martes, 10 de mayo de 2011

Razones y propuestas

El Diario, 10 de mayo de 2011
Luis Javier Valero Flores
Felipe Calderón se declaró dispuesto a escuchar “razones y propuestas” de los organizadores de la marcha celebrada el domingo anterior -Marcha por la Paz con Justicia y Dignidad-, encabezada por el poeta Javier Sicilia y en la que participó destacadamente el chihuahuense Julián LeBaron y a que escuchen las acciones y la estrategia desarrollada por el gobierno federal en el combate al narcotráfico.

Pero una de las demandas concretas expresada por los manifestantes fue la inmediata renuncia del Secretario de Seguridad Pública Federal (SSPF), Genaro García Luna, sin duda alguna el más polémico de los funcionarios calderonistas y sobre el que recaen serias, muy serias denuncias públicas –en particular la planteada por la periodista Anabel Hernández en su libro “Los señores del narco”- y el permanente y creciente señalamiento de que su dependencia y los agrupamientos policiacos bajo sus órdenes, amén de varios de sus más cercanos colaboradores, son el vivo reflejo de la ineficacia y del involucramiento, de muchos de sus integrantes y mandos superiores.

¿Escuchará Calderón el reclamo de cientos de personas acerca de las graves irregularidades en las que constantemente aparecen los miembros de la Policía Federal y de la SSPF y dará de baja a uno de sus más cercanos colaboradores, sostenido contra viento y marea, incluso en contra de la opinión de una buena parte de la élite militar?

El 10 de junio, según anunció Javier Sicilia, se realizará en Juárez -el rostro más visible de la destrucción nacional, dijo- la firma de un nuevo pacto, que fuera leído en el acto realizado en el Zócalo de la Cd. de México por Olga Reyes, integrante de la familia Reyes Salazar que perdió a seis de sus integrantes en esta ola demencial.

En tal fecha, y seguramente desde antes, se pondrá a discusión la actuación y la estrategia de la Policía Federal, no su participación. De ella, en sentido contrario al que quisiéramos dan cuenta, casi diariamente, diversos hechos en todas las latitudes nacionales, pero que adquieren tonos de escándalo las presentadas en Juárez, especialmente en su relación con el alcalde Héctor Murguía.

Se sabe del protagonismo del presidente municipal, pero de ahí a sostener que fue el responsable del más reciente incidente con elementos de la PF hay mucho trecho. Con este es el tercero y en los cuales, por desgracia, el balance ya es mortal.

La actitud de los elementos policiacos federales es de verdadera soberbia y altanería. Independientemente de quien ocupe el lugar de presidente municipal, en cualquiera de los municipios del país, debe recibir de los policías el mejor de los tratos, vamos debiera recibirlo cualquier ciudadano que entrara en contacto con estos policías, pero no es así, la conducta policíaca pareciera la propia de las tropas de ocupación de cualquier potencia extranjera.

En lugar de disculparse ante Murguía por lo que fue a todas luces un exceso de autoridad, los mandos policiacos presentes en el momento se comportaron con prepotencia denotando así su escasa preparación policiaca, la misma que los muestra incapaces de comprender el fenómeno al que están –estamos- enfrentados: Sus enemigos no son los ciudadanos comunes y corrientes sino los delincuentes y, además, la enorme mayoría de estos optaron por la carrera delictiva, si es que en algún momento tuvieron esa oportunidad, la de optar, por la enorme carencia de oportunidades ofrecidas por el país, el régimen político establecido, es decir, por la sociedad en la que nacieron y esa forma de pensar, esa conceptualización del problema por el que pasamos no parece formar parte de la estructura mental de Genaro García Luna.

Pero, no importa, apostémosle al inveterado optimismo de siempre y que Sicilia bien reflejó en su poético discurso del domingo en el Zócalo: “… todavía creo que es posible que toquemos el corazón y ese pequeño gramo de bondad que hay en políticos, militares, policías e inclusive en delincuentes, para que entiendan que no queremos que el país siga como va...

(Porque)… este dolor del alma en los cuerpos no lo convertiremos en odio ni en más violencia, sino en una palanca que nos ayude a restaurar el amor, la paz, la justicia, la dignidad y la balbuciente democracia que estamos perdiendo; para decirnos y decirles que aún creemos que es posible que la nación vuelva a renacer y a salir de sus ruinas, para mostrarles a los señores de la muerte que estamos de pie y que no cejaremos de defender la vida de todos los hijos y las hijas de este país, que aún creemos que es posible rescatar y reconstruir el tejido social de nuestros pueblos, barrios y ciudades”.

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