martes, 1 de febrero de 2011

Franquicias electorales

El Diario, 1 de febrero de 2011
Luis Javier Valero Flores
Bueno, pues a pesar de las eufóricas frases del Jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, a propósito del triunfo del candidato de su partido al gobierno de Guerrero (dijo que la victoria de Ángel Aguirre era “de la izquierda”) la realidad es otra, la que, por su lado el gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, sí clasificó bien el resultado de las elecciones del domingo pasado en la entidad suriana pues se pronunció por evitar la fractura de su partido, de cara ante las últimas derrotas sufridas por su partido, paradójicamente a manos de ex compañeros suyos y, rechazó la posibilidad de la repetición de tales resultados en el Estado de México.

Así, a las derrotas del PRI en Oaxaca, Puebla y Sinaloa y a la cuasi derrota en Durango del año anterior, viene a sumarse la de Guerrero, todas ellas a manos de ex priístas (así se argumente, y con razón, que en Oaxaca fue diferente) pues Gabino Cué hace más de una década que abandonara el tricolor para enfilarse a la alcaldía de la capital oaxaqueña, primero, y luego a la candidatura al gobierno estatal, perderla en la primera ocasión y en la segunda oportunidad alcanzarla.

Pero en todos los casos, y el de Aguirre en Guerrero no es la excepción, esas derrotas del priísmo las encabezaron ex militantes de ese partido y llevaron al PRI a un escenario no imaginado hace apenas un año, es decir, que el paso triunfal de este partido en los dos últimos años, en las elecciones locales y en las federales del 2009, pudiera ser entorpecido por resultados adversos y pudieran constituirse en llaves para dejar de pensar en que su triunfo en las elecciones presidenciales del 2012 es inminente.

Pocos le apostaron a un inexplicable giro en la conducción del partido gobernante, el PAN, que decidió convertirse en una especie de franquicia electoral –y en eso convenció a la dirigencia perredista– apostarle a la fractura del PRI más que a la fortaleza propia, o la del PRD, impulsar la concreción de alianzas con el PRD, aunque en el caso de Guerrero fueron más lejos pues apenas despuntaba el nuevo año, cuando ya se reunía Felipe Calderón con el candidato panista en esta entidad, seguramente para discutir la posibilidad de la declinación a favor del abanderado perredista, en lo que se antoja clara la intención de impulsar la alianza en el Edomex.

Sin embargo, la dirigencia panista ha intentado hacer pasar como triunfos suyos los alcanzados por dichas alianzas, pero pocos argumentos válidos existen para creer eso. En Puebla, Oaxaca y Sinaloa quienes están gobernando son ex priístas, con los programas gubernamentales que a lo largo de su vida política asimilaron y de ninguna manera se puede afirmar que sus gestiones serán el resultado de las coincidencias programáticas de los partidos postulantes.

Fenómeno semejante ocurrirá en Guerrero, Ángel Guerrero no es un hombre de izquierda; pero una cosa es cierta, esa entidad es uno de los electorados más a la izquierda de todo el país, seguramente superado por el del DF y tal realidad sin duda alguna influirá en el nuevo gobierno, así como el conservadurismo de la sociedad poblana (estamos hablando, por supuesto, de la mayoría de los integrantes en ambos casos) influirá en el recién ascendido Rafael del Valle, quien sucede a Mario Marín.

Sin embargo, el resultado guerrerense y la postulación de Alejandro Encinas, así como las dificultades del priísmo mexiquense para designar a su candidato en el Estado de México, están configurando condiciones totalmente inesperadas hasta apenas unas cuantas semanas atrás pues amplias zonas de esta entidad están fuertemente influidas por las vecinas de Guerrero, Michoacán, Morelos y el Distrito Federal lo que volverá fuertemente disputadas las elecciones mexiquenses.

No está por demás anotar que este resultado favorece a la dirigencia perredista, la misma que afronta una fortísima oposición de López Obrador y le abona el terreno para que éste no sea el candidato del PRD y abrirle camino, entonces, a un candidato cómodo para el electorado panista pues todo hace suponer que la más alta dirigencia del blanquiazul ya llegó a la conclusión que si no intentan maniobras como las anteriores nada impedirá el regreso del PRI a Palacio Nacional.

¿Será?

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