sábado, 13 de noviembre de 2010

Educación y política

El Diario, 11 de noviembre de 2010
Luis Javier Valero Flores
Imposible dejar pasar un asunto aparentemente intrascendente en la avalancha de nombramientos realizados en Gobierno del Estado, pero el que se trae a colación ahora está íntimamente ligado a algo de lo que ahora todos nos quejamos y que por casualidad forma parte esencial de los discursos de la clase política, enfrentada inesperadamente a la peor ola sangrienta de los últimos 100 años.
Prácticamente no hay discurso de los integrantes de la capa gobernante en la que no se haga mención de la necesidad de “recuperar los valores”, que vivimos una “crisis de valores” y que los jóvenes ya “no respetan”, ni hacen caso de consejos, regaños y demás medidas aplicadas por los adultos para “encausarlos”.
En esta problemática, cada fuerza política ha adoptado medidas, poses y conductas congruentes con sus ejes ideológicos (que, contra lo dicho por muchos, éstas existen a pesar de todo). Así, la derecha hecha gobierno enfila sus esfuerzos en enfatizar en la preservación de los “valores de la familia”, es tanta su persistencia que llegan a organizar “congresos de la familia” –con recursos públicos- estatales, municipales y nacionales.
Más aún, acordes con las tendencias prevalecientes, han dejado de lado la necesaria conducta laica en la conducción de los asuntos públicos, de tal manera que no es raro ahora escuchar a los gobernantes culminar sus discursos con bendiciones, propias de quienes practican algún culto religioso.
Y si bien todos podemos educar a nuestros hijos en las prácticas y creencias religiosas que mejor se nos acomoden, las autoridades educativas deberán preservar, mantener y promover los valores cívicos, esos que nos permiten mantener la necesaria cohesión social para desarrollarnos individual y colectivamente, pero hete aquí que el martes, entre la lluvia de nombramientos del Gobierno del Estado se anunciaron los de los directores de los planteles del Colegio de Bachilleres.
Cualquier ciudadano medianamente informado de la lucha electoral podrá entender que al triunfar en los comicios, la fuerza o fuerzas políticas convertidas en gobierno por decisión de la mayoría de los ciudadanos, estaría en condiciones de llevar a sus mejores representantes a la estructura gubernamental y desarrollar ahí las mejores de sus capacidades en beneficio de sus conciudadanos.
Pero cabría esperar que los designados lo fuesen por sus capacidades y cualidades necesarias para el mejor desempeño en el puesto alcanzado. César Duarte lo expresó bien al informarle a los chihuahuenses cuales serían los ejes rectores en el nombramiento de funcionarios. Dijo: Los familiares a la casa, los amigos en el corazón y los mejores al gobierno.
Muchos pensamos que era un exceso, ningún político triunfador podría desprenderse totalmente de quienes lo acompañaron en la aventura electoral y de quienes conforman su equipo de trabajo, pero entre las sorpresas del martes, las descollantes las constituyeron los nombramientos de los directores de los planteles del Colegio de Bachilleres, fue un auténtico reparto de cuotas políticas, sin miramiento alguno por las reglas más elementales de la designación en un área tan sensible como lo es la principal institución educativa en el estado a nivel de educación media superior.
Entre quienes recibieron tal nombramiento se encuentran quienes no tienen experiencia alguna en la enseñanza y quizá su único mérito sea el de ser avezados activistas políticos.
Ahora estamos frente a la multiplicación de los activistas, para nadie es un secreto que en la administración anterior la estructura del Colegio de Bachilleres sirvió como instrumento político, que a los alumnos (sobre todo en la capital del estado) se les usó como simples peones de jornadas políticas. No hay que ir muy lejos en los ejemplos, baste usar el del día de la toma de posesión de César Duarte en que a miles de jóvenes se les trasladó a la Plaza del Angel (incluso sin permiso, ni aviso a los padres de familia) para que ocuparan las sillas en tanto llegaban los invitados al evento.
O las carreras “multitudinarias” en las que se rompen “récords” de participación, gracias a que se les obliga a los bachilleres a participar; o las llamadas efectuadas desde las instalaciones escolares del CdeB para convocar a actos partidarios; o la coerción ejercida en los maestros para que acudieran a eventos de la CNOP.
¿En qué valores creen que los jóvenes se estarán recreando con tales conductas? ¿Qué creen que pensarán los educandos al ver que a alguien le basta con efectuar tareas políticas para alcanzar direcciones académicas en los planteles que son la antesala de la educación superior?
Y luego nos quejamos de la falta de valores.
Correo electrónico: Aserto1@netscape.net
Blog: http://luisjaviervalero.blogspot.com

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