domingo, 4 de octubre de 2009

A los consejeros de la Uach, a Reyes Baeza

A los consejeros de la Uach, a Reyes Baeza
El DIARIO, 29 de septiembre 2009
Luis Javier Valero Flores
Con dolor, con sorpresa, nos hemos enterado de una decisión, -tomada “por unanimidad” el 15 de septiembre- de los integrantes del Consejo Universitario de la Uach. Resolvieron denominar al estadio universitario “José Reyes Baeza”.
Aparentemente interrogado al respecto, ayer, el gobernante chihuahuense agradeció la distinción, dijo sentirse orgulloso y aclaró que “no fue algo que él haya pedido”, sino que fue una iniciativa surgida de la propia universidad.
¿Tiene alguna importancia tal hecho, comparado con la infinidad de desgracias abatidas sobre la mayoría de los chihuahuenses –las económicas- y sobre el total de quienes habitamos el Estado Grande –las de la inseguridad pública?
Sí, y mucho, tiene que ver con la vida republicana, con la formación de nuestros jóvenes en el cultivo de los mejores valores (ahora que andamos enarbolando a diestra y siniestra que vivimos una crisis de ausencia de “valores”, estribillo enarbolado por un sinfín de agrupaciones de corte conservador) entre los cuales debieran colocarse al frente varios de los más importantes en la vida social, entre ellos, con toda seguridad, el de la autocontención a la alabanza a los gobernantes, tan fácil de violar en aras de agradar al mandatario en turno.
Guardadas las proporciones, muchos años atrás, justamente al inicio de lo que posteriormente serían las instalaciones de la Unam, las autoridades universitarias decidieron colocar una estatua del entonces presidente de la república, Miguel Alemán, en aras de agradecerle al mandatario “el interés mostrado por su gobierno” en la elevación de la máxima casa de estudios del país.
La develación de la estatua devino en un violentísimo enfrentamiento entre la policía capitalina y cientos de estudiantes que intentaron –y lograron- derribar el adefesio.
Por supuesto, y por desgracia, no son los únicos ejemplos de cómo, aún en el gobierno y todavía entre nosotros, alguien, algunos, pretenden, o halagar, o agradecer, o congraciarse con el mandatario en turno, cual reminiscencia de los viejos tiempos de las monarquías absolutistas en los cuales los monarcas eran considerados como los únicos hacedores del bien público y, por tanto, había que agradecérseles imponiendo su nombre a las calles, monumentos y edificios públicos.
Nadie le podría escatimar a Reyes Baeza su aportación, su gestión, su voluntad por favorecer a la Uach –y no sólo, recientemente encabezó la ceremonia, acompañado del secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, del inicio de la construcción de la Ciudad del Conocimiento en Juárez- pero de ahí a que, en vida y aún peor, en el ejercicio de su administración él, se lleve al cabo una práctica absolutamente deleznable como lo es el hecho de imponerle su nombre al hermoso estadio universitario construido bajo su gestión, hay un mundo de diferencia.
¿Se imaginan que las nuevas instalaciones de la Uach llevaran por nombre el de Patricio Martínez, o que varios parques infantiles llevaran por nombre Juan Blanco, o que algunos kioskos de varios parques públicos, de la capital del estado, se llamen Carlos Borruel, o que la vialidad Camino Real, del antiguo Paso del Norte, se llamara Héctor “Teto” Murguía?
Se concede, son exageraciones, pero la complaciente determinación del órgano de dirección universitario, y la aceptación del mandatario chihuahuense dan pie a ellas. Podríamos estar de acuerdo que para una porción importante de los chihuahuenses Reyes Baeza es merecedor de tal homenaje, y de muchos más, lo que incomoda es que se efectúen cuando el receptor ejerza aún el máximo cargo CIUDADANO de la entidad y que sea la máxima autoridad universitaria quien lo conceda ¿No podría servirles de ejemplo que el Vaticano ordena esperar un lapso más o menos largo entre el fallecimiento de alguien y el inicio de la posible canonización, o que las normas para incluir a algún mexicano notable en la Rotonda de los Hombres Ilustres fijan el mismo precepto de temporalidad?
Debieran recapacitar ambos, el Consejo Universitario y Reyes Baeza, y éste último, sin desestimar tal merecimiento, sugerir que dejen pasar el tiempo y entonces, plácidas ya las aguas, sí homenajearlo como quieran y puedan.
Correo electrónico: Aserto1@netscape.net

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