jueves, 31 de marzo de 2011

Tres años de balde

El Diario, 31 de marzo de 2011
Luis Javier Valero Flores
Pues ora sí que ya no supimos. Ahora resulta que al cumplirse el tercer aniversario de la puesta en marcha del Operativo Conjunto Chihuahua, la coordinación entre el gobierno federal y el estatal sólo se ha dado de “octubre a la fecha”.

Si se pensara que tal aseveración la hubiese efectuado un duartista irredento, nadie podría llamarse a equivocación, pero no, el autor de tan inesperado elogio es el coordinador de los diputados locales del PAN, Héctor Ortiz. (Nota de J. Armendáriz y Manuel Quezada B., El Diario 30/03/11).

Por eso no sorprende que declaraciones en tal sentido las hiciese –en la misma nota– el líder de los legisladores del PRI, Enrique Serrano: “A partir de esa fecha (octubre de 2010) se ha logrado una mejor comunicación, que ha sido más estrecha entre los niveles de gobierno. Qué bueno que se esté dando aunque hay aún muchos espacios en los que debe perfeccionarse esa coordinación”.

Justamente en uno de los momentos más difíciles para la actual administración estatal –y seguramente que, incluso, de la anterior– cuando un grupo criminal le puso un ultimátum (la exigencia de remover a dos mandos de la Fiscalía General), después de haber asesinado a cinco elementos de la corporación, en la repetición de otro de los momentos más difíciles para la Dirección de Seguridad Pública Municipal de Juárez, que, igual, conminó a la separación del director de la corporación y en caso contrario ejecutarían diariamente a uno de sus elementos, las declaraciones de quienes tienen las principales responsabilidades en la conducción de la administración estatal y federal no abonan a la tranquilidad de los chihuahuenses.

El rumor de la separación del comandante Aguilera y la posterior rectificación del Fiscal Carlos Manuel Salas, no hicieron más que arrojar gruesas carretadas de desesperación y desánimo a la sociedad chihuahuense que todos los días pregunta ¿Hasta cuándo? ¿Cuánto durará esta masacre?

Y es que a tres años de la puesta en marcha, con bombo y platillos, del operativo que pondría fin a la racha de ejecuciones desatadas en las primeras semanas del 2008, lo sorprendente es que la clase política prosiga con el mismo tono y contenido de sus declaraciones.

Miren si no: El líder parlamentario del PAN, para apoyar su afirmación de que ahora sí hay coordinación entre el gobierno federal y el estatal, dijo que “… Hay que validar y valorar los resultados. Hay muchas cosas, como aumento a homicidios, pero hay otras áreas en las que la delincuencia se ha disminuido. No por ello es una tarea terminada. Sigue estando pendiente”.

Sigue habiendo algunos muertitos, pero ya no hay tantos delitos de otro tipo. Poca cosa, se siguen matando, pero ya estamos un poquito mejor. En tanto, la entidad sigue acumulando las cifras negativas que la ubican, por mucho, como la más violenta del país, y ya no solamente Juárez se significa por estadísticas tan tenebrosas, ahora es el total del territorio chihuahuense. Tres años después ese es el balance de las acciones, coordinadas o no, del total de las dependencias gubernamentales, de todos los niveles, y esa es la realidad sobre la que los gobernantes debieran enhebrar sus declaraciones.

Estamos peor que antes y todos los esfuerzos, de todas las dependencias por enfrentar al crimen organizado son un completo fracaso. Ese es el balance real y ninguna declaración, así sea dicha en el más tajante de los tonos, podrá ocultarla.

Abordar las declaraciones de los dirigentes de las dos principales fuerzas parlamentarias tiene una razón, es el momento (poquito tardado) de impulsar, desde el ámbito estatal, el real cambio de la estrategia hasta ahora seguida en esta guerra de los cárteles que han hecho presa de la población chihuahuense y dejar de ser la parte pasiva, que sólo ha jugado el papel de acompañante y aval de las acciones federales.

Más de once mil víctimas mortales y la crisis de seguridad pública existente parecieran ser argumentos suficientes para la adopción de una postura política distinta.

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