martes, 15 de noviembre de 2011

Agendas aéreas

El Diario, 15 de noviembre de 2011
Luis Javier Valero Flores
El día de hoy abordaremos un tema que tiene que ver con un asunto ineludible para cualquier ser vivo: El de la muerte.

La del dirigente campesino y militante político, Rafael Jacobo Femat, es de las que duelen por haber empeñado, este aguerrido activista, toda su vida a la defensa de los trabajadores del campo, siempre con una actuación recta, honrada, honorable, cualidades con las que contribuyó a la construcción de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC), organización de la que fuera su principal dirigente el también hoy desaparecido, Ramón Danzós Palomino.

Miembro del Partido Comunista Mexicano, Jacobo Femat pertenece, ya, a la pléyade de dirigentes agrarios que lucharon en la defensa del campo mexicano del ataque globalizador privatizador en el que hoy nos desenvolvemos.

Por desgracia, y en campos muy distintos a los de Rafael Jacobo, hoy debemos lamentar el deceso de un joven integrante del PAN. La del ex delegado de la Condusef en Chihuahua, Guillermo Campos Galván. Más allá de las fronteras ideológicas y políticas, Campos se había ganado un respetable lugar en la sociedad chihuahuense por su conducta, siempre profesional, al frente de las responsabilidades que le tocó vivir y por la congruencia con los principios de su partido. En ambos casos –ese es el México plural y diverso de hoy– les enviamos a sus familiares y amigos un muy apretado abrazo.

Pero si los dos casos anteriores no son motivo de mayores controversias, el accidente en el que muriera el segundo Secretario de Gobernación del sexenio en similares condiciones, es ya objeto de una incontenible ola de especulaciones y es prueba palpable del enorme descrédito de las instituciones gubernamentales. En las redes sociales son pocas las personas que se atreven a plantear la hipótesis de un accidente. Más aún, en el sondeo efectuado por El Diario-edición Juárez, en su versión digital, más del 70 por ciento de los consultados creen que fue obra de un atentado.

¿Cómo? Quién sabe, así las autoridades se empeñen en asegurar que no hay evidencias de explosión ni de incendio alguno en los restos del helicóptero accidentado.

Pero más allá de las condiciones particulares del accidente, éste y los acaecidos recientemente, tanto en el ámbito privado como en el público, ponen de relieve la necesidad de reflexionar seriamente en las intensas agendas de los funcionarios públicos que los obligan a casi adquirir el don de la ubicuidad.

Uno de ellos es el gobernador de Chihuahua, César Duarte. El gobernante chihuahuense prácticamente vive en los vehículos aéreos (no bien se baja de un avión cuando ya está abordando el helicóptero y viceversa, en viajes intraestatales o a la ciudad de México) y si bien las probabilidades de sufrir un accidente aéreo son infinitamente menores a las de los accidentes terrestres, de todos modos existe un riesgo, mayor en cuanto se viaje más frecuentemente, y más en las condiciones en las que se encuentra la flota aérea propiedad del Gobierno del Estado, la que cuenta con vehículos con más de treinta años de servicio.

Sin duda alguna que la presencia de los más elevados funcionarios estatales en los actos públicos es muy importante pero mucho bien nos haría que los reflectores no fueran exclusividad de los titulares del Poder Ejecutivo y sus más importantes integrantes y que la utilidad de los viajes creciera.

Un ejemplo de botón. Martha Sahagún visitó, años atrás, Sisoguichi para entregar un equipo de rayos X al hospital de la localidad.

El equipo tenía un costo, entonces, menor a los 100 mil pesos; sin embargo, los colaboradores y los periodistas movilizados para cubrir el acto, amén de los funcionarios estatales y municipales movilizados con ese motivo, nos costaron, con toda seguridad, más del doble del costo del equipo entregado.

Sin duda que la presencia del gobernante en muchos actos es fuente de mucha simpatía popular, pero de los actos reportados en poco más de un año de ejercicio gubernamental, puede concluirse que un buen número pudieron efectuarse sin la presencia del Duarte chihuahuense y que el tiempo empleado en el traslado pudo emplearse en otras tareas, acaso de mayor reflexión y discusión con su equipo de trabajo y con los ciudadanos, organizados o no.

Además, ¿por qué no? En un mayor rango de seguridad personal cuya importancia no es menor pues se trata del ciudadano elegido por la mayoría de los votantes para administrar los recursos de nuestra sociedad, y esa sí que es una responsabilidad mayor.

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