martes, 4 de septiembre de 2012

Por fin ¡Se acabó!

El Diario, 4 de septiembre de 2012 Luis Javier Valero Flores Más allá de las múltiples aristas por las que se podría criticar a la actual administración federal, hay una que duele hasta lo más profundo de las venas de los chihuahuenses. Y duele con esa intensidad porque durante el gobierno de Felipe Calderón más de 12 mil chihuahuenses perdieron la vida en su guerra contra el narcotráfico. Muchos más que esa cantidad perdieron casas, propiedades, empresas, empleos y hasta la residencia, unos huyendo por el clima de inseguridad y otros, perseguidos por las bandas criminales, o amenazados por elementos de las corporaciones policiacas ligados a aquellas y todos vimos –y sufrimos– cómo el antiguo orden se perdía irremisiblemente, a pesar de que no era lo idílico que de repente puede parecernos ¡Así de profunda es la crisis de seguridad pública padecida a lo largo del sexenio que termina! ¡Puf! Calderón se va mintiendo. Y de la peor manera. Terco, insistió en ofrecer su versión explicativa acerca del crecimiento de la ola homicida, la misma que repitió cansinamente, ahora lo hizo en el mensaje con motivo del VI Informe de Gobierno. Dijo que México estaba inmerso en una dinámica perversa, “que podría resumirse así: la evolución del fenómeno delictivo y la involución de las instituciones encargadas de combatirlo… Nuestro país dejó de ser uno de mero tránsito de drogas, para convertirse, también, por desgracia, en un país de consumo”, a pesar de que, según la última encuesta nacional efectuada (Encuesta Nacional de Adicciones 2008, Consejo Nacional de las Adicciones) “el consumo de drogas ilegales y médicas en la población rural y urbana de entre 12 y 65 años de edad ha aumentado de un 5 por ciento observado en 2002 a un 5.7 por ciento en este periodo. Las drogas ilegales (mariguana, cocaína y sus derivados, heroína, metanfetaminas, alucinógenos, inhalables y otras drogas) aumentaron de 4.6 a 5.2 por ciento; el consumo de drogas médicas con potencial adictivo, usadas fuera de prescripción, mantuvieron los niveles observados en 2002. La mariguana y la cocaína son las sustancias preferidas por la población. El consumo de la primera aumentó de 3.5 a 4.2 por ciento; el aumento en el consumo de la segunda fue mayor: pasó de 1.2 por ciento en 2002 a 2.4 por ciento en 2008, es decir, que se duplicó entre ambas mediciones”. ¿Cómo justificar, entonces, las frases de Calderón? “Los criminales comenzaron a buscar nuevos mercados entre los jóvenes, impulsados por el crecimiento en el ingreso de la población… La venta de droga al menudeo, en detalle, provocó que las organizaciones no sólo trataran de controlar rutas y puntos fronterizos, como antes, sino también plazas y regiones enteras del territorio mexicano”. ¿De veras creció a tal grado el mercado interno de drogas, o será que hasta ahora, un sexenio después, no tenga a la mano la verdadera explicación del porqué las bandas criminales se mataron entre sí, con tal frenesí que provocaron la muerte de más de 85 mil personas? Terco en presentar un balance positivo, en todos los temas y áreas de la vida nacional, Calderón presumió como uno de sus logros el establecimiento de ¡Un Sistema Nacional para la Prevención y el Tratamiento de Adicciones! Con la creación de “más de 300” Centros Nueva Vida, así como el del programa de “Escuela Segura”, para proteger “a los alumnos de la violencia, de las adicciones, de las pandillas, de las drogas, de las armas” y el “Programa de Rescate de Espacios Públicos”, para el cual puso como ejemplo a Villas de Salvárcar. Así, en versión de Calderón, “pasó de ser una referencia de dolor y muerte a ser un símbolo de vida y de esperanza” y el Deportivo ahí construido “es ejemplo de lo que necesitaba Juárez: un lugar que sea la semilla para una nueva ciudad y para un nuevo México”. No fue todo. Sin atreverse a decirlo con todas sus palabras, aseguró que Juárez “llegó a ser calificada por algunos como una de las ciudades más peligrosas del mundo”, sin aceptar que la calificación real no fue esa, sino que fue la más violenta del mundo y ahora, igual que antes, como siempre en este sexenio, usó cualquier estadística para presumir que las acciones de su gobierno llevaron a la abrupta disminución de la incidencia homicida: “Los homicidios se han reducido en un 77 por ciento desde su punto más alto en Ciudad Juárez. Y los juarenses han comenzado a recuperar las calles de su ciudad”. No es todo, “Con la Estrategia Todos Somos Juárez, se alcanzó la cobertura universal de salud. Miles de jóvenes cuentan con becas para estudiar y capacitarse. Decenas de miles ingresaron al Programa Oportunidades” y todo es felicidad en el antiguo Paso del Norte, gracias a Calderón. No, po’s sí.

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