domingo, 24 de julio de 2011

Sicilia, reforma política y complot

El Diario, 24 de julio de 2011
Luis Javier Valero Flores
Dos hechos, aparentemente sin ligazón visible, al contrario del juicio del escribiente son los temas de hoy: La aparición de Javier Sicilia en el Congreso de la Unión, exigiendo –¡pero ya– la aprobación de la reforma política aprobada recientemente por el Senado; y la publicación, efectuada por el periódico La Jornada, de los cables de WikiLeaks en los que se da cuenta de la petición del Cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez, al gobierno norteamericano, para que “detuvieran a López Obrador” en el 2006 en su pretensión de obtener la presidencia de la república.

Imposible no diferir del poeta Javier Sicilia en su exigencia de la aprobación inmediata de la reforma política, pues si le seguimos sus no pocas críticas a la clase política –definida así, sin más rubor– realizadas no solamente a partir de la tragedia de perder a su hijo, sino insistentemente a partir de este hecho, denota su escaso conocimiento de lo aprobado por los senadores, que en su conjunto refuerza el control de los partidos hasta en las figuras de la democracia participativa contenidas en esa reforma.

No solamente imponen una serie grande de trabas a las candidaturas independientes sino que, por otro lado, en una muy manipulada versión de los “premios” ciudadanos a las “buenas gestiones”, se aprobó la reelección inmediata de alcaldes y diputados, lo que, lógicamente, se convierte en un evidente reforzamiento del control de la clase política sobre el gobierno, el poder político, y la preeminencia de quienes se encuentren en esas posiciones de privilegio.

Se podrán decir infinidad de cosas, pero el manejo personalizado, discrecional, del presupuesto puesto en sus manos les servirá para obtener de mejor manera, más fácil, la candidatura para el siguiente período… y el otro. Y luego, como Porfirio Díaz, prestarle el puesto a su compadre para regresar al período siguiente y, por tanto, a las reelecciones siguientes.

Por eso asombra la enjundia mostrada por Sicilia en su exigencia, y no es una frase, es literal: “No venimos a pedirles, sino a exigirles que aprueben la reforma política. Si tienen que convocar a un periodo extraordinario o trabajar horas extras, es su problema: la aprueban, es un mandato ciudadano… Dejen de darnos atole con el dedo y ya no apliquen tácticas dilatorias, apruébenla como se las mandó el Senado”.

“No queremos que le hagan cambios, apruébenla ya como la envió el Senado. Es una vergüenza que no tengamos candidaturas independientes. Ya no nos den atole con el dedo”.

¿De dónde saca Sicilia que la reelección continua es un mandato ciudadano? Más aún ¿En que nos beneficiamos, en materia de seguridad pública, si los alcaldes y diputados se reeligen? ¿Con ello mejorarán los índices de seguridad? ¿No habrá visto el texto de la reforma, en la parte que establece los mecanismos para dar curso a una candidatura ciudadana?

Incisivo, sabedor, en este caso sí, de los tiempos, Sicilia retó a los legisladores: “¿Habrá reforma política el 28 de este mes?”, para luego insistir: “¿Habrá reforma política este año?”. Y los diputados, de todos los partidos, le respondieron afirmativamente.

Más aún, extremadamente crítico de la gestión de Felipe Calderón, debiera haberle asombrado la postura de los diputados federales del PAN, quienes, en voz de Josefina Vázquez Mota, ratificaron su anuencia a la reforma tal y como la aprobó el Senado.

Ciertamente todos los aspectos de la vida social del país están íntimamente ligados, en especial a la profunda crisis en materia de seguridad pública, razón por la que Sicilia apareció tan protagónicamente en la escena pública, pero surgen muchas dudas acerca de la profundidad de su conocimiento de la reforma política.

Así, bajo la presión de Sicilia y sus compañeros, los legisladores se comprometieron a que el próximo 28 de este mes, es decir, el jueves, habrá dictamen sobre la minuta de reforma política que aprobó el Senado y envió a San Lázaro el pasado 28 de abril.

Pero si finalmente el movimiento encabezado por Javier Sicilia mostró el rotundo fracaso de la administración federal, y del conjunto de las instituciones encargadas de la procuración y aplicación de la justicia, los cables intercambiados entre el embajador norteamericano acreditado en el Vaticano y la Secretaría de Estado, acerca de la petición del cardenal Juan Sandoval Íñiguez a Estados Unidos en 2006, de detener el avance de López Obrador, además de calificar de “peligroso” el avance de la izquierda en América Latina, desveló el enorme compromiso de una parte de la más alta jerarquía eclesiástica, no solamente con los más poderosos hombres de empresa en México (quienes apostaron todo a detener el previsible triunfo del perredista) sino con el gobierno norteamericano encabezado por George W. Bush, uno de los más peligrosos para el planeta, de todos los que hemos sufrido.

De acuerdo con el cable 06VATICAN61 de WikiLeaks, redactado por la embajada de Estados Unidos en el Vaticano, el embajador norteamericano informó que a Sandoval Íñiguez le preocupaba el avance de la izquierda en Latinoamérica, justamente cuando las fuerzas de este segmento político, con todos sus matices, ganaban prácticamente todas las elecciones en América del Sur, el polémico cardenal dijo que esto aumentaba el poder de Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales (ganador de las elecciones en Bolivia), Néstor Kirchner (Argentina), Michelle Bachelet (Chile) y la potencial victoria, en ese momento, de López Obrador, lo que, dijo, era “una tendencia peligrosa”.

Sandoval preguntó si el presidente (George W.) Bush podría ayudar, además de afirmar que “durante el gobierno de López Obrador el crimen y la violencia habían aumentado en la ciudad de México”.

En las preocupaciones coincidían el cardenal y el gobierno norteamericano, pues el embajador Rooney le informó “que durante una visita al Vaticano el entonces subsecretario de Estado, Thomas A. Shannon –ahora embajador de Estados Unidos en Brasil–, ya había tratado el tema de la ola izquierdista latinoamericana… (y) agregó que el presidente Bush había tocado en tiempo y forma el tema con el nuevo nuncio papal en Washington, señala el cable.”. (Nota de la redacción, La Jornada, 22/VII/11).

La información de los cables es altamente reveladora. Los funcionarios norteamericanos señalaron que “Los cardenales sienten que los pobres de Latinoamérica no entienden los beneficios potenciales que les puede traer el mercado libre, por lo que apremiaron al gobierno de Estados Unidos” a ayudar a concretar tratados de libre comercio. Como si tal asunto formara parte de las preocupaciones espirituales de los católicos del continente americano y no, como era en realidad, uno de los ejes centrales de la política norteamericana, bajo el pomposo nombre de Iniciativa de las Américas.

¿Qué de cierto hay en tales comunicaciones? Hasta ahora solo existe una timorata respuesta del personal del cardenal, pero ningún deslinde del gobierno norteamericano. Colocados en la disyuntiva de elegir a quien creerle, deberemos optar por la versión de los vecinos del norte, obligados a guardar, por el marco legal vigente allá, un mínimo de veracidad en la función pública y a respetar la documentación de los reportes realizados por el personal diplomático de sus sedes en todo el planeta.

Lo que no existe, por lo menos hasta ahora, es la documentación de la respuesta del gobierno norteamericano, y mucho menos de las acciones emprendidas por esta instancia. Así, al paso del tiempo siguen apareciendo infinidad de evidencias de que el proceso electoral no transcurrió con la “normalidad” que argumentan actores como Luis Carlos Ugalde, a la sazón Presidente Consejero del IFE, y se acumulan más bien las evidencias en sentido contrario, las que refuerzan la tesis inicial de López Obrador, la de la existencia de un “compló”.

Con todas ellas, cuesta trabajo creer que el gobierno de Bush no estaba preocupado por el ascenso de la izquierda en el continente americano, su iniciativa caía estrepitosamente en el cono sur ante la emergencia izquierdista y el abandono, de esos gobiernos, de todas las líneas de acción trazada por los gobiernos norteamericanos.

Era inconcebible, para esos intereses, que tal tendencia pudiera salir adelante también en México.

Ahora lo sabemos a ciencia cierta.

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