jueves, 23 de junio de 2011

Túnel ¿sin rumbo?

El Diario, 23 de junio de 2011
Luis Javier Valero Flores
A medida que se acercan los momentos cumbres del proceso electoral presidencial, aumentan los episodios de aguda confrontación entre las dos fuerzas políticas más importantes en el momento actual –PRI y PAN–, la primera por ser la hegemónica en el Congreso de la Unión, y la segunda por poseer la titularidad del Poder Ejecutivo.

Uno de esos momentos, –salta en cada discusión y cada acción de alguna de las agrupaciones políticas– lo constituyen las elecciones del Estado de México. Al calor de ellas, y casi con cualquier motivo aparecen las discusiones subidas de tono. Lo más preocupante de tan enconados ánimos estriba en que el tema de la seguridad pública y de los inquietantes niveles de violencia y criminalidad vigentes en el país se ha convertido en tema de campaña, no tanto por las preocupaciones y propuestas expresadas, sino por el uso electorero que se le ha dado.

Tal señalamiento deberá hacerse en primer lugar, por la magnitud de las responsabilidades y de las facultades y recursos a su alcance, a Felipe Calderón y su equipo. No pierden oportunidad en endilgarle al PRI su irresponsabilidad pues, sostienen, al calor de su inacción el crimen organizado se incubó. En tales acusaciones pasan por alto, como si no hubiese existido, el sexenio de Vicente Fox, ni que, durante el sexenio precedente, el de Ernesto Zedillo, un destacadísimo militante del PAN, (¿Y cómo no iba a serlo si cuando fue designado era el coordinador de los diputados federales de su partido?) Antonio Lozano Gracia, fue Procurador General de la República y cuya salida de la dependencia fue resultado de los gravísimos escándalos.

La ocupación de tales cargos fue completa, el ex procurador chihuahuense, Francisco Molina se fue a dirigir el organismo encargado del combate a las drogas ¡Ni más ni menos y muchos panistas chihuahuenses acompañaron a Molina y Lozano en aquellas tareas, y no se crea que eran menores, de ninguna manera.

Y todo eso ocurrió en los momentos del máximo esplendor del Señor de los Cielos, sus naves cruzaban los cielos de México, aterrizaban prácticamente en cualquier lugar del territorio nacional y funcionarios de todos los niveles, en todo el país, se sometían al mandato de tan respetado señor.

Recordar tales pasajes, para no rememorar el dantesco episodio de la fuga de Joaquín Guzmán Loera, tiene el claro propósito de recordarles que en esa materia comparten responsabilidades con aquellos a quienes pretenden achacarles el total.

No puede ser, en el sexenio anterior, Genaro García Luna y Eduardo Medina Mora (el ex procurador general) ejercieron cargos de la máxima importancia en materia de Seguridad Pública, y en esa época se gestaron algunos de los grupos que ahora le disputan al Cártel de Sinaloa la preeminencia en distintas zonas del país. Y si no lo creen, pregúntenle a los habitantes de las zonas en las que La Familia y Los Zetas son los grupos dominantes.

Entonces ¿A García Luna, Medina Mora y sus subordinados no los señala el flamígero dedo presidencial? No puede ser.

Tal actitud de algunos de los más encumbrados funcionarios gubernamentales emergidos del PAN es asumida, también, por quienes ocupan cargos de menor relevancia, como el dirigente municipal del blanquiazul en la capital del estado, Miguel Latorre, quien, para desestimar los resultados del Operativo Conago 1, exigió que al gobernador César Duarte, por su trabajo en materia de Seguridad Pública, se le pagara solamente una semana y no los 9 meses que lleva en el cargo.

Luego, el senador Ramón Galindo asumió la misma postura y las respuestas del priísmo fueron de colección. Su homólogo del PRI, Pedro Domínguez, le dijo que por sus “ansias de novillero le ganó la calentura, deberían ponerle un termómetro o una pastillita para bajarle la calentura”.

A su vez, el presidente del Congreso del Estado, René Franco, como si Galindo fuera ajeno a Chihuahua, aseveró que “es lamentable que las personas que no viven aquí y no tienen el conocimiento completo de cuál es la situación quieran venir a criticar y con ello enrarecer el ambiente”.

Impedir que las fuerzas políticas conviertan el asunto de la inseguridad en asunto electorero es fundamental. Podrán pasarse el proceso electoral atacándose unos a otros, acerca de sus responsabilidades, y en tanto el país, literalmente, se les estará deshaciendo entre las manos. Y pueden llevarnos al túnel sin salida.

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