jueves, 24 de noviembre de 2011

El renunciante

El Diario, 24 de noviembre de 2011
Luis Javier Valero Flores
No es un apoyo muy acrítico, más bien lo contrario: “Mi coincidencia fundamental con @EPN (Enrique Peña Nieto) es unidad para cambiar no para seguir igual. Que así sea Suerte”. Tal fue el texto enviado por Manlio Fabio Beltrones través de Twitter, después de que el ex gobernador mexiquense lo felicitara por haber declinado en sus pretensiones de alcanzar la candidatura priísta a la Presidencia de la República el próximo año.

Contra todas las públicas manifestaciones de unidad y regocijo de numerosos militantes del PRI, el documento publicado por Beltrones apenas unas cuantas horas después de manifestar su contrariedad por las modificaciones a la convocatoria a la elección interna, efectuadas por el dirigente nacional, Humberto Moreira, son todo un compendio de conceptos críticos explícitos, y sobre todo implícitos, en el clásico lenguaje críptico de los priístas.

Las aseveraciones explícitas son de llamar la atención. Sustenta su declinación –por supuesto, en busca de la unidad– en dos argumentos: “Logramos un apretado triunfo en Michoacán, bajo el asedio de una injerencia gubernamental que parece ser la tónica que el PRI enfrentará en adelante. Por otro lado, pese a sus contradicciones, haciendo política, los partidos de izquierda han logrado unificarse en torno a una candidatura que permitió superar sus diferencias y ponerse de acuerdo”.

Más aún, en el cuerpo de su declaración se advierten críticas y posicionamientos no tan halagüeños para Peña Nieto. Informa que “distinguidos cuadros políticos del PRI” se acercaron a él para plantearle la necesidad de contribuir a la unidad, que en buen cristiano significa sumarse al otro, al de enfrente. A esos exhortos respondió Beltrones planteando que él entiende “la unidad como un medio para cambiar, no para seguir igual”, algo en lo que ha insistido tercamente en las últimas semanas, anotando indirectamente que Peña Nieto no necesariamente va en esa orientación.

¿Quiénes serían esos militantes distinguidos? ¿Será una de las sorpresas en la campaña, enterarnos de todos los que presionaron a Beltrones?

No todo es miel con hojuelas al interior del PRI con la declinación de Beltrones y las múltiples manifestaciones de la “cargada”. El líder de los senadores lo señala directamente: “Reconozco que en mi partido hay quienes tienen prisa (por tener candidato) y alegan la necesidad de la unidad para conservar privilegios o para garantizar sus intereses personales o de grupo. Es esta minoría la que ve un motivo de discordia en las reformas propuestas para modernizar la vida y la política del país”.

Hoy podrán alegar mil cosas los priístas acerca de la unidad y ensalzar a Beltrones, pero en el fondo del documento publicado se encuentran las razones de la inconformidad de miles de priístas –quizá no sean la mayoría, ni vayan a ir más allá– que son los espacios otorgados a los partidos aliados (Panal y Pvem) y la supresión de las cláusulas que le darían a la contienda interna, de haberse dado, condiciones de mayor equidad.

Fuera de ella el sonorense, queda el problema de las candidaturas a las diputaciones y senadurías por lo que, al contrario de lo afirmado por el gobernador chihuahuense, César Duarte, (dijo que lo peor ya había pasado, refiriéndose a la declinación de Beltrones y al hecho de que, probablemente, no haya contienda interna) aún quedan muchas etapas difíciles para su partido pues deberán afrontar a los priístas que se oponen a entregarle la primera fórmula de candidaturas al senado en Chiapas a Mónica Arriola, la hija de Elba Esther Gordillo, y a que en esa misma entidad ya se haya decidido entregarle la candidatura al gobierno del estado a Manuel Velazco, senador del Pvem; o a los priístas de Quintana Roo, reacios a aceptar como candidato de la primera fórmula a Jorge Emilio González, el “Niño verde”, ex dirigente nacional del mismo partido.

Los priístas de Sinaloa protestan por igual razón, pues allá le entregarán esa posición al Panal, y los de Puebla porque al mismo partido le adjudica, el pacto aliancista, la segunda fórmula de las candidaturas a senadores y ahí la protesta es mayor pues, acusan, el partido de Gordillo fue aliado del PAN en las elecciones a gobernador que perdieran el año pasado. A la vista de tales acontecimientos cuesta trabajo decir que lo peor ya pasó para el PRI. No, porque con tales acontecimientos se puede fortalecer la percepción, en una parte importante del electorado desilusionado del PAN y opuesto a votar por la izquierda, o por López Obrador, que el regreso del PRI, con todos los defectos de antes, es una posibilidad real y, por ende, descartarían votar por el priismo. ¡Vaya sorpresas!

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