domingo, 11 de noviembre de 2012

Morena, nuevo partido

E Diario, 11 de noviembre de 2012 Luis Javier Valero Flores La celebración del I Congreso Estatal del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en Chihuahua, y sus determinaciones, deberán tomarse en cuenta en el futuro inmediato de la vida política de la entidad. Si bien lo destacado por la mayoría de los medios de comunicación fue la presencia del ex candidato presidencial de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, para tomar la protesta a la primera dirigencia encabezada por Víctor Quintana, la conformación de este partido y su primera directiva, son de llamar la atención pues puede convertirse en el principal referente de la izquierda chihuahuense. De acuerdo con los informes presentados en el seno de ese evento, la celebración de sendos congresos distritales en los 9 distritos federales de Chihuahua, y el aportado por López Obrador, esta agrupación se convertirá en partido político en su I Congreso Nacional –que se realizará en la Ciudad de México los días 19 y 20 de noviembre– pues las votaciones celebradas en el total de los 300 distritos en el país, arrojan un impresionante porcentaje superior al 80 por ciento a favor de convertirse en partido político, razón por la que en enero próximo solicitarán al IFE les sea otorgado el registro como tal y poder participar, con su propio emblema y candidatos, en las elecciones federales del 2015. Para ello deberán celebrar 20 asambleas estatales con 3 mil miembros en cada una de ellas, o 200 asambleas distritales con 300 miembros en cada una de ellas, algo que se antoja al alcance de esta fuerza. Pero este hecho, de la mayor relevancia política en el país, ha sido recibido por importantes estratos de la población como la manifestación de un nuevo acto de división de la izquierda mexicana y no, como lo es para el escribiente, algo así como la definición de una muy larga historia de desencuentros entre los más importantes dirigentes del PRD y López Obrador y su movimiento, en particular entre la cúpula dirigente perredista, la de Nueva Izquierda (Los Chuchos). Sin embargo, antes de que se diera a conocer la decisión de Morena de ir a consulta para definir si se convertía en partido político, los principales liderazgos de esta parte de la izquierda nacional acordaron que sus legisladores, independientemente de su origen partidario, conformaran un grupo legislativo en cada una de las cámaras del Congreso de la Unión. Y por lo menos hasta ahora no ha habido mayores contratiempos en tal postura, tanto los senadores, como los diputados federales de la izquierda han actuado de manera conjunta en la discusión de la reforma laboral, pero no podemos apostar a que tal condición continúe en los 14 procesos electorales del próximo año. Poco conocido hacia afuera de los partidos de izquierda, hay un hecho que, quizá, fue uno de los determinantes para la definición de Morena. El de que el PRD no le ofreció espacios a los compañeros de López Obrador en las candidaturas, tanto uninominales como en las plurinominales, actitud contraria a la asumida por el PT y Movimiento Ciudadano, y sobre todo el primero, que le permitió a gente como Porfirio Muñoz Ledo, Ricardo Monreal, Mario Di Costanzo y Jaime Cárdenas convertirse en diputados y senadores, tanto en la anterior legislatura como en la actual. Así, esa actitud (y otras muchas más) llevaron a la mayor parte de los miembros de Morena a resolver la constitución de un nuevo partido en el panorama político del país. No es fácil aceptar tal decisión, y tampoco comprenderla, porque se toma en uno de los peores momentos de la credibilidad ciudadana en los partidos políticos y en la clase política toda, pero algo que ha permeado en un buen número de gente de izquierda es la necesidad de contar con un partido de esta calidad, además, honorable, porque existe la percepción de que los actuales, con matices, no cumplen con tales características. Sin embargo, el fortalecimiento de la candidatura de López Obrador, y el modo con que se construyó (con la elaboración de un vastísimo programa de gobierno, “Proyecto alternativo de nación”), con la participación de cientos de mexicanos procedentes de los más prestigiados sectores de la academia, de la cultura y de la ciencia, y la incorporación de no pocos empresarios de los más acaudalados del país y de la reinserción de numerosos participantes de la izquierda, tanto de la socialista, como la de otros sectores de ella, además de gente del campo democrático, posibilitó que se creyera en la posibilidad de, otra vez, intentar la construcción del partido de izquierda necesario para la nación, más allá de los eternos coqueteos con el poder de quienes hoy dirigen el PRD, argumento que subyace en las frases dichas por López Obrador en Chihuahua (Morena no será un partido “palero” de nadie). ¿El nacimiento de Morena impedirá la aparición de candidatos de la izquierda unida, o que estos partidos puedan participar conjuntamente en los procesos electorales? Probablemente no, y quizá se convierta, este hecho, en el que permita la construcción más expedita de alianzas electorales pues se le quitará el factor de presión por el hecho de que una fuerza, muy importante, Morena, no cuente con su propio registro. Más aún, muy probablemente, la izquierda social, aquella que no va tan alegremente a las contiendas electorales, tendrá en Morena un aliado político muy importante, pues en una buena parte del país los principales liderazgos sociales simpatizan o forman parte de esta agrupación. ¿Que lo va a resentir el PRD en el país y en Chihuahua? Por supuesto, pero también, con toda seguridad, bajará el grado de tensión de la vida interna de este partido (o quien sabe, las luchas por las posiciones podrán recrudecerse en virtud de la muy probable disminución a partir de ahora) ya que un buen número de militantes de este partido emigrarán a Morena, si no es que ya lo hicieron previamente, sumándose a quienes, sin participación política previa, llegaron a Morena en los últimos años, o a partir de la primera postulación presidencial de López Obrador. Y a propósito de este, una de las, casi automáticas, acusaciones en contra del tabasqueño es que “ya está formando su partido para ser postulado nuevamente en el 2018”, como si el río de gente de izquierda, la mayor parte de ella con muy elevadas credenciales políticas y profesionales pudiese ser manipulada por el ex candidato presidencial, de la manera como se dejaron manipular, por ejemplo, los ciudadanos que recibieron su tarjeta de Soriana, a cambio de la emisión de su voto. Con toda seguridad que ni Morena sola, ni con el concurso de todas las agrupaciones de izquierda, alcanzarán los porcentajes de votación obtenidos por AMLO en Chihuahua (más de 300 mil votos, casi el 25 por ciento) pero del modo como se comporten políticamente, de la conformación de acuerdos unitarios, de las candidaturas que propongan y de la actividad desplegada en la campaña electoral dependerá la inserción de esta nueva fuerza política. No nacen de cero, si tomamos en cuenta, sobre todo, la más reciente votación en la que López Obrador superó el 20 por ciento en la capital del estado y se colocó en el segundo lugar en Juárez, sólo por debajo del PRI, además de que, parece, el electorado poco a poco empieza a recorrerse de la vieja dualidad existente en Chihuahua, vigente casi tres décadas entre priistas y panistas y por dos hechos, cruciales: primero, el que los congresos distritales realizados en Chihuahua reunieron a cerca de 2 mil 500 militantes y, segundo, la conformación de su dirigencia, una extraordinaria amalgama de dirigentes de la izquierda de muchas décadas y de un numeroso grupo de jóvenes recién llegados a las luchas políticas, mucho antes de la aparición del #YoSoy132. Parecen buenas señales.

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