domingo, 2 de septiembre de 2012

Oprobio nacional

El Diario, 2 de septiembre de 2012 Luis Javier Valero Flores La resolución del viernes, y los argumentos expresados por los integrantes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), para declarar válida la elección presidencial y desechar la impugnación presentada por el Movimiento Progresista, constituyen uno de los peores atentados al estado de derecho, la gobernabilidad y la estabilidad del orden institucional hasta ahora vigente. Los magistrados vieron otra elección, muy distinta a la que protagonizaron los mexicanos. No sólo eso, al desestimar las pruebas presentadas, y reprobar a los impugnadores por no presentar más pruebas, hicieron a un lado todas las facultades y atribuciones del marco electoral legal, concedidas al TEPJF, para investigar si las denuncias presentadas tenían sustento, no sólo para darles, o no, la razón en sus alegatos, sino, cosa más importante, para garantizarle a la nación que las elecciones estaban dentro de la legalidad constitucional establecida en el país. Eso era lo que estaba en discusión, así lo planteó la alianza que postuló a López Obrador, quien alegó que las elecciones no habían sido libres ni auténticas, en una impugnación sobre la calidad de la elección presidencial y no, como tanto insistieron muchos, en las violaciones numéricas de la elección. Una imagen es por demás ilustrativa del estado de ánimo de los integrantes del TEPJF, quizá no de todos, pero el de su presidente sí, Alejandro Luna Ramos. Existe toda una escuela estudiosa de los mensajes corporales, y los emitidos por Luna Ramos al momento de recibir al candidato priista son por demás ilustrativos. Con una sonrisa plena, semiflexionado, con un gesto de mucha alegría, saluda a Peña Nieto con ambas manos, una estrechando la derecha del mexiquense y la otra tomándole el antebrazo con su mano izquierda. Extasiado. Lo más temido por los poderes fácticos ha sucedido. En su primer mensaje a los mexicanos, Andrés Manuel López Obrador ha llamado a la resistencia civil, pues “Las elecciones no fueron, ni limpias, ni libres, ni auténticas… no voy a reconocer un poder ilegítimo surgido de la compra del voto y de otras violaciones graves a la Constitución y a las Leyes… el problema de México radica en que las instituciones están secuestradas por la delincuencia de cuello blanco... (aceptar el fraude electoral), en las actuales circunstancias, sólo puede significar arreglos cupulares o componendas en contra del bienestar del pueblo y de la nación”. “Ojalá se entienda que así como ellos defienden por todos los medios al régimen de corrupción, nosotros estamos sinceramente empeñados en abolirlo. Y, como es lógico, en este propósito no daremos ninguna tregua ni concederemos la más mínima ventaja… La desobediencia civil es un honroso deber cuando se aplica contra los ladrones de la esperanza y de la felicidad del pueblo…”. Los excesos de los magistrados, en defensa del resultado electoral, más allá de la génesis de la votación, fueron de tal grado que negaron que la mercadotecnia moderna tuviese utilidad para influir en la voluntad ciudadana. Determinaron, para sostener esta tesis, que los electores no son “autómatas”, que no se les puede influir de manera mecánica con la propaganda, que, al contrario, el ciudadano mexicano votó “en plena libertad”. ¿Habrá alguien que coincida con tan pedestre argumentación? Peña Nieto no recibió la mayoría de los votos de los electores, al contrario, sus opositores la recaudaron; recordemos que obtuvo poco menos del 39 por cierto de la votación oficialmente aceptada, apenas 4 de cada 6 sufragantes lo hicieron por el priista, por tanto, nadie tiene que aceptar, per se, su programa político, y mucho menos si, como conciben 3 de cada 10 electores, es una propuesta contraria a los intereses de la nación mexicana. Y ahí estriba el meollo de la profunda crisis política hoy existente en México, la que se agravará en el futuro inmediato. Abarcará a todo el territorio nacional. La “normalidad”, a la que muchos pensaron regresaríamos una vez definida la contienda presidencial, no regresará, vamos en el sentido del agravamiento de las diferencias políticas y sociales pues los procesos electorales no están sirviendo para darles cauces. ¿Por qué sostener tal aserto? Sólo pongamos por ejemplos tres de los grandes argumentos de la izquierda, contenidos en la impugnación de la elección presidencial: el de las encuestas, el de la participación de los gobiernos estatales en apoyo de Peña Nieto y el del uso del dinero en la campaña del mexiquense. ¡El tribunal resolvió que las primeras no influyeron y estuvieron bien hechas! Luego, que no se demostró la participación de las estructuras gubernamentales en apoyo de Peña Nieto. El exceso de recursos económicos en esa campaña fue insultante y evidenciado por infinidad de medios de comunicación. ¿Por qué no investigaron la movilización aérea de Peña Nieto? No sólo la izquierda presentó evidencias, también el PAN, y por si fuera poco, el periódico Reforma publicó un detallado y documentado reportaje ¿Por qué no se investigó? Así, el TEPJF consideró que no hubo compra y coacción del voto; que los medios de comunicación actuaron con imparcialidad; que las encuestas no fueron manipuladas para favorecer al candidato priísta Enrique Peña Nieto y que tampoco existió una campaña encubierta de Televisa y otros medios en favor del mexiquense. Más aún, que el priista no rebasó los topes de gastos de campaña, ni que hubo financiamiento ilícito; y rechazó la injerencia, en el proceso electoral, de los gobiernos estatales de extracción priista. Además, los magistrados, por unanimidad, decretaron que la alianza de la izquierda no probó que los monederos de Banco Monex o las tarjetas Soriana fueran utilizadas para comprar el voto, sin que se detuvieran a reflexionar que una parte importante de las funciones de este tribunal –y del IFE– es investigar si las denuncias presentadas por algún partido (o un ciudadano) tienen sustento pues tienen facultades para acceder a los estados de cuenta, movimientos bancarios, depositarios y beneficiarios de las cuentas bancarias del denunciado. Faltar a sus responsabilidades y facultades se convierte en algo así como la voz de arranque para el batidero en que se convertirán todos los procesos electorales. Usa la televisión, todos los medios de comunicación que puedas, crea las empresas encuestadoras que puedas, usa todo el dinero que puedas (sólo encúbrelo suficientemente), utiliza el aparato gubernamental que tengas en tu poder y haz todo lo necesario para ganar la elección que todo eso, todo, se vale. En el rebase de topes de campaña asumieron idéntica actitud, como si el IFE y sus estructuras fueran ajenos a la jurisdicción del TEPJF, al momento de evaluar si el priista había rebasado los topes de campaña, determinaron que esa era una investigación “en curso” y para evaluarla había que esperar hasta el resultado de la fiscalización, eludiendo, como en todo el curso del proceso, sus atribuciones. Tal argumentación era esencial en la impugnación de la elección, que consistió, no en el hecho de que se hayan contado mal los votos, sino en la calidad de la elección, que había estado pletórica de hechos que la volvieron inequitativa y que diversas situaciones de la misma habían impedido que la votación fuera “libre y auténtica”. La resolución del TEPJF abre, nuevamente, en materia electoral, la puerta franca a la ley de la selva. Como antes. ¡Qué desgracia!

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