martes, 24 de agosto de 2010

Objetivos civiles

El Diario, 24 de agosto de 2010
Luis Javier Valero Flores
La balacera desatada afuera de las instalaciones de El Diario, en Juárez a principios de la semana anterior, enfrente del Hospital de la Mujer y del hotel en el cual se hospedaban alrededor de dos centenares de elementos de la Policía Federal mostró palmariamente, como si necesitara de ello, los peligrosos grados de improvisación y la falta absoluta de un plan estratégico de las fuerzas federales para enfrentar al crimen organizado.
¿A quién se le ocurre, en medio de una guerra, ubicar las instalaciones de la policía en una zona turística –de las características de una ciudad fronteriza, la mayor de las mexicanas, en las que abundan los hoteles, los restaurantes y los hospitales, amén de las oficinas centrales de la UACJ– de manera tal que podrían ser el ideal de cualquier grupo terrorista, o de uno armado, dispuesto, como lo hemos visto, a desafiar a las fuerzas federales sin el menor reparo?
Pues sólo a alguien totalmente ignorante de las más elementales necesidades logísticas, militares y materiales de un grupo militar, o cuasi militar que, por lo tanto, estará expuesto a la posibilidad de sufrir algunas agresiones pues ¡Oh, se nos olvidaba, Calderón conduce una guerra!
Bueno, pues si eso era cierto, entonces las conductas de los actores y de las fuerzas bajo su mando, tendrían que haber guardado congruencia… y conocimientos.
No pueden convivir bajo el mismo techo ciudadanos comunes y corrientes (bueno, no tan comunes ni corrientes pues los hoteles de los que hablamos poseen tarifas inalcanzables para la mayoría de los trabajadores juarenses) e integrantes de fuerzas del orden ¿A quién se le ocurrió que el funcionamiento de los hoteles podría ser el mismo en presencia de tantos polifederales o militares, y al mismo tiempo, ofrecer sus servicios al resto de los turistas, como si no pasara nada?
Más grave aún ¿A quién se le ocurre ubicar a centenares de agentes policiacos, en la ciudad más violenta del mundo, en las inmediaciones de varios hospitales? ¿Qué no sabrán, los mandos policiacos, el ABC mínimo de las operaciones militares y/o de seguridad pública?
¿Acaso no están entre nosotros para preservar nuestra tranquilidad y nuestra seguridad? ¿Cómo tenerla si los lugares en los que se hospedan son, por definición, objetivos militares de las fuerzas adversarias a ellos? ¿De qué sirve trasladarlos a otros hoteles, acaso con menos posibilidades de que logren tener eco sus quejas y su rechazo a hospedar a los agentes federales?
Las expresiones anteriores no tienen, ni en sueños, como razón de ser el rechazo a tales fuerzas, por el contrario, de sus buenas actuaciones dependen nuestras vidas y nuestra seguridad, pero hay normas elementales que los mandos superiores debieron contemplar.
Podemos aceptar que ante la gravedad de la violencia de Juárez y la urgencia de enfrentarla, se improvisaran medidas, pero en el mundo entero las fuerzas militares, y muchas policiacas, están entrenadas para asumir sus tareas en condiciones de verdadera emergencia y, por consiguiente, construir sus instalaciones de manera tal que preserven su integridad física… y la de los habitantes de las zonas aledañas.
Nada de eso parece normar la conducta de quienes enviaron a los policías federales a enfrentar la más violenta racha homicida en la historia de México.
Todo al ai’ se va y luego nos echan infinidad de discursos optimistas.
Si por lo menos supieran lo que hacen…

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