martes, 25 de enero de 2011

Derrota implícita

El Diario, 25 de enero de 2011
Luis Javier Valero Flores
Las nuevas filtraciones dadas a conocer por el periódico madrileño El País, a partir de las suministradas por Wikileaks, en las que se difunden las versiones de los funcionarios norteamericanos sobre las conversaciones sostenidas con Felipe Calderón, en relación al combate al narcotráfico denotan una sola certidumbre: la aceptación implícita de Calderón de haber sido derrotado en lo que se refiere a Juárez pues acudió a la secretaria del Interior de Estados Unidos, Janet Napolitano, para pedirle ayuda a fin de “pacificar y poner orden” en esta ciudad a la que reconoce controla el Cártel de Juárez y al cual le disputa el de Sinaloa la hegemonía en ella.

Ahora tenemos el conocimiento concreto de las peticiones de los mexicanos, en las que, por la respuesta de la funcionaria norteamericana –Napolitano– pareciera advertirse que la petición de ayuda era global y a la cual la encargada de la seguridad interior en Estados Unidos respondió puntualmente –siempre con base en los reportes de los norteamericanos– que, ante la petición de que interviniera el Centro de Inteligencia de El Paso (EPIC), Napolitano respondió que ese centro podía identificar los objetivos, pero el despliegue militar y policial “capaz de supervisar todos los bloques de viviendas” debía corresponder a México. (Nota de El País, El Diario, 24/I/11).

Es decir, ambos gobiernos coincidieron –se deduce– en que las acciones en Juárez deberían incluir la supervisión de las zonas habitacionales –¿De toda la ciudad?– mediante el despliegue de las fuerzas militares y policiales federales, algo que los juarenses sufrieron durante algunos meses y en el que fueron múltiples las denuncias ciudadanas y periodísticas (El Diario las consignó puntualmente) acerca de las revisiones que efectuaron las tropas mediante el uso del detector molecular (dispositivo que detecta armas, explosivos, drogas y dinero), usado a mediados de 2009, en las que los cateos a los domicilios se efectuaron con la mayor de las impunidades posible y que, al corto plazo, mostró la inutilidad de tales procedimientos.

Sin embargo, en lo que se refiere al asunto más preocupante para los norteamericanos, el de la seguridad nacional, la de ellos, por supuesto, existen discrepancias –Calderón tiene “otra mirada”– asegura el embajador norteamericano, Carlos Pascual, en sus despachos, pero que no obstante sus presiones han logrado que agentes del FBI interroguen, en territorio nacional, a los migrantes detenidos por las policías mexicanas, a fin de detectar, dicen, probables infiltraciones de grupos terroristas a territorio norteamericano aprovechando la “porosidad” de la frontera México-norteamericana.

Y a propósito ¿Será verdad eso de la porosidad? Porque los norteamericanos, tan puntillosos para evitar la infiltración terrorista no muestran la misma enjundia en la frontera con nosotros ¿Por qué? ¿Será que a pesar de todo sí existe control sobre ella y se permite que entre a la vecina nación lo que se desea, y nada más lo permitido, es decir, un cierto número de migrantes y la droga que se necesita en ese país?

Y la descripción de los norteamericanos acerca de la situación fronteriza es hasta insultante para los gobernantes mexicanos: “Un caos rampante, la generalizada corrupción y la incapacidad del Gobierno (mexicano) para combatir esos fenómenos han sido percibidos como unas preocupantes amenazas por quienes buscan en nuestra frontera sur signos de potencial infiltración terrorista” le informó la Embajada de Estados Unidos al subdirector del FBI.

Más allá de las preocupaciones norteamericanas sobre su seguridad nacional, lo más preocupante es la descripción de sus funcionarios acerca del estado de verdadero desastre existente –a ojos de ellos– en el gabinete presidencial, en el que, según un cable del embajador Carlos Pascual, de noviembre de 2009, remitido al Departamento de Estado, describió “la desconfianza, los celos y la rivalidad entre los diferentes aparatos de inteligencia nacionales como sus principales vicios”, amén de las discrepancias entre los principales funcionarios de su gabinete, incluidos los secretarios de la Defensa y la Marina Nacional, relatadas en el primer grupo de cables dados a conocer a fines del año pasado.

Y si no hay coordinación en las labores de inteligencia, ni en las operaciones militares ¿Cómo esperar resultados compatibles con los edulcorados discursos optimistas de Felipe Calderón? En tanto, las masacres continúan…

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