jueves, 13 de octubre de 2011

Confusiones en materia de coaliciones

El Diario, 13 de octubre de 2011
Luis Javier Valero Flores
Por supuesto no es una coincidencia que quienes ocupan los segundos lugares en las preferencias electorales, en cada uno de sus partidos, rumbo a las candidaturas presidenciales (exceptuando a Marcelo Ebrard) sean coautores de la propuesta de avanzar en la aprobación de las reformas legislativas necesarias para instalar en el país la figura de gobiernos de coalición.

Así, Manlio Fabio Beltrones, del PRI, y Santiago Creel, del PAN, son parte de los firmantes del documento publicado el lunes en los periódicos de la ciudad de México, “Por una Democracia Constitucional”, en el que establecen:

“… Hemos construido el pluralismo democrático en el Congreso pero no en el gobierno. Debemos dar los pasos que faltan para superar esta contradicción y consolidar nuestra democracia constitucional… El ejercicio del poder en la pluralidad implica la cooperación de las fuerzas políticas… Para consolidar la democracia constitucional es necesario que el Congreso y el gobierno funcionen de manera armoniosa… El programa de gobierno debe contar con apoyo mayoritario de los representantes de la Nación… Si ningún partido dispone de mayoría en la presidencia y en el Congreso, se requiere una coalición de gobierno basada en un acuerdo programático explícito, responsable y controlable, cuya ejecución sea compartida por quienes lo suscriban”.

Ante semejante propuesta la respuesta de los adelantados en las encuestas ha sido diversa. Peña Nieto propone regresar a la cláusula de gobernabilidad, esto es, que el partido ganador del 35% de la votación obtenga el número de diputados necesarios para convertirse en mayoría absoluta en la Cámara de Diputados. López Obrador, desde Washington, ha rechazado tal propuesta y lanza la suya, consistente en “el cambio de régimen” sin apuntar cual sería, en todo caso, tal régimen.

Josefina Vázquez Mota no ha emitido pronunciamiento alguno.

A su vez, y quizá más en consonancia con la postura del tabasqueño, Marcelo Ebrard ha dicho que en las elecciones del 2012, “o es la coalición electoral, o el PRI, esas son las opciones”.

Todo un galimatías. Lo cierto es que existe una realidad que va más allá de las aspiraciones de los protagonistas ahora mencionados, y esa es que el diseño del presente régimen político contemplaba la existencia de un partido cuasi de Estado, con un presidente que era, al mismo tiempo, Jefe de Estado, Jefe de Gobierno, Jefe de las Fuerzas Armadas y Jefe del Partido (todos los cargos, así, con mayúsculas) y no está hecho para soportar lo que ahora existe, procesos electorales competitivos, partidos políticos bien estructurados (a pesar de todas nuestras críticas, en nada se parecen los que ahora existen, incluido el PRI pues antes no era partido, era secretaría electoral gubernamental, a los del pasado) y el hecho de que, desde 1997, el partido del Presidente de la República ya no tiene mayoría absoluta en las cámaras del Congreso de la Unión.

Ese es el problema. Que en otra de sus manifestaciones, el presidencialismo nos estorba, porque quien obtuvo la mayoría relativa de los votos en la presidencia no la tiene en el Congreso y, por tanto, no puede gobernar de acuerdo con sus propuestas, sino con las de la mezcla de todos los partidos acreditados ahí, o con las alianzas circunstanciales que se vayan construyendo.

No podemos seguir así, debemos transitar a un régimen parlamentario. De todas las reformas propuestas en los pasados años, esta es una de las cuales desembocará en tal régimen, presidencialista o no, pero deberá gobernar quien obtenga mayoría, por sí, o en coalición de gobierno, independientemente de si fueron coalición electoral con otros partidos, porque más allá de las encuestas del momento, lo más probable es que ningún partido se constituirá en mayoría absoluta en las cámaras y lo que necesitamos es tener una fuerza política con la suficiente representatividad –no sólo política, sino numérica y con un programa pactado– para gobernar.

Lo que está discutiéndose ahora no es la posibilidad de aliarse electoralmente, sino la de diseñar una nueva forma del actual Estado Mexicano, y esa, quién lo diría, para colmo de Pedro Ferriz de Con y sus seguidores en la absurda propuesta de desaparecer a los diputados plurinominales, pasa por el fortalecimiento de tal figura de la representación proporcional, única manera de obtener mayorías gobernantes.

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