martes, 11 de septiembre de 2012

“Estamos a mano”

El Diario, 11 de septiembre de 2012 Luis Javier Valero Flores La decisión de López Obrador, anunciada el domingo anterior, de separarse del PRD, es una de esas acciones largamente esperadas por el movimiento social y político dirigido por el tabasqueño. Tal anuncio opacó al otro realizado en el curso de la misma reunión celebrada en el Zócalo de la Ciudad. de México, el del llamado a la desobediencia civil y la ratificación del desconocimiento del ex perredista de Enrique Peña Nieto como presidente electo. AMLO advirtió que continuará en la lucha política, ahora, quizá, cobijado por las siglas del nuevo partido, cuya concreción habrá de darse el próximo 20 de noviembre, después de pasar por un proceso en dos etapas, la primera, de carácter distrital (el 15 de septiembre) y la estatal. Al contrario de otras fracturas en el seno de los partidos de izquierda, en la actual no hubo las descalificaciones tan comunes en ellas –y no solamente en las agrupaciones izquierdistas– al contrario, lo común fueron las expresiones de bienvenidas a la nueva agrupación. Ese fue el tenor de las expresadas por los dirigentes del PRD, Jesús Zambrano, del PT, Alberto Anaya y del Movimiento Ciudadano. Pero un día antes, el verdadero dirigente del PRD, Jesús Ortega, declaró lo que realmente piensan la mayoría de los dirigentes de ese partido (saludó la salida de AMLO del PRD, porque así se acabaría la “esquizofrenia”, dijo, a su interior), quienes, ante la salida del tabasqueño, provendrán abrumadoramente del agrupamiento interno denominado Nueva Izquierda –que en la jerga de los izquierdistas son conocidos como Los Chuchos, por el mote que reciben quienes se llaman Jesús, Ortega y Zambrano– y a quienes, hace tiempo, se les indigestaba la presencia de López Obrador. Más aún, al haber anunciado, días atrás, que los legisladores federales procedentes de los partidos de la alianza Movimiento Progresista integrarían sendos grupos parlamentarios en ambas cámaras –diputados y senadores– en realidad pavimentaron el camino de la separación de AMLO y sus simpatizantes, integrantes del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) del partido del sol azteca, hasta hoy el partido de la izquierda más grande y poderoso jamás existido. Con la salida de López Obrador es posible que una buena cantidad de sus militantes –y quienes lo abandonaron en el curso de los últimos años, justamente cuando se fortalecía a su interior la alianza dirigente conformada por Los Chuchos y el agrupamiento dirigido por Amalia García– decidan acompañarlo en la nueva tarea de conformar un partido a la izquierda del PRD y probablemente más arraigado en las zonas en las que este partido es un auténtico movimiento popular, o en donde más recientemente un buen número de ciudadanos de las capas medias decidieron apoyar la candidatura de AMLO. En el curso de los próximos días habremos de ver si era cierta una máxima al interior del PRD, consistente en que ahí en donde el partido del sol azteca tenía fuerza popular y era un poderoso partido electoral, era porque no lo dirigían Los Chuchos, y al contrario, ahí en donde estos conforman el grupo dirigente, el PRD es un partido casi testimonial, lo cual ocurre en la mayor parte del país, incluido Chihuahua. Del cómo procesen tal salida y nueva conformación partidaria, así como la conformación de las alianzas entre los partidos de izquierda, y de algunos de estos con el PRI (fundamentalmente PT y MC) dependerá el curso de las elecciones del próximo año en 14 entidades (Aguascalientes, Baja California, Coahuila, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas), de las cuales sólo en Baja California estará en juego la gubernatura. ¿Es una fractura, o división de la izquierda, como ya se adelantan a proclamarlo infinidad de voces? No, simplemente, diríamos algunos, legalizaron, o formalizaron lo que era más que evidente: la conformación de dos grandes bloques de la izquierda electoral en México, el de Los Chuchos y sus amigos, y el de López Obrador. En medio quedarán, aunque no necesariamente juntos, los agrupamientos dirigidos por Cuauhtémoc Cárdenas y Marcelo Ebrard. Los problemas serán para personajes como Miguel Mancera, sabedor de la enorme fuerza de AMLO en el DF, básica si se aspira a otras posiciones y roles, y el mismo actual Jefe de Gobierno capitalino, Ebrard, y hasta para personajes como Alejandro Encinas y Pablo Gómez, no necesariamente alineados a alguno de tales acuerpamientos de la izquierda mexicana. Es una nueva historia.

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