martes, 3 de julio de 2012

Regreso cuestionado

El Diario, 3 de julio de 2012 Luis Javier Valero Flores El anuncio presentado ayer por el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, de impugnar las irregularidades ocurridas en el proceso electoral hará que la resolución de la elección se conozca semanas más tarde. El principal argumento consiste en la inequidad de la competencia, cuya principal manifestación fue el uso de miles de millones de pesos en la coacción y compra de votos, además del trato diferenciado de los medios de comunicación “que favorecieron a Peña Nieto”, dijo en la conferencia de prensa ofrecida en la tarde de ayer. López Obrador adelantó lo que será, a no dudar, el eje central de las impugnaciones de la izquierda: lo inequitativo del proceso. Semejante argumento fue usado por Ernesto Zedillo, meses después de asumir la presidencia, para calificar el proceso del cual emergió como presidente. La espera continuará todavía más allá de mañana miércoles y que probablemente llegará al TEPJF con la presentación de infinidad de evidencias y pruebas de tal inequidad en el proceso. Deberemos esperar. Pero más allá de lo anterior, el domingo se completó la caída libre del partido gobernante, sólo atenuada por una mediana votación obtenida en el norte del país, (y en algunos manchones del nuevo mapa electoral) paradójicamente la zona en la que mayor desgaste había sufrido el gobierno de Felipe Calderón a causa de la que fue, quizá, la principal razón para la derrota del PAN en la elección del domingo, la violencia. La tendencia electoral presente desde las elecciones locales del 2008, reforzada en las intermedias del 2009 y las locales del 2010, que prácticamente se convirtieron, éstas últimas, en una especie de día nacional de comicios locales pues involucraron al 45 por ciento del padrón electoral de aquel año, tuvieron su punto culminante en la jornada del domingo. No sólo apareció un supuesto triunfador (hasta ahora, con los resultados del PREP y el conteo rápido presentado por el Presidente del IFE), –el PRI, o eventualmente la izquierda– que recupera la Presidencia de la República, Jalisco y algunas alcaldías importantes, en el caso del PRI; o que gana las gubernaturas de Morelos, Tabasco y el DF, además de colocarse como segunda fuerza en la Cámara de Diputados, en el supuesto de que la izquierda fuera reconocida como ganadora, sino que fundamentalmente existe un perdedor –el PAN– que es arrojado al tercer lugar como fuerza política y pierde prácticamente todo, con excepción de su bastión, Guanajuato, por pura coincidencia la entidad con más inclinación a las posturas de la derecha mexicana. En la jornada del domingo terminó el proyecto de llevar al mexiquense a la Presidencia, bajo la asociación de los poderes fácticos, fundamentalmente los dueños de las televisoras, especialmente Televisa, y Peña Nieto, que tuvieron como el más importante de sus respaldos e instrumentos de penetración el trabajo de las empresas encuestadoras. Así llegó a feliz término –por supuesto, para los implicados, en caso de que los órganos jurisdiccionales así lo acuerden– la obra en la que pacientemente los mandatarios estatales emergidos del PRI efectuaron el trabajo de albañilería, es decir, el de abajo, el que no se ve –y no hablamos de su eficiencia al momento de gobernar, sino de la operación electoral–| consistente básicamente en la coacción del voto, y en otros casos, el de la compra de la voluntad ciudadana. No sólo le apostaron, los priistas, a la operación electoral, sino también a la difusión del miedo entre el electorado al reciclar la propaganda panista en 2006, cuando acusaron a Andrés Manuel López Obrador de ser “un auténtico peligro para México”, consigna que “prendió” en buena parte del electorado, especialmente el del norte del país, merced a los elevados grados de incultura política existente en la sociedad. Y ahí deberemos ubicar una de las razones estrictamente electorales, la otra, fue la consistente en el uso abusivo del poder y el dinero para hacer ganar a un candidato. El mapa electoral nacional es ahora claramente tripartidista, el gran perdedor es el panismo, su autor, Felipe Calderón; y los blanquiazules pasan a ser la tercera fuerza en varias entidades, entre ellas Jalisco y Morelos. El PRI disminuye su fuerza en la Cámara de Diputados. El fenómeno político llamado Andrés Manuel López Obrador, marginado de los medios electrónicos, linchado mediáticamente durante un sexenio, que se dedicó a construir una fuerza más allá de los partidos y de los reflectores políticos, hoy es nuevamente el líder reconocido de la oposición y ha puesto en vilo, nuevamente, a la nación. Es de tal envergadura la actual situación que habremos de volver a ella el jueves y domingo próximos.

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