domingo, 6 de noviembre de 2011

Encuesta crucial

El Diario, 6 de noviembre de 2011
Luis Javier Valero Flores
Pues ahora fue el Premio Nacional de Periodismo para El Diario, edición Juárez, en la modalidad de artículo de fondo por el trabajo “¿Qué quieren de nosotros”? que levantó una memorable controversia –no es una exageración– en el mundo entero, pues mostró de manera contundente el hartazgo de la sociedad juarense ante la ola homicida y la inutilidad de las autoridades, de todos los órdenes de gobierno. Vaya, pues, otra felicitación para nuestros colegas que tan merecidamente han obtenido el reconocimiento de organismos nacionales y extranjeros.

Desde el viernes y hasta el martes, probablemente, los equipos de las empresas Covarrubias y Asociados y Nodo Investigación Más Estrategia (cuyo titular es el ex Consejero Presidente del IFE, José Woldenberg) levantarán las encuestas para identificar, entre Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard, al aspirante presidencial de izquierda con mayores preferencias rumbo a la elección del primer domingo de julio de 2012. Los resultados se conocerán antes del 15 de noviembre.

Serán solamente esas empresas las que realicen las encuestas, por medio de entrevistas personales, en vivienda, a 3 mil personas cada una de las empresas, y no habrá la participación de una tercera, como proponía el dirigente del PRD, Jesús Zambrano.

No es la única noticia alentadora para los votantes de izquierda. El viernes, las dirigencias nacionales del PRD, del PT, del partido Movimiento Ciudadano (anteriormente denominado Convergencia) y del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena, la organización dirigida por AMLO) llegaron al acuerdo de pactar una coalición total para las elecciones federales del próximo año. Además, ese pacto tendrá vigencia para el total de elecciones locales a celebrar en 2012.

Paradójicamente, impulsores como nadie, en el espectro político nacional, de la celebración de elecciones abiertas a la ciudadanía, o con la mayor apertura posible, esto es, con la participación de todos sus miembros, los perredistas y sus aliados efectuarán encuestas en todos los distritos electorales y entidades a fin de encontrar a sus candidatos a todos los puestos de elección en juego el próximo año.

Por supuesto recurren a los servicios de las empresas en que más confían, una, la favorita del ex candidato presidencial, y otra, que aunque no posee una gran trayectoria –la de Woldenberg– su director general es uno de los hombres más confiables en el ámbito electoral del país. Tales credenciales hacen que exista una gran confianza en los resultados que probablemente conoceremos a fines de la próxima semana, o principios de la siguiente.

Si bien es de lamentarse que la izquierda electoral no posea la suficiente capacidad democrática como para celebrar comicios de manera regular, con la participación limpia, desinteresada de sus simpatizantes y miembros, y la aceptación de plena competencia democrática (ya lo vimos hace quince días, en las elecciones generales del PRD) la estratagema de recurrir a una de las mejores armas de la mercadotecnia política tiene, indudablemente, sus ventajas.

Van a tratar de encontrar el candidato que tenga el mejor escenario de entrada a las elecciones, partiendo de la base que los dos aspirantes gozan de un porcentaje muy alto entre la ciudadanía y que esto les permitiría –sin la preocupación de los enfrentamientos causados en el curso de una elección, otro de los argumentos para evitarla– iniciar la campaña electoral desde la mejor plataforma.

A tales afanes se viene a sumar la determinación de ir en coalición, en condiciones, al parecer, de plena distensión al interior del PRD, lo que hace suponer que el fantasma de la división se ha alejado casi completamente y que seguramente la izquierda electoral participará de manera conjunta en julio próximo. Por supuesto, no deben descartarse algunos desprendimientos, propios de competencias electorales como la que se desarrollará.

En tal sentido se pronunciaron ambos aspirantes en el curso de los últimos días, no sin aportarle cierta jiribilla a sus declaraciones al momento de expresar su determinación de apoyar al otro aspirante, en caso de no resultar triunfador en las encuestas a realizar.

En tanto el aún Jefe de Gobierno del DF dijo que acatará los resultados de las encuestas para elegir al candidato de la izquierda a la Presidencia en 2012. “No lo voy a discutir… Espero que Andrés Manuel haga lo mismo”, dijo.

A su vez, AMLO afirmó que “si el pueblo me apoya y soy yo, sé que Marcelo me respaldará incondicionalmente, porque es gente buena. Garantizo aceptar si pierdo la consulta, y lo mismo espero de Ebrard”.

¿Quién resultará mejor ubicado en las preferencias electorales en las encuestas en mención?

Vamos a ver lo que mostraron las realizadas informado por dos de las empresas más mencionadas en los últimos años, Mitofsky y Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE).

La primera realiza entrevistas a mil personas, mayores de 18 años, (“cara a cara”, dice), en vivienda particular y con credencial de elector; en tanto, GCE efectúa entrevistas telefónicas a mil 500 personas, mayores de 18 años, con teléfono en vivienda particular.

El sesgo que puede tomar la de GCE es grande, de ahí la pertinencia de enfatizar que fue una encuesta telefónica que, por sus características, al dejar fuera a un buen número de personas, puede arrojar resultados distintos a los de otros sondeos.

La encuesta de Mitofsky, levantada del 21 al 24 de octubre arrojó los siguientes resultados: Entre los simpatizantes perredistas, AMLO goza de una muy grande simpatía al superar a Marcelo Ebrard por cuatro a uno –75 frente a 17–; en tanto que en el electorado abierto, si bien la distancia es menor, lo novedoso es que aumentó la pequeña diferencia que mantenía el mes anterior.

Así, en población abierta, AMLO obtiene el 31% de las preferencias frente al 24 de Ebrard, pero un mes atrás, en un vuelco inesperado, AMLO tenía 32 frente al 28 de Marcelo Ebrard. Por lo menos en los cinco meses previos, en población abierta, el Jefe de Gobierno mantenía una ligerísima ventaja, septiembre fue el cambio y octubre se acentuó el cambio de preferencias. Pero éstas también se aprecian entre quienes se dicen “independientes”, es decir, no se identifican con ningún partido, al quedar 31-23, con la misma preferencia.

En tanto, entre los electores “independientes” pero que se sienten cercanos a la izquierda, la diferencia es aún mayor, López Obrador obtiene 41% de las preferencias frente al 22 de Ebrard.

El resultado del sondeo del GCE difiere, aunque la ventaja de Ebrard en población abierta es mínima. Este sondeo fue levantado el 27 de septiembre –recordemos, por vía telefónica– y arrojó que entre los “algo o muy cercanos al PRD” las preferencias eran del orden del 62.5% para López Obrador y 26.8 para Ebrard.

En población abierta, las cosas cambian: El Jefe de Gobierno obtiene 39.3% de las preferencias por el 32 de AMLO. A su vez, quienes no se identifican con ningún partido prefieren, también, a Ebrard, al votar en un 35.9% por éste y 29.7 por el tabasqueño.

Ese es el panorama mostrado por algunas de las encuestadoras, difícilmente diferirá del que obtengan las ordenadas por los partidos de izquierda, quienes, al parecer, lograrán lo que hasta hace muy poco se antojaba muy lejano, la unidad. Si la logran, aún están en la posibilidad de convertirse en fuerza competidora en la elección presidencial, la que en estos momentos pareciera estar en manos del PRI, y de manera contundente.

No es así, la campaña electoral aún no inicia y el entorno nacional es muy propicio para que se presenten variables importantes que pueden cambiar el desarrollo de la contienda. En tanto, para salirle al frente a las especulaciones, los dos aspirantes de la izquierda insisten en sus declaraciones en asegurar que respetarán el resultado de las encuestas, algo difícil de creer para el electorado de derecha, preso de las campañas mediáticas que lo hicieron creer que efectivamente López Obrador era un peligro para el país.

Estamos a unos días de presenciar –en opinión del escribiente– la revitalización de un fenómeno político: El regreso de López Obrador a las contiendas electorales, igual que seis años atrás, como el candidato de toda la izquierda electoral del país, Cuauhtémoc Cárdenas incluido, y ahora sin la carga de ser el favorito de las encuestas.

El fenómeno lo constituye el hecho de que, a pesar del linchamiento mediático y del desesperado esfuerzo de los poderes fácticos por sacarlo de la escena pública, se haya mantenido entre los punteros en las preferencias electorales.

Por eso, no está nada resuelto en la elección presidencial del 2012.

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