domingo, 29 de agosto de 2010

Sin gobierno, Chihuahua capital igual que Juárez

El Diario, 29 de agosto de 2010
Luis Javier Valero Flores
En tanto en el país crecen los índices de violencia, a grado tal que la desesperación, la impotencia y la sensación de indefensión crecen geométricamente, la ola criminal ha sentado sus reales en la capital del Estado Grande.
Sin tomar en cuenta los numerosos homicidios ocurridos hasta el último fin de semana de agosto, con el escalofriante hallazgo de nueve cadáveres calcinados (¿Será esa la nueva modalidad de los sicarios pues en Juárez, dos personas fueron asesinada de ese modo, una el jueves y otra el viernes, sin haber sido baleados antes?) la cifra de asesinados en el presente año, seguramente a falta de cifras oficiales o extraoficiales que respalden tal especulación, se convertirá, por mucho, en la cifra récord y llevará a la ciudad de Chihuahua a ubicarse, por la tasa de homicidios, en niveles muy parecidos a los de Juárez.
Así, sin que haya recibido la atención mediática y societaria del antiguo Paso del Norte, poco a poco la capital chihuahuense ingresó al horror de la noche de la violencia. Las modalidades son múltiples. Recientemente había llegado a niveles de pánico la ocurrencia de robos de vehículo a mano armada a mujeres en centros comerciales. Las denuncias acerca de la creciente frecuencia de violaciones hizo que circularan infinidad de mensajes en la internet alertando acerca de ese nuevo fenómeno criminal.
Si bien disminuyeron las denuncias de violaciones, lo cierto es que la frecuencia de robo de vehículos a mano arma se incrementó escandalosamente, a niveles no conocidos jamás por los chihuahuenses. A la par, la ola homicida se desató por toda la ciudad. Algunos días la cifra empataba o superaba la presentada en Juárez, y la zozobra ha hecho presa de miles y miles de chihuahuenses.
No es una novedad asentar la disparidad de cifras alrededor de tragedia tan descomunal, sin embargo, tomando en cuenta las cifras oficiales de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), conocidas extraoficialmente, hasta el 31 de julio el número de homicidios, con arma de fuego, ascendía a 2 mil 287, en total, independientemente de las causales y si se le podría considerar como los cometidos por el crimen organizado. De ese total, 1 mil 247 ocurrieron en la zona norte, 207 en la zona sur, 165 en la occidente y 668 en la centro (Chihuahua, Aldama, Aquiles Serdán).
El municipio de Chihuahua contaba, según el censo de 2005, con una población de 758 mil 791 habitantes, si esa cifra la cerráramos en 830 mil por el crecimiento poblacional y la suma de los otros municipios de esta zona, resultaría que la tasa de homicidios –dolosos con arma de fuego– (668), sería de 80.48 por cada 100 mil habitantes en el presente año.
Tales niveles criminales ubican a la capital del estado a la par de Ciudad Juárez, y sin la presencia de los numerosos contingentes de fuerzas federales, pues en la ciudad fronteriza, con una población de 1 millón 313 mil 338 habitantes, (según el mismo censo) pero que podríamos disminuir solamente a 1 millón 200 mil por la población que se ha ido a últimas fechas, y con una cifra oficial de homicidios de 1 mil 247, la tasa homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes se ubicaría por encima de los 90.
Sin embargo, según el conteo realizado por El Diario, a partir de informes oficiales, en Juárez, hasta la primera quincena de agosto, el número de ejecuciones llegó a 165, con lo que el número en el año ascendería a 1 mil 412 y, por lo tanto, la tasa rebasa los cien homicidios por cada 100 mil habitantes.
Lo mismo ocurriría en Chihuahua capital, pues la cifra de homicidios en agosto debe rondar, con facilidad, alrededor de las 70 (y quizá superar), con lo que el total ascendería a 88.91 asesinatos por cada 100 mil habitantes, cifras muy por encima de las presentadas en todos los países de Centroamérica, incluidas Colombia y Venezuela, que son de las naciones americanas las que presentan los más elevados índices de homicidios.
De acuerdo con las cifras de la PGJE, tomando en cuenta la población total de la entidad hasta 2005, 3 millones 241 mil habitantes, y si tal cifra la aceptamos dada la elevada migración desatada en los últimos dos años, particularmente en la franja fronteriza, los 2 mil 287 homicidios llevarían a que la tasa por cada 100 mil habitantes en el estado de Chihuahua, sería de 70.58.
Esas cifras son coincidentes con las proporcionadas recientemente por la presidenta del la organización México Evalúa, Edna Jaime Treviño, quien informó que Chihuahua es el estado con mayor número de ejecuciones por cada 100 mil habitantes, y presenta, dijo, la tasa más alta del mundo, si se le considerara como una nación, pues aquí asesinan a 74.4 personas por cada 100 mil habitantes. (Nota de Notimex, El Diario, 25/8/10).
No sólo ahí descuellan las cifras delictivas de Chihuahua, junto con Baja California, Distrito Federal y el Estado de México “son las entidades con mayores niveles de inseguridad y violencia, debido al gran número de homicidios, robos, ejecuciones, presencia del crimen organizado y de ciudadanos inseguros”.
Más. Chihuahua, Baja California, Estado de México y el DF reportan el mayor número de secuestros, y las tres primeras entidades presentan las tasas más altas de automotores robados por cada 10 mil del parque vehicular (Ibídem).
A tal cúmulo de siniestras cifras, se le vienen a sumar las ofrecidas por Alejandro Poiré Romero, nuevo secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional (CSN) y vocero de la estrategia del Gobierno federal en contra del crimen organizado, quien al presentar las conclusiones de los Diálogos por la Seguridad, organizados por la Presidencia de la República, mediante el documento “Información sobre el fenómeno delictivo en México”, asentó que de los 28 mil 353 homicidios reportados por las autoridades federales en todo el país, 8 mil 236 se han presentado en Chihuahua, “como consecuencia de la batalla entre los cárteles del Pacífico y de Juárez”, lo que representa el 36 por ciento de las ejecuciones de diciembre de 2006 al 31 julio de 2010, es decir, en la práctica, 4 de cada 10 asesinatos en el país ocurrieron en nuestra entidad (Nota de Martha Elba Figueroa, El Diario, 28/8/10).
Por si alguien tuviese dudas de la importancia de Chihuahua en lo general, y de la franja fronteriza en lo particular, Poiré afirmó que dicho enfrentamiento “es el más cruento, producto de antiguas rivalidades y traiciones familiares, así como por el control de Ciudad Juárez, el puerto de salida de droga más estratégico hacia Estados Unidos”.
Pero a tales cifras todavía debemos pasarlas por los filtros de quienes se han dedicado a hacer un mejor recuento. Contrariamente a las ofrecidas por la PGJE, semanas atrás el embajador norteamericano, Carlos Pascual, informó que en la primera mitad del presente año, la cifra de ejecuciones en Juárez rebasaba las mil 700. Luego, El Diario reportó (Nota de Rocío Gallegos, 2/7/10) que en el primer semestre del año mil 403 personas fueron asesinadas, tan solo en Juárez, y hacía notar que esa cifra era superior en un 50% a la presentada en el mismo período del año anterior.
El primer día de agosto, El Diario publicó (Nota de Luz del Carmen Sosa) que la frontera norte de Chihuahua registró un total de mil 700 crímenes durante los primeros 7 meses del 2010, “lo que representa un aumento del 47.6 por ciento comparativamente al año anterior, que registró mil 151 víctimas”.
Los mil 700, y los 165 de la primera quincena de agosto, hacen que la tasa de homicidios se eleve a 133.21 al año por cada 100 mil habitantes. Algo semejante debe ocurrir en la capital de Chihuahua, los asesinatos, las balaceras, los levantones, los cadáveres encontrados forman parte de las pláticas cotidianas de la ciudad que se preciaba por mantener cifras delictivas bajas, y más si se le comparaba con Juárez.
Y es que todos los días tenemos oportunidad de comprobar la inexactitud de las cifras ofrecidas por las dependencias gubernamentales, seguramente, en la mayoría de los casos con la pretensión de hacernos ver que la situación mejora, o que las tendencias son a la baja. Recientemente, el Comisionado de la Policía Federal, Facundo Rosas, en aras de demostrar que la presencia de ese grupo policiaco en Juárez había logrado hacer que descendieran las cifras homicidas, ofreció cifras de ejecuciones por semana, de las tres primeras de este mes, y en todos los casos eran notoriamente inferiores, no a las publicadas por los distintos medios de comunicación juarenses, sino a las informadas por la subprocuraduría de justicia de la zona norte.
Así, según el recuento de Rosas, el número de ejecutados en Juárez, del 30 de julio al 19 de agosto, ascendió a 136 en tanto que el seguimiento periodístico de El Diario, con base en los informes oficiales, llevó la cifra a 211.
Pero independientemente de tales discrepancias, lo cierto es que estamos frente a un nuevo fenómeno, y al cual las autoridades no parecen tomarlo demasiado en serio, el que las calles y colonias de la capital del estado se empiezan a asemejar, en mucho, a las de Juárez por el nivel del enfrentamiento armado.
¿Qué hacer? ¿Qué hacen las autoridades?

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