martes, 12 de julio de 2011

Agio oficial y privado

El Diario, 12 de julio de 2011
Luis Javier Valero Flores
En tanto los gobernadores y sus equipos afinan y dan a conocer el resultado de las deliberaciones de la Convención Nacional de Seguridad Pública, al cobijo de la Conferencia Nacional de Gobernadores, importa detenerse en un aspecto poco mencionado en los días que corren, convencidos todos –o casi– que las variables macroeconómicas se mantienen estables, como prueba de la buena conducción gubernamental, dicen los panistas, y ese asunto son las elevadas tasas de interés bancarias.

Que éstas se encuentren en tales condiciones a nadie parece importarle en el gobierno, acostumbrados a que la principal actividad de los bancos no se ejerza en nuestro país. Esto es, que los bancos son las instituciones encargadas de otorgar créditos a la sociedad; para eso se crearon, que no lo hagan y obtengan más del 80 por ciento de sus utilidades por la vía del cobro de las comisiones, sobre todos los servicios que prestan (menos el otorgamiento de créditos) a nadie despeina en el ámbito oficial –pueden preocuparles, pero eso no importa, pues si son gobernantes sus preocupaciones debieran traducirse en políticas públicas y, por tanto, dejar de preocuparse–, al contrario, a una buena parte de la élite mexicana hasta natural les parece que algunos de los consorcios más poderosos del planeta obtengan la mayor parte de sus ganancias, a nivel mundial, en México, gracias al cobro de las comisiones.

Por ello, tampoco debería asombrarnos encontrar que hasta en las instituciones oficiales, o sea las que por su propia naturaleza no están orientadas a la obtención del lucro pues sus funciones son de servicio, se cobren tasas de verdadera usura, como es el caso de instituciones encargadas del otorgamiento de vivienda, o incluso establecimientos privados, como el Nacional Monte de Piedad, pregonada como una institución filantrópica.

¿Cómo va a serlo si cobra el 4 por ciento de interés mensual y todavía se ufana de pregonar que “Nadie presta ni ayuda más”?

Comparadas con las tasas “normales” de los agiotistas pues sí parece ser una tasa “cómoda”. No lo es, ese 4 por ciento mensual que cobra por empeñar artículos se convierte en una tasa del 60 por ciento anual, muy parecida a la aplicada por la mayoría de las casas bancarias, no obstante que a los ahorradores estas últimas les pagan tasas inferiores al 10 por ciento anual, si bien les va.

¿Cómo pueden enorgullecerse de estas situaciones quienes tienen la responsabilidad de conducir el país, incluidas, se supone, las finanzas nacionales?

Más aún ¿Cómo puede ufanarse de ser una institución de asistencia privada –“235 años con México” – si sus préstamos están orientados a que sus usuarios pierdan los bienes otorgados como garantía, debido a las tasas de interés y a las condiciones económicas de los mismos, generalmente quienes se encuentran en los más bajos niveles de ingresos económicos de la sociedad?

¿Cómo puede presumirse de la estabilidad financiera si en la práctica la actividad económica está paralizada –y pueden lanzarnos mil argumentos, pero los niveles de bienestar son inferiores a los de una década atrás– y el otorgamiento de créditos goza de igual condición además de que los servicios bancarios son de los más caros del mundo?

Así, tanto el mundo oficial como el privado contribuyen de manera decidida a la prolongación de la actual situación económica y sin que se atreva, la administración federal, a romper el orden vigente que solo genera más estancamiento, parálisis laboral, mas pobreza, menos financiamiento –en términos reales– para las actividades productivas y, por tanto, a la perpetuación de las condiciones económicas.

Una parte importante de la clase política, en particular la emergida del PAN, pero no solamente de este partido, toda la asociada a los más poderosos grupos empresariales, han exigido fervientemente a lo largo de últimos años, la aprobación de una reforma fiscal, pero en sus propuestas no se contempla, de ninguna manera, la baja inmediata de las tasas de interés, todas, las bancarias y las demás.

Si las demás variables financieras y económicas se han mantenido estables, si ese es uno de los principales motivos de orgullo del actual gobierno ¿Porqué no efectuar esta reforma que incidiría de manera decisiva en la vida económica del país?

¿O será precisamente por eso? ¿Para mantener los privilegios de quienes mantienen postrado al país?

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