martes, 21 de junio de 2011

Empieza el naufragio

El Diario, 21 de junio de 2011
Luis Javier Valero Flores
Polémico, controversial, pero sin duda alguna uno de los principales responsables de la actual situación por la que atraviesa el país, el ex presidente Vicente Fox, en una segunda escandalosa –para los panistas– declaración, ya anticipó el resultado de las elecciones en el Estado de México y las presidenciales del próximo año.

Achacarle responsabilidades a quien afirmó haber dejado “encargada” la oficina durante el sexenio anterior, mientras él se dedicaba a ganar elecciones, no es gratuito, no solamente en esa administración empezó el fortalecimiento de los actuales cárteles de la droga y se gestó la fuga de Joaquín Guzmán, sino que, fundamentalmente, no efectuó una sola acción destinada a desmantelar el viejo régimen. La prolongada transición democrática mexicana fue abortada con plena conciencia por el guanajuatense y así, los nuevos gobernantes lo único que hicieron fue adecuar sus propias concepciones acerca del modo de conducir el país, a la de la vieja estructura. El resultado es un verdadero monstruo. El viejo equilibrio de pesos y contrapesos elaborado por el viejo régimen no fue sustituido por formas democráticas. El resultado ahora lo sufrimos.

Y cuando ya se avizora la inminente derrota del PAN en el Estado de México (cosa curiosa, ahora se escucha muy poco a los conductores del duopolio televisivo insistir en que las elecciones en esa entidad son una especie de preámbulo de las nacionales) una de las primeras voces del blanquiazul que anuncian su derrota es quien en la práctica se alió a lo peor del viejo régimen para perpetuarlo, pero ahora bajo la conducción de quienes se dijeron promotores y protagonistas del cambio en México.

No es el único gesto de Fox a favor del PRI; durante semanas, hace meses, cundió el rumor, justamente antes del secuestro de Diego Fernández de Cevallos, de la celebración de una reunión, realizada en el rancho del ex presidente, para expresar su apoyo al todavía mandatario mexiquense, Enrique Peña Nieto, en lo que se interpretó como la decisión de ese grupo para evitar a como diera lugar, no el triunfo del PRI como dice Calderón, sino el del PRD, y expresamente el de Andrés Manuel López Obrador.

Razones no faltan para pensar que, nuevamente, las elecciones presidenciales, como las del 2000 y las del 2006, sean nuevamente un referéndum. Las primeras se convirtieron en la ocasión para que los mexicanos expresaran su consentimiento, o no, para la continuación del PRI en la presidencia de la república. Por su lado, en las del 2006 los mexicanos resolvieron si le entregaban la presidencia a la izquierda o no.

Ahora, los resultados de las elecciones locales, posteriores a 2006, y las federales de 2009, arrojan un panorama desolador para el PAN: la inminente derrota en las presidenciales de 2012, y aun peor, si se repite y profundiza el fenómeno mexiquense, podríamos estar de frente a la posibilidad de que el partido en el gobierno sea derrotado de manera apabullante y las elecciones del próximo año se conviertan, otra vez, en otro referéndum: ¿Deseamos que regrese el PRI o no?

Y si es así, entonces aparecerá nuevamente el voto útil, solo que ahora no se encaminará al PAN sino al candidato de las izquierdas. Pero eso sólo se verá en los electores –y algunos cuadros medios panistas– reacios a votar por el PRI; lo más probable es que una parte de la élite del blanquiazul, de sus legisladores, dirigentes, gobernantes y electores decidan regresarle el favor al partido de Peña Nieto, el que hicieran una buena parte de los electores priístas en 2006, alentados por una parte importante de la dirigencia y gobernantes del PRI, para votar por el PAN y su candidato, Felipe Calderón.

Lo anterior explica muy claramente el resultado electoral en el que en la mitad de las entidades triunfó el panista y en la otra López Obrador, en ninguna Roberto Madrazo.

Ahí podríamos ubicar las expresiones foxistas, se apresta a jefaturar el giro electoral de su partido y regresarle el control de la administración federal al PRI… algo a lo que contribuyó como nadie pues aparte de sus yerros como gobernante, su gestión le fue entregada, en la columna vertebral del gobierno, a los operadores del partido que tanto dice Calderón repudiar.

De ahí la festiva expresión del líder de los diputados locales del PRI, Enrique Serrano, quien atinó al decir: “Hasta que lo oí decir algo congruente”.

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