jueves, 26 de agosto de 2010

Se acabaron las complacencias

El Diario, 26 de agosto de 2010
Luis Javier Valero Flores
No bien terminaban los priístas de endosarle severas críticas y un tajante deslinde del gobierno federal, cuando Felipe Calderón ya estaba respondiéndoles al mejor estilo del más bravo pugilista de cualquiera de los barrios que tradicionalmente han aportado a los mejores campeones mundiales, mexicanos, de todos los tiempos. El problema es que, ni es pugilista, ni lo que está a debate es el resultado de cualquier encuentro boxístico.
Reunidos en uno de los mejores sitios turísticos del estado de México, los legisladores federales y los gobernadores priístas (en horas y días hábiles), además de los dirigentes nacionales, lanzaron el martes una severa crítica a Calderón y nos anunciaron que ¡al fin! Se acabaron los tiempos de las complacencias, que dejará, el PRI, de ser “una oposición pasiva y complaciente con el gobierno de Felipe Calderón”, porque éste no entendió “las señales de colaboración”.
¡No’mbre, ahora sí lancemos las campanas al vuelo, el PRI dejará de ejercer el papel que en la década de los 90’s protagonizó el PAN, es decir, el de quien efectuaba las concertacesiones!
¿Qué cambió en el país para que, ¡por fin! el priísmo advirtiera que no podía seguir secundando al blanquiazul en las tareas de desastre nacional?
Nada, sólo que la carrera al 2012 ya empezó y ahora, después de los dos desastres electorales del PAN (elecciones federales del 2009 y las locales del 2010) los priístas creen llegado el momento de asumirse como el partido de oposición que puede acceder al poder.
Y cuando en esta columna habíamos avizorado la posibilidad de que el priísmo no advirtiera que, de regresar al poder, no era solamente que el país se hubiera quedado en pausa, que sólo había pasado un momento y ya, ¡estamos de vuelta!
No, no es así. Sin embargo, por las expresiones de varios de los principales del partido que está casi de vuelta (si no pasan otras muchas cosas) pareciera que le atinamos.
Su principal adelantado, anfitrión del cónclave priísta, el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, afirmó que al PAN se le había permitido “asumir la Presidencia”, y aprovechó para reclamar –en el colmo del cinismo– que su partido había accedido a pactar el aumento del IVA al 16 por ciento a cambio de que el PAN no concretara la alianza con el PRD, “Si tendemos la mano franca para sellar un acuerdo, no usamos la otra para golpear a nuestra contraparte. Somos congruentes y esperamos lo mismo de los otros”.
Y el otro suspirante priísta a la presidencia, Manlio Fabio Beltrones, ya puestos en la carrera, sabedor que no puede aparecer como conciliador y conocedor de lo que “vende” electoralmente al interior de su partido, acusó a los panistas de ineptos pues no saben aplicar las reformas legales aprobadas por el PRI.
A su vez, el coordinador de los diputados priístas, Francisco Rojas, nos mostró la concepción patrimonialista del priísmo y la muy flaca memoria que poseen, o peor aún, su escasa capacidad autocrítica, dijo que su partido había hecho una “labor consistente de 70 años”, en la que sólo tuvo ¡”un bache histórico”!: Permitir que el PAN gobernara.
Ayer, Calderón les devolvió las diatribas. Al demandar la participación, “comprometida”, de los estados, afirmó que “el problema es que la mayoría son gobernados por el PRI” y que “algunos priístas piensan que esta es la guerra del Presidente”, que fracasar les dará rendimientos políticos y acusó al PRI de contar con poca disposición en la lucha contra el narco “como quedó de manifiesto con la inasistencia de los coordinadores parlamentarios del PRI a las mesas de Diálogo por la Seguridad”.
O sea, sólo porque no acuden a una reunión, citados de mala manera y de última hora, ya no cooperan en la lucha contra el crimen ¡Qué bárbaro!
Y apenas empiezan los tiempos de la precampaña, la verdadera, no la legal, a medida que avance, seguramente se irán desvelando los pormenores de la colaboración de ambos partidos en la conducción del país, con los resultados de los cuales todos somos víctimas.

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