jueves, 4 de agosto de 2011

Nuevo alineamiento en el PAN

El Diario, 4 de agosto de 2011
Luis Javier Valero Flores
Con la difusión de la creación en Chihuahua del “Movimiento Azul”, la disputa por las posiciones para el próximo proceso electoral –y quizá para las del siguiente año, las locales de 2013– dio inicio en el blanquiazul.

Si se da en las mejores condiciones incidirá, cómo no, en los resultados que obtengan en los dos comicios, pero insistir en este aspecto importa no tanto por lo que en ellos se juega sino al panorama adverso en el que lo enfrentarán y que los debiera llevar a plantearse metas más allá de la contienda por la dirigencia estatal. La integración de esta nueva agrupación interna panista llama la atención porque pareciera que en definitiva echa por tierra la antigua alineación prevaleciente, consistente en la existencia de dos grandes históricos acuerpamientos, con una data de, por lo menos, cuando accedieron al gobierno estatal a principios de los 90.

Las antiguas corrientes denominadas coloquialmente como “La familia feliz” –porque gozaban de la vida derivada de participar del presupuesto estatal y eran liderados por Francisco Barrio– y “La santa familia”, dirigidos por Enrique Terrazas –su denominación implicaba la caracterización, aunque iban más allá y se les llegó a identificar como la expresión local de la derecha panista, conocidos como los “dhiacos” o “yunques”– hoy parecen formar parte del pasado.

Ya en los procesos para elegir al dirigente estatal en 2008 y las elecciones federales de 2009 y las locales de 2010, con algunas muestras previas, Javier Corral y Cruz Pérez Cuéllar, dos de los principales activistas del grupo dirigido por Barrio, se habían distanciado notoriamente y habían concretado diversas alianzas que en principio rompían con la vieja alineación pues Pérez Cuéllar se había acercado a Carlos Borruel y éste, a su vez, se había alejado de otros dirigentes como Teresa Ortuño, de quien había sido viejo colaborador; y Juan Blanco, de la hechura de Terrazas, había mostrado ostensiblemente que su candidato al gobierno estatal no era Borruel.

Tanto lo evidenció que la dirigencia estatal, en manos de Pérez Cuéllar, inició el procedimiento para expulsarlo.

Hoy nos encontramos con dos nuevos alineamientos, alejados de los referidos líneas arriba pues al nacimiento de la nueva corriente acudieron Guillermo Luján, Javier Corral, Miguel Jurado, Martín Vargas y Leandro Luján de la vieja guardia “feliz” y Juan Blanco, Antonio López y Manuel Narváez, en su tiempo integrantes de la “santa”, y en los casos de Narváez y Blanco antiguos compañeros de proyectos políticos comunes al interior de su partido.

Pueden aportar nueva fuerza a la encabezada –al parecer– por el diputado Javier Corral, que le ha disputado cerradamente la hegemonía al otro bloque, encabezado por Pérez Cuéllar, César Jáuregui (el secretario deliciense) y el senador Ramón Galindo. Tal forma de alinearse provoca que nos preguntemos qué harán militantes como la senadora Ortuño y el mismísimo Enrique Terrazas pues al parecer tendrán viejos compañeros en ambos agrupamientos. De la definición de ellos, y de otros, dependerá la integración del nuevo Consejo Estatal el 27 de noviembre próximo. En el PAN quien tenga hegemonía en él cuenta con muy grandes ventajas.

La noción que esta corriente interna tiene sobre su partido fue sintetizada por la ex diputada local y ex aspirante a la dirigencia estatal, Rocío Reza, quien dijo que el partido vive momentos complicados porque se ha perdido el rumbo; “se han privilegiado intereses personales o grupales, lo que ha provocado que la gente se aleje del PAN”. En tanto que el alcalde parralense, Miguel Jurado Contreras, enfatizó que “no venimos a promover ninguna candidatura de nadie a ningún puesto de elección popular, estamos aquí para darnos una nueva oportunidad de tener un partido con credibilidad que convoque a la ciudadanía”.

Sin embargo, cuesta mucho entender que un nuevo agrupamiento partidista no se ponga como metas la de obtener la mayoría de la nueva dirigencia y alcanzar puestos de elección popular –por ello el comentario inicial de que disputarán todo, no sólo las posiciones–. El “Movimiento Azul”, al parecer, por su discurso, se plantea la recuperación doctrinal de su partido, que tanta falta les hace en momentos en los que están a punto de perder el gobierno… y el partido.

Pero no son los únicos que argumentan a su favor la necesidad de regresar a los orígenes doctrinarios, el problema es que, para algunos, esa oportunidad se les fue, justamente en el desarrollo del gobierno del militante de cepa que colocaron en la presidencia de México.

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