jueves, 4 de noviembre de 2010

Estados Unidos, giro a la derecha

El Diario, 4 de noviembre de 2010
Luis Javier Valero Flores
Duró muy poco el sueño libertario en los Estados Unidos de Norteamérica. Enfrentado a la peor crisis económica posterior a la Gran Depresión de los 30’s, a los más poderosos intereses del planeta, al conservadurismo de la mayoría de sus compatriotas y a sus propias indefiniciones, el primer presidente norteamericano de color, Barak Obama, debió sufrir una muy importante derrota, que hizo perder a su partido la mayoría en la Cámara de Representantes, en el número de gobernadores y a disminuir la ventaja que poseía en la de Senadores.

Tales resultados mostrarán la inoperancia de ese sistema político, el presidencialista –copiado por los mexicanos– que permite la posibilidad de que la mayoría legislativa provenga de partidos distintos al del presidente, con lo que se pierde la posibilidad de que quien obtuvo la mayoría de los votos pueda gobernar sin que deba enfrentar a una mayoría opositora y ésta le obstaculice la aprobación de los programas enarbolados durante las campañas.

Así, si en los meses previos, los más poderosos intereses económicos obstruyeron la aprobación de las progresivas reformas propuestas –fundamentalmente la referida a la del sistema de salud– ahora, con una mayoría contraria en la Cámara de Representantes los márgenes de maniobrabilidad de Obama se habrán restringido notablemente. De hecho el que será el nuevo líder de las Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, ya anunció que echará abajo la reforma de Salud promovida por el presidente.

Tal eventualidad no sucede en los regímenes parlamentarios –presidencialistas o no– pues en éstos se establece una mayoría parlamentaria que nombra al gobierno y cuando éste pierde la confianza de esa mayoría –o, por supuesto, cuando vencen los plazos legales– entonces se convoca a nuevas elecciones para establecer a una nueva mayoría gobernante.

Fruto de esa estructura gubernamental, pero sobre todo de la existencia y consolidación de una poderosa corriente populista de derecha, los demócratas perdieron importantes posiciones pero sobre todo la posibilidad de aumentar su mayoría para avanzar en las reformas ya aprobadas. La derecha norteamericana centró sus baterías en desprestigiar la propuesta de Obama en materia de salud, y logró quitarle algunos de los aspectos de más avanzada, sin embargo, el nuevo sistema de salud abarcará –de manera gratuita– a poco más de 25 millones de derechohabientes que de otro modo no tendrían acceso a los carísimos servicios de salud.

Los intereses más poderosos del país, que invirtieron la mayoría de los aproximadamente 4 mil millones de dólares en la ahora elección intermedia más cara de la historia norteamericana, lanzaron una salvaje ofensiva contra Obama y sus propuestas, a pesar de haberse beneficiado con los billonarios rescates financieros aprobados por el gobierno norteamericano aprovechando que casi nueve de cada 10 estadounidenses opinan que la economía está en malas condiciones y son pesimistas sobre el futuro; 26 por ciento se declaró enojado y 47 por ciento insatisfecho con el gobierno, mientras 73 por ciento desaprobó la labor del Congreso.

Las últimas encuestas, previas a la elección, arrojaron cifras terribles para la gestión de Obama pues el 54por ciento rechaza la gestión de Obama, el 53 desaprueba a los demócratas, pero “al mismo tiempo, 53 por ciento desaprueba a los republicanos”, (Nota de La Jornada, 3/XI/10).

Nada retrata mejor a la lucha político-electoral de hoy en Norteamérica que dos citas, contrapuestas, la descripción del crítico y comediante Bill Maher, entusiasta impulsor de la candidatura de Barak Obama dos años atrás: “Ahora tenemos un partido de centro-derecha y una partida de locos.

Durante los últimos 30 años, los demócratas se han derechizado y los republicanos se han trasladado a un manicomio”; y la del columnista del Washington Post, David Broder, quien publicó un artículo en el cual afirmaba que lo mejor, para detonar la economía norteamericana, sería bombardear Irán “porque la guerra sacaría a la economía estadounidense de la crisis”.

Además, esa misma derecha apeló al espíritu conservador, en lo tocante a la migración, que rechaza hasta salvajemente, a los migrantes, tema en el cual Obama había esbozado alguna modificación en pro de la millonaria migración y que ahora pasará por momentos verdaderamente difíciles.

No son buenas noticias para el mundo, los republicanos norteamericanos vienen de regreso, para México tampoco, cualquier cambio benéfico para nosotros, en las relaciones con el país más poderoso de la tierra, se habrá postergado.

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