jueves, 18 de noviembre de 2010

Tumbos en el transporte público

El Diario, 18 de noviembre de 2010
Luis Javier Valero Flores
La imagen es deprimente, muestra palmariamente la ineficiencia de una buena parte de la clase gobernante, se trata de decenas de trabajadores desmantelando las obras que darían paso al transporte semimasivo en Juárez. Por si fuera poca la confusión, en tanto la administración municipal juarense se dedica, con todos sus esfuerzos, a destruir cualquier vestigio del proyecto de transporte público urbano del gobierno de Reyes Ferriz, el gobernador César Duarte afirma que no se puede desechar el “semimasivo”. En tanto, las dos principales urbes chihuahuenses sufren ante la falta de un servicio de transporte urbano eficiente.
Y no se trata solamente del transporte masivo, sino, también, del servicio de taxis. Por todos lados se habla de la “modernidad” de nuestras ciudades mayores, pero esta no aparece por ningún lado; al contrario, este servicio, que es uno de los que mejor denotan el desarrollo de las ciudades, es una clara muestra del enorme atraso de Juárez y Chihuahua.

Las urbes modernas, las del mundo desarrollado, cuentan con un transporte público eficiente, barato y que, además, en la mayor parte de los casos se trata de verdaderos prodigios de la tecnología moderna. En ellas, los esfuerzos de sus gobiernos se enfocan a desalentar el uso de vehículos privados. Por distintas y variadas razones, la mayor parte de las cuales tienen que ver con el mejoramiento del medio ambiente.

Además, casi como si fuera una regla, las ciudades con los peores servicios de transporte público deben padecerlo, debido, entre otras razones, a la existencia de fortísimos grupos político-económicos, propietarios de grandes cantidades de unidades de transporte y que, por pura coincidencia, también son destacados soportes de las fuerzas políticas hegemónicas en esas urbes.

Chihuahua parece no ser la excepción a tales características; durante años los grupos gobernantes han oscilado entre poner en marcha una reforma al transporte público urbano y la necesidad política de contar con el respaldo de los dueños de los grupos de propietarios y beneficiarios de las concesiones de dicho servicio.

Ahí podemos ubicar la principal de las explicaciones a la falta de un servicio eficiente, rápido, más barato y acorde a las necesidades de urbes como Juárez y Chihuahua, las que son de las ciudades con el mayor índice de vehículos por habitante en el país. Las consecuencias ya las sufrimos más de la mitad de la población, pues, según distintas fuentes médicas, ese porcentaje de la población padece de problemas alérgicos, producidos por la gran cantidad de alergenos naturales existentes en el semidesierto chihuahuense, a los que se suman los producidos por la actividad humana, preponderantemente las derivadas del consumo de combustibles por los vehículos automotores.

Y si el asunto de los autobuses de transporte público atraviesa por graves retrocesos y deficiencias, denunciadas por casi todos los sectores de la sociedad, el de los taxis no tiene menor importancia.

El gobierno estatal anterior se comprometió a que durante su período se resolvería tan importante medio de transporte. Nada pasó, los dirigentes de las principales agrupaciones de propietarios de esos vehículos mandan en las calles de las ciudades de Chihuahua sin que nadie les ponga un hasta aquí en los excesivos cobros por sus servicios.

Eso es lo que subyace en el fondo, la disputa entre los clanes del transporte y las presiones ejercidas sobre los gobernantes. En tales asuntos nada tienen que ver los intereses de los ciudadanos ni la salud de éstos.

En tanto, sigue el eterno cuento de –suban el piano, bajen el piano, suban….

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