jueves, 12 de julio de 2012

Leones

El Diario, 12 de julio de 2012 Luis Javier Valero Flores Las severas declaraciones del dirigente estatal del PAN en Chihuahua, Mario Vázquez Robles, otorgadas a la reportera Patricia Dávila (“Consigna narca en el Triángulo Dorado: Votar por el PRI”, Proceso No. 1862, 8/VII/12, pp. 46 y 47) en torno a la injerencia del gobernador César Duarte en el proceso electoral y a la que definió “alianza de facto” entre el crimen organizado y el PRI en la entidad, constituyen la versión local del insólito enfrentamiento entre la actual administración federal y Enrique Peña Nieto y le vienen a dar al entorno estatal un nuevo giro, de mayor confrontación entre las principales fuerzas políticas de la entidad, justamente cuando por todos lados se advierte que el proceso electoral del próximo año ya está presente. Son preocupantes las declaraciones del panista: “Mario Vázquez Robles, presidente del Comité Directivo Estatal del PAN en Chihuahua, señala: ‘Pareciera que una alianza de facto entre los cárteles y el PRI se puso en marcha para llevarlo a la victoria’. Coinciden los sinaloenses Felipe Manzanares y Mercedes Murillo, el presidente del partido Movimiento Ciudadano en la entidad y ella candidata del mismo al Senado. –¿Qué factores incidieron para la derrota del partido en el estado? –se le pregunta a Vázquez Robles. –Factores internos como la selección de candidatos, que originó una problemática que no sanó, y factores externos relacionados con una intromisión del gobernador César Duarte, quien hizo una campaña frenética a favor de Enrique Peña Nieto. No reparó: hubo carro completo. Repartió programas, alimentos, tinacos, y compró votos a un costo de 500 a mil 500 pesos cada uno. Pagó a granel. Fue increíble, no sé de dónde salió tanto dinero. Intervinieron grupos de narcotraficantes a favor del PRI –describe el dirigente estatal panista–. Parecía que había una alianza de facto entre ellos: nuestros representantes generales, los de casilla e incluso nuestra militancia, estaban amenazados. Les dijeron: ‘Si gana el PAN o si votan por el PAN, arderán casas y su familia sufrirá”. Vázquez Robles señala a Batopilas, Balleza, Nonoava, Gómez Farías, Ocampo, Guadalupe y Calvo, Guerrero como los municipios en los que ocurrieron tales hechos, que no denunciarán porque “tienen miedo” sus habitantes, pues en esas zonas “el Estado ha doblado las manos y está dispuesto a no gobernar, porque quienes mandan son los que tienen el poder económico a partir de actividades ilícitas...” Si a la rispidez causada por las posturas de la izquierda y del panismo acerca de la limpieza del proceso electoral se le agrega el ingrediente de la participación del “narco” en la contienda electoral, y sin autoridad alguna que esclarezca tales acusaciones, debemos prepararnos a sufrir un período de extrema polarización política pues a tales declaraciones debió seguirle una conducta institucional, es decir, siendo el partido en el gobierno y ser receptor de una información de tal calidad, lo conducente sería acudir a las autoridades correspondientes para que éstas le dieran el curso legal a tales hechos. No hacerlo, y en medio de las acusaciones de izquierdistas y panistas de que el proceso no fue lo limpio que afirmó el IFE, sobre todo en aspectos tan escabrosos como lo son la compra e inducción de votos, así como –por lo que concluyó el Centro de Estudios Bancarios, acerca del dinero usado para comprar las tarjetas de Soriana y los recursos usados en Monex– la posibilidad de que se haya usado la campaña para “lavar” dinero derivado de actividades ilícitas, tendremos un relevo gubernamental cargado de los más negros presagios, en el cual algunos acusan a quienes están denunciando los hechos irregulares del proceso electoral como los que atentan contra la paz pública y la estabilidad nacional, en lugar de ubicar a las numerosas anomalías –y sus autores– como los verdaderos responsables por medio de frases como –todos lo hacen ¿Para qué protestan? Porque las declaraciones de Felipe Calderón –la compra de votos es inaceptable, dijo– y la respuesta de Peña Nieto –es un montaje e infundios (las acusaciones) que “sin pruebas confunden hasta al Presidente”– la cual mereció, casi de inmediato, una contrarréplica de Gustavo Madero, dirigente del PAN, quien le dijo que “no se engañe, sí hubo irregularidades” y les dijo, ante la acusación priista de que hacían esos señalamientos para “encarecer la negociación”, que “el león cree que todos son de su condición”, parecieran ser más producto de una esquizofrenia política que de un proceso electoral ejemplar. Y eso que las elecciones fueron limpias. ¿Qué tal si no hubiesen sido así?

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