martes, 19 de enero de 2010

2010, pésimas expectativas

Aserto No. 78, Enero de 2010, Editorial
No podía ser más pesimista el inicio del año, el entorno económico y el de la gravísima crisis de seguridad pública, en el plano nacional, pero sobre todo en el estatal no nos puede llevar a otra conclusión que el de los más negros presagios.
Si la “guerra” de Calderón sostenida en Chihuahua no toma otros derroteros, seguiremos presas de los violentísimos enfrentamientos escenificados entre los cárteles de la droga que se disputan todo en el Estado Grande, sin que las autoridades, no sólo encargadas de afrontar tal escalada criminal sino las que cuentan con todo el cúmulo de instrumentos, de todo tipo, legales, financieros, logísticos, humanos y de inteligencia, para enfrentarlos efectúen lo necesario para detener tan salvaje fenómeno que ha llevado a una crisis de seguridad pública en la que, a pesar de las múltiples informaciones ofrecidas por quienes integran la Operación Conjunta Chihuahua, nos hablan de haber apresado a quienes, dicen, han cometido más de dos mil ejecuciones, de las más de cinco mil efectuadas en territorio chihuahuense a lo largo de ya casi dos años de la “ofensiva” desatada por el gobierno federal.
Una cosa es cierta, la estructura financiera y la operativa de los cárteles se conserva casi intacta, a juzgar por la facilidad con la que contratan sicarios y el hallazgo de infinidad de armas encontradas en poder de los detenidos y en las casas de seguridad localizadas por los distintos grupos policiacos y militares.
Pero si la seguridad pública es un fiasco, las perspectivas económicas podrían ser el único factor de esperanza a las sombrías expectativas de los chihuahuenses para el presente año. Sin embargo, tal despunte económico está sujeto a los vaivenes de la economía norteamericana (como la de casi todo el mundo, a excepción de países como Brasil, por ejemplo, que han iniciado, hace rato, el camino de no depender económicamente de los EEUU y aplicar una política económica independiente a la sugerida por el FMI y el Banco Mundial) y más en el caso de la economía chihuahuense, cuyo modelo está casi totalmente ligado a aquella.
Las expectativas, por tanto, se antojan mejores pues ya se advierte una cierta mejoría en la economía norteamericana la que podría influir a partir del segundo semestre en la economía local.
En tal entorno se desarrollará la contienda electoral por el relevo de la gubernatura, los ayuntamientos y el congreso local.
Hasta ahora, salvo por la expectación despertada en una parte de la sociedad acerca de quiénes podrían salir airosos de las contiendas internas del PRI y del PAN (una buena parte de los chihuahuenses observan de lejos tales eventos y los consideran ajenos, como bien lo han demostrado los diversos estudios efectuados por las universidades y el Colegio de Chihuahua sobre el abstencionismo) no se advierte, en los aspirantes de ambos partidos una propuesta global que lleve a un importante cambio en el rumbo de la economía chihuahuense, todos hablan en lo general de enfrentar algunos aspectos de rezagos sociales, como si la estructura económica marchara bien, como si no sucediera nada en Chihuahua cada que a la economía norteamericana le da un pequeño resfriado.
No se advierte en ellos la menor reflexión acerca de los dos momentos difíciles sufridos por los chihuahuenses en la década que culminará el presente año. Al inicio de la misma, perdimos más de 130 mil empleos y en la presente crisis existen cifras oficiales que la ubican en el orden de la pérdida de los 100 mil ¿Acaso cifras tan escalofriantes no les dicen nada?
No se trata solamente de ver quien emerge triunfador de las elecciones internas –que habrán de culminar el último día de febrero- sino de los proyectos de gobierno esbozados por cada uno de los aspirantes y ahí, por desgracia, no parece haber mayor diferencia, sólo en el modo de afrontar algunos de los problemas, menores, de la sociedad chihuahuense.

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