jueves, 3 de noviembre de 2011

Así fueran de eficientes con los “malandros”

El Diario, 3 de noviembre de 2011
Luis Javier Valero Flores
No bien terminaba de recibir el premio María Moors Cabot, el Director General de El Diario, Osvaldo Rodríguez Borunda, cuando las compañeras Rocío Gallegos y Sandra Rodríguez Nieto, (a quienes felicitamos calurosamente con un abrazote) de El Diario de Juárez, recibían el premio internacional Knight 2011, entregado por el Centro Internacional de Periodismo (ICFJ), al tiempo que otro de sus compañeros, Christian Torres, reportero gráfico de El Diario, recibía tremenda golpiza a manos de la certificada policía municipal juarense, igual que su colega, el reportero gráfico de Radionet, Ramiro Escobar, del mismo modo que decenas de integrantes de diversas organizaciones fronterizas –los “Indignados de Ciudad Juárez”– que aprovechaban las fechas fúnebres para realizar una manifestación más en contra de la violencia y de exigencia a las autoridades para dar término a la actual situación.

Los reporteros fueron liberados en la noche con la cínica declaración de un capitán –¿Quién, el jefe policiaco Leyzaola?– de que había sido “una confusión”.

¡Cuánta razón le asistió al ICFJ en el acto de entrega del premio a las reporteras al afirmar que se hacía “en reconocimiento a la valentía y el trabajo que las dos periodistas han desarrollado en la cobertura de diversos aspectos de la violencia en la que es considerada la ciudad más violenta de México’’, cosa que no solamente las ahora premiadas han sufrido sino la población toda y el total de los periodistas juarenses

No solamente deben enfrentar los múltiples riesgos derivados de los constantes hechos de sangre presentados en el antiguo Paso del Norte, sino que además deben afrontar la irracional actitud de la policía municipal, de la que debe responder sin ninguna duda el jefe Julián Leyzaola.

No fue el único hecho lamentable de la inaceptable conducta de los polimunicipales, una fotografía exhibida en la página digital de El Diario, de afuera de las instalaciones de ese grupo policiaco, cuando el resto de los manifestantes exigían la liberación de sus compañeros, es altamente ilustrativa de la enorme incompetencia del agrupamiento: Por lo menos tres de los elementos tenían la mano en la cacha de su pistola, como si quienes tuvieran enfrente fueran los sicarios más peligrosos a quienes deberían enfrentar.

Un lector de la página digital de La Jornada los critica de mejor manera: “Son dignos de elogiar, Julián Leyzaola y Maris Domínguez, merecen medalla al valor, defendieron a la ciudadanía de Juárez, de unos peligrosísimos delincuentes cuasi terroristas, con sus pobres M16, cuernos de chivo, gases pimienta, etc. Definitivamente debemos equiparlos con tanquetas y armas químicas, pues francamente se encuentran en desventaja, ante feroces sujetos que portan pancartas de cartón, y gritan a todo pulmón, méndigos terroristas, que inquietan a la ciudadanía, con demandas como PAZ Y JUSTICIA. Por esto y muchas cosas más, desde este humilde sitio, ESTRELLITA EN LA FRENTE PARA Julián Leyzaola y Maris Domínguez para orgullo del Género (Sic)’’.

Tan violenta manera de reprimir una manifestación tuvo su origen en los perversos fines de la misma, pues pretendían “colocar unas nueve mil cruces –unas de papel y otras con pintura rosa– con el nombre y la edad de las personas asesinadas en esta frontera desde la guerra declarada por Felipe Calderón Hinojosa contra el narcotráfico”.

¿A quién se le ocurrió intentar detener a unos manifestantes, sólo porque pintaron una cruces en el muro de un cajero –coincido que está mal hacerlo, pero ¿por qué no intentar la disuasión y el acompañamiento de la manifestación?

Y luego la salvaje respuesta de quienes tienen la obligación de guardar el orden es de catálogo, la descripción de las salvajes golpizas propinadas a reporteros y manifestantes merecen algo más que la simple y vergonzosa petición de un –discúlpennos; lo realizado por los policías debe ser castigado ejemplarmente por las instancias correspondientes y deben ser sus jefes más altos en la jerarquía quienes le ofrezcan a la ciudadanía una disculpa y, además, la inmediata orden de liberar a quienes permanecían en la cárcel hasta el momento de escribir estas no tan reflexivas notas, es que la brutalidad policiaca no permite mucha mesura.

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