urbano, el pretendiente derrotado en las internas del 2007, Carlos Carrera, a quien algunas columnas ubicaban del lado de Teto, el objetivo era el de explorar sus posibilidades para ahora sí aparecer en las boletas como el candidato priista.
Sin embargo, queda la sensación que por el trabajo desarrollado previamente, y al buen desenlace de la designación del candidato a gobernador, además, evidentemente, por la cercanía con Reyes Baeza, que Marco Adán puede ser el abanderado del PRI a la alcaldía capitalina.
Otro es el panorama en el PAN. Luego de la estrepitosa derrota de Juan Blanco en la elección federal y el posterior anuncio del senador Gustavo Madero de su retiro de la contienda, surgió casi como único aspirante el alcalde capitalino, Carlos Borruel. Sin embargo, la misma encuesta que encumbró a Murguía lo hizo con el diputado federal Javier Corral a quien ubicó en las preferencias electorales por encima del edil.
Ante el retiro de Madero, en las últimas semanas se inició un acercamiento de los grupos de Borruel y Cruz Pérez Cuéllar, al grado de impulsar juntos la candidatura del ex diputado federal Carlos Reyes, ex líder, también, de la Coparmex y, por tanto, integrante del grupo dirigido por Luis Enrique Terrazas. Vencidas las resistencias, finalmente a ese reagrupamiento se sumó Juan Blanco con lo que todo apunta a que Borruel se alzará con la candidatura, después de vencer a quien se inscriba en la primera quincena de enero, que podría ser el ex alcalde de Galeana, Clearance Jones, y todavía, hasta los últimos días del 2009, se especulaba con la posibilidad de la aparición de Javier Corral en la contienda.
De tal modo que, hasta el momento, la disputa aparece más ríspida, quizá decidiéndose el destino de Chihuahua de los próximos seis años, se presentó al interior del PRI, con la novedosa aparición de un recurso, utilizado por quienes impulsan la candidatura de Héctor Murguía, consistente en la celebración de comidas, convocadas por dos de los más importantes empresarios chihuahuenses, Eloy Vallina y Federico de la Vega, ambos estrechamente ligados al ex alcalde, y sobre todo el primero ampliamente beneficiado por la gestión gubernamental del aspirante a la silla principal de Palacio de Gobierno.
Más aún, en una abierta estrategia para presionar a quienes deban tomar la decisión al interior del PRI, y también en un franco reto a la débil legislación vigente en esta materia, los dos empresarios publicaron en sendos desplegados de prensa información relativa a los dos banquetes.
¿Cuáles fueron las razones que llevaron a Teto a buscar el apoyo público de dos de los más poderosos empresarios en el estado? ¿Qué le quisieron demostrar Federico de la Vega y Eloy Vallina a Reyes Baeza, a Beatriz Paredes? ¿Que pueden lamentarlo si designan a quien ellos no quieren?
Ni duda cabe. La celebración de sendos actos claramente proselitistas, convocados y costeados, uno, por el más poderoso distribuidor y vendedor de bebidas alcohólicas y cerveza en Juárez, y el otro por quien ahora aparece como el mayor propietario de tierras urbanas y suburbanas en la misma ciudad, tenían objetivos muy claros, precisos, imposibles de ocultar: Ambos pretendían decidir quién debe ser el futuro gobernante de Chihuahua.
El discurso de Freddy de la Vega en la comida convocada por él, y celebrada el pasado 20 de noviembre, devela cuáles son las aspiraciones de los hombres del dinero, a los ahí reunidos les comunicó que año y medio atrás le había pedido la renuncia al alcalde juarense Reyes Ferriz. Los argumentos los externó ahí mismo: Son una bola de inútiles, todos, del presidente municipal pa’ bajo.
No son hombres que se les atoren las palabras. Semanas atrás, al responder a las críticas de distintos sectores juarenses, con motivo de la justa indignación causada por el amparo solicitado, y a la postre obtenido, para no pagar el impuesto predial sobre la Ciudad Vallina, el empresario ahora convocante a comidas a favor de Murguía, respondió a sus opositores a través de un grosero y ensoberbecido ataque, no sólo a quienes se oponen a poner al servicio de los intereses de un solo hombre todos los recursos de Juárez, sino contra toda la población, la que, dijo, “está cooptada por unos cuantos de estos ejemplares de intelecto estrecho, espíritu pequeño y carentes de compromiso social, seudo líderes que se creen dueños de la ciudad y que no permiten que otros tengan sueños, ni que haya proyectos grandes, no extranjeros, que traigan a Juárez desarrollo y bienestar”.
Tales son los impulsores de la candidatura de Héctor Murguía. Sorprende a cualquiera medianamente empapado de la política la ejecución de una estrategia con tales eventos públicos como lo más descollante.
Pero tales preparativos y pronunciamientos podría salir sobrando si hacemos caso a la primera determinación aprobada por el Consejo priista: La de facultar a la dirigencia estatal a celebrar las alianzas electorales con los partidos que así acuerden.
De celebrarse tal eventualidad, entonces la designación ni siquiera pasaría por las asambleas de delegados sino que sería tomada por la dirigencia del PRI y adiós a todas las elucubraciones acerca de los márgenes de vida democrática en ese partido, que sigue mostrando, casi una década después de haber perdido la presidencia de la república, intactos los mecanismos de actuación de los órganos dirigentes y de funcionamiento de sus militantes: Todo debe arreglarse entre los de arriba y nosotros nomás acatamos.
El problema es que tal fenómeno no se circunscribe a tal partido, por desgracia, avanza y se consolida en prácticamente todos los partidos.

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