martes, 2 de noviembre de 2010

La juventud juarense a dos fuegos

El Diario, 2 de noviembre de 2010
Luis Javier Valero Flores
Cómo entender la tragedia de Juárez –y de la mayor parte del país– sin saber a ciencia cierta lo vivido por la juventud? ¿Cómo no indignarse, ya no sólo con la cobarde acción de los policías federales –disparando al aire, al encontrarse con una manifestación juvenil– sino con su más irracional explicación, “los agentes dispararon porque los manifestantes traían el rostro cubierto”, como decía su boletín de prensa? (Nota del Staff, El Diario, 30/10/10)

Si tal es la actitud del agrupamiento federal con parte de los sectores de avanzada de la sociedad juarense –y lo son porque se atreven, en plena ola homicida– deberemos imaginarnos la que adoptarán cuando se encuentran con los jóvenes marginados de la sociedad y el desarrollo, o con los que encuadran en la clasificación de adictos, “malandros”, “cholos”.

La masacre de Juárez es la de su juventud mayoritaria, la de los sectores más pobres, la de los marginados de los planes de desarrollo, la de quienes no fueron contemplados en la escala de “valores” de la familia por quienes se beneficiaron –se benefician– de la amplia capacidad laboral sostenida por la economía juarense durante tres décadas.

Por eso indigna aún más la agresión de la Policía Federal en contra de los manifestantes de la marcha “Kaminata contra la violencia en Juárez”, sólo porque algunos de éstos cubrían sus caras. Y así lo dicen, sin empacho, groseramente: En la dirección de las instalaciones de la UACJ, “… se encontraron a varias personas en el lugar, entre ellas algunas con el rostro cubierto, por tal motivo los elementos federales descendieron de las unidades y lanzaron disparos al aire de manera preventiva y de advertencia”.

Uno de esos disparos casi mata al estudiante José Darío Alvarez Orrantia y lo tiene con graves secuelas en su salud. Y si esa es una faceta de la juventud fronteriza, la información aparecida en estos días acerca de otras, las que muestran palmariamente su realidad, son de verdadero espanto, como la de que el mes de octubre se convirtió en el mes más violento en la historia del antiguo Paso del Norte, con la aterradora cifra de 352 homicidios, la mayoría de ellos, como lo ha sido a lo largo de esta guerra, jóvenes menores de 30 años, arrojados a esa confrontación bélica. (Nota de Berenice Gaytán, EL DIARIO, 31/10/10).

Esa cifra es superior a la presentada en los años precedentes, a lo largo de cada año: En 2007 se registraron 320 homicidios; 253 en 2006; 227 en 2005; 204 en 2004; y 186 en 2003. Pero si esa es una tragedia, la otra es la del elevado número de mujeres asesinadas, que también alcanzó una cifra récord, con “48 decesos de féminas, entre las que se encuentran madres de familia, mujeres embarazadas, policías, agentes de Tránsito, estudiantes y niñas”, que llevó la cifra a 272 victimadas a lo largo del 2010.

“Los datos oficiales de la Fiscalía General del Estado precisan que van 949 mujeres asesinadas desde 1993, cuando empezó a documentarse estos casos. Del 21 de enero de 1993 al 31 de diciembre de 2007 se tenían cuantificados 427 homicidios de mujeres, mientras que el 2008 cerró con un total de 87, el 2009 con 164 y hasta ayer se habían cometido 271 crímenes contra el género femenino, revela el archivo periodístico”. (Ibídem). Pero si esas son las cifras de víctimas fatales, la de la elevación del consumo de drogas es aterradora: “Hay en Juárez tres veces más consumo de drogas que el promedio nacional”: reveló el representante del Consejo Nacional contra las Adicciones (Conadic), Simón Tavera Ramos.

No son las únicas cifras escalofriantes, calcula, el mismo organismo, en alrededor de 10 mil los niños que han quedado huérfanos por la violencia, y casi “7 mil usan heroína, mientras baja la demanda de ayuda para rehabilitación”, señaló Tavera Romero, (La Jornada, Miércoles 27 de octubre de 2010).

“La Encuesta Nacional de Adicciones (ENA) 2008 reveló que 5.2 por ciento del total de la población de entre 12 y 65 años ha consumido drogas alguna vez en su vida, mientras en Ciudad Juárez el porcentaje es de 18. De estos individuos, alrededor de 45 mil son adictos”.

De alrededor de 4 mil usuarios de los centros de rehabilitación que hubo en 2009, en el presente año la cifra oscila entre 3 mil y 3 mil 500, reveló el mismo funcionario, representante de ese organismo en el programa “Todos Somos Juárez”. Esas son las realidades de la juventud juarense, acaso más dramática que la del resto de la entidad y que no se avizora, por ninguna parte, solución alguna. ¿Tendremos derecho a la esperanza?

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