martes, 22 de noviembre de 2011

Los “indignados” del PRI

El Diario, 22 de noviembre de 2011
Luis Javier Valero Flores
Tal parece que la dirigencia nacional del PRI está pecando de soberbia, de otra manera no se pueden entender los traspiés del presidente de ese organismo, Humberto Moreira, al decidir en pleno uso de sus facultades estatutarias –dicen los enterados de ese partido– el cambio en algunas de las cláusulas de la convocatoria del proceso interno que lo ha llevado a recibir duras, durísimas críticas, de innumerables dirigentes y legisladores priístas por el, dicen, desmedido otorgamiento de posiciones a los partidos aliados, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y al Partido Nueva Alianza (PANAL).

Son de tal grado la oposición y la molestia ocasionadas que han llevado al mismísimo Manlio Fabio Beltrones a plantearse la duda acerca de su participación en el proceso electoral del 2012. Ojo, no planteó su posible inclusión en la elección interna para definir al candidato presidencial, sino su propia participación en las elecciones.

Más tajante ha sido la oposición del ex candidato presidencial, Francisco Labastida, quien ha expresado vivamente su rechazo a la alianza con el partido dirigido en la práctica por Elba Esther Gordillo, el PANAL, y ha dicho que en lugar de sumarles votos, se los restará. Dijo que la dirigencia de Moreira “Está preocupándose más por hacer alianzas con el PVEM y con el PANAL que lograr la unidad interna del partido y es mucho más importante ésta que la alianza”.

Y es que las modificaciones efectuadas por Moreira son de las que levantan ámpula. Unas son las referentes al proceso de elección interna y otras son las posiciones otorgadas a los partidos aliados.

Como si necesitara más apoyos el cuasi candidato presidencial, el dirigente nacional cambió la cláusula mediante la cual ahora, quienes apoyen la inclusión de determinado aspirante como precandidato, ya no podrían hacerlo por otro aspirante.

Asimismo, la otra cláusula modificada es aquella referente a la prohibición, existente en la aprobada por el Consejo Nacional, a que los militantes con puestos de elección popular (entiéndase bien, sobre todo los gobernadores) expresaran sus simpatías hacia alguno de los precandidatos.

En aras de un supuestísimo respeto a la libertad de expresión a los mandamases del partido, Moreira suprimió tal prohibición, seguramente pensando en la necesidad de que los priístas pudieran ver bien las señales emitidas por sus jefes de los palacios de gobierno, es decir, para decirlo en términos del priísmo, para propiciar la “cargada”.

El otro motivo de indignación es la alianza con el PANAL y el PVEM; innecesaria, sostienen la mayoría de quienes la rechazan. Son de tal grado las expresiones de repudio que ya la ex presidenta nacional, Dulce María Sauri Riacho, ha pedido la renuncia de Moreira “para que haga frente a las acusaciones en Coahuila” y otros, se habla de numerosos senadores y diputados federales, están considerando la posibilidad de inconformarse ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal.

A su vez, el dirigente del Movimiento Territorial (MT) del tricolor, Carlos Flores Rico acusó a Moreira de alterar el sentido de seriedad de la elección interna, pues tales cambios no permitirían “una elección equilibrada del candidato presidencial del PRI”. Vamos, hasta el dirigente del sector obrero prisita, Joaquín Gamboa Pascoe, expresó su inconformidad a los cambios de la convocatoria.

Más aún, sabedora de los peligros que puede correr su partido, Sauri Riancho (dirigente nacional en las elecciones del 2000) advirtió acerca del riesgo de división ya que los cambios efectuados, sostuvo, buscan “arrinconar a Beltrones”.

Realizar tales cambios, con semejantes reacciones, concita una razonable duda: Que Moreira tiene lecturas muy distintas a las conocidas públicamente, las cuales muestran, sí, una ventaja de Peña Nieto, pero no en los niveles conocidos, que puede disminuir a medida del avance de las campañas electorales y eso lo llevó a otorgarle tanta importancia y espacios a los partidos coaligados.

¿Será?

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