domingo, 31 de julio de 2011

Diferendos

El Diario, 31 de julio de 2011
Luis Javier Valero Flores
Ahora sí que no entendimos. El alcalde juarense informó de la paulatina salida de la Policía Federal de Juárez a partir de septiembre, en el entorno de un cada vez más confuso incidente, en el que los federales balearon la camioneta del jefe de la policía municipal y cuando aún no cesaban los balazos que ejecutaron a diecisiete reos en el penal del antiguo Paso del Norte. Luego, al día siguiente de la presentación de la denuncia penal contra los agresores de Julián Leyzaola, la Secretaría de Gobernación (SG) se acuerda del incumplimiento del ayuntamiento juarense en varios aspectos, por lo que suspende la entrega de los recursos del Subsemun, igual que lo anunció meses atrás para la capital del estado.

Extrañamente, el gobernador del estado y el diputado local priísta, René Franco, coincidieron en la esencia de la argumentación de la dependencia federal, la que en voz del subsecretario de Gobierno de la SG, Juan Marcos Gutiérrez, acusó al Ayuntamiento de Juárez de no cumplir con la ley en materia de justificación de los recursos recibidos: “Que no le quepa duda a Juárez ni a ningún otro municipio; la Federación aplicará la ley: quien no cumpla con los compromisos en las transferencias federales de apoyos económicos para la mejora de la seguridad pública, simplemente se aplica la norma y se suspenden los recursos… esto debería ser una pauta para que el alcalde (Murguía) apriete las tuercas y se ponga las pilas para cumplir a lo que se comprometieron”.

Por considerar altamente ilustrativo del nivel de argumentaciones de quienes tienen en sus manos la administración de los recursos en contra del crimen organizado, reproducimos un fragmento de la entrevista que La Jornada (30/VII/11) le hizo a Gutiérrez:

“- Las autoridades municipales de Ciudad Juárez aseguran que el subsecretario de Seguridad Pública federal, Facundo Rosas, les informó que los policías federales se retirarían paulatinamente de esa ciudad, a partir de septiembre, con motivo del operativo para los Juegos Panamericanos. Comentan también que se enteraron por la prensa de la suspensión de recursos federales…

- Eso es lo de menos. Ahora ellos deberían estar preocupados en qué están fallando en materia de compromisos derivados del acuerdo (del subsidio en referencia) o qué no han acreditado.

- ¿No habrá dinero entonces para quien no cumpla?- se le preguntó al subsecretario Gutiérrez.

- Lo peor de todo es que sí hay (dinero). (Aunque) no habrá el resto de las entregas porque el gobierno federal tiene un espíritu de confianza, de buena fe, y entrega por adelantado un porcentaje importante del subsidio. Entonces, si ellos han cumplido, que lo demuestren”.

Y ante la aseveración de Murguía acerca de la salida de los federales, el gobernador Duarte y el Secretario de Gobernación, Blake Mora, descalificaron seriamente al alcalde, en lo que parece, digan lo que digan, un muy claro diferendo entre los dos gobernantes locales, en un asunto para nada menor, nomás el papel a jugar no solamente por la federal sino, fundamentalmente, por los cuerpos policiacos locales.

Fue de tal envergadura la reacción de Duarte y Blake Mora que ocasionó la retractación del alcalde, en una situación que tiene una importancia mayor, reveladora de una gran disparidad de concepciones, en el ámbito local, en la estrategia a seguir en contra, ya no solamente del crimen organizado, sino también del incremento de los delitos del orden común, generalmente motivados por la sangrienta disputa de los cárteles del narcotráfico en Chihuahua.

Sin embargo, ante el hecho causante de la última de las molestias de los gobernantes juarenses, las autoridades estatales han callado, lo que viene a reforzar la percepción de un enfriamiento –por decirlo eufemísticamente– de las relaciones entre Duarte y Murguía, motivado, además, se dice, por la definición acerca de la candidatura al Senado, que en el caso de Murguía tiene un fondo mayor: la de acceder nuevamente a la senaduría y de ese modo mantener intactas sus aspiraciones y posibilidades de convertirse, ahora sí, en el 2016, en el candidato de su partido al gobierno de Chihuahua.

En sentido contrario, deberá admitirse que el gobernador Duarte declaró que gestionaría la entrega de los recursos ahora escamoteados por el gobierno federal, pero las dudas prevalecerán, y más en un entorno en el que no se aprecia, salvo algunos cuantos índices y detenciones –sobresalientemente la supuesta (hasta el momento de redactar esta colaboración) de José Antonio Acosta, acusado de ser uno de los principales dirigentes de La Línea– un sensible mejoramiento de los índices de seguridad en la entidad, antes bien, un agravamiento de ellos en la capital, en lo que parece ser una repetición de la ruta crítica seguida en Juárez a partir de los primeros meses del 2008.

Y si el incidente de Leyzaola (por supuesto que no es un hecho menor) levantó ámpula por lo señalado anteriormente, la ejecución de 17 reos del penal del Juárez, no quedó atrás. Ambos hechos mostraron, una vez más, la lejanía existente entre la realidad y las versiones oficiales sobre la delincuencia y los hechos de sangre.

La versión de Leyzaola despierta muchas dudas pues se dijo que había declarado que los polifederales le habían disparado cuando su vehículo iba acompañado de algunas patrullas de la municipal; sin embargo, analizada la nota que da cuenta del hecho se aprecia un aspecto muy importante, el jefe policíaco afirma que la zona por la que transitaba era “segura”.

Así lo consignó la reportera: “Al voltear vi a un policía federal enfrente de la camioneta disparando hacia mi persona y al voltear, completo, había un grupo entre 10 y 15, todos disparando hacia mi camioneta. Yo iba a una velocidad de 15 a 20 kilómetros por hora y pedí a mi chofer que se parara, cuando cesaron los balazos. Yo me bajé y encaré al primer oficial, primero lo había hecho mi chofer y luego yo. La pregunta fue, ¿por qué me dispararon, si era una zona segura? No tenían por qué dispararme. Nunca me dio una respuesta, nos fuimos donde estaba el otro grupo y también les pregunté quién llevaba el mando, nadie me dio una respuesta. Todos dispararon en contra de mi vehículo”. (Nota de Blanca Elizabeth Carmona, El Diario, 29/07/11).

¿Sería que las policías establecieron un círculo de seguridad (o varios) como comúnmente se hace en estas circunstancias y que al último círculo, el más cercano al penal, ya no podía acceder ningún vehículo ajeno a las fuerzas de seguridad, de ahí la frase de “zona segura”, es decir que ahí ya no tendrían por qué ponerse nerviosos los policías federales por la presencia de un vehículo para ellos desconocido?

Y luego ¿Cómo es posible que los policías federales no conozcan el vehículo del jefe de la policía de la ciudad en la que están actuando, como no conocen el del alcalde?

¿Sería mucho pedirle a los elementos tal conocimiento?

Si en este hecho nos encontramos con dos versiones, contradictorias, la ofrecida por las autoridades estatales acerca de la masacre del penal juarense no guarda congruencia con las imágenes transmitidas a los medios de comunicación por la Fiscalía General. El video mostrado es prueba evidente de lo anterior. La versión ofrecida por la autoridad fue que los asesinatos formaban parte de una estratagema para propiciar una fuga masiva, la que afortunadamente, dicen, fue evitada.

Pero lo que ahí vimos fue una parte de los hechos principales. Un grupo de delincuentes, aparentemente sin armas, aunque en las bolsas de sus chamarras deportivas pudiera advertirse que sí las portaban, ingresan al pasillo de acceso de una celda llevando a un guardia del penal, en el fondo del cual se encuentra otro. Luego, los delincuentes le exigen al custodio que metieron le ordene a otro, en cuyo poder se encuentran las llaves de acceso a la celda y a otra puerta, las entregue.

Claramente se ve que el custodio le pregunta si las entrega y éste, aparentemente superior de aquel, asiente con la cabeza. Una vez entregadas las llaves, abren las puertas del acceso y de la celda y disparan, por momentos con evidente torpeza y nerviosismo, en tanto otro dispara algunas veces a través del visillo de la puerta por la que ingresaron. Terminada la “tarea” todos corren, los custodios por esa puerta y los asesinos por la contraria.

¿Qué fue eso? No fue un enfrentamiento, fue una ejecución.

Los hechos “colaterales” sí pudieron ser enfrentamientos, pero lo mostrado en el video es que los sucesos del lunes tenían un objetivo: Acabar con las personas que se encontraban atrás de esa puerta.

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